PRESENTACIÓN DEL TRABAJO DE UN CAMARADA

 

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Hace algo más de un año nos llegaron a nuestro correo electrónico varios textos, entre ellos En relación a la lucha económica y a su subversión comunista[1], firmados por Tamer, un comunista que a título individual nos hacía llegar estos trabajos, elaborados por él en el contexto de las discusiones que tenían lugar en el Círculo Obrero de Debate de Barcelona.

            Desde el principio nos dimos cuenta tanto del alcance de los textos como de la corrección de la mayor parte de sus premisas ideológicas de partida, cosa que no dudamos en comunicar al propio Tamer. Desde entonces hemos mantenido una fluida correspondencia, enviándonos él una buena cantidad de textos y trabajos.

            Por nuestra parte, y como parte de nuestro compromiso por la reconstitución del movimiento comunista, a nivel ideológico y político, sobre la base, en primera instancia, de la Lucha de Dos Líneas, expresión ideológica de la lucha de clases, nos comprometimos gustosamente con él a posicionarnos respecto a sus textos, así como a difundir una selección de los mismos que nos parece contribuyen positivamente a esa tarea de reconstitución, así como a desvelar el carácter burgués de la línea economicista-espontaneísta que hoy domina la mayoría del proscenio denominado comunista.

            El camarada, con una sólida formación académica, tiene también un considerable bagaje político. Éste empieza hace unos quince años en una organización autodenominada de “pensamiento Mao Tse-Tung”, aunque con una línea socialchovinista y reformista, siempre buscando ese atajo oportunista mistificador de la revolución democrática anti-oligárquica pendiente, en un país imperialista, y también cárcel de naciones, como es el Estado español. Como el propio camarada reconoce, haciendo recuento de su periplo, el anarquismo se presentó entonces como la “expiación” de la degeneración oportunista, aunque sin abandonar el estudio de la obra de Marx, lo que le fue reencontrando de nuevo con los principios del comunismo, al que, en buena lógica, desde el campo situacionista anarquizante en el que estaba inmerso, reentró por la puerta de la denominada Izquierda comunista, con la que progresivamente, a medida que profundiza su crítica de esa línea economicista-espontaneísta hegemónica (y que es un lugar común entre todas las tradiciones y fracciones en las que ha quedado dividido el Movimiento Comunista Internacional, independientemente de otras diferencias menores –como, por ejemplo, la veneración por tal o cual figura de la historia del movimiento—, aunque, en esa característica desorientación de la actual vanguardia proletaria, los propios protagonistas, que por otro lado no se suelen cansar de hablar de la unidad, se centren más en resaltar esas diferencias iconográficas que en la identidad oportunista-sindicalista de fondo que une a la mayoría de ellos), se va mostrando más crítico y distanciado, entrando en confrontación ideológica con alguna organización de ese espectro. Hemos realizado, con su permiso, este pequeño resumen del periplo político del camarada, convencidos de la íntima unidad existente entre la experiencia política y la evolución ideológica, por si puede resultar útil y hasta edificante de cara a la educación revolucionaria del proletariado y de su vanguardia.

            Desde nuestro punto de vista, Tamer es una representación ejemplar de ese segmento social, que la Línea de Reconstitución denomina vanguardia teórica, que a día de hoy es el protagonista principal de los avatares y tareas que se plantean ante el comunismo revolucionario. La vanguardia teórica o ideológica hace referencia a ese sector del proletariado, necesariamente, por mor de las condiciones que nos impone la división social del trabajo y el lugar que en ella ocupa el proletariado, reducido en cuanto a su número, que se plantea las problemáticas de fondo, de hondo calado filosófico e histórico, que ponen ante nosotros las condiciones de la actual sociedad capitalista y la naturaleza de la sociedad futura, el Comunismo, así como el carácter de los mecanismos que nos permitirán la revolucionarización de la una hacia la otra. Es decir, representa el estrato social sobre el que objetivamente recaen en la actualidad las problemáticas relacionadas con la conciencia revolucionaria en general, y con el marxismo como teoría de vanguardia en particular.

            Y, precisamente, para nuestra desazón, nos vemos obligados a separar términos que deberían ir unidos, como son la conciencia revolucionaria y el marxismo, pues, y es la primera característica concreta que preside nuestra época, la del fin y la derrota del Ciclo revolucionario de Octubre, hoy el marxismo y la revolución comunista han perdido esa posición de referente social a amplia escala que un día tuvieron. Lo que hoy domina la escena política e ideológica que pretende comandar la superación del capitalismo es una abigarrada mezcolanza en la que el espontaneísmo, teórico y práctico, el positivismo, el nihilismo y relativismo post-modernos, etc., se entremezclan contradictoriamente. El marxismo, que un día comandó la tentativa más ambiciosa que ha visto el género humano para su emancipación, hoy, en general, no existe como tal, como referente coherente y constituido, sino que sobrevive en las catacumbas de la sociedad o se entremezcla, totalmente desnaturalizado, en ese cóctel ideológico alternativo que hoy hegemoniza el escenario de la llamada izquierda radical.

Las causas de esta situación residen en el desgaste sufrido por la teoría revolucionaria (y estamos convencidos de que esa denominación pertenece por derecho propio al marxismo, como prueba la impotencia actual de todos los movimientos transformadores, huérfanos de él, especialmente en los países imperialistas), tras más de un siglo a la cabeza de todo tipo de luchas y movimientos, llegando a nosotros una decrepita y degenerada composición discursiva que se hace pasar por tal, y es la que preside el discurso de la mayoría de los autodenominados comunistas, que no es otra cosa que la expresión política de la impotencia y la derrota.

Por eso, cada día es más evidente que sin restituir el marxismo a esa posición de referente social, sin reconstituirlo como teoría de vanguardia a la luz de toda la riquísima experiencia revolucionaria que nos ha legado el Ciclo de Octubre, estaremos sellando la eterna impotencia de la revolución proletaria. Para ello, además del Balance del bagaje revolucionario del proletariado, es necesario, en íntima conexión con él, la lucha contra las degeneradas concepciones que hoy dominan en el movimiento comunista y que atenazan a la vanguardia. Hoy, espontaneísmo, economicismo, practicismo y sindicalismo forman la argamasa ideológico-política que domina el espacio de la vanguardia comunista. Sin derrotar la hegemonía de esas concepciones el proletariado no volverá a estar en condiciones de asaltar los cielos de la emancipación.

Así pues, el punto más profundo de colisión entre las dos líneas que hoy se enfrentan dentro del movimiento comunista hace referencia a la visión antagónica respecto a desde dónde comenzar a construir el movimiento revolucionario del proletariado. Para la línea mayoritaria y hegemónica desde hace mucho tiempo (y por eso debe ser la principal encausada respecto a la prolongada impotencia general del comunismo), el movimiento se comienza a construir desde la inmediatez capitalista, desde los efectos que genera la inercia del movimiento de la imponente masa material que es el capitalismo, con la esperanza de que la conciencia que genera ese movimiento inercial pueda ser una plataforma política revolucionaria. Por lo tanto, su base es la inmediatez, lo espontáneo, lo fragmentario, cuya expresión filosófica es necesariamente el empirismo y el positivismo, y, consecuentemente, su traducción política es ese abigarrado conglomerado donde la mera acumulación de problemáticas parciales (sindicalismo, ecologismo, feminismo, nacionalismo…) se intenta pasar como discurso político, o peor aún, como discurso político revolucionario.

La nueva línea (nueva sólo en tanto que responde a las condiciones inauditas de dominio prolongado y prácticamente incontestado del revisionismo economicista, pero cuyo espíritu siempre ha presidio las mejores gestas revolucionarias de nuestra clase) que sólo se empieza a abrir paso, advierte que amontonar las problemáticas que espontáneamente genera el capitalismo en su existencia, en su movimiento, no es construir movimiento revolucionario. Que la reacción espontánea sólo apuntala y remite a la causa, y más cuando ésta es el poder material más inmenso acumulado por, o más bien sobre, la humanidad en miles de años de sociedad de clases, su culminación última, el capitalismo. Que la espontaneidad es fuerza ciega que, a sus solas energías, es constantemente reabsorbida a ese inmenso embudo de fuerza material. Que lo que se requiere, y la historia de la revolución proletaria lo demuestra sobradamente, son otros mimbres, otros cimientos, la conciencia como base de un edificio político cualitativamente diferente, y por ello capaz de no dejarse, simplemente, arrastrar, sino ser capaz de incidir y alterar, de revolucionar ese avasallador devenir capitalista espontáneo. Por ello, para esta línea, la única base primera de construcción revolucionaria, eje del edificio de la revolución, la única imposible de ser simplemente arrastrada y reconducida por el ímpetu gigantesco del movimiento del capital, reside en la conciencia, en la teoría revolucionaria, entendida como la síntesis, dialécticamente elevada, de la práctica revolucionaria previa, única base material coherente con el materialismo histórico donde asentar los fundamentos de una teoría revolucionaria de vanguardia.

De este modo, el enfrentamiento entre estas dos líneas, la que remite al propio capitalismo y a su desarrollo material espontáneo, a los que ineluctablemente acaba regresando, y la que busca su plataforma en primer lugar en la experiencia material de la lucha de clases revolucionaria del proletariado; entre la inmediatez espontánea y la mediación consciente; la oposición entre la táctica-proceso y la táctica-plan en definitiva, representa ideológicamente la lucha antagónica entre la aristocracia obrera, incapaz de ver más que el universo burgués y algunas mejoras inmediatas de su mezquino nicho en el mismo, y los sectores hondos y profundos del proletariado, aquéllos alejados de los habitáculos de bienestar y de las convenciones sociales y políticas que moldean, prestos a incendiar el becerro de oro, en forma de utilitario particular, del respetable obrero medio. Una, pugna por seguir hegemonizando el espectro de la llamada izquierda radical, asfixiar cualquier salida revolucionaria y apuntalar, reformándolo si cabe, el imperialismo, los otros luchan por escapar del desespero aislado o en algarada ciega y constituirse en sujeto y actor político consciente, paso imprescindible para la guerra seria, sistemática y abierta al capital.

En este escenario, y en este sentido, los textos de Tamer suponen un rayo de luz en medio de un cielo nublado. La mayoría de los escritos que el camarada nos ha hecho llegar apuntan directamente contra estas concepciones dominantes en el seno de la vanguardia, a la vez que son un contundente aldabonazo contra el estrato material y social que da soporte a estas concepciones ideológicas, esto es, la aristocracia obrera, esa fracción burguesa que es uno de los elementos claves de la estabilidad del sistema capitalista en su fase imperialista. Por eso, nos parece positiva la difusión de sus textos, pues, en general, concordamos con la médula de su ataque a la política sindicalista comunista que sirve de criada a la aristocracia obrera, y hacemos un llamamiento a la vanguardia para que sean tenidos en cuenta, estudiados y debatidos. Ello no es óbice, por supuesto, para que no estemos de acuerdo con la totalidad del contenido de sus trabajos y critiquemos las contradicciones e inconsecuencias que nos ha parecido detectar en los mismos.

No obstante, y es una visión que creemos compartir con el camarada, la crítica y el debate no son anomalías, o últimos recursos para no se sabe qué rectificación, sino el primer elemento de vitalidad y vivificación de la vanguardia y de la teoría revolucionaria. Sólo a través del debate, mediante la Lucha de Dos Líneas, se podrá crear un incipiente polo referencial de vanguardia que empiece a desbrozar el horizonte de la revolución proletaria y a establecerla como referencia cultural, social y política, a la par que, cosa imprescindible para ese objetivo inmediato, comienza a despejar los interrogantes que el fin del Ciclo de Octubre han generado entre el proletariado. Éste es necesariamente el primer campo donde empezar a forjar esos tribunos del pueblo, capaces de situarse a la altura en la que el desarrollo histórico de la lucha de clases ha situado al proletariado, así como de operar en el campo de todas las relaciones de todas las clases entre sí, escapando de la reducción sindicalista a la que hoy se suele someter el concepto de cuadro comunista. Ésa es la primera forja para una vanguardia digna de tal nombre.

Por eso aplaudimos la disposición para el debate del camarada, y por eso también ayudamos a difundir sus textos, porque la seriedad intelectual, unas premisas ideológicas esencialmente correctas, el ataque al enemigo principal del comunismo revolucionario en la actualidad y la predisposición para el debate ideológico, independientemente de otras diferencias, son una mezcla rara en medio de una vanguardia desorientada, y creemos que buenos ingredientes para comenzar a recorrer el arduo camino que lleva a la reconstitución del comunismo y la reactivación de la revolución proletaria.

            En este sentido, nuestro compromiso con Tamer hacía referencia a que nuestro posicionamiento y esa selección de sus textos irían incluidos en el presente número de El Martinete. Sin embargo, diversas circunstancias, relacionadas tanto con las vicisitudes internas de nuestra organización como con las responsabilidades que nos impone el plan de trabajo político que nos hemos establecido, han hecho imposible, a nuestro pesar, materializar nuestro compromiso con Tamer en el presente número de nuestra revista. Sin embargo, por las razones que hemos referido (protagonismo de la vanguardia teórica en las actuales circunstancias que atraviesa el comunismo y necesidad de lucha contra el hegemónico oportunismo de derecha y su cóctel ideológico-político –espontaneísmo-empirismo-economicismo-practicismo— al servicio de la aristocracia obrera) hemos creído conveniente publicar en este número tres textos del camarada, referidos respectivamente a lo contraproducente de la inmersión comunista en las luchas parciales y sindicales de cara a la construcción del horizonte revolucionario y la necesidad de que tal construcción parta de la vanguardia (Revolución de los horizontes…); a la relación de estas luchas con la producción del programa y el sujeto comunistas (Inactividad de disposición…); y al verdadero papel de los sindicatos y la aristocracia obrera respecto al Estado burgués y la revolución (Primero de Mayo manchado de sangre del pueblo libio…). Vengan estos textos y esta presentación a significar el impulso a un debate que nos comprometemos públicamente a desarrollar y animar desde las páginas de nuestra prensa, así como el compromiso de nuestro posicionamiento crítico en un próximo número de El Martinete.

            Queremos finalizar esta presentación, remarcando un pasaje de uno de los textos del camarada que vienen a continuación, y que nos parece francamente certero:

    Por otro lado, hiper-valorar el movimiento de lucha por condiciones considerándolo el marco en el que moverse -a contracorriente del sentido del propio movimiento-, es subestimar a las masas proletarias que no se ponen “en lucha” pensando que ellas no están “todavía” en disposición de “recibirnos”, como si la lucha económica fuera una especie de estadio intermedio de maduración. Al revés: la “pasividad” no es en este caso una carencia con arreglo a la lucha de auto-defensa, sino que implica cierta comprensión en torno al carácter objetivo de la “inoperancia” proletaria para “encarrilar” mínimamente la llamada “correlación de fuerzas”. De esa dimensión de luchas esas masas proletarias están ausentes no simplemente por cosificación contemplativa y adaptativa a “los hechos”, sino que, contradictoriamente, esa ausencia es una deserción producto de un aprendizaje empírico y de una memoria proletaria. A los escarmentados, más que a los ilusos, hay que ir, porque lo que parece “la Vanguardia todavía atrapada en la lucha por condiciones” es a menudo la retaguardia posibilista del proletariado, su auténtica “capa más atrasada”.

            Por eso los comunistas revolucionarios han de sumar fuerzas y derrotar a la hegemónica línea sindicalista, para que nuestro movimiento deje de ser el fiel servidor de las capas atrasadas, reaccionarias, de la clase obrera, y ponernos a disposición de lo hondo y profundo del proletariado, esos sectores que bajo el capitalismo no están organizados; al lado de la racaille frente al obrero de cuello duro satisfecho de su condición.

 

 

Movimiento Anti-Imperialista
Mayo 2011

 



[1]  Aunque este texto no lo publicamos en el presente número de El Martinete, puede encontrarse, junto a otros documentos, en nuestra página web: http://www.nodo50.org/mai/Documentos/Escritos_Comunistas.html
http://www.nodo50.org/mai/Documentos/Tamer/En_relacion_a_la_lucha_economica.html