TIEMPO DE BALANCE EN EL ENCUENTRO FEMINISTA QUE REUNIÓ A TRES GENERACIONES
· Hicimos Cultura, ahora necesitamos acciones

Sara Lovera, enviada/CIMAC

Y 18 años después las feministas de América Latina y el Caribe, con su presencia, discurso y acción, nos dejaron perplejas: el
movimiento existe y está vivo, comentó en la plenaria una de aquéllas que comenzó en el camino de lo que hemos llamado nuevo feminismo de los años 70. Era Estela Suárez, avecindada en México.

Llegaron aquí feministas de tres generaciones. Más de mil. Sus edades variaron de los 23 a los 60 años. Sus cabezas de fuego e ideas también variaron: ser institucionales y rebeldes; ser negociadoras y críticas; ser contestatarias y dialogantes. El viejo dilema de todos los movimientos sociales del siglo: revolución o reforma.

Este encuentro, que marcará el final de un siglo y el principio de un nuevo milenio, se llenó de luces, colores y haceres. Entre las
participantes, de más de 25 países, privó el diálogo y también un giro de confrontación. Participaron así, para mirar sus haceres 30 años después, siete encuentros diversos después.

Y estuvieron por primera vez juntas las de todas las razas de nuestro pedazo de Continente, negras, blancas, morenas, de habla hispana, inglesa, portuguesa y francesa. Eran las que han venido construyendo este movimiento contradictorio y tenaz: activistas, académicas y, el colmo, diputadas, concejalas, funcionarias diversas y múltiples. Su vestimenta, por cierto, diversa, tanto como nuestras culturas, pero la propuesta semejante: hacer del tercer milenio uno de nueva vida.

Se ubicaron en un tema doble y central: el balance y la perspectiva. Los tres ejes iniciales habían sido subvertidos, lo que nos espanta. De la lucha por el aborto libre y gratuito, el reconocimiento a la libre opción sexual y la lucha contra la violencia, se ratificó que siguen siendo una utopía general, pero ahora había otros: ciudadanía plena, derechos económicos, toma de poder, revolución cultural a fondo, creación necesaria de nuevos imaginarios.

Las jóvenes estuvieron. Nutrieron talleres y haceres, se quejaron, pero estaban. Las mayores tuvieron ganas de recordar, viejos y nuevos paradigmas surgieron.

Denunciaron, en cada rincón, celebración, baile, conciábulo,conferencia  y taller, que existe visible, invisible, subliminal, clara
o encubierta una amenaza: la de hacer retroceder a las mujeres. La amenaza viene de un bien reformado conservadurismo vestido de libertad económica, agenda social y productividad: le llaman globalización.

Quedaron claros los actores: gobiernos, iglesias, partidos políticos y como un todo amenazador los medios de comunicación y sus herramientas tecnologizadas e inmensas.

En las mesas, las previstas y las improvisadas en cuatro grandes hoteles de esta costa 100 kilómetros al sur de la capital de República Dominicana, aparecieron las publicaciones de balance. Ninguna "académica" resistió la tentación; ninguna editorial se privó de mirar el fin y el principio de milenio: las mujeres del siglo XX avanzaron y están en una nueva encrucijada.

Hablar de mujeres feministas es cosa actual, no del pasado, casi todas coincidieron. Frente al temor de la confrontación, el miedo a no dialogar, el encuentro feminista, éste del último siglo del segundo milenio, finalmente existió. Su población fue superior a lo previsto y su espacio fue por octava ocasión ganado.

Y éste es el balance de 30 años, lleno de afanes y contradicciones:

* El feminismo ha dado conciencia y autoridad a las mujeres.
* Algunos de sus objetivos fueron cumplidos.
* Se han logrado espacios concretos y simbólicos.
* Existen feminismos y no un solo feminismo.
* Están presentes nuevos desafíos.
* Hay cultura y sus asuntos están en discusión en todas las   academias.
* Lo más central de sus planteamientos es hoy preocupación de   los gobiernos.
* La globalización es una nueva oportunidad, sus comunicaciones  la gran herramienta.

Pero al mismo tiempo:
* Perdió pujanza y acción.
* Disminuyó la rebeldía y hay exceso de institucionalización.
* La amenaza más grande es el modelo económico globalizado.
* La pobreza ahonda las diferencias entre unas y otras mujeres.
* El conservadurismo y los fundamentalismos pretenden socavarnos.

¿Cuál es el desafío?
* Revivir.
* Crear nuevas e imaginarias herramientas.
* Tomar por asalto todos los medios de comunicación.
* Crecer hacia las más jóvenes, tender alianzas y hacer cumplir
  las promesas.

¿Cómo?
* ¿Por qué no? Negociar entre nosotras, aprovechar el acumulado de conocimientos, resurgir en otras partes del mundo como la
  Europa desteñida o la Asia retrasada y unirse, al tiempo que  es presente, a las grandes movilizaciones sociales donde, por
  cierto, también están los hombres.

Estas y otras definiciones, cápsulas de totalidad, permearon las discusiones, realizadas con un sistema eficaz, el de los talleres de
expresión corporal, de dibujos subliminales y poca discusión discursiva. Hubo a quienes les parecía ridículo o insulso; los  resultados fueron magníficos.

Bajó la presión y el enfrentamiento que había privado en el encuentro anterior. Ésta fue la mayor ganancia. Además, todas, casi todas, saben y viven que el feminismo o los feminismos son hoy diversos y sus caminos multiplicados. Lo importante es que están vivos, en toda su expresión.

En Juan Dolio se renovó la esperanza y hubo quienes se llevaron a su casa la convicción de que el nuevo feminismo, el viejo de los años 20, el vilipendiado sufragismo y el amenazante feminismo del rescate del cuerpo, la libertad y la buena vida, son asuntos del tercer milenio.