LA SAGA DE AL-GHABISSIYE

LA LUCHA DE LOS REFUGIADOS INTERNOS EN ISRAEL

escríbenos

Ahmed Ashkar. Artículo aparecido en News from Within en su número de abril de 1997. Traducción de Adela Rodríguez, Nación Arabe, nš 34.

 

En el Estado de Israel también hay palestinos que siguen sufriendo las consecuencias de la guerra de 1948 

Una quinta parte de la población israelí es árabe palestina, descendients de la población autóctona que no se exilió (unos 150.000) en 1949. Aunque no dejaron el país, varias decenas de miles se vieron forzados a abandonar sus pueblos y buscar refugio en poblados árabes cercanos más seguros. Con ello perdieron sus propiedades. Otros muchos se aferraron a sus casas y tierras pero sus poblados nunca fueron reconocidos. Todavía hoy no figuran en los mapas y apenas reciben servicios públicos. Se les conoce como los refugiados del interior. Su lucha por volver a sus pueblos no ha cesado después de cincuenta años. [Nación Arabe.]

 

El 12 de marzo, representantes de los refugiados del interior procedentes del poblado de al-Ghabissiye en la región de Acre (al norte de Haifa) levantaron una acampada frente a su mezquita, de la que solo queda su estructura después de que sus habitantes fueran expulsados en 1948 y más tarde el poblado destruido. La mezquita acaba de ser precintada por orden de la Israel Lands Authority y del Fondo Nacional Judío, ambos dueños de las tierras del poblado desde que fueron expropiadas. En presencia de más de cien policías una alambrada fue levantada alrededor de la mezquita para impedir que desde poblaciones vecinas se viniera a visitarla y rezar allí. Dos días después de que se iniciara la acampada, representantes de la Israel Lands Authority visitaban el lugar, con escolta policial y ordenaban a los manifestantes que lo abandonaran. El abogado Vakim Vakim, secretario del Comité Nacional de Desarraigados en Israel y representante legal de los manifestantes, me dijo: "Es escandaloso. La policía israelí está actuando como instrumento de los intereses de varias entidades judías en lugar de hacer cumplir la ley. La policía no tiene derecho a impedir las manifestaciones de los refugiados excepto con una orden judicial -lo que no era el caso". Los manifestantes se negaron a abandonar el lugar y se quedaron en las tiendas allí instaladas desde el 12 de marzo. Yo los visité un frío y lluvioso día y allí me encontré con Abu Bader, Abu Nidal, Abu Yusef y Abu Mustafa, que, junto con otros veinte refugiados originarios del poblado, levantaron la acampada y permanecían en ella, día y noche. Estaban sentados alrededor de una pequeña hoguera para protegerse del frío helador.

Habían llegado desde los cercanos "poblados refugio" de Sheikh Danun y al-Mazra'a, donde viven desde que fueron expulsados de su pueblo. "Nada hay como estar en al-Ghabissiye: cura toda enfermedad", dice uno de los acampadores con más edad y otro añade: "todo aquel que sienta debilidad o cansancio, tras pasar una noche en su pueblo, se despierta a la mañana siguiente fuerte y sano".

Abu Bader, un miembro del Comité de Desarraigados del poblado y su representante en el Comité Nacional de Desarraigados en Israel, me explicó: "Con el paso de los años los recuerdos de los expulsados del poblado se han convertido en una especie de mito que legan a sus hijos. Están exilados, pero así robustecen las raíces de donde proceden sus almas y sus identidades. Hablan de ello constantemente".

Abu Bader me contó la historia de su familia: "Yo tenía seis años cuando nos expulsaron del pueblo en 1948. Nuestra casa estaba en las afueras en una huerta de nuestra propiedad. El día que los israelíes ocuparon el pueblo era viernes, mi madre recogió algunas pertenencias, las envolvió en un pedazo de tela, y huimos hacia el norte, presos de pánico. Nos detuvimos en un pueblo palestino al norte del país llamado Dir Alqasi, cuyos habitantes serían expulsados un poco después; permanecimos allí durante siete meses, desde mayo de 1948 hasta final de año, cuando volvimos a nuestro pueblo. Pero poco más de un año más tarde, el 26 de febrero de 1950, las tropas israelíes volvieron y nos expulsaron por segunda vez".

Durante la huida, su hermana Fatma y sus dos hermanos mayores, Ahmed y Mohamed, desaparecieron; se decía que habían cruzado la frontera de El Líbano. Algunos meses después su madre consiguió entrar en El Líbano y volver con Mohammed, pero no pudo localizar a Ahmed y Fatma. Después la frontera fue cerrada herméticamente y la familia ya no pudo dar con ellos. Abu Bader continua: "Esto no sucedió hasta que, en 1973, Ahmed y Fatma consiguieron un permiso de visita; cuando mi madre los volvió a ver, después de 25 años, se sintió repentinamente rejuvenecer. Pero al final de la visita todos estaban apenados. Y hasta el día en que murió, en 1986, a la edad de noventa años, nunca dejó de llorarles. Por el contrario, mi padre reaccionó manteniendo silencio y encerrándose en sí mismo, nunca fue capaz de hablar de ello abiertamente. Murió siete años antes que mi madre, también a la edad de 90 años".

 

Bajo legislación militar

 

Cuando los habitantes de al-Ghabissiye fueron expulsados por segunda vez, en 1950, se dirigieron hacia dos pueblos cercanos, Sheikh Danun y al-Mazra'a. Al poco tiempo, el gobierno militar declaró el pueblo de al-Ghabissiye y sus tierras área militar de acceso restringido, con el fin de impedir el retorno de los expulsados. Sin embargo a pesar de ello, el 24 de abril de 1951, los pobladores volvieron a su pueblo natal. El ejército israelí arrestó a docenas de paisanos que fueron sentenciados a varios meses de prisión y a pagar fuertes multas. Los desplazados recurrieron a la Corte Suprema Israelí para que el gobierno les permitiera volver.

En noviembre de ese año, el tribunal autorizó el retorno, pero al igual que en muchos otros casos, el gobierno ignoró la sentencia, alegando que la reocupación del poblado atentaba contra la seguridad del Estado. Ocho días después de haberse emitido el veredicto, varias docenas de pobladores intentaron retornar pero como en anteriores ocasiones el ejército se lo impidió.

Lo mismo ocurrió con las sentencias de la Corte Suprema Israelí respecto, entre otros, a los pueblos de Ikrit, Biram, Qufar Aanal y al-Farada al norte del país. Esto se sumaba al hecho de que Israel había ignorado sistemáticamente las resoluciones aprobadas en esta materia tanto por el Consejo de Seguridad como por la Asamblea General de Naciones Unidas. La resolución 194 de la Asamblea General, aprobada en 1948, instaba a Israel a autorizar el retorno de todos los refugiados palestinos. La Resolución 181 del Consejo de Seguridad, de 1949, hacía una referencia expresa al retorno de los pobladores de Q'rad al-Baqara y Q'rad al-Ghanameh, en el Valle de Hula, que habían sido expulsados hacia tierra de nadie entre Israel y Siria.

Aunque Israel autorizó el retorno de la población a estas dos últimas localidades, dos años después, en 1951, sus habitantes eran echados otra vez y trasladados a Shaab, cuyos habitantes habían sido expulsados previamente. Esto formaba parte de la política israelí que intentaba crear caos para crea desmoralización e incertidumbre entre los palestinos que se quedaron dentro de las fronteras del Estado de Israel después de 1948. Es así que, en 1956, el ejército israelí entró de nuevo en la ciudad de Shaab y expulsó del país al sesenta por ciento de los desplazados de al-Ghabissiye. En 1951, el gobierno creó el asentamiento judío de Nativ Hashayara en parte de las tierras de al-Ghabissiye.

Más tarde, en 1955, el gobierno israelí expropió grandes extensiones de tierra pertenecientes al resto de los habitantes de Shaab y prohibió a los desplazados visitar su poblado. Durante ese tiempo (entre 1948 y 1966), como es sabido, los palestinos en Israel estuvieron sujetos a legislación militar y necesitaban permisos especiales para poder viajar dentro del país.

Abu Nidal recuerda aquel período: "Todos nos sentíamos como un niño al que se le niega mamar del seno de su madre. Pero la prohibición de reinstalarse no acabó con nuestro sueño de volver". Después de la suspensión del régimen militar en 1966, los refugiados del interior comenzaron a visitar sus pueblos con más regularidad. En 1970, establecieron un comité que tenía por objetivo el retorno; desde entonces, en algunas ocasiones, van a rezar a la mezquita del pueblo que ahora ha sido precintada.

En palabras de los representantes del Comité Nacional de Desarraigados: "Hemos comprendido que en el caso de al-Ghabissiye ha habido un gran potencial de lucha, tanto a causa de la arriba mencionada decisión de la Corte de autorizar el retorno de los lugareños, como a causa dada la determinación de éstos de no abandonar nunca su lucha. Nosotros hemos contribuido a iniciar, mantener y alentar su organización. Así, por ejemplo, durante dos años hemos estado apoyando su práctica de ir a rezar regularmente, todos los viernes, a la mezquita del pueblo. Nuestra intención ha sido 'crear hechos consumados' y recordarles a aquéllos que perpetraron esta injusticia que nosotros no hemos olvidado y no nos hemos rendido".

Igualmente, desde el día de la Tierra de 1995 y a iniciativa del Comité Nacional de los Desarraigados, los refugiados del interior así como otros árabes empezaron a celebrar una de las manifestaciones en al-Ghabissiye. "Recuperamos el Día de la Tierra de ser olvidado por todos", afirma el abogado Vakim Vakim, secretario del Comité.

El explica que "con el gobierno Laborista-Meretz fuimos testigos de que la dirección de los palestinos en Israel se había ido acercando a las posiciones del gobierno, apoyándole de manera creciente. Sin embargo nosotros, desplazados internos, hacemos a todo gobierno israelí responsable de la injusticia que se nos ha hecho. Por ello decidimos no cooperar con la política servil de algunos dirigentes árabes y en cambio ahondar en la lucha de los árabes del 48 y de los refugiados internos en particular. Luchamos por el retorno a los pueblos y nos vemos, a diferencia del liderazgo sumisa, fieles herederos de la tradición del Día de la Tierra".

Para Vakim no hay duda de que el contundente cierre de la mezquita responde a la creciente presión de los pobladores en estos tres últimos años, reclamando que el gobierno ejecute la decisión de la Corte Suprema y que puedan retornar a su pueblo. Este año, el Comité Supremo de Seguimiento de los Arabes en Israel respondiendo a la demanda del Comité Nacional de los Desarraigados, decidía convocar dos manifestaciones en el marco de las celebraciones del Día de la Tierra: una en al-Ghabissiye, el fin de semana anterior al Día de la Tierra, en apoyo a su demanda de retorno; y la segunda en la comunidad beduina de Rahat en el Negev para protestar por la ola de expropiaciones de tierras dirigidas contra los beduinos del Negev.

Sólo el tiempo dirá cuanto apoyo seguirá dando la dirección política de los palestinos en Israel a esta lucha de los desplazados internos.

Ahmed Ashkar es periodista palestino con ciudadanía israelí. Escribe en News from Within, revista mensual de la izquierda no sionista israelí editada en Jerusalén, desde donde informa asiduamente sobre la minoría árabe israelí

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