Epigramas del emperador (I)

Iniciamos con esta entrada una serie, la cual optamos por titular Epigramas del emperador, tal como figura en el título. En lo que respecta a los epigramas, pues decir que tienen una larga historia. Y si de alguien podemos tomar un epígrafe, nadie mejor que Marcial, por aquello de darle al césar lo que es de dios.

"no obra honradamente quien se manifiesta ingenioso en el libro de otro"
Marco Valerio Marcial



Hay palomas y halcones, pero no queda ningún zorzal, ni un solo gorrión. Es tan fácil la muerte que ya no cría fama. Mantenerse con vida: ¿bastaría eso para la gloria? ¿A quién le importa?





¡Con qué facilidad los cirujanos se convierten en enterradores! Hoy día hasta las guerras se declaran quirúrgicas.




Compañeras en situación de prostitución.

Nos cuesta pronunciar la palabra prostitución, porque la prostitución es la pobreza, es la violación, es hacer cosas que no nos gustan, es maltrato, todo por algo de dinero para sobrevivir y aún así, si fuese mucha plata, es tremendo lo que pasa. Y la discriminación: en un momento me dice Eva cuando un prostituyente le dice adentro del albergue por diez pesos "Ay, dale, qué te hacés la delicada si sos puta, sos puta". Entonces ella me dice: "No sabés lo que se sufre Sonia, la humillación, te arrancan la piel". Y eso es la prostitución para nosotras, es humillación, es dolor, es violación. Entonces si vos tenés que seguir viviendo como puta a veces tenés que hacerte la canchera: "no, no me importa, con esto le doy de comer a mi hijo, con esto le doy educación", con ese corset puedes seguir parada, durita. Si no, no lo haces.


Así habla Sonia Sánchez del colectivo Ammar Capital en una entrevista estremecedora que publica La Vaca.


Os dejo ahí abajo dos enlaces a sendas entrevistas que me han dejado sin aliento. Reflexionan ambas dos, sin maquillaje, en un estremecimiento continuo, sobre una esquina desértica de lo real a la que a duras penas podemos sostenerle la mirada. Podemos, eso sí podemos, nosotros los hombres, seguir manoséandola, violándola y, en fin, humillándola. Lo hacemos cada vez que alegremente contemplamos una imagen pornográfica (y sí, también lo son esas tetas y culos disecados para reclamo publicitario, esas aparentes frivolidades con que prostituimos en novelitas, peliculitas y poemitas a la mujer). Lo hacemos cada vez que un aliento de nuestro deseo arma, desde lo más íntimo (que es también lo más público), la idea de la puta para deliete de nuestro narcisismo, vanidoso e infantil, de pollitas duras y reyes de la casa. Apenas podemos sostenerle la mirada a estas mujeres (dolientes y violadas, víctimas que no se victimizan), porque sabemos a ciencia cierta que alguna vez hemos sido nosotros los prostituyentes. Por ejemplo, y por dar algún caso que venga al supuesto tema de esta página, cada vez que en un poemita de nuestra autoría una mujer es ese amor neutro de no sé qué concepción romántica u objeto insidioso de un deseo que las enajena (perfiles de putas mujeres objeto que continúan las lineas de una motocicleta o puras abstraciones de putas mujeres objeto que son dadoras milagrosas del sentido del amor y la vida y apoyo infatigable de las luchas del macho, pero casi nunca mujeres compañeras, mujeres camaradas, mujeres sobresalientes en la adversidad y el peligro, mujeres en sí mismas, pero no ensimismadas).


Por eso, por la dureza sin maquillaje, sin parafernalia retórica, sin ideas equívocas, sin teorias estilizadas, estas dos entrevistas son del todo imprescindibles. Porque ahí hay mujeres que nos hablan negándose a ser miradas desde lo alto de una mamada (compañeras, ellas, a las que las han obligado a tragárselo todo y saben de qué hablan) o a ser colocadas en el simétrico altar manoseado de la tierna adoración becqueriana o el amor de madre. Porque al obligarnos a arrodillarnos con ellas, frente a una pinga parada y sucia (Porque te pagan diez pesos vos tenés que aguantarle dos horas, tenés que ayudarlo, total el pito es limpio y mi boca es una porquería, así que yo puedo poner el pito de él en la boca, no hay problema), podemos mirarlas de frente. Y es necesario, imprescindible, sostenerles la mirada. Desde su conciencia reflexiva de su condición de mujeres prostituidas, nos hacen insustraíble la nuestra de hombres prostituyentes. Nos devuelven la verguenza real, la única verguenza, de ser los prostituyentes. Y nos dan así una lección de bravura: para dejar de sentir verguenza hay que enfrentarla, saber cómo hemos llegado todos a esta situación para empezar a sacarnos de ella.


Eva: la cruel verdad: Entrevista a un mujer de 64 años en situación de prostitución

Los que viven de la prostitución: Entrevista a Sonia Sánchez del Colectivo Ammar Capital de mujeres en situación de prostitución.

Sobre Cuba, en estos días.

He extraído lo que sigue de este artículo.


También este artículo de Rebelión.


En la sesión que cerró el seminario ¿Qué significa hoy pensar políticamente?, Belén Gopegui, autora de libros como La escala de los mapas, Tocarnos la cara, o El lado frío de la almohada, leyó un fragmento de su intervención en el IV Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA que se celebró en La Habana (Cuba) entre el 27 y el 30 de abril de 2005. En esa intervención hablaba de un cuento en el que se asegura que si una rana cae dentro de una olla con agua a 50 grados, comprende inmediatamente el peligro que corre su vida y salta fuera. Sin embargo, si la rana está dentro de una olla con agua fría que se va calentando lentamente hasta que alcanza los 50 grados, no advierte el peligro, se queda quieta y sin reaccionar y, finalmente, muere.

"Quizás en Europa, señaló Belén Gopegui, hay en estos momentos un montón de ranas adormecidas por el calor que se obtiene de expoliar a otros pueblos". Y no reaccionan, porque hace mucho tiempo que están dentro de la olla. Pero saben, o al menos intuyen, que el agua está cada vez más caliente, que en la actualidad, no sólo está en juego la dignidad de dos tercios de la población mundial, sino la propia supervivencia de la humanidad.

¿Sería posible cambiar el final del cuento, e imaginar que en Europa puede ocurrir algo -una catástrofe, un error de cálculo, una sucesión de pequeños acontecimientos imprevisibles e incontrolables- que permita que todas esas "ranas adormecidas", adviertan el peligro y reaccionen exigiendo "bondad, dignidad y sentido común"? Belén Gopegui cree que sí, porque las reacciones de los seres humanos, a diferencia de las ranas, están determinadas no sólo por condiciones objetivas, sino también subjetivas. Y estas últimas -que dependen todavía de cosas que ni el fascismo ni el capitalismo pueden controlar- hacen que "una persona mansa y temerosa, cobre valor y vida". "A veces, añadió la escritora madrileña, un país entero, resistiendo y avanzando, puede convertirse en suministrador de esas condiciones subjetivas para el resto de mundo. Como hace, a día de hoy, Cuba".

En este punto de su intervención Belén Gopegui se lamentó de que con demasiada frecuencia se olvida que escritores y artistas son también trabajadores. A su juicio, eso ocurre porque su trabajo es confuso. "Un zapato es un zapato, explicó, y cualquiera sabe para que sirve. Pero no es tan fácil saber para que sirve una historia y un sueño". En cualquier caso, igual que los demás trabajadores, los escritores y artistas tienen jefes y según Belén Gopegui, deben luchar contra ellos para lograr que sus obras ("las historias que inventan y los sueños que imaginan") no estén al servicio de los intereses del Capital.

Y en esa lucha, no siempre es fácil saber cuando se acierta. En este sentido, Gopegui cree que la Revolución cubana puede suministrar "condiciones subjetivas" a los artistas e intelectuales europeos que, según ella, necesitan mucha ayuda en su trabajo, pues hay demasiadas cosas que no son capaces de contar. "Por ejemplo, subrayó Belén Gopegui en la fase final de su intervención en el seminario ¿Qué significa hoy pensar políticamente?, no hemos sabido contar que el bienestar de los países occidentales se apoya en el expolio sistemático del resto del planeta, que las aceras de nuestras calles están ensuciadas por el miedo de otros, por la desolación de otros, por el 'ahí te pudras' que aflora en nuestros labios cada día, lo queramos o no. Porque ningún habitante de un país capitalista puede eludir la obligación de pronunciar en algún momento ese 'ahí te pudras', ni evitar que otros lo digan en su nombre".

Hoja de ruta

Leo en internet la prensa del fin de semana. Encuentro un artículo en el periódico mexicano La Jornada escrito por Robert Fisk, quien dice: "tómese nota, por favor, de que el tipo de cambio de vidas israelíes a vidas de civiles libaneses es ahora de una a más de 30, sin incluir a los dos niños pulverizados en su hogar, en Dweir, el jueves pasado, cuyos cuerpos no han aparecido". Habría que repasar cómo ha evolucionado "la tasa de cambio de la muerte en esta guerra sucia" desde entonces. Por otra parte, en el suplemento sabatino de El País de Madrid, aparece una reseña del tomo dos de El principio esperanza, de Ernst Bloch. El autor de la reseña cita a la pasada a Oscar Wilde. Transcribe: “A un mapa del mundo en el que no se encuentre el país Utopía no merece la pena ni siquiera echarle un vistazo”. Asocio mentalmente estas lecturas y pienso en una hoja de ruta:

HOJA DE RUTA

Totalmente cartografiado
este planeta donde
la vida
(agua de mar los pantanos
víboras gatos y pájaros
herbajes moluscos niños)
a escala de 1 por 30
aniquilada

Totalmente mapeado
este planeta donde
la muerte
(satélites aviones barcos
trenes aliscafos máquinas
tanques y subterráneos)
junta monedas mohosas
en los escombros sagrados

Tú, que aún conservas la vista,
echa un vistazo a los mapas
y dime: ¿la isla de Tomás Moro
también fue decapitada?

Buscar entradas

Atención: Aquí solo se pueden encontrar entradas de este blog. Para buscar dentro de nuestra página pulsa aquí


Anterior / Siguiente

» Next archive