CIENTOS DE DIVERSIDADES
Paula Irene del Cid Vargas
Compartir en el VIII Encuentro
Feminista de América Latina y el Caribe con tantas mujeres de todos
tamaños, colores,
edades y propuestas fue
una experiencia que no he podido elaborar en su totalidad. Sin embargo,
es necesario recoger esta impresión inicial y esperar una segunda
oportunidad en la que la distancia del evento permita mejores y profundas
reflexiones sobre lo que reflejó del estado actual del movimiento
feminista latinoamericano.
METODOLOGÍA
La comisión organizadora
del Encuentro planteó tres ejes: el feminismo frente a los viejos
y nuevos modelos de dominación; el feminismo como movimiento social;
y perspectivas del feminismo latinoamericano. Definió la acción
cultural como eje transversal.
Explicó que lo simbólico,
en sus múltiples manifestaciones, sería la metodología
a utilizar con el objetivo de propiciar espacios de confrontación,
análisis y reflexión donde las formas, valores, ética
y simbologías patriarcales se destituyeran y dieran paso a nuevas
experiencias de comunicación e interrelación.
La propuesta se tradujo en 13 talleres simultáneos realizados a
lo largo de tres días, en los que se utilizaron técnicas
como el sociodrama, el collage y los cuerpos pintados para presentar las
reflexiones en dos plenarias, de las cuales todavía no tenemos las
conclusiones.
Esta metodología lúdico-simbólica fue atractiva para
muchas que, según mi percepción, deseaban calor humano y
compartir con las hermanas
feministas, no así para quienes llegábamos con esos deseos
pero además queríamos escuchar y participar sobre los retos
y obstáculos para la construcción del movimiento. Tal situación
originó la improvisación del
Grupo 10, en el que tuve
la oportunidad de escuchar a las feministas que llevan años en el
movimiento, las que iniciaron
la separación de
las izquierdas tradicionales en los años setenta, como Virginia
Vargas, y a quienes participaron del primer encuentro feminista latinoamericano,
como Marisa Navarro y Lucy Garrido, innovadora de las formas de comunicación.
PROGRAMA ALTERNATIVO
Cada día, después
de las cinco de la tarde, hubo reuniones y talleres para todos los gustos
que cubrieron temas tan
variados como los derechos
humanos de las mujeres, la salud y su atención en el modelo médico,
formulación de políticas, sexo seguro, comunicación
(periodismo, radio, video), medioambiente, violencia de género y
sexual, recuperación de
memoria, metodologías
para la investigación histórica, equidad entre mujeres, posibilidades
de repensar nuestros
cuerpos. Asimismo, procesos
de integración de la región caribeña y estrategias
de incidencia desde el feminismo para combatir el racismo y el sexismo;
consumo de alcohol y otras drogas, masajes, autosanación, centros
de documentación y un largo etcétera. Hubiéramos querido
clonarnos y dividirnos para estar en varios espacios simultáneamente.
Escogí asistir a la reunión de las que trabajan en la Campaña
por la Despenalización del Aborto. En ésta las argentinas
plantearon su desacuerdo por el cambio de nombre a la "campaña de
derecho al aborto" por "despenalización del aborto", a lo que la
nicaragüense Teresa Blandón respondió que lo que importa
es que en cada país se luche, a través de las formas más
creativas posibles, para evitar que más mujeres sigan muriendo por
abortos realizados en condiciones sépticas.
Aquí también quedaron cosas en el tintero, pero el mensaje
sigue claro: el aborto es la secuela de un embarazo no deseado; la situación
social que conduce a un embarazo no deseado existe independientemente de
cuál sea la legislación sobre aborto; las leyes sobre aborto
no hacen que las mujeres se embaracen; las raíces de los embarazos
no deseados son la falta de conocimiento sobre el sistema reproductivo,
la falta de acceso a anticonceptivos, el bajo estatus socioeconómico
de la mayoría de mujeres en nuestras sociedades y las leyes restrictivas
sobre el aborto, que alejan cada vez más la posibilidad
de una situación
en que la maternidad sea segura, libre y voluntaria.
En este programa alternativo también se tuvo la oportunidad de conocer
grupos con propuestas novedosas, como
las de Católicas
por el Derecho a Decidir, que se definen como un movimiento de personas
católicas comprometidas con la búsqueda de la justicia social
y el cambio de patrones culturales y religiosos vigentes en nuestras sociedades.
Esta organización promueve los derechos de las mujeres, especialmente
los relativos a la sexualidad y la reproducción. Lucha por la equidad
en las relaciones de género y por la ciudadanía de las mujeres
en la sociedad como al interior de las
iglesias. Afirma, entre
otros, el derecho de las mujeres a la autonomía y al control sobre
su propio cuerpo, así como a la vivencia placentera de la sexualidad.
También propone la
creación de espacios de reflexión ético-religiosa
desde una perspectiva ecuménica, desarrollando
diálogos públicos.
Sus propuestas y reflexiones son una opción para las católicas
guatemaltecas, quienes pueden comunicarse con ellas a su dirección
electrónica: cddla@catolicas.org o a través de su sitio en
Internet:
http://www.catolicas.org,
donde se puede participar de debates y foros.
A LA LUZ DE LUNA LLENA
Por la noche las organizadoras
nos ofrecieron variedad artística, poesía, miniconciertos,
teatro con nombres tan
sugestivos como "El espejo"
o "Putas en el manicomio". Decidí asistir al concierto del grupo
costarricense Claroscuro que, como ellas dicen, ha pasado del pleistoceno
a ser profesionales que nos brindaron la oportunidad de vibrar y bailar
al ritmo de su música de propuesta feminista con canciones como
"Mandinga", "Fin de milenio", "De color injusto", "Aquelarre". Cada noche
tuvimos la oportunidad de disfrutar de luz de luna y las que quisieron
parrandearon y merenguearon hasta el amanecer.
LA MARCHA
El jueves no hubo talleres:
nos dirigimos a marchar por las calles de Santo Domingo. Partimos del monumento
a las
hermanas dominicanas María
Teresa, Minerva y Patria Mirabal Reyes, asesinadas bajo el régimen
de Trujillo el 25 de noviembre de 1960 y por quienes desde 1975 se internacionalizó
esta fecha para conmemorar la no violencia hacia las
mujeres.
Es indescriptible la emoción vivida durante la marcha al lado de
las diversas. Se lanzaban al viento consignas como "Se va acabar, se acabar
esa costumbre de golpear, se va acabar, se va acabar, esa costumbre de
violar, esa costumbre de matar",
"Feminismo pa'elante, sexismo
p'atrás" y las de las lesbianas que decían "Soy lesbiana
porque me da la gana". Íbamos todas cantando "Cambia, todo cambia..."
La marcha concluyó en la plaza con música y muchos discursos,
con protesta y poca
propuesta.
Las despedidas fueron con un tono de "hasta luego", y dado que este encuentro
tuvo carencias pero no fue agresivo
como el de Chile, coincidimos
con otras participantes en la sensación de esperanza de que éste
fue un reflejo del punto de inflexión del movimiento, de tal forma
que en Costa Rica podamos mostrar un poco de coherencia con el sentido
político del movimiento
feminista.
A las centroamericanas, y especialmente a las guatemaltecas, nos toca la
tarea de prepararnos y llegar con puntos trabajados de esa agenda pendiente
de construir.