ENTREVISTA CON IÑAKI ESNAOLA (ex-dirigente de HB)
(El Mundo. 21/09/98)

 «A Madrid le ha dado una rabia inmensa esta tregua»
 CARMEN GURRUCHAGA
 

              Iñaki Esnaola intervino como asesor de ETA en la
              primera etapa de las conversaciones de Argel, cuando
              era dirigente de HB y amigo personal de Txomin Iturbe
              Abasolo, número uno de ETA muerto accidentalmente
              en la capital magrebí. En 1991, Eugenio Etxebeste y
              todo el sector que éste representaba, le acusó de
              cáncer liquidacionista por querer buscar un final
              dialogado a la violencia con unos planteamientos muy
              similares a los expuestos ahora por ETA. Hoy se
              alegra de que la izquierda abertzale haya madurado.

              Pregunta.- ¿Usted esperaba una tregua de estas
              características?

              Respuesta.- Visto desde fuera, no. Uno, cuando intenta
              hacer análisis, procura ponerse en la cabeza de las
              partes, y poniéndome en la de ETA, pensaba que, en
              todo caso, si había una tregua sería condicionada, de
              tiempos limitados, etcétera. Es decir, lo que siempre
              ha sido hasta ahora. Ciertamente, creo que nos ha
              sorprendido a todos, sin excepción.

              P.- ¿A usted le hubiera gustado que en 1992 ETA
              hubiera decretado una tregua similar?

              R.- Sí, pero la cuestión es que entonces ETA estaba
              enfrascada en otra estrategia diferente. Cuando se
              decreta un alto el fuego de estas características hay
              que mirar las condiciones, fortalezas, debilidades. Hay
              que hacer un análisis de conjunto, y no seré yo quien lo
              haga ahora, que estamos en un momento en que la
              gente está satisfecha y expectante. A mí más que una
              tregua me hubiera gustado que previamente se hubiera
              hecho lo que se ha hecho ahora: un acuerdo entre las
              fuerzas abertzales, y que de aquello se hubiera llegado
              a una tregua. Entonces la izquierda abertzale no estaba
              por aunar fuerzas nacionalistas sino por, con la fuerza
              de sus argumentos, poder llevar al Gobierno a una
              mesa. Era otra guerra.

              P.- Pero usted era dirigente de HB y veía eso como
              imposible.

              R.- Los que pensábamos que situaciones como las de
              Argel no hay más que una y no se repiten, planteamos
              ese tema. Perdimos, y el que pierde, a casa.

              P.- ETA siempre había dicho que nunca afrontaría una
              negociación a la baja, que iban a acumular fuerzas.

              R.- Una sorpresa ha sido el cambio enorme de táctica
              y estrategia que se vislumbra de ese documento, en el
              que cuesta ver a la ETA a la que estábamos
              acostumbrados. Todo el mundo tiene derecho a
              cambiar y bienvenidos sean los cambios.

              P.- A usted y a otros, quienes hoy decretan una tregua,
              les tildaron de cáncer liquidacionista ¿habrá alguien
              que les acuse a ellos de liquis (liquidacionistas)?

              R.- El tiempo lo dirá. Creo que los dos últimos años han
              sido de luz para la reflexión en la organización armada.
              Aquí todo el mundo dice que la lucha armada es
              necesaria hasta el momento en el que se deja, y ya
              parece innecesaria, y se ve que las condiciones han
              cambiado. Unas a favor, otras en contra, y que se
              entremezclan.

              P.- ¿Cuáles son a favor y cuáles en contra?

              R.- A favor, un cambio en la actitud del PNV, de EA y
              de IU. El problema es por qué lo hacen ahora y no
              antes. ¿Lo hace porque ve una debilidad en ETA? Yo
              creo que ETA es inteligente al analizar las condiciones
              positivas, y no encerrarse en un agujero que, visto
              desde fuera, le iba cerrando cada vez más. Luego hay
              que mantenerla y no enmendarla, y ahora viene la
              segunda parte que es tan difícil o más que la primera.
              La primera es la impactante, la segunda la que tiene
              que dar frutos.

              P.- La reacción del PSOE y PP ha sido dura y parece
              extraño, sobre todo en el PSOE, que debería haberlo
              acogido bien porque él tuvo su Argel, su Vera...

              R.- Las reacciones del Gobierno y de Madrid nos hace
              pensar a los nacionalistas de toda la vida que, a parte
              de cogerles a contrapié, les da es una rabia inmensa
              porque se le puede terminar la excusa de estar
              viviendo con un «terrorismo de baja intensidad», que lo
              puede soportar, pero que divide a los partidos
              abertzales. Ahora, en cambio, ve que los nacionalistas
              le van a cuestionar lo incuestionable: el marco, la
              Constitución, etcétera. Yo creo que Madrid, incluso
              cuando acepte que hay que entrar en el tema de la paz,
              lo hará a regañadientes y cabreado, porque le va a
              suponer tener que entrar en el debate político en el que
              va a salir escaldado.

              P.- ¿Por qué? ¿Si el PP puede aparecer como el
              partido de la paz?

              R.- Porque cuando se enfrente a la mayoría
              democrática de las vascongadas contra la minoría de
              aquí, y empiecen a sacar los famosos 38 millones
              contra los dos millones, entraremos en el debate de
              qué es lo democrático, quién es el demócrata,
              etcétera.

              P.- ¿Confía en que los resultados sean rápidos?

              R.- Yo creo que esta tregua puede dar mucho juego,
              pero hasta las elecciones no pasará nada. Ahora es el
              momento del impacto, pero todo el momento
              importante está en la recámara. Me pregunto si los
              partidos políticos después de las elecciones harán
              honor a todo lo que están diciendo.

              P.- ¿Se han necesitado 10 años para que se imponga
              el sentido común?

              R.- Al final se llega al sentido común, pero siempre
              después de darse uno muchos golpes, y en todo esto
              es cierto que ha transcurrido una década. De cualquier
              forma, las últimas circunstancias han hecho que todo
              se precipite mucho más de lo esperado.

              P.- Usted ve una situación similar a la que se produjo
              en el año 1981, cuando tuvo lugar la autodisolución de
              los denominados polimilis.

              R.- A eso no contesto ahora.