Una reflexión acerca de la solicitud de Amnistía Internacional de un nuevo juicio para Mumia

Quien envía esta información no comparte la opinión de A.I. sobre el caso de Mumia, por carecer esta de un compromiso claro, estar falta de coraje y porque no pretende realmente cambiar el estado de las cosas que denuncia; sino reformar el mismo sistema criminal que dice denunciar. Cuando A.I. hace pública, ante los medios de comunicación, su reclamación de un nuevo juicio para Mumia, no es su caso el que toma el protagonismo en la lucha, sino es A.I. quien intenta reclamar la atención de l@s personas que están o no en la lucha, para ser la propia organización el fin último de la lucha. Afortunadamente todos los grupos y personas de A.I. no están guiados por ese mismo reformismo, y son muchas las personas y grupos de esta organización que se han atrevido a romper con todo ese protocolo de apolitización social y se han enfrentado abiertamente al sistema, llevando la lucha a las calles y a las causas más profundas que le dan sentido.

Me parece que son demasiados los asesinatos que han cometido el ejército, la policía, el gobierno y la justicia de los EE.UU. como para reclamar un nuevo juicio para Mumia. Mumia no tendría que demostrar su inocencia, sino que debería de ser el gobierno, sus fiscales, sus jueces y sus policías quienes tendrían que explicar su criminal actitud contra Mumia y dar cuenta de los más de 18 duros años de encierro, de los tres intentos de asesinato que ha sufrido en su persona y de la intensa represión de la que ha sido y es objeto por una parte importante de la sociedad norteamericana y a causa de la cual todavía aún hay muchas personas que siguen sufriendo los más atroces aislamientos. No podemos dejar la vida de Mumia otra vez más en manos de los mismos criminales que lo condenaron y quisieron asesinarlo y silenciarlo para siempre, encerrándolo en los más duros confinamientos de los corredores de la muerte, privándole del recuerdo del contacto afectivo de sus hij@s, familiares y amig@s durante más de 18 años y después de haber soportado huelgas de hambre, represiones, amenazas contínuas de muerte, importantes deterioros de la salud, encierros en aislamiento y dolorosas pérdidas de amig@s y camaradas en los encierros más criminales de ese estado asesino que son los Estados Unidos de América.

No podemos dar una nueva oportunidad para que la cultura de la muerte renazca sobre sus cenizas de venganza, pasando la página del olvido sobre los restos del genocidio indígena, negro y popular, y para consolidarse, una vez más, en el discurso de la democracia más perfecta en la cual hasta las injusticias más atroces pueden ser reparadas y en la que tod@ mortal al fin puede hacer oir su voz para encontrar justicia y bienestar. Con Mumia no puede triunfar la letal cultura del sueño americano, que revive con los sueños arrebatados a l@s desposeíd@s, sino que tiene que resurgir el espíritu de la resistencia de los pueblos y de las personas conscientes contra la McDonalización universal, contra la uniformización que pretende el nuevo orden mundial. Como suele suceder en tantas ocasiones, es muy probable que al final de este camino encontremos la verdad, pero realmente solo podremos ser libres, si denunciamos a todos aquellos que en último momento se acercarán a escribir y a inmortalizar esta página del recuerdo y a hacer suya una lucha en la que, hasta ese justo momento, solo habían participado como una efectiva pieza más de ese sistema criminal. No hay justicia en un nuevo juicio a Mumia, la justicia sólo se podrá dar cuando Mumia esté libre, no sólo de las rejas y cadenas del sistema, sino también de todos aquellos que le han perseguido con mortal ensañamiento y odio y de aquellos que conociendo su situación fueron cómplices con su voluntaria ignorancia consciente y con su letal silencio, esperando a ver si con el tiempo, el sistema se cobraba una víctima más para su panteón de "mártires caídos por la revolución".

La lucha por la libertad de Mumia no concluye con su excarcelación, sino que ese puede ser el momento oportuno para empezar a hacer girar este orden de las cosas, en el sentido de subvertirlo, golpeando directamente al poder allí donde más daño le hace. No se trata de cambiar un orden por otro, o un poder por otro, o un estado por otro,..., sino de aprender a vivir sin orden, sin poder, sin estado,...

La utopía es tan necesaria como el pan o la poesía, y est@s pueden ser tan revolucionari@s como aquella, ...pero no son suficientes.