ALGUNAS COSAS QUE NO SE HAN DICHO SOBRE LA “LEY BONO”

 Es evidente que las medidas para erradicar la violencia de género hasta ahora han demostrado su ineficacia. (el 98% de las víctimas mortales en España habían presentado denuncia).
No vamos a volver a dar los datos de las mujeres asesinadas como referencia, ni de las maltratadas en el tiempo transcurrido de este año porque la tragedia es que los datos dejan de ser actuales día a día...

 Si efectivamente preocupara en nuestra sociedad, (que posiblemente preocupe el asesinato de mujeres a manos de su pareja), el por qué de esta situación; si se sintiera directamente afectada como parte de un cuerpo enfermo, exigiría con la contundencia y el compromiso que se exigen otras cosas, sin duda legítimas, una intervención ágil, rápida, eficaz de los poderes públicos.

 Es cierto que estamos ante una situación que demanda “medidas a medida” como dice Miguel Lorente; que requiere actuaciones en muchos ámbitos, pero las actuaciones deben responder, todas, a un diagnóstico incuestionable, deben contemplarse desde la misma perspectiva.

 Por supuesto es necesario abandonar algunas actuaciones que se han demostrado ineficaces, modificar otras, emprender nuevas y sobre todo, actuar con rapidez y convencimiento, en sintonía y en sincronía, directamente al nudo de la cuestión. Dicen que es mejor pasarse que no llegar, aunque creo que el problema es “tan de fondo”, afecta tanto a la raiz que será difícil “pasarse”.

 Por esto y por muchas consideraciones más que intentamos transmitir, nos indigna la reacción que ha provocado desde su anuncio, la llamada “Ley Bono”. Lo lamentable es que ni siquiera nos sorprenda.

 Se han escrito, se han dicho muchas cosas, se han manifestado jueces, fiscales, políticos, tertulianos, columnistas...
 Hemos oido entre otras cosas:

“Que las listas provocarían que la carga del oprobio acabase llegando a los familiares más próximos al maltratador”

“Que la publicación de las listas extiende el agravio a las familias del agresor que ven manchado su nombre y hecha pública una situación nada agradable”.

“Que la publicación de las listas no solo preconiza la estigmatización de los condenados y coarta su rehabilitación, sino que además es una medida expuesta a errores graves”.

“Que atenta contra la dignidad de los condenados y supone un castigo añadido no previsto en el Código Penal”.

“Que podrían provocarse denuncias falsas con el fin de mancillar el nombre de una persona”.

“Que las listas atentan contra el derecho a la reinserción social”.

“Que la gravedad de la culpa individual no depende de la frecuencia social de los actos”.

“Que determinados políticos pretenden ganar votos induciendo al linchamiento”.

“Que la propuesta, digásmolo sin rodeos, nos retrotrae a los viejos tiempos en los que algún gobernador civil disponía que los gamberros barrieran las calles -con testimonio gráfico en el diario local-”.

“Que la violencia doméstica es eso, violencia”.
 

...Aún hay más. Sin embargo no hemos oido que:

 Lo que realmente es un oprobio, lo que mancha a una sociedad entera es permanecer al margen, es consentir, es ser cómplice, es no reconocerse parte del problema, es no tomar partido.

 Se producen demasiadas resoluciones judiciales en las que se “rebaja” la pena al maltratador. Y que los jueces deben asumir la responsabilidad de interpretar la ley.

 La “frecuencia social” de las agresiones a las mujeres no es sencillamente la suma de agresiones individuales, sino la consecuencia de unas pautas de comportamiento referenciadas exclusivamente en una cultura secular androcéntrica.

Es necesario expulsar al maltratador de la consideración social de “buena gente”, “enajenado mental...transitorio”, en fin que a estos efectos sea realmente insignificante “tener un expediente laboral intachable”.

La violencia sexista registra unas muy severas características de desigualdad. Detrás, siempre hay una jerarquía, una relación que se articula a través de las diferentes expectativas de comportamiento que la sociedad reserva a hombres y mujeres

No es una violencia que enfrente a dos “contrincantes” en clara confrontación, a medir fuerzas, sino que estructura las formas de relación por lo que “los testigos” evitan intervenir, como si fuera una injerencia. La violencia está protegida por la intimidad del hogar.

Hemos de sacar del ámbito privado la violencia contra las mujeres. Hay que asumir que no “es cosa de dos”. La violencia contra las mujeres no puede seguir “privatizada”, porque, entre otras cosas, la privacidad goza de menor rango que lo público a efectos de legislación o de medidas preventivas...

Es imprescindible remover los cimientos para que otras estructuras puedan dar respuesta a nuevos tiempos en los que hemos decidido vivir en igualdad para poder ser libres.

Quedarían muchas cosas por oir, muchas valoraciones que hacer, muchos aspectos de nuestra sociedad que cuestionar, muchas más cosas de las que hablar de la Ley de Prevención de Malos Tratos y de Protección a las Mujeres Maltratadas aprobada por el Parlamento de Castilla-La Mancha, que de “las listas” y sería bueno que las pusiésemos en común.

A nosotras nos parece un acierto evidente aunque no fuera nada más que porque supone el reconocimiento del maltrato contra las mujeres como un asunto público y político y porque se quiebra, no se sigue reproduciendo el discurso social de la privacidad, o de las características psicológicas del agresor-agredida. Es imprescindible una validación pública y social de la violencia contra las mujeres.

Otro aspecto fundamental a destacar, es la participación de las organizaciones de mujeres en la elaboración del Anteproyecto de Ley.

La corresponsabilidad de la sociedad a través de las organizaciones, en este caso de mujeres, no solamente es algo deseable y legítimo sino exigible. Entendemos que es la única forma democrática de abordar las labores públicas.

Confiamos que el instrumento que supone la Ley, contribuya a que “el derecho a maltratar”, no pueda seguir ejerciéndose con impunidad...al menos en Castilla-La Mancha.
 

Enriqueta Chicano
Federación de Mujeres Progresistas.
Mayo de 2001.