¡Libre cultivo de la hoja de coca! ¡Libertad para los presos políticos! 

      
                        Alan George García Bush (son tiempos de reacción)      

                                                              Cow boy criollo. Al presidente peruano, su inventado fundamentalismo andino, lo hace emular a Jack Bauer, el de la serie 24 de FOX. Ojalá que no termine buscando bombas atómicas en Lima.

Roberto Aguilar Valera / Revista Mariátegui
 10/11/06


El primer empeño de Alan García ahora es el de comprarse la imagen de Bush. Quiere ser una versión tropical del genocida gringo, su clon mejorado pero sin los frecuentes "daños colaterales" que siempre acompañan a cada acto del tejano nacido en Connecticut. La fijación de la APRA en la fuerza de los vaqueros es sintomática, ya el despreciado candidato a la alcaldía aprista, Benedicto Jiménez, se había puesto el disfraz de Halloween antes de tiempo mientras trataba de proyectar una imagen imposible: la de Clint Eastwood bailando reggaetón.

Alan García tiene la necesidad de impulsar el "Cambio Responsable". Se resiste a ser un gris presidente que oficie de simple ejecutor de los intereses trasnacionales como lo fue Toledo. Le urge encabezar nuevas escaladas neoliberales, desatar agresivas cruzadas del libre cambio, obtener el reconocimiento de las clases dominantes, reconocimiento que pueden alcanzar sólo aquellos que son capaces de zurrarse en la voluntad popular y en los derechos de las masas. Pero fue el quien salía mientras Fujimori entraba, no le tocó vivir ese "inmejorable momento" de inicios de los noventas, cuando el neoliberalismo era casi sinónimo de panacea milagrosa. Son otros tiempos y por lo tanto son nuevos retos para un pasadista que se jura incondicional de la modernidad.

Para implementar el "Cambio Responsable" Alan García necesita eliminar o reducir hasta su mínima expresión toda potencial oposición, especialmente popular o civil no políticamente correctas. Arrollar a esta potencial oposición requiere de un fuerte liderazgo respaldado por el consenso de todos los sectores de poder económico y político presentes en el escenario nacional. ¡He allí la tragedia! La APRA puede volver a revender su alma al diablo para conseguir un nuevo consenso en las altas esferas. Sin embargo, un liderazgo se construye a base de respeto, confianza, credibilidad, fortaleza, seguridad y honradez. Si el líder no tiene tales cualidades, al menos su imagen debe proyectarlas hacia la población por un importante lapso de tiempo, como sucedió con Fujimori (que además tenía al ejército) y por un breve momento con Toledo. Pero García tiene una imagen impresentable, no es ni aparenta ser un líder más allá de la banda alanista compuesta por miembros que esperan canjearle su adhesión por unos puestos bien remunerados en el nuevo gobierno aprista. Ni siquiera sus ex-aliados mediáticos pueden borrarle las indelebles manchas que afean su imagen, ni siquiera el asalto a la ex-TNP, para convertirla en agencia publicitaria de la APRA, puede mejorar su apariencia y la de sus compinches. Alan García está condenado.

El mismo Alan García se ganó a pulso el irrespeto nacional con méritos propios. Primero: tiene en su haber el gobierno más desastroso del que se tenga memoria: 85-90, y también uno de los más corrompidos. Segundo: que fue votado para impedir el triunfo de Ollanta Humala. Con respecto a esto último, convencer a "los que mandan" y a los electores asustados de que él era "la opción democrática" ante la "barbarie nacionalista" no se hizo con discursos idealistas. Alan García se dejó ultrajar de todas las formas posibles: le dijeron que apestaba y lo aceptó, se dejó escupir y pisotear, que todos podían pellizcarle y patearle, demostró que prefería besar estiércol antes de intentar "locuras" como la de estatizar la banca, que se merecía toda vejación posible por haber gobernado como lo hizo del 85 al 90 y mucho, mucho más. Él sólo replicaba que tenían razón quienes lo denostaban terriblemente, pero que "ya había cambiado" y luego bailaba ridículamente en sus mítines para que todos se carcajearan. Como un enorme y rollizo gusano, se arrastró delante de todos para que al fin los asustados y los indecisos dijeran: "¡Tapémonos la nariz!, ¿qué otra cosa nos queda?, mientras no entre Humala..." Llegó al gobierno en medio de un sentimiento de derrota general, nadie celebró su triunfo y tomó, ávido, la percudida banda presidencial dejada por Alejandro Toledo, otro que desde su cargo de Presidente de la República producía a diario toneladas de libretos para los cómicos de los sábados por la noche. Así García no sólo era un candidato que nadie respetaba, sino que además tomaba un cargo tan venido a menos que lo único que pudo producir tal suma fue más debilidad e irrespeto puro. 

Por eso el único camino que le quedó para reconstruir su liderazgo quizás se lo haya sugerido algún asesor recluso: "Si no te quieren, que te teman" ¡Violá!, y empezó la transformación en Alan George García Bush. El primer paso de García para ser Bush fue convertirse en un duro entre los duros, en un verdadero John Wayne. Puso en funcionamiento "la táctica del preámbulo.", es decir, primero anuncias una intención sobre un objetivo falso y luego se lo aplicas a otro. Severísimo, desatado e inconstitucional, Alan George pidió la pena de muerte para los violadores de niños cosa que, a decir verdad, es un verdadero clamor popular; como para ganarse a la gente para lo que venía después. Una vez que el tema estuvo en debate, mediatizada y en la boca de todo el mundo, dirigió la maldición contra un objetivo muchísimo más político: contra los "terroristas". ¡Zuácate!, ¡una verdadera conmoción! Ahora si que anda todo el mundo asustado porque a Alan George se le ha dado, cómo su a ídolo, por ponerle tal sambenito a todo aquel que se las de opositor y reclamón. Las acusaciones de "terruco" pueden responder a motivos verdaderamente caprichosos y todo conflicto social (antagonismo, contradicción, lucha de clases, etc, etc.) se resuelve con un exterminio masivo, ¿para eso la derecha se tomó la molestia de fraguar un fraude electoral?

Alan George sabe muy bien que no basta con convertirse en un vaquero indestructible. Por eso saca su escopeta de dos cañones (esa ya la tenía antes de querer ser un cow boy), que ahora dispara para un solo lado, y apunta a todo lo que se mueva en contra de la corriente: si se opone, ¡entonces es un fundamentalista! Pareciera que el jefe aprista estuviera viviendo un capítulo de "24" (la serie de Fox) y se computara Jack Bauer buscando una bomba atómica en Lima. A Alan George le corresponde el descubrimiento" de fundamentalismos terroristas allí donde nosotros sólo veíamos pura cotidianeidad. No sabíamos del peligro que corríamos, ¡y en nuestras narices!, ¡gracias Alan! Según nuestra luminaria presidencial, los fundamentalismos terroristas se esconden en las chacras, en los movimientos sociales reivindicativos, en la Plaza San Martín, en las universidades, en las ONG´s, en la prensa no alineada, etc, etc. Y quizás pronto lleguen a los caldos de gallina de dos lucas (los "agachados"), a las combis, a Larcomar, a los baños públicos, a nuestra ropa interior, bajo nuestras camas, etc, etc. Lo peor es que ya no hay sólo fundamentalismos andinos, sino cocaleros, arroceros, paperos, palteros y todo el mercado de frutas, verduras y menestras. En la ciudad también hay fundamentalismos de todo tipo: gays (¿habrá que retomar la propuesta de liquidarlos?), rojos, rosados y verdes. Hasta quizás fundamentalismos jubilacionistas (de los jubilados), ya que igualito le desarreglan todo a la burocracia estatal. Todos ellos atentan contra nuestro nativo "peruvian way of life", una copia fiel del incuestionable "american way of life". O sea, todo aquello que cuestione los intereses de las clases dominantes y del Imperialismo, todo aquello que intente ir a contracorriente o que simplemente proteste sin cuestionar el modelo. Lo que hace Alan George es llevar hasta la caricatura el concepto de fundamentalismo y usarlo desde otro fundamentalismo. ¡Lo natural es aparentar ser un occidental, el mercado es el supremo estado de la creación humana, el dinero es el dios más grande que pudo haber inventado el hombre y el "Consumidor Compulsivo" es el colmo de la evolución humana! "¿Qué peruano no quiere blanquearse, tener una casa en Miami, hablar inglés y convertir al Perú fundamentalista en el Mundo Libre de la comida chatarra, de Mickey Mouse, de la superestupidez mediática y de la ultraviolencia?", se pregunta Alan George. ¡Verdad!, ¿qué tontos somos, no?

La arremetida contra las ONG's es, entre otras cosas, una anticipación. Una parte de estas instituciones, desde sus posiciones liberales, socialdemócratas e izquierdistas; han hecho suyas muchas de las denuncias a favor de los derechos humanos en el país. Son responsables de acusaciones contra dictadores asesinos como Alberto Fujimori. Quizá algunas de ellas las hacen por convicción y otras simplemente para justificar el dinero que se les manda del extranjero. De todos modos, cumplen un papel incómodo para no pocos sectores sociales. La alianza de la APRA con el Fujimorismo y la derecha más conservadora contra las ONG'S busca no sólo acallar cualquier denuncia por violación de derechos humanos que surjan de una futura represión contra los movimientos opositores a la política económica del gobierno, sino santificar la impunidad concertada de Alberto Fujimori y del fujimorismo en pleno. Según la APRA, las ONG's son instituciones que reciben "mucha plata" y no sirven a los intereses nacionales. Si por ahí empezamos, pues cerramos primero todo el Congreso puesto que allí los congresistas de la derecha (incluida la APRA) se dedican a oficiar de lobbystas de los intereses de grandes empresas privadas (intereses que no coinciden con los del país, como en el caso de las mineras) y los lumpenezcos congresistas fujimoristas, con una desfachatez verdaderamente indignante, se gastan todos los recursos de la nación en la defensa del corrupto Alberto Fujimori. ¿No podemos empezar a ahorrar prescindiendo de la "justicia" de nuestros comprables Magistrados Supremos, por ejemplo?

Por otro lado, muchas de las figuras representativas de algunas ONG's, dedicadas o no a la defensa de los Derechos Humanos, pusieron su granito de arena para el triunfo aprista y se dedicaron con ahínco a la "teorización negativa" contra el movimiento nacionalista. Ellos sabían muy bien que los compañeros de la paloma jamás renunciaron a sus vocaciones autoritarias y al espíritu de cacique tan practicado en el interior del partido. Ni se imaginaban como blancos de la escopeta de dos cañones. Prefirieron construir los monigotes del "monstruo humalista" y del "corrupto, pero demócrata", dándole su respaldo intelectual a este último. Que salgan a quejarse ahora sólo revela que sus posiciones antihumalistas fueron la simple defensa de personalísimos intereses, como sucede con Julio Cotler quien dice que Alan George, aliando de Cipriani, se cree el dueño del Estado, ¡que descubrimiento!, ¿acaso esa figura no le correspondía a Humala, según el Cotler de antes del 4 de junio?. 

Pareciera que el grito de Guerra de Alan George García Bush es el mismo que el de su par norteamericano: "o están conmigo o están contra mi" Pero claro, una cosa es tal frase en la boca de Bush y otra en la de García. Pero algo que si es incuestionable es que Alan George y el verdadero George tienen una cualidad que los liga íntimamente: son un par de locos peligrosos.

                                                            Mariátegui. La revista de las ideas.