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De mujer florero a mujer incubadora

Como mujeres queremos mostrar nuestro más profundo rechazo hacia las últimas violaciones que hemos sufrido ejercidas por el Gobierno.

Violar: tener acceso carnal con alguien en contra de su voluntad o cuando se halla privado de sentido o discernimiento. La RAE, nada sospechosa de feminista, define perfectamente la situación. Han accedido a nuestro útero en contra de nuestra voluntad.

Tras las últimas disposiciones del Gobierno, la maternidad ha dejado de ser una decisión de la mujer ni de la pareja. Ahora nuestro útero está a disposición del Estado. Será Él quien decida qué mujer está obligada a parir y qué mujer tiene prohibido hacerlo.

En noviembre se aprobaba una cartera de servicios básicos sanitarios donde se decidía que aquellas mujeres que son lesbianas o que no tienen pareja, no van a poder acceder a los tratamientos de fertilidad/inseminación. Y se creaba un “Comité de ética asistencial” que decidirá si las circunstancias de las mujeres son las adecuadas para el correcto desarrollo de la criatura. ¿En base a qué se va a tomar esta decisión? ¿Si no le aseguro una educación en valores cristianos no será un espacio correcto para su desarrollo?

Y para acabar el año, Gallardón, ministro de Justicia, nos regala una maternidad obligatoria y una posible vida cuajada de tratamientos médicos (o una lenta agonía, si no puedes pagar dichos tratamientos). Será para asegurarnos nuestra plaza en el Paraíso, tras este valle de lágrimas. Por si alguien todavía no se había dado cuenta de que “españoles, Franco ha vuelto”, Gallardón nos devuelve a la Dictadura con la ley contra el aborto más dura de nuestra historia democrática, y eso que las anteriores no eran la panacea.

Mujeres de menos de 18 años veremos nuestra vida truncada con un embarazo si la moral de su padre/madre así lo decide. Mujeres mayores de 18 debermos abandonar nuestra carrera profesional con un embarazo en un mal momento, tirando por tierra años de esfuerzos; vivir en la pobreza, si somos despedidas o no tenemos ingresos suficientes para dos bocas; bebés con enfermedades que conllevan mucho sufrimiento deberán nacer, en un momento de fuertes recortes sanitarios y asistenciales... y, por si fuera poco, las mujeres volvemos a necesitar un tutor legal para hacer.

Nos devuelven a una minoría de edad permanente, en el que las decisiones que nos afectan no están en nuestra mano, si no en la de un comité formado por “Dios sabe quién.” Gallardón dice que esta medida garantiza “el derecho la vida”. ¿A la vida de quién? ¿A costa de qué? ¿A qué tipo vida?

El aborto debe ser libre, gratuito y en la sanidad pública. Y eso no quiere decir que queramos que todas las mujeres aborten. También queremos garantizar “su” vida. La que cada mujer elija para ella.