¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
                                                                 Encrucijada política en Oaxaca

                                                          

   Liderazgo Magisterial. La lucha de los maestros oaxaqueños  se remonta a los años setenta. En el combate obrero-campesino contra el priísmo y los cacicazgos locales .

Julio Pomar / Argenpress - Revista Mariátegui
 21/10/06
En la crisis de Oaxaca, que ha tensionado al país entero, lo que prevalece en el actual gobierno y en las cúpulas dirigentes del derechista PAN y del también derechista, aunque un poco menos, PRI, es un enfermizo, mórbido temor: que la caída de Ulises Beltrán Ruiz como gobernador de la entidad, provoque una repercusión política que pudiera llevar a la caída de Felipe Calderón como presidente designado o, antes, a su no asunción del poder. Airadamente, los enemigos de la desaparición de los poderes en Oaxaca -demanda "no negociable" de los maestros de la Sección 22 y de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca)- arguyen que eso sería darle la entrada a la posibilidad de que Calderón no llegue a gobernar. Y también argumentan que eso sería darle un triunfo al PRD y al obradorismo, que según ellos está manipulando tras bambalinas al movimiento oaxaqueño. Pero la caída de Ulises, efectivamente sería una gran derrota psicológica de la derecha, empezando por Fox y terminando con Calderón. Una represión en Oaxaca demostraría, una vez más,la ineptitud política de la derecha vernácula

Aquella visión no está tan ajena a la realidad percibida, pero es insuficiente. Habría que decir que cualquier derrota del foxismo-calderonismo-panismo-yunquismo, sobre todo para efectos de imagen pública, sería favorecer la causa de Andrés Manuel López Obrador y los millones de mexicanos que siguen repudiando el fraude electoral. Es incompleta porque las cúpulas de la derecha (Fox-Calderón-PAN) y la casi-derecha (PRI) se han ido por la percepción fácil de que los protestatarios oaxaqueños son indefectiblemente obradoristas, o están militando en su causa. Lo cual es palmariamente subjetivo y deviene falso. Los protestatarios de Oaxaca lo fueron muchos años antes de que se diera la campaña presidencial del 2006. Equivocados en sus tácticas de lucha, o no, son una fuerza social que navega en la política local y nacional desde cuando menos el principio de los años 80.

No nacieron como corriente con el obradorismo. Que objetivamente su esfuerzo converja con el pejismo, eso lo dan las circunstancias políticas del país. El movimiento de los oaxaqueños confluye espontáneamente con la acción opositora.

Se trata de un núcleo, el de los maestros oaxaqueños, que ha mirado cercenadas las posibilidades de su bienestar social y profesional, en una de las tres entidades más atrasadas y pobres de la República (junto con Chiapas y Guerrero), que ocupa el último lugar en educación y tiene uno de los tres mayores índices de analfabetismo.

Ellos, los maestros, no han aceptado ninguna mediación o alianza con ningún poder central, ni siquiera con el sindicato del cual constituyen la Sección 22, el nacional del magisterio, a cuyos dirigentes acusan de "charros", y han hecho una política de "no compromiso" con nadie para terminar marchando por sus propias fuerzas -las movilizaciones, paros y plantones tanto en Oaxaca como en el Distrito Federal- para llevar adelante su lucha. Hay una fuerte dosis de dogmatismo, que es común a la llamada "disidencia" magisterial de la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación) que cuenta con un 13 por ciento de adherentes al SNTE en el país. Es visible que a tal conducta los obliga la habitual cerrazón a las demandas populares que practican con empeñoso denuedo las estructuras de gobierno tanto local como federal, pero que ellos, maestros y maestras, han alentado a su vez desorbitadamente en aras de una "pureza" sindical y un radicalismo político que, como cualquier organismo social, están muy distantes de poseer a cabalidad.

Una visión objetiva del movimiento de los maestros de Oaxaca -no complaciente para con ellos- hace ver dos elementos importantes en su complicadísima trama histórica. Uno, su movimiento se inició en las luchas de la COCEI (Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Istmo) de los 70 y 80, paralelamente a la cual surgió el PROCUP-PDLP (Partido Revolucionario Obrero y Campesino-Partido de los Pobres), por una parte, y en el liderazgo de Felipe Martínez Soriano como rector de la Universidad de Oaxaca, quienes se lanzaron a una lucha contra los cacicazgos locales y las represiones que ejercía el gobierno priísta de Manuel Zárate Aquino, a quien tiraron del poder en 1977. Posteriormente, ya después de los incidentes del desalojo de junio de este 2006, se constituyó la APPO, con 400 distintos grupos del estado, de la cual es miembro la Sección 22 del SNTE, con el propósito de encauzar las luchas sociales, estimulados por las torpezas mafiosas y las ambiciones corruptas de los gobernadores José Murat, el anterior, y Ulises Ruiz, el actual. Este último, con fama previa de "operador" electoral (mapache) del derrotado candidato del PRI, Roberto Madrazo, vio caérsele la "buena estrella" ante este fracaso; hoy está políticamente aislado y en la imposibilidad de gobernar, y eso da pie a la demanda de su renuncia o deposición, a la cual la alianza PRI-PAN se opone por el mencionado temor al "efecto demostración" que ello traería contra el espurio presidente Calderón.

Dos, de este movimiento surgieron diversas expresiones armadas clandestinas, señaladamente el EPR (Ejército Popular Revolucionario), hacia los 90, que no han dejado de operar en los casos de crisis política o social y a quienes desde el poder se asigna una peligrosidad mucho mayor de la que en realidad tienen, como pretexto para la represión oficial tanto local como federal. Como comentario al margen, incluso se ha querido ver en ellos a unos émulos del "senderismo" peruano, que como se sabe reclutó a sus militantes entre maestros rurales de regiones muy empobrecidas del país andino, ya que ambos abrigan una visión maximalista parecida, la del todo o nada, con el sacrificio aparejado.

El fenómeno de la insurgencia armada popular, vendría a ser un motivo más de temor entre la élite gobernante. La visión simplista y engañosa desde el poder derechista (Fox-Calderón-PAN-Yunque) y el partido casi-derechista (PRI), ha querido identificar engañosamente a López Obrador con el conglomerado de fuerzas oaxaqueñas, tanto civiles como armadas, como si se tratara de una sombría trama general de subversiones y clandestinajes.

Entre esas variables anda el conflicto de Oaxaca. Calderón no quiere que Fox le deje a él la papa caliente del problema, para no "quemarse" de entrada. Quiere que Fox apechugue con la responsabilidad a la que durante seis años no pudo responder, acunado entre las sábanas de oro de Los Pinos y las fantasías frívolas del poder. Pero sobre todo temen que la caída de Ulises Ruiz le llegue al presidente designado. Y en eso está la encrucijada.

                                                              Mariátegui. La revista de las ideas.