GIRA DE ACCIÓN ANTIFASCISTA (BERLÍN) POR EL ESTADO ESPAÑOL
(6 al 20 de noviembre de 1999)
   "En la conciencia pública no está arraigada la responsabilidad por
          Auschwitz. Cada uno se siente responsable por Schiller, por Goethe
          y por Beethoven, pero ninguno por Himmler."

          (Ignatz Bubis, Ex-Presidente del  Consejo Central de los Judíos en
          Alemania, fallecido en agosto de este año)

En Weimar, declarada este  año la capital cultural de Europa, fue destruido,
el 28  de julio, un monumento  para las víctimas del  campo de concentración
nazi ubicado en esta ciudad. Cada mes, están llegando a instituciones judías
cientos  de cartas  y  llamadas telefónicas  de claro  contenido antisemita.
Personalidades judías reciben amenazas de muerte. Cada semana son profanados
17  cementerios, y  pintadas como  "No  son suficientes los  judíos muertos.
Queremos más!" son trivializadas por la policía y las autoridades estatales.
Esta  es  la  realidad  alemana.  Un  30%  de  la población  del  país  está
caracterizada por  un antisemitismo latente, un  15% se declara abiertamente
antisemita, 63% se declara  a favor de un punto final a la historia y "ya no
hablar tanto sobre la persecución de los judíos".

Y  esto también  es  "normalidad"  alemana: El  11 de  julio en  München, un
refugiado  de  25  años  proveniente de  Etiopía,  cuya  solicitud de  asilo
político  había sido  rechazada  por parte  de las  autoridades  alemanas se
suicidó por  hallarse en una situación  sin salida. A finales  de aquel mes,
una joven  madre vietnamita y sus  dos hijos murieron en  un incendio de una
residencia para  refugiados en Bad Kreuznach – según  la policía, no se pudo
aclarar la causa exacta del incendio.

En Brandemburgo  casi diariamente  se registran abusos,  ataques personales,
daños materiales o eventos propagandísticos nazi. A comienzos de Septiembre,
el partido  nazi  DVU (Deutsche Volksunion)  entró en el  parlamento de este
país federal.  El desarrollo de los acontecimientos  de la parte oriental de
la R.F.A.  es difícil de esconder  – incluso la revista  estadounidense Time
Magazine informó sobre  las "zonas nacionales liberadas" (áreas vedadas para
migrantes  y  gente de  izquierda);  el  riesgo que  corre  la  vida de  los
migrantes en  esta región; y por qué se  necesitaría el despliegue de tropas
de la OTAN para evitar limpiezas étnicas.

El  13  de febrero,  el  refugiado  argelino Omar  Ben  Noui  fue acosado  y
maltratado,  hasta que  murió,  por varios  alemanes en  el pueblo  de Guben
(Brandemburgo);  sin embargo,  las  autoridades alemanas  no investigan  por
delito  de asesinato  y la  opinión pública  responsabiliza a  los migrantes
mismos por el crimen. Después de cada uno de estos ataques, los políticos de
los  partidos  gobernantes  se  sienten cada  vez  inclinados  a mostrar  su
consternación y aflicción. No olvidan subrayar que la violencia racista daña
a la reputación de  Alemania en el extranjero – ¿extremismo de derechas como
actitud nociva  para la competitividad internacional  de la propia economía?
Este  nacionalismo oportunista  muestra claramente  que la  balanza política
general del país se ha inclinado hacia la derecha.

Las consignas y demandas  racistas, xenófobas y antisemitas, proclamadas por
los  partidos  nazi y  agrupaciones  nacional-socialistas y  llevadas a  las
calles por  miles de alemanes a  comienzos de los años  90 – lo cual culminó
tristemente en los  pogromos de Hoyerwerda, Rostock, Moelln y Solingen – han
sido interiorizadas directa o indirectamente por los partidos políticos para
no perder  votos en las  elecciones. Desde entonces, el  "Nuevo Centro" está
caracterizado:  por  el racismo  estatal  (Europa Fortaleza;  deportaciones,
represión y  criminalización de  refugiado/as y migrantes),  por una cultura
juvenil derechista cada vez  más predominante ("zonas nacionales liberadas",
hegemonía en  escuelas y  centros de juventud)  y por un  consenso racista y
nacionalista amplio (más de un 50% de la población se autodenomina racista).
Durante  los últimos  meses,  este consenso  encontró su  expresión política
inmediata en  los resultados  de las elecciones para  algunos parlamentos de
los länder.  La coalición SPD/Los Verdes, en el gobierno desde el Septiembre
de 1.998,  registró fuertes pérdidas. Los  partidos conservadores (CDU/CSU),
sin embargo, recogieron, entre febrero y mayo de este año, más de 5 millones
de  firmas  en contra  del  proyecto de  reforma  de la  Ley de  Ciudadanía,
presentado  por  el  gobierno  rojo-verde, y  ganaron  votos  en las  urnas.
Claramente se  perfila la responsabilidad de  los "incendiarios ideológicos"
en los  parlamentos para tantos asesinatos racistas.  Lo que hacen los nazis
desde los pogromos  racistas del comienzo de los 90 es nada más que poner en
práctica las  opiniones de la mayoría de la sociedad  alemana. No se trata –
como se repite falsamente  hasta la saciedad – de "jóvenes mal guiados" sino
de bandas organizadas con  unas metas claramente definidas. Ésto nos muestra
lo  que  atacó Ignaz  Bubis  toda  su vida:  el  crecimiento cualitativo  de
crímenes  con  motivación  racista  y  antisemita como  consecuencia  de  la
atmósfera  intelectual correspondiente,  en una Alemania  donde convicciones
nacionalistas ganan cada vez más terreno.

Esta  "normalidad" alemana incluye a sus  propios medios de comunicación, en
los  que  casi ya  no  se  informa sobre  los  ataques  racistas; los  pocos
reportajes sobre las actividades  de los nazis renuncian intencionadamente a
un análisis integral y  exhaustivo del problema. El Estado hace lo que puede
– desde informes policiales  incorrectos hasta actividades "multiculturales"
compensatorias  – para  presentar  la realidad  con una  máscara falsa:  "no
existe ningún  problema con el radicalismo de  derechas". Por otro lado, las
mismas instancias  estatales obstaculizan o criminalizan  con muchas medidas
el trabajo antifascista y antirracista independiente.

"La sociedad  alemana no tiene ningún interés  en combatir el racismo. (...)
Por ello hay que  imponerle este interés. Un interés en cambiar la situación
sólo  surge  cuando  la sociedad  siente  las  consecuencias materiales  del
racismo.  (...) Por  ello,  llamamos a  un boicot  internacional a  Berlin y
Brandemburgo."   Así concluye  la  Acción  Antifascista Berlin  (AAB) en  la
introducción  de  su  dossier  sobre  las  limpiezas  étnicas  en  Berlin  y
Brandemburgo.

Queda fuera  de toda  duda que el  racismo y el fascismo  están creciendo en
toda Europa,  pero Alemania  sigue siendo un lugar  especialmente violento y
peligroso,  y eso  no solamente  desde una  perspectiva histórica.  Debido a
informaciones incorrectas  sobre la realidad  alemana en los medios  y en la
opinión  pública  de  otros   países,  la  comunicación  directa  entre  los
colectivos antifascistas  es de suma importancia.  Para ello puede servir la
gira de la AAB por varias ciudades del estado español, en el que, sobre todo
en los últimos 6  meses, han ido creciendo tanto el racismo estatal como los
ataques nazi.  Sin embargo, salvo pocas  excepciones, ha faltado hasta ahora
una  firme reacción  antifascista. Para  el próximo  "20 de  Noviembre", los
círculos  nazi del  Estado ya  han anunciado  una presencia  reforzada. Para
responder adecuadamente a esta ofensiva, hace falta una coordinación intensa
entre las regiones. La gira de la AAB, aparte de contribuir a un intercambio
sobre los conceptos del trabajo antifascista, podría ayudar en este sentido.
Una colaboración internacional  de movimientos antirracistas y antifascistas
es   una  necesidad  concreta   que  habrá   que  construir  paso   a  paso.

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FOTOS DE LA GIRA DE ACCION ANTIFASCISTA DE BERLIN