El Mundo 06/05/99

          Europa ante su entierro
              GABRIEL ALBIAC
 

              Objetor electoral como lo soy (no veo por qué narices habría de representarme en nada gente infinitamente menos competente y bastante más mala que yo mismo), la payasada de anteayer
en el Parlamento no me afecta. Trato, sin embargo, de ponerme en la piel del ingenuo ciudadano que haya votado a ese personal.

              Escalofría. Oír desbarrar a los Borrelles, Aznares, Radiolas y otras faunas, a mí hasta me puede hacer gracia. Para sus representados, la cosa debió ser, supongo, de denuncia por estafa en el juzgado de guardia. ¡Seguid votando, chicos!

              A estas alturas tengo ya suficientemente claro (hasta Romano Prodi, que no es precisamente una lumbrera, lo tiene claro) quién ha perdido esta guerra. Ya. Europa. Por supuesto. Quién vaya, al         final, a ganarla es menos seguro. Un par de meses antes de que la sombra de los bombarderos se perfilara sobre Yugoslavia, una euforia -la verdad, más bien risible- rezumaba en los discursos              empalagosos de esta generación, encefalográficamente plana, que integra el gremio político de fin de siglo. La UE se soñaba  primera potencia del planeta. El euro iba a desplazar al omnipotente dólar.

              Caído el muro y con el antiguo Imperio Ruso (algunos llamaban a eso URSS, pero no fue más que una broma negra de setenta años) reducido a basurero, un inmenso territorio neocolonial se abría a la expansión del muy próspero viejo continente. Algún ex del 68, hoy gagá prematuro, llamó a eso, en
arrebato entre megalómano e idiota, «nuevo proyecto civilizatorio»: tiene narices.

              Al final, la realidad se impuso. La realidad se llama OTAN. La realidad se llama monopolio militar universal de Estados Unidos. La realidad se llama: usted civilice lo que le dé la gana, pero el Ejército es mío y al dólar no me lo toque. La realidad.

              Una semana después de iniciarse los bombardeos, USA había conseguido ya todos sus objetivos.
1) Que la población kosovar fuera masivamente eliminada, lo cual evitaba cualquier tentación de negociar un alto el fuego.  2) Que los países europeos de la OTAN, no sólo se tragaran la unicidad de mando estadounidense  (vehiculada por el hispano bedel Solana), sino que, encima, violaran sus respectivas constituciones nacionales, al no someter a aprobación parlamentaria la entrada en guerra.
3) Que cualquier  futuro del capital europeo en el Este quedara congelado de modo indefinido.

              ¿Quién ganará esta guerra? Quizá todos (casi): el genocida Milosevic, mutado en héroe nacional; el homicida Clinton, olvidado de sus miserias genitales; la mafia albanesa (Gobierno y ELK incluidos), de pronto respetable... Da lo mismo. El juego de verdad es quién pierde la guerra. Europa. Gran ajedrez. Perfecto.