La
Conferencia de Pekín: Una nueva forma de ver el poder.
El
empoderamiento
Por Cristina Alberdi
Diputada por Málaga
del PSOE /
ExMinistra de Asuntos Sociales
del Gobierno Español
y representante oficial
de España en la Conferencia de Pekín.
La Conferencia de Pekín
trató sobre uno de los temas fundamentales del presente, de nuestro
siglo, y de gran importancia también para el futuro: el avance de
las mujeres y su protagonismo en el cambio de la sociedad.
En Pekín se ha producido
un avance sin precedentes para las mujeres, pues la comunidad internacional
ha tomado definitiva conciencia de que la sociedad del futuro y el pleno
desarrollo económico y social no se producirán sin contar
con la participación plena de las mujeres.
En la Conferencia de Pekín
se tradujo un salto cualitativo importante con relación a Conferencias
Mundiales de la Mujer previas (México, 1975; Copenhague, 1980; Nairobi,
1985).
Hasta entonces las Conferencias
Mundiales de la Mujer fueron encuentros de las mujeres, o encuentros para
tratar las cuestiones que afectaban a las mujeres. Las mujeres eran las
únicas destinatarias de las líneas de actuación que
se enmarcaban o de las medidas propuestas. A partir de Pekín se
considera que el cambio de la situación de la mujer afecta a la
sociedad en su conjunto y se considera por primera vez que su tratamiento
no puede ser sectorial y tiene que integrarse en el conjunto de políticas.
Por primera vez se consolida
la idea de la potenciación de las mujeres en la sociedad, la idea
del empoderamiento, de la necesidad de que las mujeres contribuyan en plenitud
de condiciones y de capacitar la construcción de la sociedad, empoderamiento,
esa potenciación del papel de la mujer, pasa desde luego por tres
elementos clave que fueron desarrollados en Pekín y totalmente aceptados
como ejes fundamentales del avance de las mujeres en la sociedad: los derechos
humanos, la salud sexual y re-productiva y la educación.
A partir de ahí se
trata de potenciar la participación de las mujeres en igualdad de
condiciones con los hombres en la vida económica y política
y en la toma de decisiones a todos los niveles.
La Plataforma para la Acción
reafirma que los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas
son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos
fundamentales. Se ratifica así el acuerdo alcanzado en 1993 en Viena,
en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos.
En Pekín, además
de ratificar este importante acuerdo de Viena, histórico para la
causa de las mujeres, se va un paso más allá al establecer
que ninguna cultura, religión, costumbre o tradición podrá
ser causa de discriminación o violencia contra las mujeres.
Es decir, que el respeto
a las diferentes tradiciones culturas y religiones encuentra su límite
en el respeto de los derechos humanos de las mujeres, de modo que no pueden
esgrimirse estos valores como justificación para la discriminación
contra las mujeres o para atentar
contra sus vidas y sus derechos
fundamentales.
Por lo que se refiere
al ámbito de la salud, la Plataforma para la Acción reafirma
los derechos de las mujeres en materia de reproducción, tal como
se acordó en la Conferencia Internacional sobre la Población
y el Desarrollo (El Cairo, 1994).
Por primera vez se
afirma que el disfrute de los derechos fundamentales por las mujeres incluye
el derecho a ejercer un control sobre
las cuestiones relativas
a su sexualidad, sin ser sometidas a coerción, discriminación
o violencia.
La educación
es el principal factor de igualdad de oportunidades y especialmente para
las mujeres es la clave de nuestra emancipación, una educación
no discriminatoria, tanto a los niños como a las niñas, contribuye
a unas relaciones más iguales entre ambos.
Por ello, en -Pekín
se ha definido como objetivo lograr la alfabetización de las mujeres,
clave para mejorar su salud, su nutrición y la educación
de sus familias, así como para potenciar a las mujeres en la toma
de decisiones.
En lo que respecta
al ámbito económico, la Plataforma parte de la base de que
existen considerables diferencias en el acceso y las oportunidades de las
mujeres y los hombres para ejercer el poder sobre las estructuras económicas
en la sociedad.
Las mujeres están
excluidas o muy escasamente representadas en la toma de decisiones económicas,
sufren discriminación en la formación y educación
profesional, en las condiciones de trabajo, en las prácticas de
contratación y en los salarios.
Mientras que crece
la participación de las mujeres en el trabajo remunerado, no aumenta
paralelamente la de los hombres en las tareas domésticas y familiares,
ni existen suficientes servicios para el cuidado de los hijos e hijas,
lo que limita la movilidad laboral de las mujeres y su acceso a los recursos
productivos.
Los objetivos estratégicos
que se definen en la Plataforma para la Acción resultan claves para
el avance de las mujeres:
-- Promover los derechos
económicos y la independencia de las mujeres, incluyendo su acceso
al empleo, a unas condiciones de trabajo adecuadas y al control sobre los
recursos económicos.
-- Facilitar acceso igualitario
de las mujeres a los recursos, el empleo, los mercados y el comercio.
-- Facilitar servicios,
formación y acceso a los mercados, información y tecnología,
particularmente para las mujeres con bajos ingresos.
-- Incrementar la capacidad
económica de las mujeres y ampliar las redes comerciales, reclutando
a mujeres para puestos directivos y programas de formación.
Un aspecto de especial importancia
en Pekín, y que implica directamente el denominado empoderamiento,
y que se refleja también en la Plataforma aprobada, es el objetivo
de la participación equilibrada de mujeres y hombres en la toma
de decisiones políticas, y que refleja claramente la voluntad de
potenciación del papel de la mujer en la construcción de
su propia sociedad.
Los Gobiernos reconocen
en la Plataforma para la Acción que la participación de las
mujeres, en condiciones de igualdad, en la toma de decisiones políticas,
desempeña un papel fundamental en el proceso de avance de las mujeres
y de las sociedades.
Las acciones de los Gobiernos
incluyen que se establezca como objetivo el equilibrio de hombres y mujeres
en los gobiernos e Instituciones.
Los Gobiernos se comprometen
a proteger y promover la igualdad de derechos de hombres y mujeres para
comprometerse en actividades políticas, la libertad de asociación
y el derecho a pertenecer a partidos políticos y sindicatos.
La Plataforma para la Acción
sugiere que se revise el impacto diferencial de los sistemas electorales
sobre la representación política de las mujeres en los órganos
electos, y que se ajusten o se reformen dichos sistemas en caso necesario.
Por otro lado, la Plataforma
para la Acción insta a los partidos políticos a examinar
sus estructuras organizativas y sus procedimientos y a remover las barreras
que, directa o indirectamente, discriminan a las mujeres e impiden su participación.
Anima a los partidos políticos
a desarrollar iniciativas que permitan a las mujeres su participación
plena en las estructuras de toma de decisión interna, en los procesos
de elección y nombramiento.
La Plataforma afirma explícitamente
que los partidos políticos, los Gobiernos, los sindicatos y todo
tipo de organizaciones privadas deben adoptar medidas de acción
positiva para permitir que las mujeres adquieran capacitación como
líderes, ejecutivas y directivas.
Los desafíos para
el futuro de las mujeres: la plena participación econ¾mica
y polÝtica. El empoderamiento.
Se considera importante
seguir avanzando en el cambio estructural, mediante un cambio en la organización
de la sociedad, con el fin de que las condiciones de vida y de trabajo
sean las mismas para hombres y para mujeres.
Hay que dar respuesta desde
Europa al desafío de la participación equilibrada de los
hombres y las mujeres en la vida pública en general y en la vida
política en particular.
Hay que superar el «déficit
democrático» existente en la actualidad por la todavía
insuficiente representación de las mujeres en los órganos
de decisión. Es una condición esencial de la democracia.
Significará un refuerzo de la legitimidad de las decisiones, que
de este modo se adoptarán en representación de toda la sociedad.
Es fundamental que las mujeres tengan capacidad de decidir cómo
debe ser la sociedad. Con este objetivo es preciso impulsar y fortalecer
todos los mecanismos de participación. Los sistemas de cuotas en
el acceso a puestos de representación política, o las actividades
para promover la mayor afiliación de las mujeres a partidos políticos,
sindicatos y organizaciones sociales son algunos modos posibles de favorecer
la participación política de las mujeres.
Sin medidas temporales para
aumentar la participación de las mujeres, como son los sistemas
de cuotas, no pueden conseguirse cambios a corto plazo. Han sido los instrumentos
que hasta ahora han dado mejores resultados. Además, es preciso
fomentar otros modos de participación social y política,
como son los grupos de mujeres, las redes, los lobbies y las organizaciones
no gubernamentales específicas.
Se considera aceptado que
las mujeres tenemos el deber de participar, de aportar nuestros puntos
de vista y nuestras opiniones. No es tanto una reivindicación. Es,
cada vez más, una obligación. Hemos pasado de reivindicar
la participación equilibrada de hombres y mujeres en todos los ámbitos
a considerarla no sólo enriquecedora, sino ineludible para las propias
mujeres.
Todavía queda camino
por avanzar en lo que hemos denominado cambio estructural. El «contrato
social» implícito, vigente durante siglos, por el que hombres
y mujeres ocupaban los espacios públicos y privados en función
del sexo, está afortunadamente roto. Hoy se comparten ambos espacios
cada día en mayor medida y es preciso, por tanto, adecuar la organización
de nuestras sociedades a esa nueva realidad.
Es preciso definir un nuevo
modelo de relaciones sociales entre hombres y mujeres (un nuevo «contrato
social»), en el que el reparto de papeles sociales no esté
predeterminado por la pertenencia a uno y otro sexo.
Tenemos que aprovechar al
máximo las nuevas posibilidades que se nos plantean, ya que el progreso
de la Humanidad y la modernización de nuestras sociedades dependen
del nuevo papel de las mujeres, de su nueva visibilidad y de su entrada
en la toma de decisiones, en suma, de la potenciación del papel
de la mujer en la sociedad de su empoderamiento (empowerment).
Con la perspectiva del siglo
xxI, podemos decir que los nuevos tiempos reclaman nuevas soluciones. El
reto en los próximos años es avanzar en propuestas constructivas,
convertir la reivindicación por la igualdad en un proyecto activo,
con una propuesta y un compromiso concreto de cambio de nuesra sociedad,
para hacerla más justa, democrática y participativa.