VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

ECUADOR: El acoso sexual una lamentable realidad de la infancia
Guayaquil registra 25 denuncias a la semana

QUITO Ecuador, OCT 28,1999 (Mirta Rodríguez,
corresponsal/CIMAC) Calculan en 21.5 por ciento el porcentaje de adolescentes que sufren violencia  sexual. Tres de cada 25
denuncias de educandos que se reciben en Guayaquil son de acoso sexual.

Aunque en muy pocas partes del continente existen estadísticas comparativas,  indicios disponibles permiten considerar que el
acoso y la violencia sexual contra infantes y adolescentes, va en aumento en estos convulsos finales de milenio.

A los padecimientos ya identificados de las mujeres que han comenzado a  "romper el silencio" y dar cuenta de los abusos de
que son víctimas en el  ámbito doméstico, en la cama cuando sus propios esposos las violan,  y en el  trabajo, se añaden evidencias de que cada vez son más las jóvenes y mayor el número de niñas y niños que registran estas amargas experiencias.

Un reporte publicado la semana pasada por el diario ecuatoriano "El  Comercio" da cuenta de lo que ocurre en Guayaquil , donde el
departamento de Defensa de los Derechos de los  Educandos recibe 25 denuncias semanales de las cuales por lo menos tres dan
cuenta de acosos sexuales, en que los implicados adultos suelen ser maestros y profesores varones.

Pero para los menores y sus padres, descorrer el entramado de estos hechos y conseguir decisiones judiciales suele tomar
alrededor de tres años y nunca es seguro que se arribe a conclusiones porque "siempre buscamos la verdad y
desgraciadamente lo que no existen son pruebas suficientes, declaró al rotativo Jenny Romero,  integrante de la Comisión de
Defensa Profesional.

Aunque la opinión parece portar una cierta carga de cinismo, lo cierto es que las decisiones no son fáciles. No obstante, a la luz de
la ética, casi todo el mundo sabe que en un altísimo porcentaje de los casos los más desfavorecidos y por lo general violentados son los pequeños y pequeñas.

Pero los padres - según testimonio recogido por CIMAC en el área de la Defensoría de la Mujer de la Defensoría del Pueblo, en
Quito, los padres y madres suelen temer que sus hijos sufran represalias tanto de los profesores como del plantel, cosa que,
"ciertamente, algunas veces ocurre" porque se les retira las matrículas a los escolares.

Los casos de las niñas son todavía peores porque también en el hogar se ofrece una cierta resistencia a "manchar la reputación de
la chica" si un hecho de esta naturaleza se hace del conocimiento público.

Por ese camino, las informaciones que sobre Ecuador maneja Unicef en este orden de cosas se dispararán indefectiblemente. El
más reciente informe - proyectivo de los próximos cinco años y editado a finales del 98 - indicaba que “el ambiente escolar
tampoco está exento de amenazas para las niñas”. El 21.5 por ciento de las adolescentes sufre diversos tipos de violencia sexual
de las cuales, el 8.17 fueron violadas por sus profesores.

Niñas y niños ecuatorianos han identificado el maltrato en su familia y en la escuela como “la violación más frecuente de sus
derechos humanos". Cabe añadir a esos datos que el 43 por ciento del total de denuncias recibidas en las comisarías de Quito - según el propio estudio de Unicef - correspondían a casos de incesto.

Las más amenazadas entre las acosadas son las niñas que se desempeñan en el servicio doméstico en el cual, además del bajo
estatus social y la ínfima remuneración que obtienen, este tipo de empleo las coloca en condiciones altas de riesgos físicos,
emocionales y sexuales.

A pesar de que cualquier  observador diría que la sociedad ecuatoriana es moralista y asentada sobre  valores familiares
sólidos, todo parece indicar que subyace una violencia  subterránea, agravada a todas luces por la crisis económica que
padece el  país donde los valores de la canasta familiar se han incrementado, de un año  ha otro en más de un 30 por ciento
mientras que la devaluación del sucre no se  detiene .

A la luz de los estudios de género y de los realizados en materia de violencia contra las mujeres a posteriori de la Conferencia
Mundial de  Derechos Humanos efectuada en Viena en 1993 y a cuyos acuerdos se pasó  revista cinco años después  "la práctica
cotidiana del acoso sexual y de la  violación son potentes mecanismos represivos que quieren recordar a las  mujeres que los
espacios públicos les son “prestados” y limitados.

El acceso a los espacios de poder, por ejemplo, es estrictamente limitado y reglamentado; la presencia de las mujeres allí aparece
como una transgresión, o en todo caso como excepción. El estrés generado por esta  situación de “ilegalidad” es, también, contrario al artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos explica un artículo de la  Agencia Latinoamericana de
Información (ALAI) que se prepara para el  VIII  Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe a efectuarse en República
Dominicana entre el 21 y el 15 del mes entrante.