BOMBS AWAY!
Immanuel Wallerstein
 

Cuando yo era joven, vi muchas películas en las que el heroico piloto americano, volando sobre territorio enemigo, gritaba: “¡Bombas fuera!” El enemigo quedaba destrozado, y se restauraba la paz. Los buenos habían ganado. El Presidente Clinton ha enviado a los pilotos USA y de la OTAN en una misión similar contra el gobierno yugoslavo y su líder, al que Clinton ha comparado con Hitler. Cuando empieza una guerra, y ésto es una guerra, hay que someterla a tres niveles de juicio: jurídico, moral y político.

Jurídicamente, el bombardeo es un acto de agresión. Es totalmente injustificado desde el punto de vista de la ley internacional. El gobierno yugoslavo no había hecho nada fuera de sus propias fronteras. Lo que venía sucediendo dentro de sus fronteras no era sino una guerra civil de baja intensidad en la que los Estados Unidos y las demás potencias se han inmiscuido como mediadores. La mediación adoptó la forma de un ultimátum a ambas partes para que aceptaran una tregua en términos impuestos, que sería garantizada por fuerzas militares extranjeras. En un comienzo, ambas partes rechazaron la tregua, lo que disgustó mucho a los USA. Explicaron a los kosovares que no podían bombardear a los serbios a menos que ellos aceptaran los términos de la tregua. Los kosovares lo hicieron por fin, y ahora los USA/OTAN están bombardeando.

La soberanía nacional no significa mucho en el mundo real de la política del poder. Los Estados Unidos no son el primer Estado, ni será el último, en violar la soberanía de un país más pequeño. Pero dejémonos de cuentos. Hacerlo es una agresión, ilegal bajo la ley internacional.

Las consideraciones jurídicas no nos dicen nada de la moral. Los USA/OTAN han justificado su acción asegurando que el gobierno yugoslavo está violando derechos humanos fundamentales, y que tienen el deber moral de intervenir (esto es, de ignorar las constricciones jurídicas). Así pues, hablemos de derechos y faltas morales.

No me cabe duda de que el gobierno yugoslavo es culpable de un comportamiento atroz en Kosovo, como lo había sido anteriormente, de forma directa o por intermediarios, en Bosnia-Herzegovina. También hay que decir que sus oponentes, el Ejército de Liberación de Kosovo en este caso, y los croatas y bosnios en la guerra anterior, también son culpables de atrocidades. Y no estoy por la labor de hacer cuentas para establecer quién ha cometido más atrocidades. Las guerras civiles sacan a la luz lo peor de los pueblos, y las guerras de los Balcanes de los últimos cinco años no constituyen una excepción al respecto. Pero el que las inmoralidades no vengan sólo de una parte debilita sin duda la justificación moral para la intervención.

Además, si hay que castigar el comportamiento serbio en Kosovo, las autoridades morales que asumen por su cuenta la aplicación de la ley moral, deberían explicar por qué no decidieron intervenir en Sierra Leona o Liberia, en Irlanda del Norte, en el Chile de Pinochet, en la Indonesia de Suharto, en Chechenia, o incluso en el País Vasco. Sin duda, cada situación es diferente, y quizá de diferentes dimensiones, pero las guerras civiles son frecuentes, y las atrocidades también. Y si hay que tomar en serio a los defensores de la ley moral, lo menos que se les puede pedir es que sean mínimamente coherentes y desinteresados.

Así, en definitiva, nos vemos conducidos a un análisis político. ¿Quién hizo qué, por qué razones, y cuánto ayudan ciertas acciones particulares a una solución razonable de las disputas? Comencemos por los participantes locales del conflicto. En las geográficamente solapadas y étnicamente entremezcladas zonas de los Balcanes, la antigua República Federal de Yugoslavia era probablemente la estructura óptima para asegurar no sólo la paz interna sino también el máximo crecimiento económico. Pero se fragmentó.
No era algo inevitable. Hubo algunos momentos clave. Uno de ellos fue 1987, cuando Milosevic decidió basar su futuro político en el nacionalismo serbio en lugar de hacerlo en el nacionalismo/comunismo yugoslavo, y al cabo de dos años suprimió la autonomía de Kosovo. Esto proporcionó la excusa, y quizá propició, la oleada de secesiones: Eslovenia, después Croacia, más tarde Bosnia-Herzegovina, luego los intentos de secesión serbios en Croacia y Bosnia, y después Kosovo. Hubo desde luego fuerzas no balcánicas implicadas en ese proceso, especialmente Alemania, que apoyó, por no decir más, la idea de una Croacia independiente.

Sin duda, las acciones iniciales de Milosevic constituyeron un grave error político a largo plazo. Nos encontramos ante una de esas luchas repulsivas y violentas, en las que todos sufren un temor paranoico y ninguno está dispuesto a considerar algún tipo de compromiso político real. Y los ustachis fascistas de Croacia y los chetniks serbios vuelven a ser fuerzas políticas serias. No es fácil que esa lucha acabe pronto. La guerra de Irlanda del Norte se mantuvo durante veinte años sin que se viera posible una salida. La guerra de Israel/Palestina dura aún más. A veces una guerra civil se mantiene hasta que los contendientes quedan exhaustos, sin que ninguno de ellos opte por una solución racional.
¿Pero qué se puede decir del la política de los USA? ¿Por qué ha seleccionado el gobierno USA esa guerra civil para una intervención activa? En el caso de la Guerra del Golfo, estaba al menos la razón del petróleo (y la defensa de un Estado soberano invadido, Kuwait). Pero en términos económicos, la zona de los Balcanes es marginal. Tampoco se pueden argüir preocupaciones geopolíticas inmediatas, tales como aislar políticamente un área de forma que otras potencias no puedan hacerse con ella. Esta era la razón, o al menos una razón, para la intervención USA en Corea. Tras Corea del Norte, argumentaban los USA, estaba China, o la Unión Soviética. La razón estaba en la Guerra Fría.

Pero Yugoslavia no tiene petróleo, y ya no hay una guerra fría con el mundo comunista. Así pues, ¿por qué no ignoran los USA la situación como lo hace con el Congo (al menos en este momento)? Es cierto que los USA no ignoran en realidad a ningún país, pero tampoco intervienen militarmente en la mayoría de los casos. Un curioso argumento se expuso en los últimos meses, afirmando que los USA tendrían que bombardear a los serbios, si no querían ver socavada la credibilidad de la OTAN. Es un argumento curioso, porque es circular. Si la OTAN amenaza con intervenir, y no lo hace, está claro que su credibilidad queda socavada. Pero lo que hay que explicar en primer lugar es el por qué de la amenaza.

Quizá era necesaria. Quizá la cuestión política para los USA es precisamente la necesidad de justificar la propia existencia de la OTAN, que ya no tiene un papel obvio, una vez que el ejército ruso parece tan debilitado. ¿Pero para qué necesitan los USA a la OTAN? Me parece que hay dos razones principales. Una es que su existencia justifica los actuales gastos militares y de hecho mejora la situación de los USA, ofreciendo ventajas económicas y de política interna al gobierno. La segunda es que la OTAN es necesaria para impedir que la Europa del Este se aleje demasiado del control USA y más aún que establezca una estructura armada autónoma, separada de la OTAN, El embrollo de Yugoslavia parece ideal para ambos propósitos.

¿Pero funcionará? Si los yugoslavos plantan cara, como parece probable que lo hagan,  las futuras acciones militares exigirán fuerzas terrestres. ¿Pueden los USA permitirse un nuevo Vietnam? Parece dudoso. ¿Y les seguirán los europeos occidentales el juego? Ya hay disidentes en las filas de la OTAN, cuando sólo llevamos una semana de guerra.

Ahora todos estamos metidos en el lío. Los yugoslavos serán bombardeados hasta que no puedan más. Los kosovares van a ser expulsados de sus casas. Muchos morirán. Los países vecinos pueden implicarse directamente en el conflicto. Y si la guerra se prolonga, habrá conmociones sociales internas en los USA y Europa Occidental. “¡Bombas fuera!” puede haber sido peor que un crimen; puede haber sido una locura.