ESTA SALUD TAN MÍA
Karla R. Lemus*/LA CUERDA

Hablar sobre salud mental... ¿Cómo abordar un tema que parece perder toda importancia ante las múltiples demandas de las mujeres?

     Nuestra salud mental siempre está relegada al segundo lugar ante las necesidades de otros. El cuidado de nuestro ser, ese pequeño habitante que no tiene substancia física pero que contiene la esencia de nuestra persona, es el más frecuentemente ignorado, aun por nosotras mismas. Nuestra salud interna, nuestra salud mental, se deberá encargar de sí misma; no tenemos tiempo para oír nuestros quejidos ocultos, nuestras molestias multisintomáticas y vagas.

     Ésta es la actitud que la mayoría de nosotras tenemos hacia la salud mental. No percibimos que dejar de cuidarnos daña a quienes cuidamos y que el egoísmo del autocuidado nos asegura, por el contrario, una mejor capacidad de cuidar de nosotras mismas y a otras personas.

     El egoísmo del autocuidado implica aprender a escucharnos, saber cuáles son nuestras necesidades y buscar su satisfacción. Podemos lograrlo teniendo un tiempo a solas, sin nadie a quién oír más que a nuestra propia voz. O disponer de una tarde libre en la cual el mundo se queda olvidado y salir sin una preocupación, sin tareas que debemos terminar, sin niños que requieran nuestra atención. Poder escoger un trabajo por la satisfacción que éste nos proporciona y no porque sea lo que debemos hacer.

     Pero ello no es real. No existe en la mayoría de nosotras la capacidad de ser egoístas pues hemos sido creadas y educadas para cuidar a otros. ¿Quiénes de nosotras no hemos compartido el llanto y las penas de otros, hemos sido su apoyo tomando sus lágrimas y penas como nuestras, almacenándolas en nuestro cuerpo. ¿Y qué hacemos con ello? No lo hablamos, no lo compartimos. Lo enterramos en nuestro ser y luego, extrañadas, nos preguntamos por qué nos sentimos abrumadas. La vasija se
ha llenado y no sabemos reconocer que ya es tiempo que nosotras mismas cuidemos de nuestra persona.

     Ese sentimiento vago, esos dolores que no logramos nombrar y que el médico no entiende, esas molestias multisintomáticas son nuestra voz interna pidiendo atención. Es el inicio de una rasgadura en el ser, que se encuentra agobiado por la carga diaria que pesa sobre él y que pocas veces logra liberarse. Debido a que no entendemos lo que está ocurriendo, buscamos respuestas inmediatas que cubren y callan esas quejas, esos síntomas, pero que en ningún momento resuelven la situación. Tomamos tés y pastillas que alivian temporalmente, pero el problema sigue estando allí.

     La salud mental no es un lujo, no es una moda. Es la búsqueda de la autorrealización respetando a los demás y a nosotras mismas.

* Guatemalteca, licenciada en Psicología Clínica