La perspectiva de género, un reto




Texto publicado en  Papers d´Informació
Año V, número 16, marzo de 1998
COOPERACCIO

Por Maria Bermúdez, Equipo Técnico de Cooperacció

La cuestión de género se plantea a nivel mundial, pero para las ONG de desarrollo es una prioridad imprescindible porque determina la sostenibilidad de los proyectos y el refuerzo de una cultura de la igualdad.

"Desarrollo integral, desarrollo sostenible", son palabras vacías en un contexto de desigualdad entre los seres humanos y, muy especialmente, de relaciones desiguales por razón de sexo. El estudio de esta desigualdad va más allá del desarrollo, y hasta ahora había transitado por caminos y visiones diferentes. Fruto de su conjunción han surgido diversas teorías: en los años 50-60,  la mujer, en el marco de la teoría del desarrollo, era aún vista como objeto pasivo; en los 70, las mujeres entraban en el rol productivo; a mediados de los 70, ya se les consideró como pilares del desarrollo económico y en los 80, con una visión más holística, se entra en el estudio de las relaciones de género -construcción social con roles específicos que implican no sólo a las mujeres sino también a los hombres-, y se habla de las mujeres como sujetos de cambio y de lucha, de las mujeres como agentes activos del desarrollo.

En el mundo de la cooperación y el desarrollo, el trabajo en género es muy fructífero y tentador -a menudo entendido como moda pasajera-, pero al mismo tiempo difícil, lento y arriesgado. Algunas de las cuestiones que nos podemos plantear desde el principio serían: ¿podemos, desde el Norte, sugerir soluciones o intentar cambiar esquemas para ir hacia una igualdad que ni nosotros hemos aún conseguido asumir en nuestras sociedades? O, desde otro punto de vista, la tarea que llevan a cabo de lucha cotidiana y teorización práctica los colectivos de mujeres del Sur, no debería ser un referente a tener en cuenta en el trabajo común para transformar las relaciones de género, en este caso, y las relaciones de intercambio en la cooperación?

Desde los inicios de ACSUR-Las Segovias, y ahora en Cooperacció (ver Papers d'Informació, núm. 6), es éste un tema que nos preocupa. Nuestro discurso "oficial" es claro: estamos contra esta desigualdad social y queremos pararla como sea. Con las herramientas que tenemos a nuestro alcance, por ejemplo los proyectos, y las relaciones que mantenemos con los compañeros del Sur, nuestras contrapartes, queremos poner un grano de arena en esta batalla.

 En la planificación previa anual para escoger aquellos proyectos de desarrollo que prioriza Cooperacció, apoyamos organizaciones de mujeres, organizaciones que trabajan con mujeres y organizaciones que basan su trabajo en una perspectiva de género. Son matizaciones diferentes, pero son tres maneras posibles de entrar en este mundo. No todas las organizaciones de mujeres priorizan las desigualdades por razones de sexo, pero sí trabajamos con aquellas que tienen a las mujeres como sujetos de cambio. No todas las organizaciones que trabajan con mujeres lo hacen para valorizarlas, pero insistimos en su consideración. No todas las organizaciones que basan su trabajo en una perspectiva de género tienen en cuenta la base social, pero priorizamos la socialización de las metodologías de trabajo y la proximidad con las bases? Pero la lucha para acabar con esta desigualdad, mal entendida como "natural y normal", no sólo es de las mujeres, también es de los hombres, o mejor dicho de todo ser humano, es por eso que a menudo es más difícil concienciar toda la sociedad de la falsa argumentación de una distinción puramente biológica llena de prejuicios culturales y sociales totalmente construidos.

En todos los países donde trabajamos hay organizaciones emblemáticas. En El Salvador, Las Dignas (Mujeres por la Dignidad y la Vida); en Nicaragua, el IMC (Instituto Mujer y Comunidad) o ITZA-Mujer; en Honduras, el CDM (Centro de Derechos de Mujeres); en Guatemala, el CALDH (Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos); en Haití, Kay-Fanm; en la República Dominicana, CE-Mujer (Centro de Solidaridad para el Desarrollo de la Mujer); o en Marruecos, la ADFM (Association Démocratique des Femmes du Maroc).

Este año, y con el asesoramiento del Grupo de Género de Cooperacció (motor para conseguir que nuestra organización pase del discurso "oficial" a una práctica de lucha y reivindicación en el tema de género), aprovechando la revisión de la "Guía de formulación y seguimiento de proyectos de desarrollo", donde aparece la temática de género transversalmente, queremos adjuntar un anexo con preguntas para la reflexión, como punto de partida para introducir en las organizaciones con las que trabajamos la discusión y el debate de las relaciones de género, tanto en las mixtas como en las de hombres. Para esta revisión como referente utiltzaremos  la experiencia valiosa de aquellas contrapartes que anteriormente citábamos. También, como estrategia de actuación, queremos, en el marc de la filosofía del trabajo en red de Cooperacció, apoyar redes de organizaciones de mujeres, priorizando proyectos de contrapartes que trabajan con estos esquemas. No es sólo la lucha de una organización, de un colectivo o de un país, es una lucha esencial y humana.

En el marco del 50 Aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, Sociales y Económicos ya sería hora de dejarnos de palabras e ir a los hechos, hace demasiado tiempo que dura el discurso de la igualdad entre mujeres y hombres, o mejor dicho, la relación de igualdad entre seres humanos sin distinciones que supongan sumisiones o prepotencias. Desde Cooperacció hay que plantear una estrategia de trabajo (una política de gestión interna y externa, de lobby) tomando como eje la perspectiva de género como herramienta de análisis, e instar a toda la gente que tenemos en nuestro entorno no sólo a concienciarse, sino también a actuar, únicamente así habremos hecho alguna cosa y no todo serán palabras, discursos y buenas intenciones.