AVANZAR HACIA LAS LISTAS ABIERTAS
Antonio R. Martín Lillo

Desde la legalización de los partidos políticos en 1977, en nuestro partido y, a partir de 1986, en Izquierda Unida y Esquerra Unida, los momentos de elección o de designación de candidatos para cargos institucionales o para cargos orgánicos, han supuesto, en numerosas ocasiones, periodos de "turbulencias" internas que, en bastantes casos, han tenido su expresión pública no siempre serena ni comedida.

Con el actual sistema de designación de candidatos, estos procesos terminan casi siempre provocando problemas: sensibilidades no representadas o insuficientemente representadas, legítimas ambiciones frustradas, recelos personales de camaradas que se sienten minusvalorados o que resultan dolidos porque tal o cual dirigente no ha contado con él o no le ha propuesto, etc…, etc.

Estas situaciones provocan que quien resulta culpabilizada y, a veces objeto de oposición –oposición no siempre fundamentada, en sus inicios en diferencias políticas -, es la dirección o la mayoría de la dirección, a quién se le imputa la influencia ejercida (y que es real) sobre quienes componen las comisiones de candidaturas. Incluso no es aventurado decir que, en algunas ocasiones, como consecuencia de estos métodos de elección insatisfactorios, algunas diferencias se han tornado en divergencias. Es cierto, que la Asamblea o el Congreso correspondiente sanciona, en última instancia, tal o cual lista cerrada con su voto. Pero no es menos cierto que la parte de la militancia que se haya abstenido o votado en contra, o no haya optado por una lista alternativa, aunque acepte formalmente el resultado, se sentirá molesta o defraudada por no encontrarse adecuadamente representada.

Planteado con el loable objetivo de proponer "la mejor candidatura posible", "el equipo de dirección más coherente y cohesionado posible", "el grupo de candidatos más capacitados", el sistema de listas cerradas y bloqueadas se transforma con frecuencia en un inconveniente para la unidad real y la cohesión del partido y, por las razones antes apuntadas, tenemos "crisis" o "minicrisis" abiertas o larvadas durante meses, en los cuales se van consolidando corrientes o tendencias que sólo tendrían su razón de ser en el momento de la elección.

Por eso creo que para superar esta situación, habría que avanzar hacia formas de elección con listas abiertas.

Es verdad que, con este sistema, existe el riesgo de que la candidatura finalmente elegida pueda resultar poco funcional, en un conjunto difícil de articular para ejercer una labor de dirección colectiva y eficiente o para llevar a cabo con eficacia y brillantez tareas institucionales. Es verdad que existe el riesgo de que puedan quedar excluidos camaradas de gran valía y experiencia. Pero ¿no son preferibles estos riesgos al riesgo de tener una magnífica dirección o a un maravilloso equipo de cargos públicos con una parte del partido en situación de oposición sorda o declarada, o en situación de militancia de baja intensidad, como consecuencia del sistema de votación por listas cerradas y bloqueadas? Yo creo que sí.

Hay que confiar en el sentido común de la mayoría de la militancia. En todo caso, la dirección o cualquier militante puede ejercer su capacidad de influencia, exponiendo ante el pleno de la asamblea o del congreso, en un turno de palabras antes de la votación, sus criterios acerca del equipo que debería elegirse, sobre la base de todas las propuestas de nombres ordenados alfabéticamente.

Para garantizar el respeto a las minorías sólo se podrá votar como máximo, en cada papeleta, el 70% de los puestos a cubrir. Para garantizar el equilibrio de sexos se establecerá el número máximo de hombres o de mujeres que se pueden votar en cada papeleta (situando por ejemplo los nombres en dos columnas: candidatos y candidatas).

Es cierto que con el sistema de listas abiertas no queda excluido el riesgo de que un determinado grupo de camaradas pueda concentrar sus votos en pocos nombres. Pero, en todo caso no obtendrían más representación de la que tendrían con lista alternativa.

En Alicante hemos experimentado ya este sistema en EU a partir de la elección de los candidatos a las elecciones municipales pasadas. Y ha dado buen resultado. En la organización comarcal del partido lo venimos haciendo ya desde hace varios años, y también ha dado buen resultado.

Merecería la pena reflexionar sobre todo esto, sopesar los pros y los contras de este sistema. Es importante buscar las formas que permitan una mayor participación de todos los militantes y, particularmente, en la elección de cargos orgánicos o institucionales.


Veure també Sistema proporcional de llistes obertes amb clàusula de garantia