CLAVES DE COMPRENSIÓN DEL CONFLICTO DEL KOSOVO
                                            Carlos Taibo
  (Charla pronunciada el 9 de marzo de 1999 en la Facultad de Filosofía de la UCM)

Kosovo es un pequeño país de 11.000 Km cuadrados -más o menos la superficie del Principado de Asturias- en este territorio viven 2 millones de personas, el 90% de las cuales son albanesas, la única minoría significada la configuran los serbios que muy probablemente aportan entre un 7 y un 8% de la población. Es verdad que ha habido muchas disputas históricas con respecto a la composición demográfica de la población  de Kosovo en el pasado, la idea fundamental que manejan los historiadores es que los albaneses son mayoría de la población desde bastantes siglos atrás, si bien es verdad
que esa idea precisaría de alguna demarcación geográfica. Son clara mayoría desde muchos siglos atrás en el sur del país, en la zona colindante con Albania, pero tal vez no lo son de manera tan clara y desde
tanto tiempo atrás en la parte septentrional de Kosovo. Al margen de eso yo quiero recordaros que, en el transcurso del siglo XX, el nacionalismo serbio y el nacionalismo albanés han manejado datos dispares con respecto a lo que ocurría demográficamente en Kosovo. Por mencionar las dos observaciones más  socorridas: a los ojos del nacionalismo albanés contemporáneo en la etapa de la primera Yugoslavia, entre 1918 y 1941, del orden de un millón de albaneses se vieron obligados a abandonar el territorio de Kosovo, fundamentalmente en dirección hacia Turquía. La réplica del nacionalismo serbio lo que sugiere es que en la etapa de la segunda Yugoslavia, entre 1945 y 1991, no menos de 100.000 ciudadanos serbios se vieron obligados a abandonar Kosovo. Si se trata de agregar un par de observaciones más a este rapidísimo enunciado inicial, una de ellas me obliga a recordar  que Kosovo no es un país
particularmente rico, si por tal entendemos un territorio codiciado por los grandes movimientos internacionales, pero en cambio a efectos de la consideración de una economía regional, tiene su peso, por ejemplo en términos de producción de energía eléctrica o de riqueza minera, que convierten al territorio en materia de relativa codicia, por ejemplo, a los ojos del gobierno serbio.  La última rapidísima observación que quiero hacer me invita a llamaros la atención sobre un par de diferencias fundamentales entre el conflicto de Kosovo y otro conflicto, el de Bosnia-Herzegovina, que a buen seguro tenéis más en mente. La primera de esas diferencias es que en Bosnia-Herzegovina existían tres grupos étnicos fundamentales: los bosniacos, los serbios y los croatas que históricamente han mantenido una relación muy densa entre sí. Bastará con mencionar que en Bosnia antes del estallido de la guerra del orden de un 30% de los matrimonios eran mixtos, configurados por serbios y croatas, bosniacos y serbios o lo que fuere. Esta circunstancia es prácticamente desconocida en Kosovo, la
comunidad albanesa y la comunidad serbia han vivido prácticamente a espaldas, de tal suerte que los matrimonios mixtos, si se trata de fijar la observación en este dato, son prácticamente inexistentes. La segunda diferencia fundamental afecta a un hecho histórico que forma parte de la mitología nacional serbia, a los ojos del nacionalismo serbio dominante Serbia como nación surgió en Kosovo en 1389 de la mano de una batalla, la Batalla de Kosovo Poli. Quiero decir con ello que Kosovo es simbólicamente mucho más importante a los ojos del nacionalismos serbio contemporáneo que lo que pudiera haberlo sido Bosnia en 1992 ó 1993, algo que tal vez explica por qué las posiciones, las políticas, los criterios,
la voluntad de dar marcha atrás es mucho menor en el caso de Kosovo que la que se exhibió en 1995 en el de Bosnia.

- Segunda observación que quiero hacer: mi recorrido histórico encaminado a analizar hechos contemporáneos se iniciará en 1945, sabéis que en ese año ve la luz el Estado Federal Yugoslavo liderado por Tito. Lo que me interesa subrayar en relación con Kosovo es que desde ese año y hasta 1974 Kosovo no existe, carece de instituciones de autogobierno, no disfruta de ninguna política administrativa. Esta circunstancia  suscita una queja fácil de entender del lado de la mayoría
de población albanesa. Esa queja se puede expresar diciendo: estamos siendo discriminados toda vez que hay grupos étnicos mucho menos numerosos que el nuestro que se han visto dotados en el marco del Estado Yugoslavo de repúblicas propias que incipientemente implican un reconocimiento de la posibilidad de autodeterminación de esas comunidades étnicas: los eslovenos, los montenegrinos y los macedonios son menos numerosos que nosotros y, sin embargo, disfrutan de repúblicas propias, derecho que, en cambio, a nosotros se nos ha negado. Esta situación medio se reenderezó  en el año 1974 cuando fue promulgada una nueva constitución en Yugoslavia, esa constitución le reconocía a Kosovo y a la Vojvodina la condición de regiones autónomas situadas dentro de Serbia. ¡Ojo con lo que acabo de afirmar! Kosovo no accedía a la condición de república federal yugoslava, las repúblicas
yugoslavas seguían siendo las seis que habían visto la luz en 1945: Eslovenia, Croacia, Bosnia, Serbia, Montenegro y Macedonia. Accedía a la condición de región autónoma situada dentro de una de esas repúblicas, de Serbia, si bien es verdad que en los hechos pasaba a disfrutar de capacidades de autogobierno muy similares a las que estaban al alcance de las repúblicas, y pondré un ejemplo creo que bien ilustrativo de esta condición: cuando Tito se murió en el año 1980, el acuerdo que se abrió
camino es que a la cabeza del Estado Federal Yugoslavo debían turnarse representantes de las seis repúblicas y de las dos regiones autónomas. Fijaos que en este caso a las regiones autónomas se las colocaba en el mismo plano que a las repúblicas. Quiero subrayar que los cambios derivados de las Constitución de 1974 suscitaron lecturas enfrentadas, de nuevo, del lado del nacionalismo albanokosovar y del lado del nacionalismo serbio. Para los albanokosovares la constitución implicaba
un cambio importante y sugerente, implicaba entre otras cosas que Kosovo se convertía en un territorio con delimitación diferenciada e implicaba un acrecentamiento notabilísimo de los derechos de
autogobierno, pero, es verdad, que al mismo tiempo no resolvía el que estimaban era el problema de fondo, Kosovo seguía sin ser una república yugoslava, y eso tenía un aditamento inmediato, no disfrutaba de un derecho de autodeterminación. La lectura que desde el nacionalismo serbio se hizo fue muy dispar, lo que sugería es que Kosovo en los hechos estaba escapando al control ejercido desde Belgrado, aunque Kosovo siguiese siendo formalmente un territorio serbio, en la realidad los derechos de autogobierno que empezaba a adquirir en 1974, hacían que Belgrado dejase de controlar el derrotero de los acontecimientos.  El siguiente evento cronológico importante nos sitúa en 1986. En 1986 como sabéis llega al poder en Serbia un personaje llamado Slobodan Milosevic que es el actual presidente yugoslavo. Con el paso de los meses Milosevic acabará por encabezar una versión agresiva del
nacionalismos serbio que, en lo que interesa a nuestra argumentación, se traducirá bien pronto en una ruptura drástica de todas y cada una de las reglas del juego del Estado Federal Yugoslavo y creo que conviene que nos detengamos un momento a reflexionar en cuáles fueron esas rupturas: la primera, y la pongo en primer lugar de manera muy consciente, afecta a algo que ocurrió en los medios de comunicación. En la Yugoslavia de Tito, en los medios de comunicación, se aplicaba un rigurosísimo código deontológico que impedía la aparición de mensajes que, siquiera fuera lejanamente, pudiesen dar en satanizar a un grupo étnico: si un albanés en Kosovo mataba a su mujer, los medios de
comunicación tenían prohibido mencionar que se trataba de un albanés porque por detrás podía estar la inferencia de que todos los albaneses mataban a sus mujeres. A partir de 1987 este procedimiento se cancela y en adelante los medios de comunicación públicos, y no había otros en Serbia, empiezan a trasladar mensajes de franca satanización de los albaneses de Kosovo, de los musulmanes de Bosnia-Herzegovina, o de los croatas. Un segundo cambio importante afecta a la introducción de políticas claramente recentralizadoras encaminadas a restarles capacidades a las repúblicas y a acrecentar los poderes del centro que residía, no lo olvidemos, en Belgrado  que era la capital yugoslava pero también, y esto no era casualidad, la capital de Serbia.  Un tercer dato significativo llegó de la mano de la creación ilegal e inconstitucional de regiones autónomas serbias en el territorio de Croacia y en el de Bosnia-Herzegovina. Más adelante, en 1991, el gobierno serbio interrumpió el vigor de esa regla del juego que antes invoqué de pasada que invitaba a considerar como un horizonte saludable que a la cabeza del Estado Federal Yugoslavo se fuesen turnando representantes de las seis repúblicas y de las dos regiones autónomas, en ese año el turno le correspondía a un croata, un señor llamado Stephen Mesic, y de nuevo en virtud de una decisión ilegal y anticonstitucional el gobierno serbio vetó el
acceso de Mesic a la presidencia federal. Ninguno de estos datos que acabo de mencionar y que configuran  el escenario sobre el cual se producen los movimientos centrífugos que conocemos con el nombre general de desintegración de Yugoslavia tienen, creo, la misma importancia que lo que ocurrió en 1989 en Kosovo y en la Vojvodina. En 1989, en virtud de una decisión de nuevo ilegal y  anticonstitucional, el gobierno serbio abolió la condición autónoma que había adquirido Kosovo en 1974. En un terreno más empírico esto quiere decir que disolvió el parlamento kosovar, que prohibió la enseñanza en albanés -la lengua hablada por el 90% de la población-, que expulsó de sus puestos de trabajo a todos los albaneses que trabajaban en la economía pública -250.000 personas-, inaugurando un procedimiento de efectivo apartheid  y que inauguró una etapa de ley marcial que en los hechos se ha prolongado prácticamente hasta hoy.

- Tercera observación que quiero hacer. ¿Cuáles fueron las consecuencias inmediatas de esta abolición de la región autónoma de Kosovo verificada por el gobierno serbio en 1989?  La primera de las
consecuencias como es fácil imaginar fue un acrecentamiento sensible de la tensión en Kosovo y, por extensión, en las restantes repúblicas yugoslavas. Es verdad que la política de represión urdida por el gobierno serbio no alcanzó durante bastante tiempo sus cotas más altas y supongo que la principal explicación de por qué esto fue así tiene que ver con la propia composición demográfica de Kosovo, la distancia entre el 90% de la población y la minoría serbia era tan abrumadora que cualquier política
de represión topaba con este hecho casi biológico. Mencionaré un ejemplo de aquello a lo que me quiero referir: en Serbia se aplica un procedimiento de servicio militar obligatorio, una de las preguntas que
estaríamos obligados a hacernos es qué ha ocurrido en Kosovo con los jóvenes albaneses que en teoría estarían obligados a hacer su servicio militar en el marco de lo que todavía se llama ejército yugoslavo, pues la respuesta es muy sencilla, el gobierno serbio no ha aplicado la conscripción obligatoria en el caso de Kosovo, y no la ha aplicado por razones que son fáciles de entender y que pueden resumirse en dos: la primera, los reclutas albaneses convertidos en soldados serían soldados muy poco fiables, con un grado de lealtad escaso a los principios que articulan el ejército yugoslavo de hoy; la segunda, como es lícito imaginar que muchos de esos reclutas albaneses decidirían no acudir a filas, si se aplicase estrictamente la ley, las cárceles yugoslavas se llenarían de jóvenes albaneses, algo que generaría a la postre un problema gravísimo muy difícil de resolver, la política del gobierno serbio, como veis, al
respecto  ha sido muy pragmática: ha consistido simplemente en no aplicar las leyes y en permitir que los jóvenes albaneses no realicen el servicio militar ni tengan la obligación de situarse en la posición de la insumisión. Del lado albanés el principal de los datos que tiene uno que invocar en relación con la respuesta urdida por la sociedad civil fue el despliegue de un movimiento de desobediencia noviolenta que ha imperado en Kosovo desde 1989 hasta 1997, ese movimiento ha celebrado elecciones en las
clandestinidad encaminadas a elegir un parlamento, ha articulado, de nuevo en las clandestinidad, un sistema educativo y un sistema sanitario. Creo que hay muchas razones para admirar el contenido de esa respuesta colectiva que, dicho sea de paso, entre paréntesis, nos coloca ante algún grave problema de análisis relativo a las transiciones de la Europa Central y Oriental. A qué me refiero: la teoría afirma que uno sólo puede imaginar sociedades civiles fuertes en Europa Central y Oriental  allí donde hay períodos en el pasado más o menos prolongados de democratización e industrialización. No sólo es la antítesis de este modelo: es un país que carece de tradición democrática en el pasado, en el XIX o en el XX, apenas industrializado, sometido durante mucho tiempo a la férula del Imperio Otomano que, con arreglo a la descripción convencional de los hechos, muy discutible, es un problema también
endémico en lo que respecta a los problemas de democratización en la Europa Central y Oriental contemporánea. Siendo la antítesis de ese modelo hemos descubierto, sin embargo, que la sociedad civil más sobria, más autoorganizada de toda la Europa Central y Oriental contemporánea ha visto la luz en el territorio más pobre, aquel que en teoría exhibía los más negativos antecedentes al respecto. No me gustaría, sin embargo, que idealizásemos en exceso este movimiento de desobediencia civil, y al
respecto, me interesa muy mucho llamar la atención sobre tres de sus problemas: el primero es que fue un movimiento de respuesta espontánea, alguno de vosotros dirá ¿y qué tiene de malo que las
respuesta fuese espontánea? No tiene de malo en sí mismo, lo que quiero decir es que a menudo se ha exagerado la dimensión de respuesta ideológica a un problema, cuando en muchos casos lo que había era una respuesta biológica a una situación muy tensa. Me explico, cuando las empleadas y los empleados de la sanidad pública en Kosovo, de origen  albanés, se ven privados en 1989 de sus puestos de trabajo, experimentan un impulso inmediato a construir un sistema sanitario en la clandestinidad, no se requiere un grado extremo de conciencia ideológica o de capacidad de resistencia, hay una dimensión rotunda de respuesta biológica. Segundo de los problemas, más grave que el anterior, la progresiva burocratización, el progresivo enquistamiento de este movimiento de desobediencia civil. A los ojos de sus críticos este movimiento era admirable por muchos motivos, pero no estaba generando resultados, los años fueron pasando y la situación en Kosovo se fue enquistando, de tal suerte que el propio movimiento fue perdiendo imaginación y apenas adquirió capacidad de contestación efectiva, desde
la noviolencia, de las políticas del gobierno serbio. Hay una tercera dimensión interesante para los antropólogos y muy poco estudiada  y vinculada con un proceso sorprendente de privatización, me explico, sabéis que en toda la Europa Central y Oriental en los últimos años lo que se ha abierto camino es un conjunto de políticas tramadas desde las instituciones y encaminadas a privatizar buena parte del sector estatal de antaño, esas políticas, que en la mayor parte de los casos no han dado los resultados apetecidos, y que exhiben un grado de inmoralidad notorio, han adquirido una dimensión específica en Kosovo. En el año 1989 se produce de la noche a la mañana una efectiva privatización de la actividad
de la mayoría de la población, son expulsados de la economía pública y nos les queda otro horizonte que autoorganizarse dentro de la economía privada. El efecto final es que la economía privada en Kosovo es
significativamente más poderosa que la economía privada en Serbia y que, en este caso, la privatización, conviene agregarlo, ha generado los mismos efectos negativos en términos de injusticia social que se ha producido en otros escenarios de la Europa Central y Oriental, en Kosovo y entre la población albanesa, ha aparecido una élite económica, claramente privilegiada, cuyo nivel de vida está a años luz del que exhibe la mayoría de la población.

- Cuarta observación que quiero haceros: uno de los datos que acabo de manejar permite explicar incipientemente por qué en 1998 el conflicto de Kosovo entró en una dinámica de franca confrontación militar, me refiero a esta segunda crítica al movimiento de desobediencia civil, que llamaba la atención sobre su progresiva burocratización, sobre su pérdida de horizontes. El efecto final al que quiero llegar es que una parte, fundamentalmente de la juventud albanesa de Kosovo, descontenta con los resultados del movimiento de desobediencia civil, ha pasado a engrosar, como sabéis, las filas del UCK -el Ejército de Liberación de Kosovo-, ha abandonado el camino de la respuesta noviolenta y ha asumido el horizonte de una reacción militar a la represión urdida desde Serbia. Pero conviene recordar que hay otro factor del otro lado del espejo, de Serbia, que explica la dinámica creciente de confrontación. En
el otoño de 1997 en Serbia se celebraron elecciones y el resultado final de dichas elecciones fue la configuración de un gobierno de coalición en el que, junto al partido de Milosevic -el Partido Socialista-, está presente el Partido Radical, de un señor llamado Vojislav Seselj, que ejemplifica el vigor creciente de un discurso que voy a calificar de parafascista, de nacionalismo agresivo e imperial. La visión de Seselj, que subrayo que es hoy uno de los viceprimeros ministros serbios, es que el conflicto de
Kosovo sólo se resolverá el día en que los albaneses desaparezcan del territorio. A lo que voy es a la circunstancia, fácilmente identificable, de que el acceso de los radicales de Seselj al poder ha contribuido a radicalizar las políticas del gobierno serbio, con lo cual ya tenemos los dos estímulos decisivos que contribuyen a explicar por qué en 1998 el conflicto de Kosovo ha entrado en un estadio distinto. Desde hace aproximadamente un año hasta hoy las estimaciones al uso hablan de una guerra que ha generado 2.000 muertos y que ha producido del orden de 300.000 refugiados, que es algo así como un 15% de la población de Kosovo, pero que es innegable, que si se trata de analizar en un solo dato el derrotero militar del conflicto, el ELK ha ido perdiendo terreno, ha ido perdiendo capacidades y ha sido marginalizado por una comunidad internacional que, tal vez en este caso, deseaba secretamente que la
represión ejercida por el ejército yugoslavo y por la policía serbia diese resultados en lo que respecta a la aniquilación del enemigo.

- Quinta observación que quiero haceros. Sabéis también, a buen seguro, que en los últimos meses se ha abierto camino un procedimiento de presión internacional que ha conducido a la firma de un acuerdo de paz, del que no me voy a ocupar porque hoy es irrelevante, el pasado mes de octubre, y al intento de consecución de un segundo acuerdo de paz, todavía en cimientos, resultado de las conversaciones que se han celebrado el pasado mes de febrero en Rambouillet, Francia. En qué consiste el proyecto de acuerdo de paz que maneja el llamado Grupo de Contacto, que maneja la comunidad internacional, para entendernos. Creo que ese acuerdo se asienta en tres ideas maestras: la primera no es sino la aplicación de lo que ahora voy a llamar el modelo checheno. El modelo checheno consiste en abrir un período de normalización en la vida política y económica del país, de tal suerte que la resolución sobre el conflicto de fondo se aplaza hasta que concluya ese período de normalización. En el caso del acuerdo de paz sobre Chechenia, suscrito en 1996, el acuerdo implicaba que el período se prolongaría durante cinco  años. En el caso de los proyectos que se manejan en Rambouillet,  el período que se prevé para Kosovo es de tres años. La segunda idea matriz de las conversaciones de Rambouillet es la instauración de un grado muy notable de autogobierno en Kosovo, la celebración de elecciones en los distintos ámbitos y todo ello bajo la supervisión de instancias internacionales. La tercera, y última idea maestra, es el despliegue de un contingente militar de 28.000 soldados en el marco de la OTAN, algo que introduce una diferencia fundamental con respecto al acuerdo del pasado mes de octubre que acabo de mencionar de manera pasajera. Recordad que el acuerdo de octubre contemplaba el despliegue de 2.000 observadores desarmados de la OSCE. Este acuerdo, el de Rambouillet, troca estos dos mil observadores desarmados por 28.000 soldados bien pertrechados. Sabéis que la primera ronda de Rambouillet ha fracasado, pero yo creo que tiene su sentido realizar un par de observaciones sobre la dinámica de la negociación y el porqué de su fracaso. ¿Cuáles son esas dos observaciones? Aún resumiendo mucho los datos, creo que puede afirmarse que cuando la negociación de Rambouillet se inició, lo que ocurrió es que en los primeros días el Grupo de Contacto realizó concesiones significativas a la delegación albanokosovar. La principal de esas concesiones era un compromiso, bien es verdad que vago, de reconocimiento de la posibilidad de un referéndum de autodeterminación una vez transcurridos esos tres años de normalización. El día 20 de febrero era el día formalmente fijado para poner fin a las negociaciones y
lo cierto es que la parte albanokosovar había dado su visto bueno al acuerdo, pero en cambio la delegación serbia se había negado a aceptarlo. La consecuencia inmediata es que debía abrirse camino,
conforme a las amenazas del Grupo de Contacto, una acción militar en regla liderada por la OTAN y, sin embargo, con alguna sorpresa, nos encontramos con que la acción militar se aplazó y lo que se abrió camino en las horas inmediatas fue una dinámica de general reconocimiento de las demandas de la parte serbia que se tradujo, a la postre, en el olvido de muchos de los compromisos, de las concesiones realizadas en los primeros días de la negociación a la parte albanokosovar, de manera singular, el concepto referéndum de autodeterminación desaparecía del acuerdo de Rambouillet. Quiero enunciar lo que estimo es una paradoja, quienes no firman y son los presuntos recipiendarios de una acción militar
internacional, lo que reciben son concesiones para que firmen en detrimento de quienes han decidido firmar en primera instancia. La segunda de las observaciones me invita a recordar que si esa acción
militar de la OTAN no se produjo, desde mi punto de vista, ello fue así por una razón muy sencilla, la OTAN estaba aterrorizada ante la perspectiva de bombardear Serbia, y estaba aterrorizada por una razón simple también, carecía de cualquier proyecto para el día después del bombardeo. De manera más precisa, la OTAN, muy probablemente, sopesó el horizonte de que bombardeando Serbia podía generar una dinámica de adhesiones al gobierno serbio, produciendo el efecto contrario del deseado, una dinámica de cierre de filas ante lo que se interpretaba a la luz de la propaganda oficial, era una agresión militar exterior; pero más allá de eso, una acción militar de la OTAN podía haber provocado la represalia del ejército yugoslavo contra la población civil albanokosovar, con el consiguiente incremento de la tensión bélica en Kosovo y la configuración del escenario que a la postre es el que pretendían evitar las negociaciones de Rambouillet: el de una guerra abierta que se extendiese a Macedonia y condujese con el paso del tiempo a una internacionalización del conflicto.

- Sexta observación que quiero haceros.  En el terreno teórico ¿cuáles son los horizontes de resolución del conflicto de Kosovo? Y digo en el terreno teórico porque yo me voy a referir de manera muy rápida a seis horizontes distintos sin atribuir a ninguno de ellos mayores posibilidades que a los demás.

* El primero de los horizontes es un acrecentamiento significativo de la represión urdida por la autoridades serbias. Quiero recordaros que este es el proyecto de Seselj, uno de los viceprimeros ministros del gobierno serbio de hoy. En la visión de Seselj, el conflicto de Kosovo, lo mencioné antes, sólo se resolverá una vez que los albaneses desaparezcan del territorio.

* El segundo de los horizontes es la preservación del status quo que imperó entre 1989 y 1997. Yo creo que este es el horizonte que configura los deseos del presidente yugoslavo de hoy, Milosevic. Milosevic no desea acrecentar la represión ni las tensiones bélicas en Serbia, pero tampoco desea, al menos a primera vista, ningún compromiso que conduzca a la restauración de derechos de autogobierno en  Kosovo. Se contentaría, en el mejor de los casos, con asumir medidas de corrección menores como, por ejemplo, la que en 1995 condujo a un acuerdo encaminado a permitir que los estudiantes albaneses pudieran volver al sistema de enseñanza pública en Kosovo.

* El tercero de los horizontes es la propuesta maestra de la UE y de Grupo de Contacto, la restauración de la condición autónoma abolida en 1989. Sólo quiero llamaros la atención sobre uno de los problemas
vinculados con este proyecto: la Serbia de hoy no es lo que era la Serbia de 1989. En 1989 Serbia era un estado visiblemente descentralizado que formaba parte de una estructura federal en la cual la federalización impregnaba todas las instituciones, hoy Serbia es, en cambio, un estado unitario hipercentralizado y no resulta nada sencillo explicar cómo se restaura la condición autónoma de una región que otorga a esta última derechos notables de autogobierno en el marco de un estado unitario
hipercentralizado. Muchas veces he dicho que es como si en los años sesenta se hubiese producido en Cataluña un auge muy notable del nacionalismo catalán, que hubiese colocado en un brete al régimen del general Franco y la comunidad internacional hubiese respondido diciendo, restaure usted el estatuto de autonomía vigente en Cataluña durante la Segunda República. La respuesta inmediata sería ¿cómo casa la restauración de una condición autónoma con derechos democráticos de autogobierno en el marco de un régimen autoritario liderado por un general? Pues sospecho que este tipo de problemas se puede plantear en el horizonte inmediato en la medida en que no parece que el régimen serbio esté dispuesto a cambiar la textura de sus instituciones y comportamientos.

* El cuarto de los horizontes es un horizonte teóricamente muy interesante. Y consiste en convertir a Kosovo en la tercera parte integrante de la Federación Yugoslava que hoy existe, me explico, lo que
hoy se llama Federación Yugoslava es una federación a dos en la que figuran Serbia y Montenegro, con arreglo a este proyecto Kosovo debería convertirse en la tercera parte integrante de la Federación que
quedaría configurada por Serbia, Montenegro y Kosovo. Digo que este proyecto es interesante porque por un lado implicaría un acrecentamiento sensible de los derechos de autogobierno de Kosovo y por el otro ofrecería garantías al gobierno serbio de que Kosovo sigue formando parte de una misma estructura institucional. Claro que este proyecto también plantea sus problemas, uno de ellos es que a los ojos de las versiones dominante en el nacionalismo serbio no puede aceptarse que Kosovo deje de ser un territorio serbio, aun a costa de seguir siendo un territorio yugoslavo, que es al fin y al cabo lo que implicaría la propuesta.
Otro de los problemas que está en el trasfondo es que, en buena lógica, la conversión de Kosovo en la tercera parte integrante de la Federación Yugoslava acarrearía un reconocimiento implícito de la autodeterminación de Kosovo, que es precisamente lo que el gobierno serbio intenta evitar por todos los conceptos.

* El quinto, y penúltimo, horizonte teórico no es otro que la partición de Kosovo. Conforme a muchos rumores, a principios de los años noventa se celebraron en la sombra negociaciones entre delegaciones serbias y albanokosovares con el propósito de discutir un eventual proyecto de partición. El problema del criterio de partición es que cualquiera que se utilice genera resultados muy poco halagüeños para la parte serbia, me explico, si el criterio exhibe un cariz demográfico sólo hay dos pequeñas partes de Kosovo en las cuales los serbios son mayoría de la población, quiere esto decir que el 98% del territorio kosovar quedaría en manos de los albaneses; si lo que utilizamos es un criterio histórico, vinculado con el deseo serbio de preservar el control sobre determinados recintos de valor emocional, sentimental, la llanura de Kosovo Poli o de la batalla de 1389, determinados monasterios, lo que descubrimos es que la ubicación geográfica de esos recintos dificulta sensiblemente la partición, en otras palabras, están muy alejados de la línea de frontera con Serbia.

* El sexto y último de los horizontes imaginables es un procedimiento de autodeterminación en Kosovo. Los estudios realizados al respecto obligan a concluir que la mayoría de la población albanesa de Kosovo, que es como decir la mayoría de la población, es partidaria de la secesión con respecto a Serbia y parece que se manifiesta mayoritariamente partidaria también de un estado kosovar independiente y no de la integración en Albania. Para explicar porqué esto último es así probablemente hay que dar cuenta de dos datos: uno, la situación económica en Kosovo aun siendo mala es infinitamente mejor que la situación económica en Albania; dos, el sistema de clanes que impera en Albania y que impera
también en Kosovo exhibe hoy disrupciones que hace que la relación entre los clanes dominantes en Albania, que proceden del sur del país, y los dominantes en Kosovo sea más bien tensa, con lo cual los flujos de colaboración entre Albania y Kosovo no son realmente notables.

- Séptima y penúltima observación que quiero haceros. Es difícil hilvanar tres o cuatro apreciaciones generales sobre el papel asumido por la comunidad internacional en la digestión de Kosovo, pero si tengo que enunciarlas muy rápidamente diré que la primera obliga a llamar la atención sobre deficiencias radicales sobre la actitud en singular de la UE. La tesis general esgrimida por el secretario general de la OTAN, Javier Solana, para dar cuenta de porque la UE -la Comunidad entonces- no estuvo a la altura en los inicios del proceso de desintegración de Yugoslavia decía escuetamente: la política exterior de seguridad común, la PESC, estaba en sus cimientos, no estaba desarrollada, con lo cual no
gozábamos de un instrumento que nos permitiese actuar con rapidez ante los nuevos retos, ante las nuevas amenazas. Han transcurrido siete u ocho años y la situación parece que es la misma. Hay análisis puntillosos que recuerdan cómo el sinfín de desafueros que caracterizó la digestión
comunitaria de la guerra en Bosnia-Herzegovina se han ido repitiendo en el caso de Kosovo. Mi segunda observación me obliga a llamar la atención sobre lo que interpreto son las preocupaciones de la comunidad internacional. Quien a estas alturas piense que a nuestros países les preocupa en serio la conculcación de los derechos básicos de la mayoría de la población albanesa de Kosovo están reflexionando con un grado muy notable de ingenuidad. Lo que preocupa a nuestros países es el
nombre de un país limítrofe con Kosovo, Macedonia. El horizonte que intentan evitar bajo todos los conceptos es el de una guerra abierta en Kosovo que genere un caudal masivo de refugiados camino de la vecina Macedonia, que provoque una sublevación de la población albanesa mayoritaria en el Occidente de Macedonia, que genere una guerra abierta en Macedonia, que provoque a la postre al intervención de potencias foráneas como pueden ser Albania, Grecia, Bulgaria o, la más alejada, Turquía. Creo que este es el horizonte que nuestros estrategas tienen en mente y que realmente preocupa y, si hay una decisión más o menos firme de actuar en Kosovo, lo que guía esa decisión es este horizonte y no, por desgracia, la conculcación de los derechos básicos de la mayoría de población albanesa. Tercera y última observación sobre el papel de la comunidad internacional, yo creo que hasta hoy es muy difícil
no concluir que la política de la comunidad internacional se ha asentado en un respaldo en los hechos del stablishment en Serbia. Aunque la retórica es muy agresiva con respecto al régimen de Milosevic, en los
hechos, las posiciones finales contribuyen a fortalecer al régimen, tal vez porque en Serbia no hay ningún recambio efectivo. La situación de Kosovo hoy, por racionalizar este argumento, es peor que la de Bosnia en 1992, Bosnia en 1992, al fin y al cabo era un estado internacionalmente reconocido, del que se podía esperar que reclamase la ayuda internacional para defenderse, pero es que, más aún, el presidente yugoslavo, Milosevic, es un garante decisivo del vigor del tratado de Dayton en Bosnia-Herzegovina, lo cual, muy probablemente reduce, y sensiblemente, las tentaciones de la comunidad internacional de actuar de manera efectiva contra él, la acumulación de estos datos nos obliga a considerar el horizonte de que, al menos hasta hoy, las políticas efectivamente desarrolladas, que se asientan en la consideración de fondo de que Kosovo es un asunto interno de Serbia, han contribuido, si no a fortalecer, al menos no a erosionar el poder de Milosevic.

- Concluyo: me gustaría llamar la atención sobre cuatro ideas generales, alguna de ellas ya la he esgrimido, que creo que permiten tomarle el pulso al conflicto en su dimensión actual.

* Primera de esas ideas, creo que es enunciar una obviedad afirmar que el conflicto de Kosovo, como otros tantos en los Balcanes Occidentales, no se va a resolver en tanto en Serbia y en Croacia, dicho sea de paso, gobiernen el país quienes lo han gobernado los últimos años. Y el problema en Serbia es grave porque no parece que exista una oposición que merezca tal nombre o, en su defecto, esa oposición es tan débil y tan marginal que apenas puede uno imaginarla dentro de tres o cuatro años ejerciendo el poder. Mencionaré dos datos que me parecen ilustrativos de esta afirmación general: muchos de vosotros recordaréis que hace un par de años en las calles de Belgrado se manifestaban los estudiantes para protestar por el pucherazo en las elecciones municipales en las principales ciudades, uno de los dirigentes que encabezaban esas manifestaciones era un hombre de barba larga llamado Vuk Draskovic.
Vuk Draskovic es hoy vicepresidente del gobierno yugoslavo, y en las últimas elecciones generales realizaba una curiosa e ilustrativa propuesta en relación con Kosovo: que se le cambiase el nombre al territorio y que empezase a  llamársele La Vieja Serbia. Fijaos que propuestas más interesantes realiza la oposición Serbia. El segundo de los dirigentes que encabezaba esas manifestaciones es un señor llamado Soran Jinjic. Yo recuerdo que hace como un año cayó en mis manos una entrevista con
Jinjic en la cual el periodista pretendía que Jinjic se pronunciase sobre los dirigentes políticos que consideraba merecían mayor respeto, y lo cierto es que Jinjic se sustraía a su obligación. El periodista le dijo, bueno, no le gustaría a usted ser Vaclav Javel , intentando ilustrar, me parece, la idea de un dirigente político preocupado por al articulación de los problemas de la sociedad civil, las libertades, y él respondió “no sé quien es este señor” , y, a continuación, el periodista le dijo, bueno, y no le gustaría a
usted ser el Billy Brandt serbio, imagino que ilustrando la idea del político que se pone de rodillas para pedir perdón por el holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial, la respuesta de Jinjic fue: “los serbios no tenemos que  pedir perdón por nada”, y ya, después de mucho tirarle el periodista, enunció los nombres de los dos políticos que más admiraba: Margaret Tatcher y Benjamin Netanyaju. Así están las cosas para dar cuenta de cuál es el perfil de la oposición serbia del momento. Es verdad, sin embargo, que en Serbia hay círculos intelectuales que empiezan a examinar el horizonte de la independencia de Kosovo, pero no empiezan a examinarlo en virtud de un discurso liberal concesivo que identifique el problema nacional, la autodeterminación o cualquiera otra circunstancia. El dato fundamental que explica el vigor de estas posiciones se llama crecimiento vegetativo de la población, el crecimiento vegetativo de la población albanesa en Kosovo es rotundamente más alto que el que
corresponde a la población serbia en el conjunto de Serbia, de tal suerte que podríamos encontrarnos con la paradoja de que dentro de 30 ó 40 años los albaneses sean mayoría de la población, no sólo en Kosovo, sino en el conjunto de Serbia, triste destino, claro, para un proyecto hipernacionalista que hizo de la configuración de un estado étnicamente homogéneo el núcleo de buena parte de sus políticas. Y -¡ojo!- con lo que voy a decir ahora, empieza a emerger la sospecha de que el presidente yugoslavo, Milosevic, se inserta en esta manera de razonar. Milosevic no es un nacionalista, Milosevic es un político muy pragmático que en momento alguno ha sucumbido, como no fuera por razones instrumentales, al influjo de esencialismos historicistas. A Milosevic le da igual Kosovo, la llanura de Kosovo Poli y la batalla de 1389, lo que quiere es preservar su poder, el gigantesco sistema de economía mafiosa que ha urdido y está dispuesto a realizar concesiones. Lo que precisa es de un mecanismo que le permita presentar ante su opinión pública el eventual abandono de Kosovo. Sé que lo que estoy diciendo suena muy
provocativo, porque en último término estoy diciendo: el responsable fundamental de la represión en Kosovo es la figura política que podría asumir de la noche a la mañana la concesión de la independencia efectiva a Kosovo, pero me parece que no es un horizonte muy desencaminado. Hoy mismo, en El País, aparece una entrevista con Beton Surroi -uno de los miembros de la delegación albanokosovar en Rambouillet- y viene a decir algo parecido, lo dice con más ironía, dice que él se imagina que cualquier día Milosevic aparecerá en la televisión yugoslava y dirá: después de muchas presiones internacionales, y después de muchos esfuerzos, hemos conseguido salirnos con la nuestra, hemos establecido relaciones diplomáticas con Kosovo. Fijaos lo que quiere decir la ironía, después de tanto pelear, al final se presenta, con un procedimiento de manipulación, ante la opinión pública aquello que durante tanto tiempo se ha rechazado.

* Segunda observación, muy rápidamente enunciada. Montenegro, que es un país al que no me he referido, puede pagar los platos rotos de un eventual acuerdo en Rambouillet, de la misma suerte que Kosovo pagó, en  1995, los platos rotos del acuerdo de Dayton sobre Bosnia, ¿por qué? Porque esos acuerdos se concentran en los territorios de los que se ocupan y acaban por legitimar, por  institucionalizar, lo que ocurre en el resto de la vieja Yugoslavia, y en este caso, pudiera suceder, que los platos rotos derivados de eventuales concesiones del gobierno serbio en Kosovo, se hiciesen valer en la otra parte de la federación, en Montenegro, que, sabéis, mantiene una relación cada vez más tensa con Serbia.

* Tercera observación. Yo creo que uno tiene que tomarse en serio la cuestión de la autodeterminación en Kosovo, y tiene que tomarse en serio la cuestión de la autodeterminación por dos razones, la primera porque la demanda de la autodeterminación que esgrime la mayoría de la población albanokosovar es una consecuencia directa de la política del gobierno serbio, el gobierno serbio ha ido cerrando todas y cada una de las puertas, de tal suerte que ante semejante horizonte, no quedaba otra posibilidad que reclamar francamente la autodeterminación; la segunda de las razones es que las fuerzas políticas dominantes entre los albaneses de Kosovo no parecen dispuestas a reproducir con la minoría serbia
presente en el territorio el sinfín de desafueros que han padecido urdidos desde el gobierno serbio, ¿qué quiero decir con ello? Pues me refiero, por ejemplo,  a que en ese parlamento elegido en la  landestinidad hay escaños reservados para la minoría serbia a quien se reconoce la condición de habitantes históricos de Kosovo en los mismos términos que la mayoría albanokosovar. La visión, un tanto idílica, bien es verdad, que la fuerza política dominante en Kosovo, la Liga Democrática de Kosova de Ibrahim Rugoba, defiende en relación con estas cosas, es la de que Kosovo debe convertirse en un estado independiente que sirva por primera vez de puente en las relaciones bilaterales, siempre cargadas por la tensión, entre Serbia y Albania.

* Cuarta y última observación. Yo creo que, por razones que ya he esgrimido, la mayoría de población albanesa de Kosovo debiera recelar de una comunidad internacional que, por desgracia, sigue mucho más atenta a la defensa de intereses que a la defensa de principios. Hace unos meses tuve la oportunidad de comprobar cuál era el grado de ingenuidad de mucho de los habitantes de Kosovo. Hablando un día con el representante de la LDK ante la UE, en las primeras jornadas del Mundial de Fútbol de Francia, él me dijo que estaba muy ilusionado porque el Parlamento Holandés había aprobado una resolución en la cual reclamaba que si la selección holandesa de fútbol tenía que enfrentarse con la yugoslava con ocasión del mundial, se retirase y no se presentase al partido. Yo le miré completamente atónito, dándome cuenta de cuál era el grado de ingenuidad y de desconocimiento de los riesgos de un golpe militar en un estado miembro de la UE; imaginaos que la selección española de fútbol no se presenta por razones políticas a un encuentro del Mundial, los militares hubieran salido a la calle, hubieran interrumpido el orden constitucional, y no lo estoy diciendo en broma, recordad que las únicas manifestaciones masivas que conocemos en este país en los últimos años se produjeron en Sevilla y en Vigo cuando, en  virtud de una decisión administrativa, se optó por bajar al Sevilla y al Celta a segunda
división. Bueno, la selección holandesa de fútbol se enfrentó unos días después con la yugoslava y nadie tiene conocimiento de que asumiese ningún gesto de abandono, ni siquiera simbólico.