El Martinete - Número 20
(suplemento)

Septiembre de 2007

 
Unas palabras sobre la declaración política del MAI
 

En el número 19 de El Martinete de septiembre de 2006, el MAI (Movimiento Anti Imperialista) se pasó a las filas de la Guardia Civil y nos acusó de terroristas: Es un movimiento político fragmentado, dependiente de la base económica y social que lo origina, limitado por el horizonte de la lucha de resistencia e incapaz de subvertir esa base [...] con el terrorismo (como han demostrado, por ejemplo, la experiencia del PCE-r o de las Brigadas Rojas) como únicas vías políticas plausibles .

Tres meses después de un primer ataque, los jesuitas del MAI volvieron a la carga con sus ataques contra nuestro Partido. Nadie interesado por la teología debería dejar de leer sus hipócritas letanías y sus sermones.

Precisamente cuando los Estados fascistas español y francés nos ilegalizan, nos torturan, nos encarcelan, nos asesinan... algunos autodenominados comunistas (UCE, La Forja, El Militante) colaboran con ellos. Cada vez que sufrimos un nuevo golpe represivo estos grupillos unen sus críticas a los fascistas.

Pues nada chicos, a seguir ganando puntos en el Ministerio de Interior, a ver si así os pasa como al PCE(m-l) y os saca propaganda en vuestra revista hiperrevolucionaria.

Hay quienes tienen la constante e irrefrenable necesidad de ir aleccionando al personal. Ajenos a toda modestia, se erigen en los portadores de la verdad universal. Más allá de ellos, todo es ignorancia y tinieblas.

Entre estas gentes tan sabias, tenemos a nuestros amigos del llamado Movimiento Antiimperialista, los cuales, recientemente, han dedicado a nuestro Partido una declaración política monográfica, con la que pretenden poner un poco de orden en nuestras confusas y ofuscadas cabezas y llevarnos por el buen camino revolucionario; somos unos zotes y requerimos de su guía y consejo. ¿Qué sería del movimiento comunista en España y en el mundo si no estuvieran los del MAI velando celosamente por los principios del marxismo-leninismo, de los que, como es sabido, son los sumos guardianes?

Estas pomposas declaraciones políticas no podemos tomárnoslas sino con humor. Nos las tomaríamos de otra manera si quien nos las dirigiera fuera una organización seria, consecuente, con una trayectoria, que tuviera una auténtica práctica revolucionaria. Pero éste no es el caso del MAI. Esta organización no deja de ser un grupito de amiguetes que de vez en cuando se juntan para jugar a la revolución, para teorizar sobre lo que nunca van a llevar a la práctica, para pasar el rato, en definitiva, sin complicarse mucho la vida. Y que no nos vengan con cuentos en su declaración política con eso de que los militantes del MAI han sufrido la represión del Estado por difundir consignas entre las que figuraba la exigencia de libertad para los presos políticos . No sabemos a qué represión se refieren. Quizá se refieran a alguna multa de tráfico. Desde luego, en las cárceles españolas uno puede encontrarse con militantes de la izquierda abertzale, del PCE(r), de los GRAPO, del Socorro Rojo Internacional, anarquistas, pero con un militante del MAI es bastante complicado.

Esta frase de que los militantes del MAI han sufrido la represión del Estado , además de mover a la risa, pone de manifiesto la frivolidad, la superficialidad y el infantilismo de esta organización. Cuando decimos que están jugando a la revolución, no lo hacemos porque sí, no recurrimos al ataque fácil; es que esta gente no hace otra cosa que jugar, divertirse.

Pero nada tendríamos que objetarles si sólo se dedicaran, inocentemente, a jugar y divertirse. Todo el mundo tiene derecho a entretenerse como mejor le parezca. El problema viene cuando lo que se hace es mentir, tergiversar, manipular y enredar, como han hecho en su declaración política, en la que, de paso, también se permiten el lujo de instruirnos con su infinita sapiencia, tal que si fuéramos unos recién llegados a esto de la lucha revolucionaria.

Pero para que queden las cosas claras: nuestro Partido lleva en la pelea más de 30 años (casi 40 si contamos el período de la OMLE). En este tiempo, hemos visto aparecer y desaparecer organizaciones como el MAI u otras vanguardias proletarias por decenas. Nosotros, más fuertes o más débiles, en medio de la más salvaje represión y el terrorismo de Estado, que nos ha causado decenas de muertos y cientos de torturados y encarcelados, hemos permanecido. Hemos acumulado un bagaje ideológico, político, organizativo y experiencial que está a años luz del que puedan tener esas supuestas organizaciones comunistas a las que tanto les gusta criticarnos (incluido ese fantasmal PCR, otra vanguardia proletaria que, diez años después de su nacimiento, ya empieza a agonizar, devorado por sus disensiones internas). Esto no nos lleva a no admitir ninguna crítica. En absoluto nos consideramos infalibles. Hemos cometido muchísimos errores, siendo los primeros en criticárnoslos. Pero que cuatro diletantes, que se han leído un par de libros sin asimilarlos, nos vengan a dar lecciones, no lo admitimos de ninguna manera.

Ya al principio de su declaración política, los del MAI sacan a colación el manido tema de la infiltración policial. Lo hacen, evidentemente, para enmierdar, para hacerse eco de toda la propaganda fascista que se ha vertido sobre nosotros desde nuestro mismo nacimiento con el fin de sembrar la duda y la desconfianza. De este modo, pretenden deslegitimarnos, coger ventaja en el debate. Dejan clara cuál es su catadura moral.

Los del MAI dicen que somos algo más que sospechosos de infiltración policial . No tenemos a este respecto ningún problema en reconocer que hemos sido infiltrados por la policía; y no en una, sino en varias ocasiones a lo largo de nuestra historia. Pero es que somos una organización revolucionaria, nos enfrentamos al Estado, no hemos escatimado ningún sacrificio en ese enfrentamiento, y el Estado, como no podía ser de otro modo, ha hecho todo lo posible y lo imposible por acabar con nosotros. Ha utilizado la tortura, la cárcel, el asesinato y, sí, también la infiltración policial. Y lo mismo que nos ha sucedido a nosotros les ha sucedido a todas las organizaciones revolucionarias del mundo. O, aquí, en España, la misma ETA ha sido infiltrada en varias ocasiones.

Cualquier organización que se enfrente consecuentemente a un Estado, en un momento u otro, será infiltrada. Evidentemente, hay que estar alerta, mantener la vigilancia revolucionaria, poner todos los medios para que la infiltración no se produzca; pero en esto, como en todo, no hay sistemas perfectos; siempre puede existir una fisura por donde se cuele el virus. Y cuando esto ocurre hay que saber atajar la infección, tener una buena organización, mantener una estanqueidad entre los distintos organismos para que el daño que pueda producir sea el menor posible. Y esto lo hemos tenido. De otro modo, hace tiempo que habríamos sido barridos del mapa.

Aunque, de todos modos, nuestro Partido ha sido infiltrado en pocas ocasiones, teniendo en cuenta los años que llevamos en la brecha. En lo que se refiere a vigilancia revolucionaria, se puede decir que no lo hemos hecho mal del todo. Otra cosa es que, cuando el Estado ha tenido éxito en la infiltración, haya inflado el perro al máximo con el fin de rentabilizarlo, en lo que, por cierto, ha encontrado la colaboración de organizaciones como el MAI y otros supuestos revolucionarios , que no han dudado en convertirse en apéndices y correas de transmisión de la propaganda y la guerra psicológica fascistas.

Pero a lo que vamos: para una organización revolucionaria el peligro de infiltración es constante y, de vez en cuando, el enemigo consigue su objetivo. Los que, desde luego, no corren ningún peligro de infiltración son los grupillos de amigos como el MAI. El Estado no tiene ningún interés en infiltrarlos. ¿Para qué habría de hacerlo? Son tan subversivos como un grupo de catequesis.

Y para enfocar el asunto desde un punto de vista histórico: el Partido Bolchevique fue infiltrado en muchas ocasiones. En 1905, el comité de San Petersburgo (el más importante de sus comités en el interior de Rusia) estaba conformado por 5 personas y 3 de ellos eran agentes de la policía zarista. Pero, pese a todo, el Partido Bolchevique hizo la revolución.

No nos avergonzamos por haber sido infiltrados por la policía. De hecho, en cierta manera, el que el Estado se haya esforzado tanto en acabar con nosotros, supone un reconocimiento. Realmente les hacemos daño. Ya lo decía Mao: si el enemigo nos ataca es que lo estamos haciendo bien .

Más adelante, nuestros lumbreras del MAI, dicen cosas como éstas: El PCE(r) ha terminado asumiendo y compartiendo la carga moral del concepto burgués de terrorismo. Su obsesión por desmarcarse del epíteto de terroristas ya de por sí pone en evidencia los límites de los presupuestos ideológicos y del alcance político de la propaganda y del programa de este partido. El PCE(r) ha rehuido su responsabilidad de explicar a las masas el concepto proletario, científico y sin tapujos moralizantes, de terror rojo como contrapartida al terror blanco del Estado capitalista [...] El terrorismo es una táctica militar que se corresponde con objetivos políticos de clase específicos. La línea militar del proletariado es la Guerra Popular Prolongada que, puesta en práctica en su primera fase de defensiva estratégica, sus acciones de guerrilla bien pueden parecer –y sin duda así las calificará la burguesía– actos de terrorismo. Y lo serán desde el punto de vista del enemigo, pues se trata de terror contra su clase. Pero éste no es el debate y caer en él constituye un error. Lo importante es que esas acciones cumplan con dos presupuestos básicos fundamentales: que se correspondan con un determinado grado alcanzado por la lucha de las masas, grado que supere el simple plano de la resistencia (entonces, las masas comprenderán por sí mismas el sentido de esas acciones y se demostrará cuán espurio resulta todo debate sobre si somos o no somos terroristas); y que se trate de acciones de las masas armadas, planeadas y dirigidas por la vanguardia, pero protagonizadas por las masas. El PCE(r) ha errado en ambos requisitos. En primer lugar, porque considera la resistencia como plataforma suficiente para la lucha armada. En segundo lugar, porque este partido es un ejemplo de actividad armada de la vanguardia aislada de las masas. Y, en este punto, el MAI considera correcta y pertinente la apreciación de Lenin que califica como crimen contra el proletariado lanzar a la vanguardia sola al asalto de las posiciones de la burguesía .

Sobre esta parrafada, de lo más doctrinaria y abstracta, con la que estos arrojados y valientes comunistas creen haber iluminado al mundo entero, decir, en primer lugar, que el PCE(r) ni asume ni comparte la carga moral de ningún concepto burgués. Tampoco está obsesionado por desmarcarse de ningún epíteto. De nosotros, por parte de la prensa burguesa, se ha dicho y se dice de todo. Nos han llamado terroristas, cacos, delincuentes comunes, elementos manipulados por la extrema derecha... Nada de esto nos ha quitado el sueño. Por encima de lo que puedan vilipendiarnos, está el ejemplo de lucha que hemos dado siempre y que nadie nos puede negar. Así que no sabemos de dónde se han sacado estos cantamañanas que estamos obsesionados con desmarcarnos del epíteto de terroristas. ¿De qué documentos o artículos han sacado esta conclusión? Andamos demasiado ocupados como para preocuparnos de gilipolleces. Otros, en cambio, al parecer, tienen demasiado tiempo libre y no saben qué hacer con él, lo que les lleva a decir muchas tonterías.

En cuanto a eso de que hemos eludido la responsabilidad de explicar a las masas el concepto proletario, científico y sin tapujos moralizantes, de terror rojo como contrapartida al terror blanco del Estado capitalista es otra de esas afirmaciones absurdas y falsas a las que son tan aficionados los del MAI.

No necesitamos sus librescas y simplistas exposiciones sobre lucha armada y cuestiones militares. En infinidad de documentos hemos tratado de estos asuntos desde los años 70; mucho antes de que estos personajes hubieran oído hablar siquiera de la guerra popular prolongada con la que tanto se llenan la boca pero de la que no entienden ni una palabra. Otra cosa es que, con la pereza que siempre acompaña a todo intelectualillo, no hayan leído, habiendo podido hacerlo, esos documentos.

Antes de criticar hay que informarse. En caso contrario, es mejor callarse la boca. A esto se le llama honestidad y rigor intelectual, algo de lo que, por lo que vemos, andan escasos nuestros antiimperialistas.

En el párrafo citado, además, estos revolucionarios de salón, en su parte final, vuelven a hacerse eco de las mentiras de la prensa y los jueces fascistas. Dicen que nuestro Partido es un ejemplo de actividad armada de la vanguardia aislada de las masas .

A este respecto, tenemos que decir que el PCE(r) no tiene ni ha tenido nunca ningún tipo de actividad armada. Es un partido político y, consecuentemente, su exclusivo ámbito de actuación es el político. Los del MAI, en su afirmación, coinciden con la guardia civil y los jueces de la Audiencia Nacional en eso de implicarnos en actividades armadas. Ésta es otra característica del MAI, que no es sino consecuencia de su infantilismo y su superficialidad: son unos irresponsables políticos. Hacen afirmaciones sin ser conscientes de las implicaciones de las mismas.

El papel que el PCE(r) desempeña, en relación con la lucha armada y las organizaciones que, como los GRAPO, la practican, es de carácter puramente político y no operativo; sus lazos con los GRAPO son de carácter político pero no orgánico. El PCE(r) teoriza, aconseja, por decirlo así, sobre la lucha armada; defiende la legitimidad de este método de lucha; apoya, política y moralmente, a las organizaciones armadas antifascistas. Pero se limita única y exclusivamente a esto. Y siempre ha cuidado de que estén claras las líneas de demarcación entre lo que es una organización política y una organización armada y cuál es el terreno en el que cada una de ellas debe moverse. De hecho, en el plano internacional, han sido numerosos los debates que hemos tenido con organizaciones como las Brigadas Rojas y demás defensores de los Partidos-guerrilla. Para nosotros, el Partido Comunista debe tener siempre –salvo en el momento de la insurrección, en que todo el movimiento revolucionario ha de militarizarse necesariamente- un carácter político y evitar caer en aventurerismos y vías militaristas. Únicamente así podrá ejercer de manera efectiva la dirección del movimiento revolucionario en su conjunto y actuar como auténtica vanguardia.

Éstos son conceptos que siempre hemos defendido a capa y espada, por lo que esa otra afirmación que hace el MAI de que la experiencia del PCE(r) es análoga a la de las Brigadas Rojas es una absoluta falsedad y no se sostiene por ningún lado si se analiza con un mínimo de profundidad nuestra trayectoria y las posiciones que hemos mantenido y mantenemos. En el plano político, ideológico y organizativo, nuestros planteamientos y los de las Brigadas Rojas no sólo son diferentes, sino que en muchos aspectos son completamente opuestos, lo que, por otro lado, no nos impide reconocer el ejemplo de lucha y resistencia que han dado los brigadistas. Pero, claro, pedirles profundidad en el análisis a los del MAI es como lo de pedirle peras al olmo: un imposible. Y es que, más allá de su verborrea, estos personajes demuestran una pereza mental, una necedad y una falta de sustancia difícilmente superables.

Continuemos con la declaración política de marras: Los militantes del PCE(r), efectivamente, han sido conducidos a la mesa de torturas en innumerables ocasiones; pero también han sido conducidos por funcionarios del Ministerio del Interior a la mesa de negociaciones . Con este juego de palabras, que los antiimperialistas creen de lo más brillante, pretenden mostrarnos como unos inconsecuentes, como unos reformistas y no sé cuántas cosas más.

Al respecto de las negociaciones o contactos que nuestro Partido ha mantenido con el Estado en varias ocasiones, aclararles a estos listillos que siempre se han producido por iniciativa del Estado y no nuestra. Por lo demás, ninguna de esas negociaciones o contactos, como todo el mundo sabe, ha terminado en ningún tipo de acuerdo; y ello por la sencilla razón de que jamás hemos accedido a traficar ni con nuestros principios ni con nuestro programa. Hemos preferido continuar en la ilegalidad, perseguidos y con nuestros camaradas en las cárceles que traicionar la causa en la que estamos empeñados. Por lo tanto, inconsecuencia y reformismo por nuestra parte, nada de nada. Que miren para otro lado estos coleguitas; que miren para sí mismos y lo tranquilos que viven haciendo la revolución desde el ordenador.

Por otra parte, ¿quién ha dicho que una organización revolucionaria no puede negociar con un Estado? La lucha revolucionaria, al contrario de lo que piensan los del MAI, no es un esquema ni una línea recta; en su desarrollo, se presentan todo tipo de situaciones y la organización revolucionaria debe saber desenvolverse en todas ellas. Una negociación es una de esas situaciones. Una organización revolucionaria, si existe la posibilidad, por pequeña que sea, de conseguir algunas reivindicaciones, algunos avances, no debe ni puede dar la espalda a esa posibilidad. Mientras se tengan claros los objetivos estratégicos, mientras se sea fiel a los principios, cabe una flexibilidad en la táctica. De hecho, para un Partido Comunista es obligatoria esa flexibilidad táctica, pues es la que le permite abordar la enorme complejidad del proceso revolucionario.

Esto, evidentemente, es muy difícil hacérselo entender a unos esquemáticos como lo son los del MAI, para los que hacer la revolución es como jugar al Estratego. Pero esto forma parte del abecé del marxismo-leninismo, es algo que tiene claro cualquiera que haya leído con un poco de atención a Marx, a Engels, a Lenin o a Mao.

Además, el hecho de que el Estado haya intentado llegar a acuerdos con nosotros demuestra que la línea de resistencia aplicada por el PCE(r) es correcta, que la actividad de nuestro movimiento le ha supuesto un desgaste, que, aunque débil en términos cuantitativos, constituimos una fuerza política.

Pero, para que no haya lugar a equívocos: nuestro Partido no hace de la negociación un objetivo estratégico, y ni siquiera táctico (como insinúa el MAI). El objetivo estratégico del PCE(r) es el socialismo y la dictadura del proletariado. La negociación es algo que se presenta en el desarrollo del proceso revolucionario. Y, si en ese desarrollo, en algún momento, existen posibilidades de que nuestro movimiento y nuestro Partido, mediante una negociación con el Estado, puedan realizar su labor política de manera abierta y pacífica, durante un determinado período, sin tener que renunciar a nuestros principios y a nuestro programa, estamos en la obligación de intentar esa vía. Ésta es una posición perfectamente comunista y revolucionaria.

Muchas más cosas tendríamos que rebatir de la declaración política del MAI. Pero haríamos este artículo demasiado extenso. Y, sinceramente, tenemos tareas más importantes de las que ocuparnos. Demasiado tiempo les hemos dedicado ya a estos revolucionarios de cartón piedra a los que les sobra presunción, jactancia e infantilismo, y les falta trayectoria, sustancia política y seriedad.

 

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