21 Dic '06 -Contra (de Agenbite oF Inwit)
“el elegante azar de la anonimia ”
contra:
y eso es sólo el principio del problema
pues no funciona el rollo sin un nombre
asociado a los versos como marca
registrada
como absolutamente
todo lo que se vende_
un nombre necesitan me lo dicen
con el talón guardado en el bolsillo
y su mejor sonrisa gratuita
cruzándose en la mesa del despacho_
no quiero construirme un personaje
.
— discúlpeme señora \
que como yo se llame cuando espero
en pie como una boba
a que acabe el lavado
a que suenen las cinco
a que llueva de nuevo
o a que llegue mi turno y me soporte
la amable funcionaria del registro por ejemplo_
no quiero construirme un literato
que como yo se llame cuando espero
ridícula optimista
lo que quieran
que todo el mundo escriba sus poemas
que acaben con la farsa parnasiana
o incluso
— me perdonen la salida \
cuando a veces espero
que me otorguen el premio literario_
no quiero un personaje en fin le digo
que lleve mi apellido ni mi nombre
mi pobre nombre virgen hasta ahora
debajo del retrato de esa imb é cil
poeta de salón tan esforzada
que a veces me saluda en los espejos
(Extensión mínima, Agenbite oF Inwit, más: aquí )
Han dicho algo al respecto:
Comentario de LluevesobreSantiago () - 21 Diciembre '06 - 14:07
Muy bueno.
Comentario de enfiteuta aparente - 21 Diciembre '06 - 19:38
Saludos a la compañera inwit (o compañeras); mil gracias a su insignificancia y las otras sátrapas conjuradas por Procomún, impulso nuevo, necesario, para esta congregación que busca el hacer conjunto en la distancia, y que bebiendo de la ciencia de las soluciones imaginativas, la ciencia de lo singular y excepcional, no puede sino alegrarse por este nuevo impulso patafísico y comunista.
El poema que aquí nos trae el compañero Quique Falcón (también querido), anónimo y colectivo, sin que por ello deje de ser fruto del esfuerzo sigular de mujeres y hombres concretos, contiene un buen número de endecasílabos perfectos lo que ha llenado de rítmica emoción a esta vicesatrapía, que no ha podido evitar ponerse a descolocarlos y recombinarlos; aparecerán en procomún para que otras insignificancias puedan disfrutar también jugando, cuando las obligaciones nos permitan disponer de algo más de eso que llaman tiempo libre, imagino que como contraposición a la esclavitud del tiempo que el Capitalismo nos obliga a vender a unos pocos vampiros.
Quedan grabados ya a fuego en la memoria (que también hará lo suyo jugando con ellos) los endecasílabos finales del poema:
no quiero un personaje en fin le digo
que lleve mi apellido ni mi nombre
debajo del retrato de esa imbécil
poeta de salón tan esforzada
que a veces me saluda en los espejos
......... Los oidos se deleitan con el ritmo.
Que los abuelos Carlos y Federico alumbren sus conciencias en estos tiempos de oscurantismo tan repletos de alumbrado tecnicolor.
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