DOCUMENTOS DEL FEMINISMO EN PUERTO RICO: FACSÍMILES DE LA HISTORIA



 
 

Volumen I:1970-1979 - 
Ana Irma Rivera Lassen y Elizabeth Crespo Kebler, eds.
Río Piedras: Editorial de la UPR, 2001, 470 pp.
 La posición subalterna de la mujer respecto al hombre ha constituido la relación de dependencia más antigua del mundo, más aún que el colonialismo y que la esclavitud de unas razas por otras.

Por eso, la creciente conciencia que en el siglo XX adquirió la mujer sobre sus derechos, conformó un movimiento análogo a los de liberación y reclamo de derechos que protagonizaron los negros y otros grupos en los Estados Unidos. En los años sesenta se pasaron en ese país leyes como la de los derechos civiles, que prohibía el discrimen por sexo, además de por raza, religión y origen nacional y surgió una serie de organizaciones -entre ellas la National Organization for Women, cuya primera presidenta fue Betty Friedan- para agrupar a las mujeres y ayudarlas a adquirir poder.

¿Cómo se tradujo esto a Puerto Rico? Este libro nos ayuda precisamente a conocer los orígenes del feminismo organizado en nuestra isla. Además de los dos ensayos centrales de la autoría de las editoras, ensayos que conforman una "memoria viva" de un momento de inicio apasionado, el libro incluye documentos tanto internos como públicos (convocatorias, partes de prensa, cartas, artículos periodísticos, ponencias en vistas públicas) de las organizaciones que surgieron entonces. Entre ellas estuvieron la llamada MIA (Mujer, Intégrate Ahora), la FMP (Federación de Mujeres de Puerto Rico) y también la Sociedad de Mujeres Periodistas, además de un Frente Amplio de Mujeres, cuya convocatoria se encuentra aquí y la Alianza Feminista por la Liberación Humana. Se incluyen, asimismo, algunas entrevistas con mujeres que estuvieron comprometidas con el feminismo en una u otra de sus vertientes: Norma Valle Ferrer, Flavia Rivera Montero, Carmen Torres y Madeline Román López.

A través de los documentos podemos apreciar cómo estos grupos aclararon, discutieron, desbrozaron y afirmaron una agenda feminista, poniendo en marcha una serie de cambios sociales que crearon mayor conciencia sobre el trabajo de la mujer, tanto dentro como fuera de la casa, que impulsaron la creación de centros de cuido para los niños, que eliminaron o modificaron leyes discriminatorias y que, también, tuvieron el efecto de crear organismos como la Comisión de la Mujer.

Tales logros no significaron que estos grupos estuvieran libres de controversias. Éstas también se documentan, empezando por las que surgieron de los encuentros y desencuentros entre las  agendas feministas y las agendas políticas, sobre todo, las de corte izquierdista. De igual manera se manifiestan las fisuras internas en las organizaciones feministas. A pesar de ellas, sin embargo, el movimiento feminista de los años setenta en Puerto Rico estuvo prodigiosamente adelantado respecto a los de Latinoamérica, como reconoce en un estupendo prólogo la dominicana Magaly Pineda. Hace ella un valioso análisis comparativo de las razones por las cuales el movimiento puertorriqueño pudo avanzar de maneras que no le fueron fáciles a las mujeres latinoamericanas. También expone, por otra parte, cómo la condición política de la isla obstaculizó luego una mayor integración del movimiento puertorriqueño con los  movimientos continentales.

De las múltiples incidencias del feminismo en Puerto Rico durante los años setenta, cabe  destacar la controversial visita de Gloria Steinem, la destacada feminista americana, a nuestra isla. En el 1971, invitada por la Sociedad de Mujeres Periodistas, vino acompañada de un  grupo de Young Lords, aquella agrupación radical de puertorriqueños de los Estados Unidos cuyo modelo fueron los Black Panthers, que reclamaban la liberación de los negros. El revuelo que causó puede juzgarse por lo que dicen tanto las dos editoras del libro, Elizabeth Crespo Kebler y Ana Irma Rivera Lassén en sus respectivos ensayos, como Norma Valle Ferrer en su entrevista. Dan cuenta del escándalo, del rechazo y de la cantidad de artículos defensivos que en los periódicos publicaron los hombres. Se reproduce asimismo, una foto de Gloria Steinem que publicó un periódico con el calce: "Esta carita tan inocente es de Gloria Steinem, pero no se confíen mucho en ella; vino a Puerto Rico a provocar la rebelión de las doñas".

Se reproducen aquí varias portadas de la revista El tacón de la chancleta, que empezó a publicar MIA a partir del 1974 y también de la revista Palabra de mujer que publicó FMP. Otra curiosidad es el cuento "Caperucita azul", versión feminista del tradicional, publicado por MIA. En este caso no se trata de visitar a una abuela sino a un abuelo y ya no hay un héroe, el cazador, que entra en la trama como rescatador a última hora, sino que la heroína es la propia caperucita, capaz por ella sola de rematar al villano.

Se trata de un libro importante que corona las celebraciones de esta semana, cuyo sentido,  además, explica. El Día de la Mujer, se informa aquí, surgió en el 1910 como iniciativa de la socialista alemana Clara Zetkin para conmemorar la protesta que por las pésimas condiciones de trabajo organizó en el 1908 un grupo de obreras del bajo Manhattan.

Reseña de Carmen Dolores Hernández