AFRICA:
Sobrevivientes de violencia de género
brindan testimonio




NAIROBI, 15 agosto 99 (IPS)     por Judith Achieng'

Faduma Abdi Ibrahim se describe a sí misma  como una zombi ambulante. En 1994 fue secuestrada en su casa de  Somalia por una banda de 28 bandidos que la violaron por turnos  durante meses.

   ''Cada día y cada noche rezaba para morir'', recordó.

   Los bandidos, que pertenecían a una de las milicias  responsables de la actual guerra civil en Somalia, le dispararon  en el brazo derecho y luego la abandonaron, creyéndola muerta.

   Ibrahim, que ahora vive en el campo de refugiados de Kakuma, en  Kenia, dijo que si bien algunas buenas samaritanas la salvaron de  la muerte, personalmente no tiene ningún motivo para vivir. ''Se  apoderaron de mi vida y mi dignidad'',
expresó.

   Ibrahim es una de las 250 sobrevivientes de violencia de género  de todas partes de Africa que viajaron a Nairobi para prestar  testimonio ante un Tribunal Africano de Mujeres, instalado a fines  del mes pasado.

   El simulacro de juicio, organizado por el grupo humanitario Al-  Taller con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer  (Unifem), fue la primera audiencia pública donde se escucharon  testimonios sobre violencia contra las mujeres en Africa.

   ''Se trata de un tribunal simbólico que permite a mujeres  víctimas de violencia hacer públicos sus problemas'', explicó Mary  Okumu, quien dirige Al-Taller en Nairobi. Durante los dos días de  audiencias, las testigos hicieron estremecedores relatos de todo  tipo de actos violentos en su contra.

   Otra mujer somalí que también vive en el campo de Kakuma  conmovió hasta las lágrimas al tribunal cuando contó cómo los  bandidos obligaron a su hijo a violarla.

   ''Mi hijo se negó diciéndoles que era su madre, pero no lo  escucharon. Dispararon al aire y grité. Le dije a mi hijo que lo  hiciera para que salvara la vida'', relató.

   La guerra civil en Somalia estalló en 1991 tras el  derrocamiento del presidente Siad Barré. El país del Cuerno de  Africa está ahora dividido en zonas controladas por distintos  clanes que luchan entre sí.

   Mujeres de Ruanda hicieron relatos similares sobre asesinatos y  violaciones contra sus seres queridos durante el genocidio de  1994, en el que perecieron hasta un millón de personas.

   Así mismo, mujeres de Etiopía expresaron preocupación sobre la  creciente violencia cultural a través de prematuros matrimonios  forzados. En algunas comunidades etíopes, muchas ni as son casadas  a la edad de seis años.

   Una adolescente keniana contó como un ministro del gobierno la  violó cuando tenía 13 a os. La joven, ahora de 16, tuvo que dejar  la escuela cuando se dio cuenta de que estaba embarazada.

   ''l (el ministro) me amenazó y me dijo que no hablara. Dijo  que no había manera de que una chica pobre como yo lo pudiera  perjudicar, porque él estaba siempre con el presidente'', relató  al tribunal.

   Sobrevivientes de la violencia doméstica también narraron sus padecimientos. Silvia Svanda, una directora de escuela de  Zimbabwe, muchas veces se vio obligada a pasar la noche en casa de  vecinos debido a los frecuentes ataques de su marido.

   ''Mi marido era realmente un individuo violento. Supuestamente,  en mi casa, yo debía ser vista pero no escuchada. Para una mujer  profesional como yo eso era imposible, y lo dejé'', contó.

   Svanda aseguró que no se arrepiente de haber puesto fin a esa  relación abusiva tras enterarse de que su ex marido ahora está  muriendo de sida. ''Mientras creamos que no podemos vivir por  nuestra cuenta, nunca saldremos de semejantes matrimonios'', dijo.

   Muchas sobrevivientes mostraron marcas en sus cuerpos, como  dientes faltantes, cortes con objetos afilados o heridas de bala. Otras estallaban en un llanto histérico, un síntoma de trauma  psicológico.

   ''Los testimonios ayudaron a destraumatizar a mujeres víctimas  de violencia y a promover la reconciliación en diferentes  sociedades'', apuntó Inonge Leweanika, de Zambia, uno de los  jurados del tribunal.

   La sudafricana Martha Mudlala acusó al pasado régimen del  apartheid, que gobernó hasta 1994, de obligarla a crecer en la  pobreza.

   La pobreza fue agregada a la lista de las diferentes formas de  violencia padecida por las mujeres. ''El apartheid se llevó  nuestros derechos económicos y nos despojó de todas nuestras  propiedades'', afirmó.

   Cuando era niña, Mudlala fue separada de su padre, que debió  trabajar en Johanneburgo, y sólo se le permitió enviar a su casa  34 dólares cada dos meses para mantener a una familia de ocho. ''Las leyes eran tan duras que no podíamos ir a visitar a nuestro  padre en Johannesburgo'', contó.

   Su colega, Mama Lydia, dijo que debió cambiar su identidad para  encontrar un trabajo decente durante el apartheid.
    ''Como negra, sólo podía obtener trabajo como sirvienta  doméstica. Tuve que falsificar mi cédula de identidad y aparecer  como mestiza. Si me hubieran descubierto, habría ido a la cárcel  por al menos cinco años'', dijo.

   Mariah Sheba, una periodista de Tanzania, culpó de la  marginación de las mujeres al colonialismo y la traición de los  líderes africanos.

   ''La mujer africana fue una criatura libre y digna hasta que  apareció el moderno modelo económico que le quitó todo poder de  decisión'', expresó.

   ''Antes de la independencia, las mujeres eran instadas a luchar  por la libertad contra el poder colonial y, a cambio, se les  prometió la igualdad. Sin embargo, las mujeres han seguido siendo  pobres e ignorantes de sus derechos'', dijo.

   Wangary Maathai, una ambientalista de Kenia perseguida por el  gobierno de Daniel Arap Moi por su resistencia a la venta de  tierras públicas y bosques, manifestó al tribunal que también las  mujeres, en parte, son culpables de su propia marginación.

   ''Esto se debe a que, en general, las mujeres tienden a  subestimarse y a dejar que otros digan quiénes son y cuánto  valen'', se aló.

   Maathai urgió a las mujeres a no culpar a los demás. ''Es hora  de escribir un capítulo diferente en nuestra larga historia de  lucha y hacernos cargo de nuestro destino'', exhortó.

   Sin embargo, las mujeres africanas no se resignan a ser  víctimas de la violencia.

   Gertrude Ochieng, de Kenia, contó cómo debió luchar contra su  familia política para conservar las propiedades y la tierra de su  marido desde que éste falleció, en 1968. ''He sido golpeada muchas  veces, pero me mantuve firme. ?Adónde esperan que vaya si me  quitan mi tierra y mi casa?'', preguntó.

   Anne Nyaberi, de la Federación Internacional de Mujeres  Abogadas, con sede en Nairobi, dijo que a pesar de los tristes  relatos sobre la condición de la mujer, hay cierto progreso en  Africa.

   Organizaciones femeninas de Kenia han logrado imponer un tercio  de mujeres en una comisión abocada a la reforma de la  Constitución, destacó. ''Esto dará mejor oportunidad a las mujeres  de participar directamente en su bienestar''.

   Este año, el parlamento de Kenia también aprobó una ley sobre  igualdad de género. ''Están ocurriendo cosas que podemos  celebrar'', subrayó Nyaberi.