amigas, amigos: les transmitimos una carta recien llegada, pero como los hechos evolucionan rapidamente, varias mujeres citadas ya han vuelto a su ciudad, pueblo de origen aunque, nos dice su autora, muchas han encontrado su casa en pesimo estado, todo robado, roto, revuelto, destruido, ... entonces la nueva realidad es enfrentarse a sus casas donde estan presentes las marcas del odio.

Notas de un viaje a Macedonia
Feministas en campos de refugiados

3 de junio de 1999

En la carretera hacia Skopje, frente a la frontera, la gente espera de pie para cruzar. Hay unos 15-20, presumiblemente de una ciudad cercana, quizás de Gnjilane. Me pregunto cuando han visto los ciudadanos de Belgrado a los de Gnjilane si es que los han visto alguna vez. ¿De nacionalidad serbia o albanesa? En cualquier caso yo los veo por primera vez en mi vida. Deben ser albaneses. Están de pie en la oscuridad y esperan para cruzar la frontera. De pie. Permanecen en silencio y sólo puedo oír voces de niños pequeños. Están callados como si no hubieran hablado nunca y parece como si el sufrimiento trascendiera esos rostros que aguantan allí inquietamente pacientes. Los desplazados que cruzan la frontera de Tabanovci tienen un status diferente del de los viajeros que llegan en autobús desde Belgrado.

He venido para ver a mis amigas que fueron arrancadas de sus casas con metralletas y se encuentran en este momento en Macedonia. Voy a visitarlas, a ver cómo viven desde que hace unos pocos días se han convertido en refugiadas. Caminan por calles extrañas para alquilar pisos en otro país. Algunas de sus experiencias sobre cómo consiguieron llegar aquí me son familiares. Desde 1992 a mis amigas ahora separadas por líneas de frente les ocurre la misma historia. Que nos echamos de menos unas a otras, que las guerras nos separan, que ansiamos el reencuentro, abrazarnos en los llamados "países terceros", viajar horas para vernos. ¿Es esta nuestra última guerra?

Cegrane

Todo el mundo ha oído hablar de "Cegrane", porque es el más grande, se encuentra cerca de Tetovo, y alberga a unas 43.000 personas. Es célebre porque está asentado en el polvo y la piedra, apropiado para lagartos y serpientes. Es la ladera de una colina, al lado del fértil valle donde viven los naturales, con muchos árboles, agua, flores. Pero el campo no está en el valle sino que comienza justo cuando este acaba y deja paso al roquedal. Al otro lado del valle, sobre la ladera opuesta, está situado el campo de Stenkovec con unas 30.000 personas. A día de hoy unos 103.000 albaneses expulsados de sus casas en Kosovo están ubicados en campos de refugiados en Macedonia y otros 150.000 en casas de familiares o amigos.

Cegrane es una pequeña aldea en el valle habitada principalmente por albaneses. Se encuentra ahora muy activa; jeeps de agencias humanitarias, aglomeraciones, tiendas, restaurantes abarrotados. El campo de Cegrane son miles y miles de tiendas de color blanco amarillento. Conviene subir hasta el final. Muchas llevan aquí dos meses. Las organizaciones humanitarias instalaron tomas de agua, los servicios, escuelas, hospital, almacenes, parque infantil y distribución de alimentos. Todavía no tienen duchas pero se las han prometido para junio.

Cuando te adentras en el campo sólo ves alambradas tanto alrededor como en el interior. Mis amigas me contaron que las alambradas están para prevenir los altercados. Cada campo está rodeado de una valla de alambre. En la mayoría hay una disposición que impide salir a los refugiados menos que tengan un permiso. Una norma vigente en Macedonia les impide viajar de una parte a otra del país más de dos veces, a la tercera tendrían que abandonarlo. Además no pueden salir y volver a Macedonia después. Desde el campo de Cegrane pueden ir al pueblo cercano, bañarse, visitar la mezquita, hacer alguna compra. Los jeeps circulan arriba y abajo y el polvo llena los ojos. No hay una sombra donde ocultarse. Hay muchos niños. UNICEF ha organizado tiendas para escuela. Las escuelas elementales tienen cinco turnos de dos horas a partir de las 8. En las tiendas hay pizarras y bancos. Un actor del teatro infantil de Pristina "Dodona" hizo una representación en el suelo pedregoso en mayo. 4500 niños la presenciaron aplaudiendo y saltando. El grupo de mujeres Motrat Qiriazi de Pristina comenzó a trabajar en 1994 para apoyar a las chicas en el área rural de Has en Kosovo. En mayo de 1999 seguían con la tarea en Cegrane. Feministas de Pristina y sus amigas de Inglaterra, Suecia y otros países montaron una gran tienda sólo para mujeres. Un grupo de chicas, un grupo de mujeres, reuniones diarias con los coordinadores locales, clases de cámara de televisión, de fotografía amateur, clases de inglés, todas estas actividades se llevan a cabo allí. Dos veces a la semana en esa misma tienda trabajan dos peluqueras. Diez feministas trabajan allí cada día. Ese sábado llegué yo y me presenté como Marija de Italia. Fue una decisión conjunta, conscientes de lo inmediato del trauma no queríamos provocar recuerdos desagradables o dolorosos a nadie. La semana anterior cuando Rada Boric, Neva Tolle y Slavica Kusic, feministas de Zagreb, visitaron los campos de refugiados en Albania, algunas chicas temblaban sólo de oír hablar croata. En el campo algunas chicas se dirigieron a mí con algunas palabras en español aprendidas de la serie Casandra. En la tienda de las mujeres, a la media hora no quedaba sitio, todo estaba lleno, hasta el suelo; había allí 120 jóvenes de diferentes partes de Kosovo. La tienda está abarrotada de chicas, muchas se han cortado el pelo hace poco, muchas acuden a los talleres varias semanas, algunas asisten por primera vez; una energía increíble, ni un resquicio vacío. Igballa Rogova, feminista de Pristina, que coordina la actividad del grupo levanta la moral: Gritemos: "Vajzat jan tforta" (LAS JOVENES SON FUERTES), una vez, otra vez, más alto. !Qué alegría¡ Nos sentíamos fortalecidas como mujeres junto a nuestras amigas para expresarnos con nuestras voces. Luego, conversaciones, intercambio de información, debates sobre la violencia masculina y algunas situaciones desagradables que podían ocurrir en el campo. Luego prosigue el role playing. ¿Cómo defendernos de un hombre entrometido? Esta vez desempeñaba el papel de hombre Nazlie Bala feminista del Grupo de Mujeres "Elena" de Pristina. Fue tan convincente y tan adecuado que todo terminó en risa y gritos, porque a todas gustó su manera de representar la intromisión. Las chicas ríen. Hace mucho calor en la tienda. Luego empiezan a cantar. Una canción de Drenica y Kosovo es la favorita. Para acabar un cassette de pilas. Comienza el baile cuando suena música folk albanesa. En medio del día, en el medio de la tienda, sin espacio para moverse, las jóvenes sin casa, cuyos padres fueron obligados a arrojar sus documentos de identidad en bolsas de plástico cuando en mayo fueron deportados hasta la frontera, escoltados por la policía serbia, chicas que añoran sus casas, chicas que sufrieron días de hambre y miedo, chicas agotadas por haber sido desplazadas de sus vidas, como muchas otras de Croacia, Bosnia o Palestina, aquí están, han sobrevivido y están bailando.

Lepa Mladjenovic

Skopje, 15 de junio 1999

Ayer, cuando viajaba de Belgrado a Skopje por segunda vez, había muchos coches huyendo hacia Belgrado. En las bacas y remolques: sillas, cómodas, colchones, alfombras de Gnjilane y Prizren. Ahora es la población serbia la que se ha visto obligada a desplazar sus vidas. Los activistas anti-guerra de la ex-Yugoslavia recuerdan muchas escenas similares que se retrotraen a 1991, con tristeza y rabia.

Centro autónomo de mujeres contra la violencia sexual