CADA VEZ HAY MAS ASESINATOS FEROCES DE MUJERES
       Por Silvina Climis, de la Redacción de Clarín
*  María Soledad, las tres chicas violadas y asesinadas en Cipolletti, las prostitutas de Mar del Plata: la saña es el elemento común de los crímenes contra mujeres.

*  Los especialistas creen que la carga sexual es la clave.

A las hermanas María Emilia (24) y Paula (17) González les dispararon con un revólver calibre 22.  María Verónica Villar (22) se ahogó con su propia sangre después de que sus asesinos le dieran una puñalada en la tráquea.  Antes de morir, las tres chicas compartieron una caminata por las afueras de Cipolletti y varias horas de horror.  Sus cuerpos, violados, aparecieron cerca de una vía.  El triple crimen, ocurrido el último 10 de noviembre, tuvo un impacto singular pero no difiere
demasiado, en esencia, de otros.

Al igual que las chicas de Cipolletti, la bailarina Liliana Tallarico, Jimena Hernández, María Soledad Morales, la profesora de inglés Oriel Briant, Nair Mostafá, las hijas, la esposa y la suegra del odontólogo Ricardo Barreda, las prostitutas de Mar del Plata, Carolina Aló y muchas mujeres más fueron asesinadas con una crueldad desmedida, una saña feroz, un odio sin límites.

+Cómo se explica que las víctimas de semejantes homicidios sean casi siempre mujeres?  Hay quienes creen que la debilidad física que se le atribuye al sexo femenino no es un argumento suficiente.  Entonces +qué es lo que las convierte en el blanco favorito de los crímenes más
atroces?  +Y quiénes son los que desatan su furia contra ellas, los que persiguen, ensucian, marcan y violan antes de matar?

Cuerpos para el crimen

En la mayoría de los casos de mujeres asesinadas hay un fuerte contenido sexual.  María Soledad, por ejemplo, habría sido drogada contra su voluntad y violada durante una "fiesta negra".  Barreda mató a todas las mujeres de su familia porque, según su abogado, "había recibido insultos sobre su hombría por parte de todas ellas" él mismo confesó que lo llamaban "Conchita", que hacía veinte años que no tenía relaciones sexuales con su esposa y que después del cuádruple homicidio se fue a un
hotel alojamiento con su amante.  Y aunque no se encontraron signos de violación en el cuerpo de Oriel Briant, recibió la mayoría de las 36 puñaladas que la mataron en la zona genital.

"Todo ataque al cuerpo es sexual -opina la socióloga Inés Hercovich-, porque no hay regiones del cuerpo que estén por afuera de lo sexual." Para ella, ciertos crímenes hablan de "un deseo irrefrenable de apropiarse del cuerpo del otro en forma absoluta", y ese deseo también tiene una connotación sexual.

Hercovich, autora de El Enigma Sexual de la Violación, recuerda la relación inmemorial entre el sexo y la muerte, entre Eros y Thánatos, como los antiguos griegos llamaban a los dioses que representaban esas fuerzas.  "El primer hijo de la unión sexual de Adán y Eva, Caín, fue también el primer asesino de la mitología judeocristiana -señala-.  Y aún hoy los franceses se refieren al orgasmo como la petite mort: la pequeña muerte."

Sexo y muerte están íntimamente ligados en los asesinatos de las cuatro prostitutas marplatenses y posiblemente en la desaparición de otras tres. La seguidilla de crímenes se inició en julio de 1996.  Desde entonces se encontraron los cuerpos de varias mujeres desnudas, estranguladas y descuartizadas.  Una de ellas tenía escrita en la cintura, con una navaja, la palabra "puta". Sin embargo, según las autopsias, ninguna fue violada.

"El dolor que los autores de estos crímenes provocan en sus víctimas es una condición necesaria y suficiente para obtener satisfacción", sostiene el médico forense Osvaldo Raffo.  Sus palabras podrían ser una clave para entender no sólo la obra de un "serial killer" sino también la de asesinos menos prolíficos.  "Hay personas que comenten una serie de actos que constituyen una conducta criminal, pero otras cometen un gran acto aislado en toda su vida".

Bajos instintos

El "gran acto" de Fabián Tablado (19 años) fue, precisamente, convertir en acto lo que para muchos enamorados es una simple declaración tanguera: "Mía o de nadie".  Mientras él y su novia Carolina Aló (17) tenían relaciones sexuales, una noche de mayo de 1996, ella le dijo que tenía miedo de quedar embarazada y que, en realidad, quería separarse de él.

En ese rechazo, Tablado creyó ver a un tercero en discordia y enloqueció de celos.  Entonces persiguió a su novia por la casa con un cuchillo de cocina, que fue reemplazando por otros dos a medida que se le rompían. En el cuerpo de la chica se contaron 113 puñaladas y 32 hematomas.  En
marzo, Tablado será juzgado por "homicidio calificado por ensañamiento".

Estranguladas o penetradas por navajas o cuchillos serrucho, a muchas víctimas parece unirlas un leitmotiv:  "Sus asesinos casi no usan armas de fuego, porque necesitan tocarlas -explica Raffo-.  Para ellos, el contacto físico en el momento de la muerte es hasta voluptuoso".

Raffo reconstruye, a partir de su larga experiencia como lector de cuerpos agredidos, escenas aterradoras:  "El victimario quiere tener el dominio sobre su víctima, quiere la súplica, el llanto por eso el estrangulamiento:  el cuello es el único lugar del cuerpo que permite someter a otra persona en forma total.  Al presionar y aflojar, el asesino decide la vida o la muerte".

Propiedad privada

Mientras que algunos especialistas hablan de perversión, sadismo o personalidades psicopáticas, y consideran a los asesinos de mujeres como las excepciones de una regla, hay grupos feministas que sostienen que "la violencia hacia las mujeres es constitutiva del género masculino".

Eso es lo que opinan las abogadas Marta Fontenla y Magui Belloti, integrantes de la Asociación de Trabajos y Estudios de la Mujer (ATEM) 25 de Noviembre.  "La violencia hacia las mujeres es una cuestión de grados, que van desde un manoseo en el colectivo hasta un crimen -dicen-.  El que
viola y mata alcanza el grado máximo, y está formado, al igual que el resto de los varones, en una política de agresión permanente del cuerpo femenino."

Las huellas de la agresión (cortes, magullones, inscripciones) pueden interpretarse como una advertencia.  "Los asesinos dejan marcas en el cuerpo de sus víctimas, que también constituyen mensajes dirigidos a la memoria de las demás mujeres", opinan Belloti y Fontenla.

Según su concepción, los cuerpos establecen un límite en torno de las personas:  atacarlos significa sobrepasar ese límite, violar un territorio privado.  Difícilmente se puede imaginar una invasión más
brutal, una forma más extrema de atacar un cuerpo femenino, que la sufrida por María Soledad Morales:  los peritos encontraron cocaína en la vagina, posiblemente introducida por sus asesinos para sumir a la chica en un estado de desenfreno sexual.

Al igual que sus víctimas, los hombres que matan mujeres tienen mil caras:  desde la nunca vista de Jack El Destripador, que en 1888 asoló la zona de Whitechapel, en Londres, hasta la del filósofo marxista Louis Althusser, que en su libro El Porvenir Dura Mucho Tiempo cuenta cómo una
mañana de 1980, durante un brote psicótico, estranguló a su esposa mientras le daba un masaje en el cuello.

Entre uno y otro hay una gama infinita de asesinos, de circunstancias y estilos, de hipótesis, de misterios y de aproximaciones posibles.  Pero nada que alcance a explicar actos que parecen trascender el límite de lo humano.

Fuente:
Clarín Digital, 5-I-98
Una contribución de:
Zita C. Montes de Oca
Fundación Mujeres en Igualdad
Buenos Aires, Argentina
Telefax (54-1)743.6056
E-mail:  mdeoca@satlink.com
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INFORMACION EXTRAIDA DE "TERTULIA" - LAURA E. ASTURIAS