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           Perú: cojudeando a un país

                                                                     

     Ríe mientras puedas. Parece que García le contara a Lula, las innumerables veces que ha cojudeado a los peruanos, en sus cien días de gestión. Igual que De Soto con sus falsas tesis.

Herbert Mujica Rojas / Revista Mariátegui
 10/11/06


Al partir hacia Brasil, el presidente Alan García Pérez, ratificó su confianza que el TLC con Gringolandia sea ratificado por los demócratas que acaban de ganar las dos cámaras legislativas, Senado y Representantes. El señor de marras puede tener toda la fe del mundo, no obstante, tenemos dudas muy sólidas respecto a que en Washington D.C. piensen igual los legiferantes novísimos. Así otorgue él, virtudes mágicas a su negociador Hernando de Soto, ilustre por haber sido ¡totalmente desmentido en sus tesis! cuando el Nobel de la Paz se
otorgó a un banquero, del sistema formal en microcréditos con morosidad cero y que demuestran que los títulos de propiedad que aquél esgrime como panacea, son aborrecidos o nada importantes ¡para los bancos! ¿Está García cojudeando a un país?

La nueva vocera de la Casa de Representantes será Nancy Pelosi, activísima demócrata que conoce muy bien al Perú y muchos de sus problemas. Uno de ellos, Camisea y los abusos cometidos contra el medio ambiente, las poblaciones del lugar y por eso fue una firme crítica a las dinámicas emprendidas por el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, en la zona. ¿Será con ella que el Perú pueda contar así nomás? Si bien el Senado tendrá que decidir, no se reúnen los parlamentarios gringos hasta los primeros días de enero ¡del 2007!

Ha dicho el mandatario García que a EEUU le conviene tener como aliado al Perú. Nuestro país, huelga decirlo, ocupa en términos de comercio con Gringolandia, un porcentaje que no pasa del 1% con cierto optimismo. ¿Se condice aquello con la lenguaraz expresión presidencial? No parece haber equivalencia y ¡mucho menos! simetría de proporciones entre una enorme nación, con una política imperialista rediviva, brutal y practicante de primero tirar la bomba y luego pedir la identificación y un país, Perú, que como el resto de Latinoamérica,
ocupa el penúltimo lugar en la agenda corriente de la política norteamericana.

¿Cojudeando a un país?
Denunciaba Manuel González Prada que nuestros gobiernos podían ser definidos con tres palabras: Imbecilidad en acción. ¿Culpa de los gobernantes? Puede ser en primera instancia porque de allí proviene el cojudeo, equivalente de imbécil. Pero, en Perú las pandillas políticas están muy ocupadas en defender las planillas ocultas de sus sueldos pingues y dolarizados como es el caso de la rabanería caviar en las ONGs paquidérmicas. Los tecnócratas vendepatria, cuyo Dios también es el dólar, se refocilan en la mediocridad del resto sin mirar la suya propia. Los partidos políticos no tienen sino disparos aventurados, sin coherencia ni cartabón firme porque el tema les queda grande. Los miedos de comunicación desinforman y sólo hablan de cuanto interesa que se dé por cierto cuando, las más de las veces, sólo es apariencia y mentira maquillada. Por tanto, las maromas, piruetas y acrobacia verbal de toda índole pasa como inteligente y potable, aunque su verdad sea exigua o inexistente.

Mirar con ojos peruanos a un Congreso cuya composición acaba de cambiar y predecir, vía la autoconfianza local, criolla y sumamente cazurra, sobre lo que ellos van a hacer, no es sino la insolente majestad del aventurerismo y la estúpida soberanía del animal político sobre los políticos animales.

¡Tomar a lo serio las cosas del Perú, admonizaba severo don Manuel!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!


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