LA OTAN NO DEFIENDE NI LA VIDA NI LOS DERECHOS DE  LOS  KOSOVARES
(Reproducción de tres artículos del dossier publicado por ROUGE,  1 de abril de 1999)


LLEGO LA NUEVA OTAN
Xavier ROUSSELIN

Después de la caída del Muro, el imperialismo se ha dedicado a que la OTAN no sea cuestionada y a que se convierta, en la nueva situación, en un instrumento decisivo de la “estabilidad” en Europa. Así, Manfred Werner, exsecretario general de la OTAN, sostenía que ninguno de los problemas de seguridad del mundo libre podía ser resuelto fuera de la Alianza.
El nuevo papel de la OTAN sufrió un primer test en Bosnia. A los ojos de los norteamericanos, la ONU se había mostrado incapaz de hacer otra cosa más allá de lo humanitario en la exYugoslavia. Igualmente, la UE se mostró incapaz de tener una política común después del estallido de la Federación (con conflictos respecto al reconocimiento de las independencias).
Todas las soluciones políticas que se han discutido ya sea en el marco de la ONU o en el de la CEE han conducido a una reanudación de los combates. Europa (ya sea la UE, el Consejo de Europa o la UEO) se ha visto afectada por los intereses divergentes de las potencias imperialistas que la componen y por las visiones diferentes del continente que pueden separar a los países del Norte de los del Sur y de los del Este. El imperialismo norteamericano ha considerado entonces que una vez más estaba en condiciones de imponer una solución política y militar a la crisis. Como escribía el senador Dole antes de ser candidato a la presidencia de Estados Unidos, “sólo América puede liderar el mundo”.
La intervención estadounidense ha obedecido a un triple movimiento. El primero ha sido la incapacidad de Europa para poner en pie un simulacro al menos de solución política. El segundo ha sido las peticiones provenientes de todos los protagonistas (Serbia, Croacia, Bosnia). El tercero ha sido la voluntad americana de seguir participando en el destino de la nueva Europa a través de la OTAN.  Además, los norteamericanos han impuesto a sus aliados que las operaciones militares dirigidas a mantener la estabilidad de la nueva Europa no se hagan bajo el control de la ONU o de un mando multinacional, sino bajo mando estadounidense.
La instalación de IFOR y, luego, de la SFOR en el marco de los acuerdos de Dayton han servido así a fines estratégicos (hacer de la OTAN el instrumento de la estabilidad de la Europa de después de la caída del Muro) fundamentales. El desarrollo de acciones militares con presuntos fines humanitarios ha permitido poner a prueba las capacidades logísticas de las fuerzas armadas implicadas. La intervención de la OTAN en Serbia marca una nueva etapa. Se afirma como el gendarme de la nueva Europa, como la fuerza política y militar encargada de velar por el mantenimiento de sus principios de base.
La guerra de Serbia ofrece una gran ventaja. Aparenta ser una guerra contra la dictadura, la opresión, la xenofobia y por los derechos de los pueblos. Representaba una excelente ocasión para aplicar, con un consenso bastante amplio, las nuevas misiones de la OTAN después de la caída del Muro. Del mismo modo que Bush aprovechó la ocasión de la invasión de Kuwait por Irak para afirmar el nuevo orden mundial, la OTAN se ha adueñado de la situación en Kosovo para afirmar su nueva misión en la Europa de después de la caída del Muro de Berlín.



UNA OFENSIVA INCOHERENTE Y PELIGROSA
Catherine SAMARY

Los partidarios de los ataques de la OTAN nos dicen que “a veces hay que hacer la guerra para parar la guerra”. Cierto, pero esto se ha de discutir caso a caso: ¿qué o a quién se trata de combatir, con qué fin? ¿Quién es el más apto para hacer progresar ese objetivo? Las amenazas y, luego, las bombas dan una impresión de que se está actuando. Para muchos de los y las (entre ellos nosotr@s) que son solidarios de la causa de los albaneses de Kosovo, esas acciones son percibidas como la esperanza de una respuesta “concreta” a una revuelta humanista. Condenamos todas las agresiones contra todas las poblaciones que sean sus víctimas. Y las bombas de la OTAN son también una agresión contra la población yugoslava, igual que las bombas sobre Irak que provocan víctimas civiles

Un fracaso anunciado
En lo que afecta a Kosovo, muchos analistas han señalado ya que se trata de una respuesta miope, contraproducente e incoherente. Miope porque espera hacer ceder a Milosevic mediante ataques aéreos. Contraproducente porque las bombas caen sobre las poblaciones civiles serbias y kosovares, porque consolida un frente nacionalista detrás de Milosevic, facilitando una ofensiva de depuración étnica de Kosovo. Incoherente, en fin, porque si se piensa que los ataques de la OTAN protegen eficazmente a un pueblo minoritario, entonces hay que proponer bombardear Turquía para “proteger” al pueblo kurdo; y si se piensa que la OTAN puede ser un gendarme del mundo sin control de la ONU, disolvamos la ONU: esta intervención no ha respetado siquiera las reglas del orden “civilizado” que dice representar.
El argumento legal es sin duda secundario para nosotros: el bombardeo habría sido igualmente contraproducente y dramático si hubiera sido decidido por la ONU. Lo mismo podemos decir de las discusiones en el Parlamento francés: esta política habrìa podido ser decidida por un voto mayoritario y habría sido también desastrosa y condenable. Pero significaría al menos reconocer la posibilidad de un control y de un balance -con sanción política al apoyo contra nuestros gobernantes.
Los jefes de Estado y de gobierno de la UE han querido tener una política exterior común en Rambouillet. Pero, puesto que han tenido finalmente la misma lógica de gran potencia (sin tener los medios para ello) que Estados Unidos, sólo podían atacar con el puño de la OTAN. Un ejército y unas bombas europeas no habrían sido más progresistas. Moraleja: en la situación actual de la UE y de lo que son sus gobiernos, estamos a favor del mayor control posible sobre la política exterior de nuestros gobernantes ante los parlamentos; y que paguen así por los daños causados por sus orientaciones.
Es difícil zanjar entre las diversas interpretaciones de las opciones occidentales: ¿arrogancia cínica o miopía? Se trata probablemente de una combinación de las dos cosas. Los artículos de los grandes “media” en torno a Rambouillet estaban a la medida de ese clima de arrogancia, profundamente despectivo de los derechos de los pueblos. En este caso se trataba tanto del pueblo kosovar (del que era inimaginable que hubiera podido negarse a firmar los planes occidentales en la primera fase de Rambouillet) como del pueblo serbio: era aberrante pensar que Milosevic iba a ceder bajo la presión de las bombas.

En Serbia
Los últimos ataques de la OTAN se han apoyado en la hipótesis de que Milosevic retrocedería ante la demostración de fuerza. Se trata de una miopía política alimentada por una intoxicación mediática: se ha repetido (con una buena dosis de ignorancia) que fueron las bombas de la OTAN las que habrían hecho ceder a Milosevic en Bosnia poniendo así  fin a la guerra. La verdad es muy distinta: han hecho ceder a un Karadzic (en beneficio de Milosevic) ratificando una relación de fuerzas creada sobre el terreno por los ejércitos en lucha (serbio, croata y bosnio -habiendo sido sacados adelante estos dos últimos por Estados Unidos, que no quería combatir sobre el terreno). En Dayton Milosevic pudo firmar en nombre de todos los serbios y obtener que fuera legitimada la “entidad serbia” (por la que Karadzic había luchado). Los objetivos de guerra estaban relativamente cubiertos: la partición étnica de Bosnia, organizada conjuntamente en belgrado y Zagreb. No se ve en qué habría “cedido” Milosevic en Dayton, bajo la “amenaza de Occidente”.
Además, Milosevic no reina sólo ni simplemente a espaldas de su pueblo. Ha habido desde 1989, en Serbia y en la nueva federación yugoslava serbo-montenegrina, múltiples elecciones pluralistas. Hasta el punto (conviene recordarlo) que en octubre último varias ciudades pasaron bajo el control de la oposición. Cuando el poder quiso cuestionar esos resultados, hubo durante meses manifestaciones masivas que no fueron reprimidas. Esta “democratura” se parece a la de Croacia: parlamento, elecciones pluralistas, medios de comunicación, organizaciones de mujeres, movimiento antiguerra, sindicatos. No se trata de fascismo. Pero son regímenes que utilizan, uno y otro,  apoyos fascistizantes, milicias paramilitares para hacer el trabajo sucio, medios financieros y fiscales para aplasatar a los “media” independientes o corromper a su oposición.
Milosevic aparecía en el “centro”, apoyado a la derecha por le partido radical fascistizante de Vojislav Seselj, y por uno de sus más prestigiosos opositores del movimiento antiguerra, Vuk Draskovic (exdirigente de la oposición llamada democrática de antaño y líder del Partido de la Renovación Serbia). Reina así hoy con su “partido socialista”, apoyado a su izquierda por el JUL (partido de la “izquierda yugoslava” dirigido por Mirjana Markovic, la mujer de Milosevic): este partido recluta gente entre los “managers socialistas” corrompidos y las capas más populares, obreras y campesinas. Pero también ha combatido explícitiamente el nacionalismo serbio y sus crímenes en Bosnia en nombre de una ideología “yugoslavista”, titista. Por eso es tan influyente en los círculos del multiculturalismo y en las nacionalidades minoritarias que todavía constituyen más del 40 % de Yugoslavia (mientras que Croacia se ha convertido en algo casi étnicamente homogéneo).
No se puede comprender nada de Milosevic ni de su estabilidad política si no se tiene en cuenta que ha jugado en todos los tableros para así consolidar su poder: apoyo a la lógica secesionista (y luego abandono) de las minorías serbias de Croacia y de Bosnia; recurso a la mitología nacionalista serbia (el Kosovo, “Palestina serbia”, propiedad de Serbia), pero también a las ideas yugoslavas; cuestionamiento del pasado comunista, pero poco de privatizaciones y mucho de continuidad con el régimen anterior.

En Kosovo
La supresión de la autonomía que Kosovo había conquistado bajo Tito dio a la provincia un estatuto similar al de Córcega en Francia: ese “alineamiento con el derecho internacional” era una regresión grave e inaceptable para los kosovares (bajo Tito Kosovo estaba representado como una cuasi-república igual a Serbia a nivel federal; el albanés era lengua oficial en la provincia, incluso en la Universidad; la provincia tenía su política exterior, con lazos directos con Albania, por ejemplo).
Los kosovares perdieron sus posiciones dominantes en las instituciones, Belgrado quiso imponerles una relación de subordinación (no sin desprecio racista). Sufrían por tanto un apartheid escolar y decidieron boicotear todas las instituciones oficiales durante 10 años organizando su parlamento, sus escuelas, sus centros médicos. La autonomía “sustancial” propuesta por Rambouillet era un compromiso tan cojo como el de Dayton. Está de todas formas ya caduco.
Sobre el terreno, bajo la amenaza de las bombas, hacen estragos las fuerzas paramilitares del mercenario Arkan de siniestra memoria en Croacia y Bosnia. El asesinato de varios intelectuales albaneses acompaña a las amenazas que hacen huir a decenas de miles de gentes hacia los países vecinos. El objetivo de la ofensiva es, como en la República srpska de Bosnia, “limpiar” una parte de Kosovo (sin duda la que rodea los monasterios históricos del pasado serbio, en Pec, pero también algunas buenas minas en el norte y la capital...) y dejar el resto (pegado a Albania) a los kosovares.
Hay 2 millones de habitantes en Kosovo, de los cuales menos del 10 %  de serbios. Pero hay también varios centenares de miles de refugiados serbios de Croacia y de Bosnia que, hasta ahora, se han negado a venir a vivir en un Kosovo de mayoría albanesa (a pesar de que se les ha propuesto venir a coger el empleo de los albaneses despedidos).
Como en Srebrenica, donde los apartamentos de las poblaciones musulmanas expulsadas son ocupados por los refugiados serbios víctimas de las expulsiones croatas, el drama de unos va a ser una vez más explotado para agravar el drama de otros.


LA ALTERNATIVA A LA GUERRA
Alain MATHIEU

Defender la autodeterminación de los kosovares es la única alternativa a la guerra que el poder de Belgrado practica en Kosovo, al igual que a la que ha desencadenado la OTAN. Sólo la autodeterminación puede permitir al pueblo de Kosovo, y a sus diferentes componentes de origen albanés, serbio, gitano..., determinar juntos un futuro en común.
En la Yugoslavia de Tito Kosovo tenía un Estatuto de Autonomía que Milosevic cuestionó desde que llegó a ser la cabeza de la Liga de los Comunistas serbios y del Estado yugoslavo en 1989. Desde entonces,  Kosovo vive una especie de apartheid: el 80 % de la población está eliminado de la vida política. En la escuela y en los periódicos la lengua serbia es obligatoria. Se ha establecido un sistema de “preferencia nacional” en el empleo para los serbios.
Durante las negociaciones de Dayton sobre Bosnia la cuestión de Kosovo no fue abordada. Belgrado reforzó la represión y las amenazas provocando como reacción un auge del  movimiento de protesta de la mayoría albanesa, primero pacífico y luego la creación del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) frente a las exacciones de la policía y de las milicias serbias. Los kosovares, a la vista de ko que había sido capaz de hacer Milosevic en Croacia y Bosnia, se esperaban lo peor; la reivindicación de independencia empezó a dominar. Tenían así menos razones para desear seguir dentro de una federación dirigida por un poder en el que 10 ministros del partido de extrema derecha se sientan junto a los del partido de Milosevic, unidos en torno a una política ultranacionalista para la cual “el Kosovo es serbio”.
En esas condiciones sólo quedaban 2 alternativas. La guerra, lo cual implica una limpieza étnica para separar a las comunidades y partir Kosovo, o la única solución democrática y política: dejar que el pueblo kosovar se autodetermine, es decir, redefina su régimen interno, sus relaciones con los otros pueblos, su estatuto, su futuro, sus relaciones con Belgrado, en un acto de decisión libremente consentido, mediante una consulta democrática.
Una federación sólo puede ser viable si es aceptada libremente por cada una de las partes contratantes: independencia o autonomía; es el pueblo de Kosovo en su conjunto el que ha de decidir, incluyendo la discusión de los derechos de las minorías en el seno mismo de Kosovo. Un proceso semejante es el único que ofrece la garantía de que todas las comunidades definan unas reglas e instituciones para vivir juntos, en igualdad, mientras que la agravación de las tensiones y la voluntad de imponer el poder de una minoría conducen con seguridad a la guerra, a la depuración.
Lógico con la política desarrollada desde hace 10 años, Belgrado ha elegido esta última solución. Pero las grandes potencias también han rechazado ese derecho a la autodeterminación. En la conferencia de Rambouillet han exigido a la delegación  kosovar que renuncie a él. Se han arrogado el derecho de decidir en lugar de los interesados que debían seguir dentro del marco de la federación yugoslava. La OTAN y Europa han contribuido finalmente a arreglar la cuestión de Kosovo dejando a Milosevic alcanzar su objetivo: mantener una parte de Kosovo bajo su mando a costa de una nueva depuración étnica. “La única cosa de la que estoy segura es que nuestra vida se ha roto...Diga a los occidentales que si los bombardeos continúan, los albaneses van a desaparecer de Kosovo”. Es el grito de una refugiada recogido en “Le Monde” del 30 de marzo.

Que acabe por fin esta guerra y que se vuelva a una solución política basada en el derecho de los pueblos.