Las consecuencias del alto el fuego de ETA
La Vanguardia 27/09
 
 
 

 Choque entre Pujol y González  sobre el futuro de España

González cree que las demandas nacionalistas y la  "segunda transición"
conducen a Sarajevo Pujol replica que no se puede "utilizar el espantajo de Tirana y de
Sarajevo, y menos cuando se habla del caso de Cataluña"

González y Pujol protagonizaron ayer un encontronazo a
propósito de las expectativas que abre la tregua de ETA. El ex presidente
expresó su temor a una disgregación del Estado construido hace veinte años,
mientras que Pujol defendió la  vigencia de las demandas nacionalistas
 

J. RAMÓN GONZÁLEZ CABEZAS
--LISBOA. -- "¡Ni por asomo se
puede utilizar el espantajo de Tirana y Sarajevo, y
menos en el caso de Cataluña!" Así replicó
ayer un indignado Jordi Pujol a una sombría
advertencia de Felipe González sobre el proceso abierto
por la tregua  de ETA, en la que el ex
presidente del Gobierno expresó de nuevo su alarma ante
la posible evolución de las reivindicaciones
nacionalistas.

 "Es corto y frágil todavía el sueño de la transición
democrática --advirtió González--
como para no  tomarse en serio que esto de las
segundas   transiciones a lo mejor no van
camino de Bruselas, sino de Tirana o
Sarajevo." González se pronunció en este tono grave
durante un seminario sobre la transición democrática española que se
celebra en Lisboa, bajo el patrocinio de la Fundación BBV y la Fundaçao Mário
Soares, y en el que el ex presidente volvió a insistir en sus temores sobre los
posibles costes políticos de la paz en el País Vasco.

González admitió que "lo que está pasando ahora es una
gran oportunidad para la paz, pero también es un riesgo acorde con la dimensión de
la oportunidad si el precio que se paga es político. Entonces --dijo-- se
legitimaría la violencia pasada, presente y futura". El ex presidente llegó a utilizar la
figura de un terrateniente andaluz para ilustrar, sin citarlo, la voracidad del PNV y
del nacionalismo en general, tras subrayar que el mayor éxito del consenso
constitucional fue el reconocimiento de la "pluralidad identitaria" y la "biodiversidad"
cultural de España. González expresó su abierto temor a una virtual disgregación del
Estado construido hace veinte años, a manos de lo que calificó como "un
interpretación excluyente de la identidad".
 
El áspero y fugaz intercambio de opiniones entre el
president y el ex líder socialista  fue la única chispa del encuentro de Lisboa sobre la
transición española, que acabó derivando en torno a las incógnitas del nuevo escenario
creado por el cese de la  violencia y la definitiva pacificación: es decir, la
"segunda transición". En el acto, Manuel Fraga, Santiago Carrillo, Miguel Herrero, Nicolás
Redondo, José María Martín Patino y Raúl Morodo compartieron la mesa, como
protagonistas de excepción, ante un auditorio de destacados políticos
portugueses que incluía en primera fila a otro invitado de relieve: Pasqual Maragall.

Aunque Pujol dedicó prácticamente su intervención a
subrayar el balance satisfactorio del legado de la transición ("desde 1714
Cataluña no ha tenido autonomía tanto durante tanto tiempo, a pesar de las
insuficiencias del Estatut"), no dejó pasar la oportunidad de salir en defensa del
nacionalismo. "Como presidente de la Generalitat, como político nacionalista catalán y como
persona que ha contribuido al desarrollo general del Estado, de España en su conjunto
--afirmó con vozenérgica-- tengo una gran autoridad moral para rebatir que
no se puede ni se debe, y  perdona Felipe, hablar de Tirana y Sarajevo cuando se
habla del nacionalismo vasco y, por supuesto, bajo ningún concepto, en el momento en el
que Cataluña haga determinados planteamientos." El líder de CiU reiteró que
la Constitución es ambigua y volvió a quejarse de las diferentes
interpretaciones que suscita, además de dejar constancia del problema vasco y de la especifidad
del caso catalán, del que destacó su moderación y pactismo reflejados en su apoyo a
la Carta Magna. "El  problema vasco no está totalmente resuelto y ahora se abre
una gran esperanza,  que estoy convencido de que va a cuajar y fructificar",
afirmó, corroborando la impresión transmitida tras su encuentro con Aznar. "Pero
el problema catalán tampoco está resuelto, aunque por supuesto son dos
cuestiones que van por caminos distintos que conviene mucho que no se
interfieran. Pero, con toda las separaciones que quieran, el problema también seguirá
pendiente hasta que no se solucionen algunos temas."

Con todo, Pujol apeló a la tranquilidad. "Que los
españoles no tengan miedo. Si hace veinte años, en una situación mucho más difícil, se
consiguió lo que se consiguió, ¿por qué no lo vamos a conseguir ahora, que
estamos en mejores condiciones?" El president alegó que "el cambio que ha
habido es tan tremendo y tan positivo desde el punto de vista de la realidad
profunda de toda España, que tenemos que estar en condiciones de afrontrar riesgos que
pueda haber y, sobre todo, de afrontar los problemas no resueltos con una gran
altura de miras, una gran magnanimidad y una gran seguridad en nosotros mismos".
El improvisado encontronazo entre González y Pujol tuvo
una breve secuela posterior en los pasillos, donde el ex líder socialista
reivindicó el derecho a tener miedo a "perder o deshacer aquello que conseguimos hace
veinte años". Pero el destinatario principal de los mensajes de González era el
PNV, al que recordó que la Constitución tiene un serie de reglas que hay que
cumplir. "Yo no estoy de acuerdo con algunas, pero hay que respetar las reglas si
se quieren cambiar las normas, y si algunos no quieren respetarlas, entonces no
estoy dispuesto a hablar de ningún cambio". En cuanto a HB, González aceptó que
podría sentarse a una mesa de negociaciones siempre que acate el pacto de Ajuria
Enea.