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Poesía y poder.

del Colectivo Alicia Bajo Cero.

Para leerlo completo puedes escribir a quiquefalcon@ctv.es.
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Hablar del mundo es proponer un mundo. De forma indisoluble. Toda opinión, toda mirada selecciona unos rasgos y no otros, señala un paisaje determinado y, consciente o inconscientemente, sus límites. Quiere esto decir que no parece posible una mirada total, global, que lo viera todo, aunque sólo sea porque, para ello, ésta debería, paradójicamente, localizarse en un fuera-de-lugar , una nada que con dificultad podría ser tal desde el momento en que algo tan complejo como una mirada o un lenguaje se proyecta desde ella. En este sentido, no puede haber un solo mundo sino tantos como sujetos —individuales o colectivos— miren y hablen. Hablar del mundo es pronunciar un mundo entre otros. Fragmentos.

Sin embargo, del reconocimiento del fantasma que nombra lo absoluto no tiene por qué derivarse sólo la renuncia a la búsqueda del consenso interpersonal y la inercia ante lo que hay sino, más vivamente y sobre todo, una doble posibilidad de hecho: el diálogo, más o menos conflictivo entre visiones diferentes, por un lado, y/o la contradicción exclusivista, paralizante, por otro. La selección se hace en todo caso de acuerdo a las capacidades e intereses del que habla. Considerar que todo mundo depende del lugar —del mundo— desde donde una mirada lo mira e interpreta, implica abandonar el paraíso aséptico de la opinión neutra, presuntamente objetiva. Ciego y opaco, el objeto, aun si aceptáramos su existencia al margen del sujeto que lo construye, desde luego no mira, ni habla. No hay mundo(s) sin valores y condicionantes concretos que lo(s) articulen. Hablar del mundo, además de reflejar pasivamente, es también proponer, proyectar uno posible. En el incesante renovarse de este espacio toma cuerpo la esperanza. De aquí la importancia crucial del discurso como mediador compartido entre sujetos y entre éstos y el mundo para todo conocimiento y toda acción. Una concepción amplia de la escritura como producción de discurso posibilita el asumirlas responsabilidades comunicativas, cognitivas, ideológicas y políticas que este trabajo implica en cada sociedad.

En efecto, no resulta imaginable comunidad alguna sin ese conjunto material y abierto de prácticas y realizaciones simbólicas que llamamos cultura y que, así, continuamente depende de / influye en la organización social, económica y política, de dicha comunidad. En principio, desde el lugar Unión de Escritores del País Valenciano el panorama de nuestro entorno cultural y social no puede dejar de ser problemático, cuando no decididamente desalentador. En el orden internacional, la hegemonía del capitalismo imperialista no sólo está contribuyendo a la miseria y muerte de sectores cada vez más terriblemente amplios de la población y a la destrucción irreversible del medio ambiente sino que ha promulgado —bajo el espejismo del estado de bienestar y la defensa a ultranza, fundamentalista, del confort privado— la difusión masiva de la corrupción política y un individualismo sin reparos. Este marco ideológico ha encontrado su más propicio aliado en una supuesta postmodernidad cuyas principales proclamas vienen a ser la amnesia histórica —la propia noción de historia parece haber perdido relevancia—, el rechazo de todo criterio ético o moral y el más impasible y frívolo de los pragmatismos. Las descaradas invasiones militares han aprendido a sublimarse —que no a desaparecer— en forma de colonización informativa y cultural, de manera que el invadido puede ahora serlo libremente, por propia opción, mediante un cotidiano gesto de entretenido zapping.

No vamos a abundar en la descripción de una serie de factores que tan a la vista tenemos todos y de los que todos venimos participando en mayor o menor medida. La España de los noventa, sumida en el ensueño de un europeísmo que no logra ocultarse como euroesclerosis y euroxenofobia, mecida por el rictus falsamente condescendiente de los discursos progresistas de la s ocialdemocracia —o sea, del crudo neoliberalismo—, se afana en vistosos palos de ciego mientras un tercio de la población no llega ni siquiera al sueldo mínimo. Se ha hablado ya de reflujo postdemocrático y de resaca de la transición para intentar calificar un proceso por el que, en los últimos años, según aclara un reciente estudio, “la práctica de actividades culturales extradomésticas continúa decreciendo, como para reafirmar el retorno a la privacidad; y los índices de tiempo destinado a leer libros o periódicos vuelven a descender sustancialmente. Y lo que parece más grave: este cierto retorno a niveles culturales premodernos es protagonizado sobre todo por el grupo de edad que ejerce cuantitativa y cualitativamente el liderazgo cultural, como es la juventud —especialmente masculina—, que intensifica su dependencia audiovisual y, pese a estar mucho más esclerotizada que cinco años antes, reduce su frecuencia lectora de forma clara e inequívoca”. Siguiendo otros modelos democráticos de la Europa contemporánea, el papel de las instituciones públicas se ha desviado del fomento de condiciones propicias para la emergencia plural de culturas de base hacia el dirigismo sutil pero ciertamente eficaz ante el cual es posible afirmar con razón, como ha hecho incluso Jean-François Revel, que “un país donde existe un ministro de Cultura no es un país democrático, porque la creación intelectual y estética no se hace en las oficinas de un ministerio, o distribuyendo dinero a sus amigos, escritores o artistas, a través de subvenciones. Hay, efectivamente, una tendencia en España y Francia —y no lo digo sólo contra los socialistas— a utilizar la cultura como un instrumento de propaganda para el Estado. Para que el Estado diga: vean ustedes cuánto ayudamos a los artistas, etc. Se pone la cultura al servicio del Estado, y no el estado al servicio de la cultura. Ésta es una manera totalitaria de proceder con la cultura”.

 

La voz común.

de Antonio Orihuela.

Tierradenadie ediciones, col. contratiempos, 63 págs.


Introducción, expectativas.

¿Qué nos impide ser comunidad en diversidad, cooperación y democracia directa? Desde luego, son muchos los obstáculos pero el más evidente es, sin duda, las relaciones sociales de producción capitalistas que nos expropian de nuestra vida y la transforman en el tiempo de la muerte.

Sí, más allá de la extracción de plusvalías, de intensos procedimientos de alienación, lo que se lleva el Sistema Económico y lo que refrenda el Estado es el robo de nuestra propia vida. Llegar a aceptar esto no es fácil, por un lado las ficciones con que han recubierto el vivir y que sancionan los medios de comunicación como paradigmas de vida buena lo impiden; y por otro lado, reconocer esa verdad heladora podría destruirnos para vivir con el resto de los zombis, de los muertos vivos, si no va acompañada de una alternativa en la que vivir. El mensaje/masaje cerebral oficial, si insiste en algo es en que, desgraciadamente para los que escuchan y asienten, no hay más Realidad que la que está en venta y que, habiendo sido naturalizados sus modelos de éxito basados en la fuerza bruta, el poder, el dinero y el arribismo, ya no hay alternativas a nuestro modo de vida.

Esto no sólo es falso sino que se me antoja que las posibilidades de vivir otra vida deben ser infinitas y además, por fortuna, muchos sabemos de algunas y, todavía mejor, no idénticas, sino múltiples, imprevisibles y desde luego, siempre en construcción sin fin.

Dejemos de pensar nuestra vida en términos de materia prima a la que extraer plusvalía y empecemos a vivirla como vida con sentido (sentido que afirme, incluso, la posibilidad del libre sinsentido). Pongamos fin a la larga noche de los zombis, rescatemos nuestra vida de la muerte presente, de la administración de muerte que la condena. Tengamos el valor de usarla enajenada de su valor de compra y sumisión, trabajando en prácticas que nos ayuden a recuperar tiempo de vida, denunciando e intentando eliminar las relaciones de explotación y profundizando en la democratización de la vida pública. Cualquier herramienta es buena, como la poesía rescatada de la muerte del arte y revivida para nuestro vivir. Ella nos puede ayudar a crecer, a alcanzar la vida auténtica mientras hacemos el auténtico arte de nuestro tiempo: la libre producción de acontecimientos, de acciones relevantes, perturbadoras y significativas desde las que construirnos individual y colectivamente, generando nuevas identidades y conciencias sociales, transformándonos, en tanto energía antagónica, en una fuerza comprometida en la potenciación de la emancipación autoconsciente de todos los seres humanos.

   

Manifiesto contra el trabajo

del Grupo Krisis,
80 págs. Virus Editorial. 

Para leerlo completo puedes escribir a Virus Editorial en:
C/ Aurora, 23, baixos. 08001 BCN,
o bien escribe un correo-e a virus@pangea.org / virus@sindominio.net,
o visita
las web www.comalter.net/virus / www.alterediciones.com


En Madrid puedes comprarlo en la librería Periferia, en Ave María, 3
 


 

 

 

 

 

8. El trabajo es la actividad de los incpacitados.

La identidad entre trabajo y ausencia de poder decisorio se puede demostrar no sólo fáctica, sino también conceptualmente. Hace unos pocos siglos las perosnas eran conscientes de la relación entre trabajo e imposición social. En casi todas las lenguas europeas el concepto "trabajo" se refiere originalmente solo a la actividad de la gente sin poder decisorio, de los dependientes, los siervos y los esclavos. En el ámbito lingüístico germánico se refería al trabajo ímprobo de un niño huérfano y, por eso, caído en la servidumbre. En latín "laborare" significa tanto como "sufrir una pesada carga" y se refiere, en síntesis, a los padecimientos y vejaciones de los esclavos. Las palabras románcias "travail", "trabajo", etc. se derivan del latín "tripalium", una especie de yugo que se empleaba para la tortura y castigo de esclavos u otras personas privadas de libertad. (...)

Estas circunstancias se pudieron ocultar con éxito y se pudo interiorizar este despropósito social porque la generalización del trabajo se vio acompañada de su "cosificación", a través del sistema moderno de produccion de mercancías: la mayoría de las personas ya no están bajo el látigo de un solo señor. La dependencia social se ha convertido en un conjunto de relaciones abstractas del sistema y, por lo tanto, se ha hecho total. Se nota en todas partes y, precisamente por eso, apenas si se puede concebir. Donde todos son siervos, son todos al mismo tiempo señores, en tanto que cada uno es su propio tratante de esclavos y vigilante. Y todos obedecen al ídolo invisible del sistema, al "gran hermano" de la explotación del capital que los ha enviado bajo el "tripalium".

4. Agudización y desmentido de la religión del trabajo.

"El trabajo, por muy mammónico y vil que sea, está siempre en relación con la naturaleza. Y el deseo de desempeñar un trabajo conduce cada vez más a la verdad y a las leyes y prescripciones de la naturaleza, las cuales son verdad".
Thomas Carlyle, Trabajar y no desesperarse, 1843.

(...) Quien hoy en día se pregunte todavía por el contenido, el sentido y el fin de su trabajo, o se vuelve loco, o en factor pertubador del funcionamiento autofinalista de la máquina social. El homo faber antes orgulloso de su trabajo, que a su manera torpe, se tomaba aún en serio lo que hacía, se ha quedado tan anticuado como una máquina de escribir mecánica. El molino tiene que seguir girando a cualquier precio, y con eso basta. Para la búsqueda de sentido están los departamentos de publicidad y ejércitos enteros de animadores y psicólogos de empresa, asesores de imagen y camellos. Pero cuando se parlotea continuamente de motivación y creatividad lo único seguro es que no queda nada de ninguna de las dos, a no ser como autoengaño. Por eso la capacidad de autosugestionarse, de venderse a sí mismo y la simulación de competencia figuran hoy en día entre las virtudes más importantes de directivos y especialistas, estrellas de los medios y contables, maestros y vigilantes de aparcamientos.

Con la crisis de la sociedad del trabajo también ha quedado completamente en rídiculo la afirmación de que el trabajo es una necesidad eterna, impuesta a los hombres por la naturaleza. Desde hace siglos se predica que hay que rendir culto al ídolo trabajo, auqnue sólo sea por que las necesidades no se pueden satisfacer por si mismas sin el esforzado quehacer humano. Y que la meta de todo el montaje del trabajo sería satisfacer las necesidades. Si esto fuera verdad, la crítica del trabajo tendría tan poco sentido como la crítica de la fuerza de la gravitación. ¿Pero cómo una "ley natural" de verdad iba a poder entrar en crisis o, incluso, desparecer? A los portavoces del campo social trabajo -desde los locos del rendimiento neoliberales, devoradores de caviar, hasta los sindicalistas de barrigón cervecero- la pseudonaturaleza del trabajo les hace enfrentarse a dificultades argumentativas. ¿O cómo quieren si no explicar que tres cuartas partes de la humanidad se hunda en la necesidad y la miseria sólo porque el sistema de la sociedad del trabajo ya no necesita su trabajo?

No es ya la maldición del Antiguo Testamento -"comerás el fruto del sudor de tu frente"- la que pesa sobre los excluidos, sino una nueva perdición, esta sí inexorable: "no comerás, porque tu sudor no es necesario y es invendible". ¿Y se supone que esto es una ley natural? No es más que un prinicipio social irracional, que se presenta como un imperativo natural porque durante siglos se ha destruido o ha sometido todas las demás formas de relación social, poniéndose así mismo absoluto.

 

Manual de la guerrilla de la comunicación.

de grupo autónomo a.f.r.i.k.a., Luther Blisset / Sonja Brünzels,
Virus editorial. 

Para leerlo completo puedes escribir a Virus Editorial en:
C/ Aurora, 23, baixos. 08001 BCN,
o bien escribe un correo-e a virus@pangea.org / virus@sindominio.net,
o visita
las web www.comalter.net/virus / www.alterediciones.com


En Madrid
puedes comprarlo en la librería Periferia, en Ave María, 3


 

 

 


¿Acaso la mejor subversión no es la de alterar los códigos en vez destruirlos?, Roland Barthes.

Advertencia a las lectoras.

Lo que se intenta con este libro es algo paradójico. Aquí se presentará de manera muy seria la teoría gris de una práctica que no solamente pretende ser subversiva, sino también placentera y divertida. Las autoras están hasta las narices de la práctica exclusiva de escribir octavillas insípidas y del dogmatismo (extendido también entre los autónomos) de la izquierda que a lo sumo nos permite reírnos del cabaret político. En lo demás hay que demostrar siempre que llevamos a cuestas todo el dolor y toda la injusticia del mundo. Queremos huir de la práctica política que mide su importancia por el grado de abstracción o por el gesto de seriedad de sus resoluciones. Puede que esta imagen sea injusta o exagerada. Pero ya nos conocemos: la mala conciencia nos invade cuando, en vez de currarnos por fin aquel texto teórico sobre la tergiversación, nos pasamos dos noches bailando; la moral del trabajo que nos obliga a permanecer pálidas ante el monitor (por mucho que nos guste escribir), en vez de tomar el sol -a pesar del agujero de la capa de ozono- en la piscina; la escrupulosidad con la cual revisamos unas expresiones para comprobar si atienen la línea políticamente correcta. Todo es nos es muy familiar.

"No hay una vida correcta en lo falso". No obstante, a muchas nos gustaría vivir una vida no supeditada a los conceptos de competencia y rendimiento y que, además, resulte atractiva. La guerrilla de la comunicación tal vez podría ser el medio para tal práctica.

Un exceso de análisis y estructuración, de conceptualización y delimitación de diferentes principios, métodos y técnicas puede restarle encanto a la más bonita de las acciones. Precisamente por esta razón, contamos también muchas historias de acontecimientos sin despiezarlas para no convertirlas en teoría seca e indigesta. Sin embargo, sería igualmente fatal ver en las concepciones teóricas que aquí se proponen un manual de reglas a seguir, y encerrar así la propia práctica en un corsé que ya no dejé lugar a deseos, placeres y diversiones incontroladas. Y aunque no haya unanimidad acerca de las valoraciones o los ejemplos propuestos, este libro, se propone a la lectora como caja de herramientas que ofrece palabras, metáforas e imágenes y que anima a reflexionar sobre posibilidades similares en la practica propia. Y ésta es también la mejor contribución que se puede hacer a una futura teoría de la subversión.

 

Q

 de Luther Blissett.
Novela, 755 págs.,
Mondadori, Col. Ave Fenix De Bolsillo. 

Visita la web de Luther Blisset y Wu-Ming. www.lutherblisset.org
Todos sus textos se descargan gratis.



 

 

-En todo aquel que exorciza en los demás el desprecio que siente por sí mismo, por las propias derrotas, en todo aquel que culpabiliza y juzga para no ser ni juzgado ni culpable, hay un cura que, por más que quiera disimularlo, grazna todavía entre los cuervos de la vieja fe. A todo aquel que muestra suficiente inteligencia como para comprender el mundo y demasiada poca para aprender a vivir no le cabe esperar otra cosa que el martirio. -Vuelve a sonreírme-. Yo no he hablado nunca de los elegidos. Lo único que he dicho es es cada uno puede descubir en sí el espíritu de Dios, que es libre, ajeno a cualquier código, incapaz de causar daño. He dicho que el pecado está en la mente del pecador.

Comienzo a comprender.

Continúa sereno:

- A los veinte años creía que Lutero nos había regalado una esperanza. No tardé mucho en comprender que se la había revendido enseguida a los poderosos. El viejo fraile nos ha desembarazado del Papa y de los obispos, pero nos ha condenado a expirar el pecado en soledad, en la soledad de la angustia interior, introduciendo un cura en nuestra alma, un tribunal en la conciencia que juzga cada gesto, que condena la libertad del espíritu en nombre de la inexpiable corrupción de la naturaleza humana. Lutero ha arrancado a los curas el hábito negro, únicamente para volver a coserlo en el corazón de todos los hombres.

Toma aliento, jugueteando con la virutas de madera del suelo. Tiene verdaderas ganas de decírmelo todo, como si quisiera recompensarme por mi relato. Yo tengo ganas de escucharlo.

-Quisiera que comprendieras que tú y yo hemos partido de la misma desilusión. Los mismos que quisieron reformar la fe y la Iglesia, han reformado también el viejo poder, le han proporcionado una nueva máscara. Las esperanzas de  vuestros anabaptistas eran legítimas: desmentir a Lutero y proseguir a partir de allí donde él se había detenido. Pero vuestra visión de la lucha os hacía ver el mundo en blanco y negro, cristianos y anticristianos. -Sacude la cabeza-. Una visión de ese tipo sirve para ganar una batalla justa, pero no para hacer realidad la libertad de espíritu. Muy al contrario, puede construir nuevas prisiones del alma, nuevas obligaciones morales, nuevos tribulanes. El sentido de todo eso se halla contenido en la historia que me has contado: Mattys, Rothmann, Beuckelssen, Batenburg... La diferencia entre un Papa y un profeta radica únicamente en el hecho de que se disputan el monopolio de la verdad, de la palabra de Dios. Yo creo que esa palabra cada uno debe poder encontrarla por sí mismo. Me he quedado al margen de la contienda y he trabajado para para esto. -Hace un gesto para abarcar el patio que nos rodea-. No te vayas a creer que ha sido fácil. He estado muchas veces a punto de ser encarcelado y durante muchos años he tenido que llevar una vida clandestina.

 

Ánalisis de la Sociedad del Bienestar

de Agustín García Calvo.
Editorial Lucina.

Para leerlo completo:
Editorial Lucina, Rúa de los notarios, 8, 49001. Zamora.
De venta en librerías.


2. Que se lucha por lo que no existe.

En este análisis y estudio -decíamos- nos guía desde ahí abajo el pueblo, lo que quede todavía vivo. Ahora bien, resulta que el pueblo, como no es nada más que algo negativo (que no tiene Personas, que no es la Mayoría Democrática, sino lo contrario: todos; en fin, que no existe, porque tiene cosas mejores que hacer, el pobre), lógicamente, no dice más que NO: que si esto no es vida, que si esto no era aquello, que no creo, Señor, que no creo, y que, aunque me coma la paja que me echen, como el asno de Iriarte, no me olvido de lo que es el grano; y así toda la ristra de NOES que de vez en cuado brotán de los corazones cada día (de los corazones, señora: no los confunda usted con el almita que tiene en su almario, que ésa no dice NO).

Y entonces, siendo así la cosa, ¿cómo ese puro NO va ispirarnos ni guiarnos para análisis ni estudio ninguno serio de la Sociedad del Bienestar? ¿Es que vamos a contentarnos con ir diciendo NO a cada cosa que se nos ofrezca? ¿Es que no estamos aquí, con este análisis, combatiendo por algo positivo? ¿Es que no tenemos nada por lo que luchar?

Hombre, pues, si tanto se nos pregunta, habrá que responder, ¿no? Sí: también aquí luchamos por algo. Y, ¿por qué luchamos? Pues luchamos por lo que no existe, claro. Si no, ¿qué gracia tiene? Para luchar por lo que existe ya están Ellos, los Ejecutivos del Estado de Bienestar, y por ello están luchando cada día y procurando que todo ciudadano luche por lo mismo: por lo que existe, que lo que a él le conviene, como que también él tiene derecho a existir, el hombre.

Así que los que se hallen tan contentos con esto que existe y tanto lo quieran que estén dispuestos a trabajar hasta la muerte para que se siga desarrollando, para que de ese modo siga existiendo, si están tan seguros de la Realidad y de que lo que es es lo que es, y no hay más cáscaras, si tanto creen en esa Realidad que en ella han puesto la realidad de sus almitas de cada uno, ésos no tendrán mucho que leer ni que responder en este análisis de su Sociedad; porque aquí estamos luchando por lo que no existe, pensando que de lo que existe estamos hasta aquí, y que merece la pena ver si se puede usar la vida y la razón para hacer algo que no sea lo que está hecho.

¡Más fe que el alcoyano! -dirán acaso algunos, meneando compasivamente la cabeza.

¿Fe? Pues no, señor; y este punto conviene esclarecerlo antes de que sigamos adelante. Ninguna fe: lo que hace falta para esta lucha es una gran falta de fe: la falta de la fe que tienen los que creen en la Sociedad del Bienestar y en la Realidad en general, que sólo sobre la fe (de la Mayoría) se sostiene; pues lo que existe sólo existe gracias a la fe.

Pero, con una cierta falta de fe, ya basta para empezar a entender cómo es esto que nos pasa, para seguir luchando por lo que no existe.

25. No ir con los tiempos.

Y en fin, para terminar por ahora, lo mismo que las miserias y tiranías atrasadas de que el Desarrollo se rodea pueden acaso usarse al revés de como las usan los medios de Formación de Masas, no para horrorizarlas vanamente y hacerles sentir lo bien que están en el Bienestar, sino para revelar, como en un espejo, lo que el Bienestar es en verdad, análogamente las barbaries medievales y paleolíticas, los martirios inquisitoriales, las guerras de nazis y nipones, las escabechinas napoleónicas, las invasiones de los tártaros o las matanzas de los romanos, imágenes que también está la Televisión insaciablemente reponiendo ante los ojos cada día, a fin de que los estupefactos contemporáneos reconozcan, hundidos en su sillón, lo mucho que hemos progresado y la Gran Paz de que disfrutamos, pueden tal vez usarse del revés, para percibir mejor por ellas, como si fuesen caricaturas de los mismo, las barbaries, tormentos y administración de muerte en que consiste el Estado del Desarrollo.

El que sepa reconocer en la combustión de cada autobusada de jubilados las llamas de la hoguera royendo los pies de Juana de Arco o Giordano Bruno, en las reatas de niños corcovados bajo las mochilas de la Cultura la matanza de los inocentes con Herodes, en los papeleos y pantallazos de Ordenador de nuestras burocracias el relumbrar de dagas y rechinar de huesos de las campañas de Troya o del Gurugú, en la afable sonrisa sobre la corbata del Ejecutivo en desayuno de negocios la siniestra sonrisa de la película de Tamerlán o de Bocasa mandando sus prisioneros a la carnicería, a ése quizá las imaginerías de la Historia le sirvan de algo. Todas las épocas están en está, que no es época ninguna.

No pueden las gentes disconformes o rebeldes creer en la Historia para nada: la Fe en la Historia la cultiva y promociona el Estado-Capital, a fin de que creyendo los Individuos de la Masa en la existencia de las otras épocas, crean también el Futuro a que el Capital-Estado los tiene condenados; y que, al creer que hay otras épocas, lleguen a creerse que esto también es una época (en realidad, la Televisión, con el solo encuadrarlo en la pequeña pantalla, está haciendo Historia de la actualidad misma), y, como es sabido que en las épocas no vive más gente que Jerjes o Napoleón, los muertos, la administración de muerte de las Personas de las Masas queda así cumplida.

Pero es claro que las otras épocas no son más que imaginerías que forman parte de esto que nos pasa; y que esto no es época ninguna, sino tiempo vivo, tiempo en el que hablamos mientras hablamos, el que se quiere dejar muerto en el Tiempo de los relojes y la Historia.
Por eso, no se puede creer en los tiempos; y el ir con los tiempos, ese afán, dominante desde las chácharas de los chavales sobre motos hasta los Congresos velocípedos de los varones culturales, por estar al día, es la manera de entregarse al Dinero y al Poder, la Muerte.

¡Nunca pues ir con los tiempos! La última y verdadera revolución es la de los muertos, que se niegan a estar muertos; y la evidencia, palpable y actual, es que sigue siempre latiendo, por debajo del Dominio, un corazón que sabe decir "¡Qué bueno esto!" y sabe decir "No", sin importarle un rábano ni el Orden del Día ni las Modas.
Y no hay prisa. El pueblo tiene esa inmensa ventaja de que, como no tiene que existir, no muere nunca.

 

Contra la pareja.

de Agustín García Calvo.
Editorial Lucina.

Para leerlo completo:
Editorial Lucina, Rúa de los notarios, 8, 49001. Zamora.
De venta en librerías


 

De la realidad de la pareja. Criterios de 'Realidad'

Y para este estudio, desde luego, lo primero es considerar la realidad y la cuantía de realidad de la Pareja, su importancia y necesidad en el Orden Establecido y el acrecentamiento de su pujanza de la mano del Desarrollo del Dominio, hasta llegar a su actualidad o culminación en el Régimen de la Sociedad del Bienestar.

Dos criterios principales hemos venido elucubrando para juzgar de la realidad de algo. El uno es que se habla de ello; puesto que una definición esacta de la Realidad es la que reza "real es aquello de que se habla" (ese sentido, en el estudio gramtical, p. ej. en Del lenguaje,  descubríamos la separación, contraposición y relaciones, entre 'mundo de que se habla' y 'mundo en que se habla'); y, por tanto, algo será más o menos real cuanto más o menos se hable de ello.

El otro criterio era el del dinero: reales son las cosas que pueden cambiarse por dinero; como es natural, puesto que el Dinero es la perfección de la idea costitutiva de la Realidad; y asimismo, cuanto más una cosa se cambia por dinero, cuanto más fácilmente, más frecuentemente y por más altos números de dinero se la cambia, tanto más es ella real y más su realidad segura.

Y no se olvide, a este propósito, que la Realidad, tal como establecida en las ideas dominantes que justamente la constituyen (pues toda realidad es necesariamente ideal), tal como impuesta, en lugar de verdad, a las conciencias de los Individuos, en masa y en cada uno de ellos, es el arma primera y el sustento del Poder, que, sin la idea de 'realidad' no podría mantenerse por un momento ni imponer el miedo del Futuro, que es su fuerza toda.

 

En estos tiempos.

de Quique Falcón,
colección de artículos publicados en distintos medios (se amplía periódicamente).

Para leerlo completo, visita la Biblioteca.


Derrrotas.

(Chile, 2 de marzo). Pinochet-el-asesino increíblemente se levanta, y se levanta sobre la piel encendida de miles de víctimas, saluda al futuro con manos de brujo, nos mira a los ojos, sonríe. La lógica del Estado -impunidad, comadreo, sentido de la oportunidad, olvido- vence sin apenas convencer a los dueños de las decisiones, la barbarie se come el derecho de las víctimas, la Razón de Estado al silencio de los pueblos, la amnesia reescribe la Historia y la hace inútil (buenos contenidos), define los límites de lo tolerable, disculpa el terror. Enhorabuena: sólo ha costado un informe.

(Valencia, 9 de marzo). Bancaixa-la-caja-de-ahorros compra la voluntad de la Plataforma Valenciana de Entidades de Voluntariado Social y ésta, democráticamente, se deja comprar. La lógica del Mercado -recursos, prestigio, intercambiabilidad, bonanza, creación de necesidades a golpe de talón- vence y convence a la ciudadanía de base, lo rápido se come a lo lento, la eficacia al sentido, la derecha mercantil programa en rojo (buenos contenidos), calcula dividendos, invade territorios sociales. Enhorabuena: sólo ha costado un millón.

(Estado territorial español, 12 de marzo). La pacificación social gana las elecciones, ocho millones de pobres no existen en la España-que-va-bien, vota el bolsillo. La lógica de la Sociedad Civil -seguridad, seguridad, seguridad- vence y arrincona a la de la Sociedad Sensible, lo mío se come a lo nuestro, la estabilidad indolora a la solidaridad social, la derecha programa con hechos (buenos contenidos), reparte en serio entre los suyos y crea la realidad. Enhorabuena: sólo ha costado un mucho de miedo.

(Roma, 24 de marzo). La Iglesia vaticana pide perdón por los crímenes del pasado, los teólogos silenciados han dejado de existir, las comunidades cristianas de base no son parte del Pueblo de Dios, no mueren los mártires del Sur en manos de los poderosos. La lógica de la Religión -institución, sentido de la estrategia, mediación, eurocentrismo- vence a la rebeldía de la Fe en el Cristo del fracaso y de los pobres, la Roma jubilar al reparto de la tierra y del pan, Ratzinger se come a la cruz, las balas del poder a Romero-el-arzobispo este 24 de marzo de 1980, la añoranza de Cristiandad celebra el jubileo (buenos contenidos), olvida a los cristianos separados, pasa hoja y no mira. Enhorabuena: sólo han costado -restad- 1687 años.

Escribo un poema, abrazo a mi amigo, sueño con serpientes, comparto el pan de la mesa, abro una carta, creo en la resurrección, te descubro en lo pequeño, bebo café, río porque quiero, amo a raquel, protesto con muchos, me pierdo jugando en tu calle, abro las ventanas de mi casa y todo huele, de pronto, a fatídico mes de abril. Temo -con Eliot- que sea, de verdad, el mes más cruel. Sólo le costó tener -antes- a marzo.

Artículo publicado en:
 "L'Avanç" (Valencia),
 "Rojo y Negro" (CGT, nacional)

 

Discurso sobre la vida posible. (Textos situacionistas sobre la vida cotidiana).

Ed. de César de Vicente. Textos de Guy Debord, Garnault, Frankin, Frey, Lausen, Khayati, Vaneigem.
Ed. Sediciones.
120 pgs.

Para leerlo completo puedes solicitarlo por correo a:
Argitaletxe HIRU, S.L. Apdo. Correos 184. 20280 Hondabarria.

Si vives en Madrid, puedes encontrarlo en la Librería Periferia (Ave María, 3. Tf. 913690798) Metro Antón Martín, Lavapiés o Tirso de Molina.




Las palabras cautivas (prefacio a un diccionario situacionista), por Mustapha Khayati.

Allí donde el poder separado reemplaza la acción autónoma de las masas, allí por tanto donde la burocracia se apodera de la dirección de todos los aspectos de la vida social, asedia al lenguaje y reduce su poesía a la vulgar prosa de su información. Se apropia privadamente del lenguaje, como todo el resto, y lo impone a las masas. El lenguaje entonces comunica sus mensajes y contiene sus pensamientos; es el soporte material de su ideología. Que el lenguaje sea ante todo un medio de comunicación entre los hombres, la burocracia lo ignora. Puesto que toda comunicación pasa por ella, los hombres no tienen ya nisiquiera necesidad de hablarse: deben ante todo asumir su papel de receptor, en la red de comunicación informacionista a la que es reducida toda la sociedad, receptores de órdenes.

El modo de existencia de ese lenguaje es la burocracia, su devenir es la burocratización. El orden bolchevique aislado del fracaso de la revolución soviética ha impuesto una serie de expresiones más o menos mágicas, impersonales, a imagen de la burocracia en el poder. "Politburó", "Komintern", "Cavarmée", "Agitprop" son otros tantos nombres misteriosos de organizaciones en la nebulosa esfera del Estado (o la dirección del partido) sin relación con las masas, si no es para instituir y reforzar la dominación. El lenguaje colonizado por la burocracia se reduce a una serie de fórmulas sin matices ni inflexiones en el que los mismos nombres son siempre acompañados por los mismos adjetivos y participios; el nombre los gobierna y, cada vez que aparece, van automáticamente a continuación en el lugar oportuno. Este "marcar el paso" de las palabras traduce una militarización más profunda de toda la sociedad, su división en dos categorías: la clase de los dirigentes y la gran masa de los ejecutantes. Pero esas mismas palabras están llamadas a jugar otros papeles; están penetradas del poder mágico de sostener la realidad opresiva y de encubrirla, y de presentarla como verdad, la única verdad posible. (...) La rigidez con la que se sacralizan las fórmulas rituales tiene por objetivo preservar la pureza de esta "substancia" frente a los hechos que aparentemente contradicen. El lenguaje de los amos es entonces todo, y la realidad nada, o todo lo más, el caparazón de ese lenguaje. (...)

La decadencia del pensamiento radical acrecienta considerablemente el poder de las palabras, las palabras del poder. "El poder no crea nada, recupera" (cf. I.S., 8). Las palabras forjadas por la crítica revolucionaria son como las armas de los partisanos abandonadas en el campo de batalla: pasan a la contra-revolución; y como los prisioneros de guerra, son sometidas a trabajos forzados. Nuestros enemigos más inmediatos son los portadores de la falsa crítica, sus funcionarios oficiales. El divorcio entre la teoría y la práctica proporciona la base central de la recuperación, de la petrificación de la teoría revolucionaria en forma de ideología, que transforma las exigencias prácticas reales (cuyos indicios existen ya en la sociedad actual) en sistemas de ideas, en exigencias de la razón. Las ideologías de todo tipo, perros guardianes del espectáculo dominante, son las ejecutoras de esta tarea; y los conceptos más corrosivos son entonces vaciados de su contenido, reenviados a la circulación, al servicio de la alienación conservada: el dadaísmo al revés. Se convierten en sloganes publicitarios. Los conceptos de la crítica radical corren la misma suerte que el proletariado: se les priva de su historia, se les separa de sus raíces, son buenos para las máquinas pensantes del poder.