La decisión de formalizar el traslado
cuanto antes se debe a que el Gobierno no quiere que este gesto político
se solape con el mitin de Aznar en Vitoria el viernes y pueda tapar su
contenido. El Ministerio del Interior, que
dirige Jaime Mayor Oreja, tiene cerrada
una lista de cinco o seis presos que serán trasladados. Entre
ellos están, previsiblemente, Pedro Guridi, Francisco Javier Etxeberría,
Mikel Vázquez de Lugo y Fernando Díez.
El traslado de presos etarras a Euskadi,
interrumpido en abril pasado, ha sido un gesto político de distensión
demandado reiteradamente al Gobierno por todos los partidos políticos
desde que ETA anunciase el alto el fuego y todos los líderes que
participaron con Aznar en la ronda de contactos se lo solicitaran. De hecho,
ayer
mismo en la reunión de la permanente
de la Ejecutiva Federal, los socialistas insistieron en separar "lo político
de lo penitenciario" y reiteraron su intención de pedir al Gobierno
que antes de las elecciones vascas acercase a los presos de ETA a las cárceles
vascas, informa Anabel Díez.
La Moncloa está adaptando su discurso al nuevo escenario tras la tregua de ETA y las elecciones vascas del 25 de octubre. Para ello ha mejorado, en primer lugar, sus canales informativos con sus socios nacionalistas. En el encuentro que Aznar mantuvo con Xabier Arzalluz hace quince días se restablecieron las relaciones rotas desde mayo y crearon nuevos canales de diálogo entre sus entornos más próximos.
Aznar dispone ahora de puntual información
sobre lo que se mueve en el ámbito nacionalista y el entorno de
ETA, pese al estruendo de la campaña. Esto se traduce, incluso,
en un cierto acuerdo de juego limpio entre
Aznar y Arzalluz. Éste, en sus
intervenciones, reconoce el "esfuerzo por la paz" del jefe del Gobierno
y Aznar ha evitado, en sus dos discursos en Euskadi, cualquier ataque directo
a Arzalluz y al PNV.
En este nuevo escenario, el gesto simbólico
del acercamiento de los presos enfermos o el compromiso adelantado por
el portavoz del Gobierno, Josep Piqué, de aceptar a HB en una mesa
de partidos si renuncia a defender el uso de la violencia, son percibidos
desde el PNV como "movimientos lentos", pero
claramente dirigidos hacia la flexibilidad y respaldo al proceso de paz",
así como un guiño positivo a la oferta que el candidato por
el PNV, Juan José Ibarretxe, lanzó la pasada semana, al anunciar
que, si es investido
lehendakari, lo primero que hará
es convocar a todos los partidos vascos, incluida HB, para restablecer
una mesa por la paz.
Los socios del Ejecutivo perciben en estos movimientos de Aznar cierta similitud con los que realizó el primer ministro británico, John Major, con el IRA y su brazo político, el Sinn Fein, antes de conseguir la paz de Stormont. Creen en el PNV que "el comportamiento de Aznar está guiado por razones de Estado, pero también electorales, porque todo el que apueste por este proceso se beneficiará".
El Gobierno, por su parte, da pasos en
función de la información de que dispone del País
Vasco, y no le pasa desapercibido, por ejemplo, que este último
fin de semana hayan cesado las algaradas callejeras, o que el
portavoz de la Mesa Nacional de HB, Arnaldo
Otegi, repita en charlas privadas que el proceso de paz
es irreversible.