Contigo, hermana, morimos todas

Publicado en el periódico Siglo XXI el 17 de enero de 1998

Laura E. Asturias

El mundo entero fue convocado desde México: Cristianos, homosexuales, anarquistas, socialistas, políticos, funcionarios de gobierno, pacifistas, punks, mujeres, obreros y obreras, sindicalistas, jóvenes, rockeros, campesinos, estudiantes, lesbianas, discapacitados, artistas, académicos, universitarios, veteranos de guerra, estudiantes, indígenas, católicos, religiosos y religiosas, curas y obispos, amas de casa, desempleados, gente sin partido, ONG y sociedad civil y política.

A todas y todos quienes poblamos el mundo se nos llamó a apoyar, el 12 de enero, la manifestación pacífica contra la política genocida del actual Gobierno mexicano, cuyos asesinos paramilitares masacraron el pasado 22 de diciembre a 45 indígenas tzotziles en la comunidad de Acteal, del municipio chiapaneco de San Pedro de Chenalhó. Cuarenticinco vidas... 21 mujeres, cuatro de ellas embarazadas... 14 menores, niñas en su mayoría... nueve hombres, un bebé... Todas, vidas segadas a mansalva por la inconsciencia.... Cuerpos mutilados... Un bebé arrancado del vientre de su madre, con cuchillo.

En su artículo ¡Chiapas hoy: una historia también de las mujeres!, Rocío Duque, de la organización Ame la paz, cita un reciente comunicado del Comité Clandestino Indígena Revolucionario sobre la masacre de Acteal: El ritual sangriento de abrir el vientre de las mujeres embarazadas muertas, y exhibir como trofeo su contenido, forma parte de las enseñanzas que militares guatemaltecos (de los llamados kaibiles) impartieron a sus similares mexicanos a raíz del alzamiento zapatista.

Kaibiles guatemaltecos... manipulando siempre la vida ajena, exportando asquerosos juegos de muerte a otros, sedientos de aprenderlos. Ensañados todos contra sus hermanos y hermanas. Identificable, ninguno. Nombrables, todos: asesinos.

Y así marchaba pacíficamente un conglomerado humano, el 12 de enero en el municipio de Ocosingo, cuando fue embestido por elementos de la Policía de Seguridad Pública del Estado de Chiapas.

Y fue así, Guadalupe Méndez López, hermana indígena tzeltal, como caíste ante la estupidez de salvajes genocidas, supuestamente tus hermanos, tus compatriotas... y aquellos que debían protegerte.

También has caído tú, hermana guatemalteca, Danita Patricia, secuestrada, insensiblemente asesinada por otros salvajes que no se tentaron el alma para quitarte la vida y que dejaron a tu hijita de 45 días abandonada, a su suerte, en un parque.

Algún día, Guadalupe... algún día, Danita... sostendremos las manos de esas hijas que quedaron atrás. Tomaremos firmemente la mano de tu niña, Guadalupe, esa niña que fue herida mientras tú morías, y la de la tuya, Danita... Tomaremos sus manos que no olvidan, y recordaremos juntas estos días, un 12 y un 14 de enero, cuando la vida les cambió para siempre. Y juntas reivindicaremos sus nombres, que son nuestros nombres. Porque al caer ustedes, caemos nosotras... Morimos un poco, cada una, con cada hermana caída... Morimos las que quedamos vivas.... Pero vivimos, aun en cada muerte, para seguir esta lucha de la sensatez contra la monstruosa imbecilidad de ¡hermanos! guatemaltecos y mexicanos que, ahora, no merecen ni a su madre.

GUATEMALA

MEXICO