LAS TORRES GEMELAS
 

por Victoria Sendón de León

 Es difícil, al día siguiente del apocalipsis, reflexionar sobre otra cosa que no sea el ataque al corazón mismo del Imperio. Curiosamente se ha producido en el aniversario de aquel otro contra el corazón de la democracia chilena en el Palacio de la Moneda, lo que una vez más corrobora aquel dicho de que  “aquellos polvos nos trajeron estos lodos”, porque no se puede ultrajar impunemente a tantos y tantos pueblos sin recibir una respuesta. Lo siento de verdad por el sufrimiento humano que ha provocado, pero desearía que este imprevisto golpe nos sirviera para replantearnos la inhumana política internacional.
 
 Supongo que al contemplar Manhattan entre llamaradas, humo y polvo, gentes corriendo despavoridas, llorando y ensangrentadas, todos evocáramos las fastuosas películas que EE.UU. produce, aplaude y admira. Sólo que esta vez no se trataba de una maqueta. Y ese espectáculo , con su enorme repercusión, oscurecía otros sufrimientos humanos tanto o más dolorosos que están sucediendo en el planeta y que constituyen de modo indirecto las causas de ese efecto espectacular.

 El pasado 5 de septiembre leí dos noticias simultáneas que pueden explicar algo de lo sucedido. La primera de ellas decía que EE.UU. había lanzado dos ataques aéreos contra el territorio iraquí -y van ya 18.000- con la disculpa reincidente de que Irak fabrica armamento biológico muy peligroso. Pues bien, en la página siguiente se nos desvelaba que Bush apoya un plan de guerra biológica del que no se informó ni a Clinton ni al Congreso. Se trata de manipular genéticamente la bacteria que causa el ántrax para aumentar su poder letal. Por este motivo Bush consintió en retirarse de las conversaciones para ampliar el tratado internacional de 1972 sobre prohibición de armas biológicas, ya que ello obligaría al Pentágono a abrir sus laboratorios a equipos de observadores extranjeros, algo que la cúpula militar considera inaceptable. ¡Qué cinismo !

 Hoy todos los gobiernos, salvo Irak claro, se solidarizan con el país de ese Bush que también se ha retirado del protocolo de Kioto, que trata de reducir las emisiones de gases nocivos a la atmósfera, en una muestra de insolidaridad total con el resto del mundo. ¿Que se puede exigir a cambio ? ¿Qué se puede esperar de un sistema financiero que crea y fomenta paraísos fiscales en los que Osama bin Laden puede guardar a buen recaudo los millones de dólares capaces de orquestar semejante masacre?

 Primero se alimenta al monstruo, -Sadam Hussein, los talibán, el sionismo, los diversos nacionalismos en la ex-Yugoslavia- y luego se pretende que el “golem” no sea más que una marioneta a las órdenes de su dueño, pero cuando el muñeco toma vida y empieza a actuar por su cuenta ... ¡qué escándalo ! La política de EE.UU. es la del bombero pirómano o la del pirómano bombero, tanto da. “Quien siembra vientos, recoge tempestades”. Lo malo es que esas tempestades tengan que sufrirlas siempre miles de seres inocentes.

 Fascinada frente al televisor contemplaba esas dos torres gemelas del World Trade Center de Nueva York sin poder evitar el perderme en las metáforas que evoca el símbolo, porque esas dos torres rompían el antiguo diseño de la ciudad : edificios que trepaban a más y más altura en busca del modelo, pero en competencia con otros. Obeliscos que desafiaban a los cielos en su afán de ser únicos, de triunfar sobre la mediocridad y señalar con su dedo erecto las cimas del poder. Pero, de pronto, surgen dos moles cuadradas, idénticas, que se miran embelesadas en un recíproco autismo al margen de todas las demás. Me evocaban la imagen del pensamiento único, del modelo único que se reproduce a sí mismo, porque la estrategia de ese modelo es su propia clonación. Y las vi como metáfora de la política actual en la que las alternancias ya nada significan porque representan lo mismo, encarnan los mismos valores, defienden los mismos programas aunque aparezcan como diversas. Lo “Otro” ya sólo aspira a ser el gemelo de lo “Mismo”. Abatido “el imperio del mal” tras la caída del Muro ya no hay que competir con nadie, sino establecerse como lo seguro, lo estable, lo reproducible, lo imitable. Es el triunfo del monopolio duál, que necesita duplicarse para aparentar posibilidad de elección, de cambio, de libertad.

 Pero esas dos torres... han caído. ¿Continúo con las metáforas ? Los que rigen los destinos del mundo ¿sabrán destruir también sus estúpidas torres con pies de barro ? ¿Se darán cuenta de que caminamos con ellos hacia la destrucción ? ¿Intentarán construir modelos más habitables de mundo ? Y, sobre todo, la ciudadanía ¿reflexionará sobre lo que más nos conviene ? ¿Seguirá pagando impuestos para delirantes escudos anti-misiles ? Los medios propalan como mayor preocupación las subidas o bajadas de la Bolsa, el pavor ante el terrorismo islámico o la contabilidad de los muertos. ¿Muertos ? Para muertos, Hiroshima y Nagasaki ; para muertos en vida los hambrientos en Centroamérica, las mujeres de Afganistán, los niños vendidos como esclavos... Y que conste que no puedo olvidar la desolación de las familias y amigos de las víctimas, la agonía desesperada de esas mujeres y hombres que han sido sepultados sin poder escapar de los gigantes inevacuables y pretenciosos que han sido su tumba. Y que conste, también, que no justifico la atrocidad que se ha llevado a cabo. Sólo quiero poner el énfasis en las causas, no sólo en los efectos.
 Bush ya ha dicho que esto es una guerra ¡horror ! Una lucha entre el bien y el mal, situándose en el primer término del par, claro. ¿Es que no ha comprendido nada ? ¿Es que no está suficientemente claro que la violencia engendra violencia ; el hambre, odio ; la prepotencia, fanatismo ? Tanto el terrorismo como el imperialismo deben ser combatidos sin concesiones porque ambos engendran y provocan terribles sufrimientos : los dos por igual.

 Me pregunto qué cara se le habrá puesto a Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional, que apuesta claramente por la dureza y las opciones unilateralistas más que por la moderación y la justicia social. Me sobrecoge la capacidad de un sistema de valores que es capaz de hacer de una mujer afroamericana una clónica entusiasta capaz de aplicar los más duros métodos de persuasión y sometimiento contra los más débiles. Ella constituye el modelo perverso para algunas mujeres “que llegan” y optan por ejercer el poder y la capacidad de decisión al más puro estilo patriarcal. ¿A eso nos lleva un igualitarismo indiscriminado que no cuestiona el paradigma mismo del poder ? Empiezo a no entender nada. Pertenece sin duda al reino de lo que una amiga llama “las mutantes”, que para demostrar su fidelidad al sistema tienen que blindarse ante los buenos sentimientos, la humanidad, la compasión incluso. Y no es que las mujeres tengamos que ser las “buenas” de la película, no. Bastaría con ser simplemente las sensatas frente a tanta locura, pero está claro que el presidente Bush se rodea de quienes más se le parecen.

 Hoy, en el día después, lo que me preocupa es el derrotero futuro que vaya a tomar la población civil, la economía y los gobiernos, porque sin duda que se ha producido una evidente inflexión en la historia de la humanidad. Una inflexión que deberíamos aprovechar como crisis de crecimiento, pero si el mundo continúa por los mismos derroteros, como si nada hubiera pasado, podemos esperar lo peor. Las conclusiones de aquellos que tienen el poder de la representación no pronostican buenos augurios. Tal vez haya sonado la hora de la población civil, de la auténtica democracia participativa.

 Las torres gemelas han caído. El mensaje es claro ; las conclusiones, múltiples ; ésta, una aproximación de urgencia.

 
                                                                                 Victoria Sendón