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ISSN 1886-2799

Revista  MLRS
número 15

(mayo de 2008)

 

 

>>>>>>>>>>> epigramas del emperador

mugidor

 

 

Pincha aquí si necesitas leer una breve Introducción.

 

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"no obra honradamente quien se manifiesta ingenioso en el libro de otro"

Marco Valerio Marcial 

 

I

 

Hay palomas y halcones, pero no queda ningún zorzal, ni un solo gorrión.

Es tan fácil la muerte que ya no cría fama.

Mantenerse con vida: ¿bastaría eso para la gloria?

¿A quién le importa?

 

¡Con qué facilidad los cirujanos se convierten en enterradores!

Hoy día hasta las guerras se declaran quirúrgicas.

 

 

II

 

Hay formas de procacidad que asumen el terror.

No hablo de la pornografía de unas fotos soeces; hablo de la tortura en las cárceles.

Ya no selecciona a sus presas, el depredador.

 

 

III

 

La tierra prometida es una fórmula que echa por tierra la promesa de redención.

No hay tierra prometida.

Construyen un muro alrededor de la última espiga.

No quieren que el viento haga tiritar la esperanza.

 

 

IV

 

Marte está a sus órdenes, aunque sus armas ya no son invictas.

No es lo más relevante.

El problema es que la misma Venus está a su servicio. Amenaza y seducción. Miedo y ardor.

La moneda de los dioses: cara y cruz de este poder.

 

 

V

 

El felino es clemente con su presa hasta un momento bien determinado: cuando está persuadido que nadie ni nada puede negarle su victoria. Entonces, clava sus dientes y desgarra la carne.

Lo mismo hace el sufrimiento con los humanos. No obstante, hay una diferencia: siempre habrá alguien dispuesto a aceptar que la víctima aún puede sufrir un poco más.

 

Adenda para el quinto Epigrama del Emperador:

 

En momentos de desesperación, cualquiera dispone de una última seguridad vivificante: puede olvidarse de sí mismo.

 

 

VI

 

Hagas lo que hagas, no existe más que el dinero.

Si hablas, si oras, si recitas, si escribes: que sea por dinero.

Si comes, si bebes, si lloras, si amas: cultiva tu estilo dinerario.

Y si no hay paga, nada hagas.

La moneda bruñida será el espejo de tu alma, la fiduciaria imagen de tu imagen.

 

 

VII

 

Don Pedro Calderón de la Barca pensaba que la vida es ilusión.

Hace años, algunos acotaron ese pensamiento; escribieron: salvo el poder, todo es ilusión.

Luego, otros, ampliaron la acotación: imaginaron que todo es poder, incluso la ilusión.

En estos asuntos, es fácil entusiasmarse.

 

Adenda para el séptimo Epigrama del Emperador:

 

Si fuera cierto que sólo las tautologías son verdaderas, por una razón de gusto, aboliría los pleonasmos.

 

 

VIII

 

Aquél quiere una escritura procaz: escribe la palabra procacidad y luego escribe sobre el acto de escribir la palabra procacidad. Parece atrevido e insolente, pero no lo es.

¿A quién asustan hoy los devaneos de un intelectual?

 

 

IX

 

La hermosura es paciencia, dice el poeta que dijo Lázaro después de su resurrección. Mas, ¿es hermoso el paciente que espera su turno? ¿Es paciente la hermosura del felino preparando su salto sobre la presa?

A menudo, los resucitados pierden el sentido de la belleza, y el de la impaciencia.

 

 

X

 

El que exige virtudes, almacena condenas. Y el que prodiga virtudes, sorberá en silencio su trago de veneno.

 

 

XI

 

Siempre que hables con eslóganes, prescindas del pensar y el reflexionar, y sientas que el odio y el desprecio te erizan la piel como un chirrido, has de saber de qué lado te ubicas.

Y te digo, que con armas melladas no se ganan batallas, aunque también esto pueda resultarte un eslogan cansino.

 

 

XII

 

Hay quienes abandonan una pelea. Hay quienes dejan de pelear y se abandonan.

No todos los abandonos conllevan el mismo resultado, ni todos son posibles: se puede abandonar la lucha, pero no se puede abandonar la derrota.

 

 

XIII

 

La verdad del carcelero:

cuanto más grande la jaula,

más pequeño el prisionero.

 

 

XIV

 

El ciruelo de jardín no prometía frutas, pero las dio.

A veces sucede que recibimos piedad cuando esperamos un estacazo o un golpe de quien esperamos alivio. Son formas de lo sorprendente y de la ingratitud, a las que no conviene avenirse.

 

 

XV

 

Entre el obsecuente y el crítico, elige siempre al último. No te hará más suspicaz ni más sabio. No será una amistad más segura. Simplemente, elígelo para tenerlo más cerca a la hora de aplastarlo. Y por el obsecuente, no te preocupes: siempre estará a tu sombra, incluso cuando te traicione.

 

 

XVI

 

Ellos me dicen que el mundo no tiene sentido. Pero yo sé que hay cosas que son y cosas que no son. Hay cosas que fueron y cosas que no fueron. Y que todo ello, sucede al mismo tiempo, y al mismo tiempo deja de suceder.

Con saber esto me basta para no confundirme, y para confundirlos a ellos.

 

 

XVII

 

No confundir:

el arte pobre no es un pobre arte.

Pero pobre del arte

si por pobre

dejara de ser arte.

 

 

XVIII

 

Un filósofo diagnosticó la enfermedad del siglo veinte: la normalidad.

Cabía entonces un modo de salud: la anormalidad.

En nuestro siglo, la anormalidad es de lo más normal.

Ya no hay salud posible.

 

 

XIX

 

Tenemos certezas para afirmar que el presente será mañana pasado. Pero no la tenemos para afirmar que pasado mañana habrá algún presente.

 

 

XX

 

Hay quienes desean pero no actúan, y hay quienes actúan sin desear.

Unos y otros son igualmente responsables por lo que sucede.

Por todas partes brota la miseria.

Por todas partes se cosecha mezquindad.

 

 

XXI

 

Si aún conservas intacta tu fe en el progreso, no olvides que a los humanos les ha sido dado el don del desengaño.

También esto significó un avance respecto de épocas en que las mejores ilusiones alentaron las peores vilezas, y la sangre malgastada fue un escarnio a los beatos.

 

 

XXII

 

El pillaje en la historia es rutina,

y es la rutina un pillaje

día a día.

 

 

XXIII

 

De la importancia de ciertas distinciones

 

Descubrir que no importa

el nombre, la ascendencia;

no importa si es política

de izquierda, de derecha;

no importa la bandera:

la roja, azul o negra;

no importan los lugares:

la celda, el campo abierto;

no importa si es el sexo

del macho o de la hembra;

si es dios o es el demonio,

si es noche o si amanece;

no importan las maneras,

ni el rango, ni los grados;

no importa quien lo ejerza:

 

el poder es lo mismo,

el poder es lo otro,

igual y diferente.

 

 

XXIV

 

Epigrama escrito a propósito de una moraleja de Kurt Vonnegut que reza:

"Somos lo que simulamos ser, así que debemos tener cuidado con lo que simulamos ser".

 

¿Ser sin simulacros? ¿Hacer sin disimular? ¿Ser lo que se hace? ¿Hacer lo que sea?

Lo que hacemos no alcanza para disimular lo que simulamos ser.

 

Hay que hacer otra cosa; hacer algo distinto. Hay que dejar de ser cosas.

Hay que hacerse la idea de que somos lo que somos, aunque no parezca.

Aún queda mucho para ser. Aún queda mucho por hacer.

Todo puede parecer peor de lo que es. Y todo puede ser peor de lo que parece.

 

Adenda para el vigésimo cuarto epigrama del emperador

 

Disimula, te están vigilando.

 

 

XXV

 

En la cripta que habitas no caben palabras limpias.

Escribes garabatos que son sombras dormidas.

La oscuridad es tu oquedad. La oquedad es el todo de tu torpe vacío.

No necesitas guardianes en la puerta de la cripta.

Ninguna palabra escapará.

Ninguna palabra te ha de salvar la vida.

A nadie habrás de librar.

 

Al borde de esa cripta, lo percibo, sólo el silencio es peligro.

 

 

XXVI

 

Maldecir no es igual que decir mal.

Los poetas malditos sostienen que la poesía puede cambiar el mundo. Es posible, pero yo sólo he visto que el mundo ha cambiado a la poesía. Para mal. Para decir mal. No para maldecir.

Benditos los poetas que dicen bien, cuando maldicen.

 

 

XXVII

 

¿Qué se necesita para que un hombre, o una mujer, se dejen caer de rodillas y supliquen con fervor?

Un buen discurso, retórica.

Una espada afilada, infantería.

Imágenes sugestivas, erótica.

Ese sentimiento de cansancio, abatimiento, que algunos llaman culpa.

Algo de dolor.

Algo de miedo.

Y el tiempo, la historia, los linajes, las supercherías.

 

 

XXVIII

 

Cuando dejes la tierra, la tierra te dejará.

Cuando abandones tu sitio, tu sitio te abandonará.

Cuando olvides tu nombre, te nombrará el olvido.

 

El olvido es un sitio polvoriento, abandonado y mudo.

 

 

XXIX

 

Hay sonrisas que espantan.

La frivolidad es un acto de maldad.

 

 

XXX

 

No he sido lo suficientemente claro en esta oscuridad de hoy, donde serpientes y manzanas recrean mutuamente la fábula del poder.

Lo reconozco.

Y me recuerdo paladeando el halago, ahora que olvidé cómo halagar al paladar.

Ya mi lengua ha perdido la capacidad de degustar: sólo me queda una baba insulsa y un hilito de silencio.

Nada más.

 

 

 

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PARA LA SUPERVIVENCIA

(Prácticas comunistas y libertarias

de la poesía y la literatura)

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INTRODUCCIÓN A LOS EPIGRAMAS

(Acerca de la dificultad de desnudar emperadores)

 

Este número 15 recopila, en versiones posteriormente corregidas, la serie de textos que, bajo el título general de "Epigramas del emperador", se fueron publicando con mayor o menor regularidad en el MLRS en el espacio de algo más de un año. El primer epigrama data de agosto de 2006; la serie publicó el último en diciembre de 2007. Ocasionalmente, las páginas del MLRS recogieron durante aquel tiempo reacciones polémicas a propósito de algunos de estos epigramas. De su autor sólo puedo decir que --tras el heterónimo rumiante de "mugidor"-- se reconoce la escritura de uno de los poetas latinoamericanos contemporáneos más interesantes en la América del Sur. Del epigrama sólo puedo señalar su pervivencia tras una larga historia.

 

La voz que articula estos incisivos epigramas es la del poder. No es otra. En algún otro lugar he escrito que, para un proyecto de escritura poética de signo resistente y antagonista (al orden de cosas dado), sería también necesario poder hacer hablar a los verdugos, visibilizar --en toda su complejidad-- cómo se aparejan en ellos pensamiento y violencia. Completamente expuesta a nuestros ojos, es la lengua del Imperio la que aquí se revela y se nos muestra. En la cabal comprensión de cómo el poder razona, por fin sin tapujos, radican en cierta parte la necesidad de que podamos reconocerlo y la posibilidad de (simultáneamente) hacerle frente.

 

(Enrique Falcón, mayo de 2008)

 

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