La situación de las mujeres en Afganistán

4-154
ES
Sornosa Martínez (PSE). -
Señor Presidente, quiero agradecer al resto de los Grupos parlamentarios su apoyo y sus contribuciones a esta iniciativa en favor de las mujeres afganas. Creo que todo el mundo conoce su situación y por eso ha apoyado dicha iniciativa. Defendiendo sus derechos también defendemos los nuestros.

La resolución que hoy debatimos tiene que ser una contribución más para poner freno a la situación de las mujeres de un país, Afganistán, donde el régimen de los talibanes está sembrando, con su autoritarismo, el terror entre la población y la alarma internacional. La ejecución pública de Zaarmeena, la obligación de llevar el burka, la negación del derecho a la sanidad y a la educación de las mujeres son solamente algunos ejemplos de las flagrantes violaciones que contra los derechos humanos se cometen en dicho país. Violaciones graves de los derechos de las mujeres que se cometen cada día bajo la impunidad de un Gobierno que avala y anima actos de represión y tortura contra ellas.

Este Parlamento, el Parlamento Europeo, tiene la obligación moral de expresar su solidaridad con las mujeres afganas, de solicitar a la ONU que intervenga más activamente, de pedir a los Estados miembros que sigan sin reconocer el régimen de los talibanes hasta que éste acceda a respetar los derechos humanos y ponga fin a la discriminación de la mujer. Y la aprobación de esta resolución puede constituir -aunque sea poco- a dar un paso en este sentido.

Las mujeres actualmente somos el 52% de la población mundial y, sin embargo, somos uno de los colectivos que más sufre situaciones de marginación y discriminación. El caso de las mujeres afganas nos sirve para visualizar el problema de la falta de respeto de los derechos humanos que se produce cada día en todos los rincones del planeta y también en nuestra Europa. Sabemos aquí de la trata de blancas, de los asesinatos, de los malos tratos, etc. Quizá no podamos hacer mucho desde este foro, pero tenemos el deber de presionar a la ONU y a nuestros Estados.

4-155
EN
Nicholson of Winterbourne (ELDR). - (EN)

Intervengo para hablar sobre las mujeres afganas. En un momento en que las Navidades se están acercando, esta circunstancia ofrece la oportunidad, entre la enorme cantidad de violaciones de los derechos humanes en todo el mundo, a los musulmanes y a los cristianos de unirse frente a la fuerzas del mar. Porque el Islam y la Cristiandad defienden los derechos de la mujer, y las violaciones de los derechos humanos de las mujeres que se dan en Afganistán, y llevan dándose demasiado tiempo, van contra la ética islámica. Ningún verdadero musulmán en el mundo apoyará el trato que han infligido a las mujeres los brutales, sádicos y torturadores afganos. Es una situación increíble, pero podemos juntar nuestras manos, unir nuestras fuerzas para presionar a la sociedad talibán y liberar a esas pobres mujeres.

¿Por qué hemos vacilado? Esto me produce vergüenza. Extiendo a todos nosotros el llamamiento a intervenir en Afganistán junto al Islam, junto a los cristianos, junto a los judíos, junto a la totalidad del mundo. En este nuevo milenio no puede haber vacilación alguna: ¡liberen a esas pobres mujeres ahora!

4-156
ES

Ferrer (PPE-DE). -
Señor Presidente, vivimos en una época llena de contrastes y contradicciones. Y mientras en la Unión Europea a la mujer se le reconoce la plenitud de los derechos de que es portadora, en algunos países se le niega incluso el derecho a ser, el derecho mismo a existir. Mientras esta mañana una colega ponía de manifiesto el hecho de que las tres instituciones de la Unión Europea responsables de firmar el presupuesto estaban presididas por mujeres y veía en este hecho una figuración de lo que puede representar el tercer milenio para la consolidación de la igualdad de derechos y de oportunidades hombre-mujer, en Afganistán vemos cómo el régimen talibán no sólo niega a la mujer -a millones de mujeres- el ejercicio de sus derechos más elementales -como los derechos a la educación, a la sanidad o a ejercer una profesión-, no sólo este régimen ejerce violencia sobre ella por el mero hecho de ser mujer sino que, con la negación de estos derechos, le está también negando la libertad de vivir su propia vida, le está negando su condición de persona.

El Parlamento Europeo, siempre sensible a la causa de los derechos humanos, no puede permanecer impasible ante lo que es la mayor de las vulneraciones de estos derechos: las discriminaciones sistemáticas y la violencia de que la mujer es objeto hoy en Afganistán y de la que la ejecución pública de Zaarmeena no es más que una trágica muestra.

Por ello, una vez más, queremos condenar, con toda contundencia, al régimen talibán. Queremos exigir de la comunidad internacional, en especial de Naciones Unidas pero también de la Unión Europea y de sus Estados miembros, que intervengan con todos los medios a su alcance para acabar con la situación de discriminación extrema que sufre la mujer afgana. Y queremos, sobre todo, enviar el testimonio de nuestra solidaridad con las mujeres de Afganistán, hacerles llegar nuestro compromiso de que seguiremos trabajando con ellas para que les sea devuelta su dignidad suprema de personas.
4-157

EN                                           PRESIDENCIA DEL SR. PROVAN
Vicepresidente
4-158
EN
Evans, Jillian (Verts/ALE). - (EN)

Señor Presidente, me hago eco de las opiniones de los dos oradores anteriores al dar la más sincera bienvenida a esta propuesta de resolución para condenar inequívocamente el tremendo récord de violaciones de los derechos humanos del régimen talibán afgano, y en particular la persecución de las mujeres afganas en el nombre de la religión y de la cultura.

Las mujeres han cargado con la peor parte de la tragedia en Afganistán a lo largo de los años de guerra. Han sufrido una multitud de infracciones de los derechos humanos: violaciones, acosos sexuales, matrimonios forzosos y prostitución. La intimidación de las mujeres ha sido empleada como medio para deshonrar y deshumanizar a comunidades enteras.

Desde que los talibanes tomaron el poder en 1996, la angustia de la mujer afgana ha continuado. Se ha impuesto un código social salvaje, basado en la intimidación, la humillación y la coacción de una población femenina que ha sido simplemente despojada de todos sus derechos humanos fundamentales. Para las mujeres afganas, la libertad de expresión, el derecho al trabajo, el derecho a asistir a cursos sobre la salud y la planificación familiar, el acceso a la educación, todas estas cosas, tal como las conocemos, simplemente no existen. Sin embargo, El Consejo Europeo no intervino en un embargo aéreo ni suspendió el envío de fondos al régimen talibán hasta el 15 de octubre. Esto no ha sido consecuencia de la política del régimen talibán, al estilo del apartheid, con respecto a las mujeres, sino de la protección ofrecida por los talibanes al Sr. Bin Laden. Con todo, creo que esta acción debe continuar hasta que la inadmisible discriminación de las mujeres en Afganistán llegue a su fin.

El primer orador señaló acertadamente que esta resolución puede desempeñar su papel en este proceso. Puede que sea un papel pequeño, pero nosotros tenemos ciertamente la posibilidad, como Parlamento, de contribuir de algún modo a acabar con este régimen y su inhumana política. <BRK>
4-159
IT

Morgantini (GUE/NGL). – (IT) Señor Presidente, una joven afgana extraordinaria de 21 años que milagrosamente huyó de la crueldad de los talibanes y hoy refugiada junto con otras cientos de miles de mujeres en Islamabad, me dijo: "Ahora estás en el Parlamento Europeo, habla de nosotras. Toma, éste es mi burka. Enséñalo, muestra al mundo el símbolo y la realidad de nuestra existencia negada, prisionera, nuestros cuerpos violados, muertos, lapidados". Es por esto que hoy, al intervenir en este Parlamento, durante un momento me pondré el burka. Es un gesto en nombre de todas las mujeres asesinadas, violadas, negadas en Afganistán y en el mundo.

(Aplausos)

Los derechos de las mujeres en Afganistán son violados a cada instante. Las mujeres de Afganistán y su resistencia necesitan nuestra solidaridad y nuestro esfuerzo. Por esto pedimos al Parlamento, al Consejo, a la Comisión y a las Naciones Unidas que no reconozcan el régimen de los talibanes y que promuevan un plan de acción en favor de las organizaciones no gubernamentales que operan en Afganistán en pos de las libertades fundamentales de las mujeres afganas y su emancipación económica y social y en favor de las organizaciones no gubernamentales que ayudan a las mujeres afganas refugiadas. Deberemos, sin embargo, hacer juntos algo más: conceder el derecho de asilo y ayuda a las mujeres obligadas a huir de Afganistán.
(Aplausos)

4-160

Boudjenah (GUE/NGL). –
(FR) Señor Presidente, ¿por qué debemos mencionar la situación de las mujeres en Afganistán en el marco del debate sobre problemas de actualidad, urgencia y especial importancia? Porque, como lo dice una de esas mujeres valientes que resisten y alzan su voz para decir al mundo algo abominable, la cito: "las discriminaciones contra las mujeres se han convertido en un problema banal en el mundo actual, pero lo que las mujeres están viviendo en Afganistán es único y sin precedentes".

¡Sí, es más que urgente! Desde 1996 es urgente. El terror y el fanatismo se han abatido sobre este país con la llegada de los talibanes. Las mujeres son su pesadilla, y el odio que desencadenan contra ellas es de una violencia inhumana. Ellas sufren de lleno, incluso las niñas, un régimen de segregación. No tienen derecho a hablar, a recibir asistencia médica, no tienen derecho al trabajo. Están obligadas a cubrirse de la cabeza a los pies, es decir, a vivir en una cárcel ambulante. Se las golpea en la calle sólo porque no se cubren correctamente la cara y el cabello. Además de actos de violencia físicos, todo indica que la casi totalidad de las mujeres que viven en Afganistán soportan presiones psicológicas que las conducen a la depresión o al suicidio. Y la situación no hace más que empeorar ya que las niñas no pueden ser escolarizadas después de los nueve años. Las consecuencias directas sobre todos los niños son dramáticas: un niño de cada cinco no llega a la edad de cinco años.

Estas condiciones de vida son inaceptables sobre todo porque, en el pasado, las afganas participaban en la vida pública, como estudiantes, miembros de profesiones liberales, funcionarias o incluso diputadas. Este trato, imposible incluso de concebir para un ser humano, ni es un problema religioso ni una cuestión de tradición cultural, como algunos querrían dar a entender. Es un sistema salvaje que encierra a las mujeres en ese estatuto de seres infrahumanos. Este apartheid requiere una reacción de nuestra parte. Hay que detener a esos fanáticos, ávidos de poder y apoyados bajo mano por el régimen del Pakistán y sus escuelas coránicas, pero también, desgraciadamente, por los servicios norteamericanos.

Varias organizaciones femeninas hacen un llamamiento desde hace tiempo al conjunto de las naciones para aumentar la presión sobre los talibanes. La ONU, la Unión Europea, condicionan con razón su ayuda al respeto de los derechos humanos. Como lo hacemos en la resolución, que junto con la Sra. Morgantini les pido que aprueben masivamente, hago un llamamiento al Consejo para que no reconozca ningún régimen en Afganistán mientras se mantengan discriminaciones basadas en el sexo y para que reaccione más enérgicamente, al menos del mismo modo que lo hizo a propósito de Ben Laden. Además, algunas ONG están presentes en una parte del territorio. Hay que ayudarlas, hay que aplicar un verdadero plan de acción para apoyar su trabajo. Por otro lado, es preciso ayudar a las mujeres afganas que están en Europa, donde se organizan: deben recibir nuestro apoyo y nuestra ayuda.

(Aplausos)