Los Derechos Humanos.
El Estado Social y Democrático de Derecho. La
Constitución
de 1978.
Tras el discurso de
la Fiesta PCE-96 se produjo lo que podemos calificar ya con toda
propiedad de montaje
del escándalo. ¿Qué decíamos entonces y seguimos
manteniendo hoy?
La Constitución española
y los contenidos de los Títulos I, VII y VIII estaban siendo
ignorados, contradichos
e incumplidos por las políticas gubernamentales. Y decíamos
además que el
desarrollo de la Moneda Única podía incidir de manera más
negativa
aún en dichos
contenidos.
Dijimos que aquella
Constitución había sido hija de un consenso el cual a su
vez
venía marcado
por las condiciones de la Transición. Y dijimos que en aras de ese
consenso el PCE, que
es republicano, había asumido de manera temporal y transitoria
la Monarquía
a condición de que se desarrollase todo el texto constitucional.
Los acontecimientos
transcurridos desde entonces, y sobre todo los más recientes,
nos indican que el
nerviosismo, la intranquilidad y hasta el histerismo con que fueron
acogidas nuestras palabras,
se debía más que a nuestra razonada exposición a la
conciencia culpable
de aquellos grupos, colectivos e intereses que presumían que
estábamos aludiendo,
de manera cabalística, a informaciones o datos que obraban en
nuestro poder y que
demostraban la involución que está sufriendo el Estado Social
y
Democrático
de Derecho. Y no una involución consecuencia solo de las políticas
gubernamentales, sino
de los intereses, actividades y actitudes contrarias al Estado de
Derecho hechas por
gobiernos, parte de los poderes del Estado, grupos económicos o
grupos mediáticos.
La situación
ante la que estamos nos obliga a una línea de actuación coherente
pero
compleja que debe tener
presentes los siguientes considerandos:
Debemos continuar en la exigencia del cumplimiento
de la Constitución de 1987. Los contenidos del
Estado Social y Democrático de Derecho forman
parte de las luchas históricas y de las conquistas de
los dominados, de la inmensa mayoría.
Por otra parte el Neoliberalismo, el Pensamiento
Único y la política "virtual", no pueden ya cumplir
esa legalidad. El Neoliberalismo y las políticas
económicas, sociales y culturales que desarrollan la
globalización son incompatibles con la Democracia y
con los Derechos Humanos. Actuemos en esa
contradicción. Y hagamos que la mayoría social
sienta como necesidad la exigencia del cumplimiento
de la legalidad constitucional, especialmente los
contenidos de los Títulos que antes hemos
referenciado.
Por otra parte, somos portadores de propuestas y
proyectos que implican cambios en la Constitución.
Repasemos algunos:
Nuestro proyecto de Estado Federal
Plurinacional y Solidario, lleva implícito
el derecho de autodeterminación y la
forma republicana de Estado.
Propugnamos el derecho de
autodeterminación porque entendemos
que el mismo es consecuencia de nuestra
visión federal y democrática del Estado.
No somos nacionalistas.
Nuestra propuesta de transformar el
referéndum consultivo en vinculante
implica otra modificación constitucional.
Nuestra propuesta de que el Fiscal
General del Estado sea elegido en el
Parlamento, también implica otro cambio
constitucional.
Etc.
Todo lo anterior nos obliga a una doble, coherente y
cohesionada acción:
Desarrollo consecuente de la
Constitución.
Propuesta de superación de la misma
como consecuencia, no solo de nuestra
propuesta alternativa, sino de la lógica en
la que desemboca inevitablemente el
desarrollo consecuente del texto
constitucional (el título VIII es el ejemplo
más palpable de lo que estamos
diciendo).
La operación política consistente en la ubicación
de
las fuerzas políticas en el centro, conlleva,
ineluctablemente a la instalación del bipartidismo. La
consecuencia final de esa operación política es la
expulsión hacia la periferia de las fuerzas que siguen
siendo de izquierdas. Recordemos cómo, desde
hace años, se viene insistiendo desde sectores de la
derecha y, desde algunos ámbitos del PSOE, en la
necesidad de modificar la Ley Electoral en el sentido
de un sistema claramente mayoritario. No olvidemos
tampoco la idea que comienza a extenderse en
España de que el déficit público y sus límites
figuren
en la Constitución; lo cual significaría cargarse casi
todo el Título I.
Por tanto, todo cambio constitucional se hará en el
sentido de quien lo plantee, lo hegemonice y lo
consiga. Es aquí en donde hay que saber actual a fin
de que el cambio constitucional pueda ser en su día
hegemonizado por la mayoría social. Y eso no se
hace con declaraciones grandilocuentes ni con
autoafirmaciones en el ideario, sino con un trabajo
profundo, constante en todos los frentes en los que
el PCE e IU están y en los que deben estar aún.
Lo que hemos venido en llamar Estado Social y
Democrático de Derecho es el reconocimiento legal
de las luchas y conquistas de los trabajadores y las
capas populares. Creemos que en este discurso lo
hemos argumentado con bastante base argumental e
histórico. El Estado Social y Democrático de
Derecho no es solo aquel que contempla la
separación de los tres poderes que lo componen
sino, el que fundamenta su funcionamiento y
actuación en el imperio de la Ley. Y cuando
decimos Ley no nos referimos a cualquier texto legal
sino a los grandes documentos que teniendo el
consenso universal marcan los avances de la
Humanidad, siquiera en el papel.
Consecuentemente, el Estado Social y Democrático
de Derecho no es sino el avance hacia la
Democracia plena. La conclusión es fácil: la defensa
del Estado Social y Democrático de Derecho es una
tarea y una obligación de la izquierda. Nuestra
militancia comunista, fiel al origen de 1917, fiel a la
tradición occidental de libertades y fiel al proyecto
de sociedad que tenemos, nos conduce a ser los más
ardientes defensores del funcionamiento
consecuente del Estado Social y Democrático de
Derecho. En ese marco no caben ni el terrorismo de
Estado, ni la malversación de caudales públicos ni la
corrupción ni las políticas antisociales. Para llevar a
cabo la aplicación del Estado Social y Democrático
de Derecho, la política de alianzas, y de alianzas en
el ámbito de la izquierda, es una herramienta
indispensable; pero para eso, no para otra cosa.