El Martinete - Número 21

Septiembre de 2008

Informe sobre la intervención del MAI en la Conferencia Internacional de Madrid
 

El pasado 29 de septiembre de 2007 se celebró en Madrid la Conferencia Internacional, organizada por el Movimiento Popular Perú (MPP), organismo generado por el Partido Comunista del Perú (PCP) para el trabajo internacional, a la que nuestra organización, el Movimiento Anti-Imperialista (MAI), fue invitada a participar. Aceptamos el ofrecimiento convencidos de que, con ello, cumplimos con la tarea que nos hemos impuesto de apoyar activamente a todos los destacamentos de vanguardia comunista que detentan las posiciones políticas que permitirán la recomposición del movimiento comunista internacional en todos sus aspectos.

 

A continuación exponemos el resumen de nuestra intervención oficial:

Empezamos nuestra intervención con un agradecimiento por la invitación a asistir a esta Celebración Internacional, así como por la posibilidad que se nos brindaba para poder expresar oficialmente nuestro saludo y posición. Esta invitación es doblemente importante y significativa para nosotros, pues es conocido que el MAI no se proclama oficialmente maoísta, lo cual no es óbice para que reconozcamos que Mao representa la posición más elevada alcanzada por la Revolución Proletaria Mundial durante el pasado Ciclo revolucionario de Octubre.

Para el MAI, la revolución proletaria plantea cuatro problemas fundamentales, que han de ser resueltos en este orden por todo Plan General de construcción política revolucionaria:

  1. El problema de la guía ideológica.
  2. El problema del Partido Comunista como único posible agente de la revolución.
  3. El problema del establecimiento de la Guerra Popular como estrategia revolucionaria en la situación concreta de cada país.
  4. Y el problema de la creación de las bases de apoyo sobre las que ha de sustentarse el Nuevo Poder.

Actualmente, el problema principal que ha de ser resuelto es el de la guía ideológica. La tarea que de ello se desprende presupone la asunción del final del Ciclo revolucionario de Octubre, lo que conlleva la necesidad insoslayable de realizar el Balance general del mismo, lo cual implica a su vez el problema de la reconstitución ideológica del comunismo como cuestión ineludible que se impone a la vanguardia. Para ello, el maoísmo, como posición más elevada del marxismo alcanzada durante el Ciclo, representa la atalaya desde la cual abordar la elaboración del Balance de la experiencia histórica de la Revolución Proletaria Mundial en su conjunto.

Para el MAI, la reconstitución ideológica es imprescindible como paso previo a la reconstitución política del comunismo, esto es, a la reconstitución del Partido Comunista, sin el cual es a su vez imposible llevar a cabo la revolución.

Para la realización del Balance es imprescindible el concurso de los destacamentos que están en disposición de reconstituir el comunismo, para lo cual debe de emplearse conscientemente el método dialéctico que permite abordar esta tarea, la lucha de dos líneas.

Nuestra presencia en este acto internacional en apoyo de la Guerra Popular en Perú es además para contribuir al debate franco y fraterno entre organizaciones que comparten objetivos, para desarrollar la lucha de dos líneas, poder exponer nuestras opiniones y debatirlas y, sobre todo, poder aprender y salir de ella más reforzados como destacamento comunista de vanguardia en el Estado español.

El éxito de la Guerra Popular en Perú coadyuvará a que el comunismo reconquiste la posición de vanguardia del movimiento obrero y popular al levantar de nuevo la bandera roja como referente válido y vigente de emancipación para la humanidad.

Después de que fueran leídos los comunicados de adhesión de las organizaciones que no habían podido acudir a la Conferencia y de que los delegados presentes que la apoyábamos hubieran completado sus intervenciones desde la tribuna, se dio paso al debate entre los asistentes. Las intervenciones en él del MAI centraron la mayor parte de su desarrollo, pero, aunque teníamos interés por plantear algunas de las diferencias de línea que mantenemos con el PCP, nuestro principal objetivo fue en todo momento el de contribuir al éxito de la Conferencia.

En primer lugar, situamos la cuestión candente que divide actualmente en el Estado español los campos de la revolución y la contrarrevolución en el seno de la vanguardia, el que ahora es el primer elemento político de deslinde entre comunismo y oportunismo, a saber, la definición de la vía adecuada para alcanzar el Socialismo, en la que pugnan los defensores de la Guerra Popular como método de conquista de las masas, medio de destrucción del Estado burgués y modo de implantación de la Dictadura del Proletariado como tarea inmediata del proletariado, frente a quienes pretenden la reforma del Estado monárquico a través de la instauración de una III República burguesa como forma de transición hacia el Socialismo. Señalamos que esta segunda vía sólo pretende liquidar la revolución y que era pertinente situar su denuncia en el marco de esa Conferencia porque, aunque esta línea hunde sus raíces en cierta tradición cultural, producto particular de la historia revolucionaria de España, es especialmente peligrosa porque hoy refleja y complementa, en el interior de nuestro movimiento, el nuevo revisionismo que en el plano internacional encabeza la camarilla de Prachanda desde Nepal. De esta manera, la repercusión en nuestro país de las actuales condiciones de la lucha de clases y de la lucha de dos líneas internacional coloca en el centro, de manera ineludible, la alternativa política entre construcción de una línea basada en Guerra Popular y construcción de una línea de reforma política, opción ante la que debe elegir sin dilación la vanguardia. En estos términos, lo que se pone en el orden del día es un problema de orden político, todavía no de naturaleza ideológica, como por ejemplo el del posicionamiento respecto al maoísmo como “nueva, tercera y superior etapa del marxismo”, en el que insisten bastante los maoístas de este país. Por consiguiente, el primer paso para la revolución en el Estado español consiste en levantar la bandera roja de la Guerra Popular y de la Dictadura del Proletariado frente a la bandera tricolor de la burguesía reformista para aglutinar en su torno un movimiento de vanguardia que se convierta en referente político para el movimiento obrero y en base para la Reconstitución del Partido Comunista.

En segundo lugar y en relación con esta última cuestión de la Reconstitución del partido de nuevo tipo proletario en el Estado español, nos referimos a los requisitos necesarios para su consecución y, en particular, a la diferente naturaleza de la táctica que debe aplicarse en función del carácter de la revolución en cada país, de si se trata de una Revolución Socialista o de la revolución de Nueva Democracia. Esto no fue entendido bien por los asistentes a la Conferencia, sobre todo por los camaradas del MPP, que insistieron en que las premisas del Partido son siempre las mismas y en que no hay diferencia entre países imperialistas y países oprimidos a la hora de construir los tres instrumentos (Partido, Ejército y Nuevo Poder). Sin embargo, desde nuestro punto de vista, se estaba confundiendo la cuestión de la estrategia comunista, la de los objetivos y la línea general que debe guiarla, con la táctica, con los medios que es preciso implementar, en función de las condiciones específicas de cada país, para alcanzar esos objetivos. En concreto, resulta de cardinal importancia para comprender esto cerciorarse del carácter de las reivindicaciones que promueve la lucha de las masas: en los países oprimidos, la lucha básica del campesino por su tierra, la reivindicación de la tierra para el que la trabaja, adquiere carácter revolucionario de manera inmediata por sí misma, porque su cumplimiento supone un ataque a las relaciones de propiedad imperantes que amenaza directamente todo el sistema de relaciones sociales y de clase de los Estados semifeudales, mientras que, en los países imperialistas, las reivindicaciones básicas de las masas obreras por su salario o por sus condiciones laborales no cuestionan en absoluto las relaciones sociales capitalistas, al contrario, las reproducen. Por lo tanto, desde la perspectiva de la táctica adecuada para el cumplimiento de los objetivos revolucionarios, en primer término la Reconstitución del Partido Comunista, y en particular desde el punto de vista de la naturaleza de la línea de masas que la vanguardia debe aplicar para su logro, no es lo mismo partir de un contexto de lucha de clases en el que las reivindicaciones de las masas son ya revolucionarias, que de otro en el que esas reivindicaciones no lo son, sino que, al contrario, en última instancia son reaccionarias. Esto explica la posibilidad de que en los países oprimidos, con una revolución burguesa en el orden del día y con unas masas que desean y sienten la necesidad de transformaciones radicales, como ocurría en Perú, “un puñado de comunistas” (como se dice en la alocución del MPP a la Conferencia ¡Empuñar el magistral discurso de nuestra Jefatura!) pudiese iniciar con éxito el levantamiento y la organización de las masas campesinas por medio de la Guerra Popular, pudiese incitar y colocarse a la cabeza de la guerra campesina, que en realidad estaba en ciernes o era ya un fenómeno endémico en ese tipo de sociedades rurales. En los países imperialistas, en cambio, no ocurre nada parecido. Se precisa de un periodo más prolongado y más profundo de maduración de las condiciones subjetivas de la revolución, que excluye la posibilidad de un partido organizado directamente para dirigir masas y de un partido militarizado para armar inmediatamente a esas masas; un periodo que exige, en primer lugar, la organización y dirección de la vanguardia para reconstituir un Partido que pueda conquistar a las masas transformando sus reivindicaciones parciales reformistas (reaccionarias) en movimiento revolucionario a través de la Guerra Popular. Ésta es la forma que adquiere, en el terreno de la táctica, la tesis leninista de que en los países con capitalismo desarrollado es más difícil conquistar el poder, pero más fácil consolidarlo, mientras que en los países atrasados es más fácil conquistar el poder, pero más difícil consolidarlo. Verdad que han ratificado las experiencias de Perú y Nepal.

Como los camaradas del MPP creyeron que caricaturizábamos su experiencia olvidando todo su trabajo de preparación revolucionaria, dando a entender que se limitaron a recoger algo que estaba ya preparado independientemente de su labor política, insistimos en que no nos referíamos a esto, sino, utilizando su propio análisis, a la caracterización del Perú de los años 70 realizada por el Presidente Gonzalo como de “situación revolucionaria en desarrollo”, situación que no se da aquí, ni mucho menos. Si en los países oprimidos semifeudales puede darse una situación revolucionaria “estacionaria” o “en desarrollo”, no ocurre así, a nuestro entender, en los países imperialistas. Aquí, debe aplicarse el principio, que también defiende el PCP, de que “si no hay condiciones se conquistan las condiciones, se resuelven las necesidades”, porque este principio, y estamos de acuerdo en ello, “sirve a todos los que en el mundo están por la revolución” (ver la misma alocución a la Conferencia antes citada). Pero este principio no es frase hueca si se acepta que en los países imperialistas no se puede partir de una “situación revolucionaria” distinta de la que genere el Partido reconstituido preparando e iniciando Guerra Popular, transformando las condiciones objetivas de crisis general del capitalismo en su fase monopolista, y no esperando a que estas condiciones objetivas creen una supuesta “situación revolucionaria en desarrollo” particular por sí mismas –como algunos esperan de la actual crisis económica internacional– e independientemente de la actividad del Partido Comunista. Por lo tanto, no es suficiente la indicación genérica, que defiende el propio PCP y que se ha convertido casi en una receta, de que hay que forjar Partido y desarrollar lucha de dos líneas en medio de las masas, también es preciso crear las condiciones para que la vanguardia conquiste la posición desde la que su trabajo entre las masas no se desvíe irremediablemente hacia el sindicalismo o hacia el terrorismo, como ha ocurrido siempre en los países imperialistas cuando se ha aplicado sin criterio aquella receta. En conclusión y comparativamente hablando, la fase de Reconstitución precisa de un periodo probablemente más amplio y con tareas más complejas, sobre todo en lo que se refiere a la línea de masas, en los países imperialistas. Construir movimiento revolucionario sin “situación revolucionaria” presenta y exige requisitos políticos distintos. Esto es lo que ocurre en países como España, a diferencia de países como Perú, y esto es lo que planteamos en la Conferencia Internacional.

Finalmente, nos dirigimos a la Mesa de la Conferencia para que nos informase de cómo había resuelto el PCP la contradicción que se le presentó al partido con la caída de la jefatura, cuando debieron recuperarse y proseguir la Guerra Popular sin la dirección de aquélla, requisito indispensable según sus propios postulados. Y añadimos que, en cualquier caso, el MAI no comparte esa tesis, ni la del pensamiento guía, sino que opina que es todavía correcta la idea de Lenin del Partido como pensador colectivo y como organismo social productor de pensamiento de vanguardia. Los camaradas del MPP respondieron reiterando las posiciones de su partido a este respecto: que la lucha de clases proletaria genera pensamiento guía y jefatura, que por necesidad, por las contradicciones de la materia, siempre sobresale un jefe y que no existe contradicción entre jefatura y Partido porque se sigue la correlación que estableció Lenin entre masas, clases, partidos y jefes. En cuanto al Perú, los camaradas del MPP señalaron que el apresamiento del Presidente Gonzalo, aunque fue un duro golpe, no creó un problema específico de dirección de la Guerra Popular, porque nunca se pretendió que ésta fuera dirigida desde la cárcel, sino que precisamente el PCP se ha recuperado de ese golpe a lo largo de estos años centrando en dirección y gracias a que el principio de jefatura y el pensamiento guía han favorecido la formación de nuevos dirigentes.

Una vez aclarados estos puntos y como no había, por nuestra parte, la menor intención de exacerbar el debate y desviar los trabajos de la Conferencia de sus verdaderos objetivos, manifestamos nuestro deseo de continuar confrontando con posterioridad nuestros respectivos puntos de vista, no sin insistir en que, por lo que se refiere a la tesis de la jefatura, en nuestra opinión, supone una suplantación de hecho del papel del Partido, que en la doctrina de Lenin no se habla de un jefe del Partido, sino de un Partido de jefes, y que la jefatura unipersonal puede tener cabida, en un momento dado y bajo determinadas condiciones particulares, como resultado de la lucha de dos líneas en el seno de la vanguardia, como subproducto de la solución de la contradicción entre marxismo y revisionismo, pero que no es legítimo universalizar este resultado porque la contradicción en el interior de la vanguardia es secundaria respecto de la contradicción entre vanguardia y masas, que es la que da carta de naturaleza al partido de nuevo tipo proletario. Por último, añadimos que el PCP debería aprovechar su II Congreso para matizar, en esta dirección y a tenor de su propia experiencia de los últimos lustros (su capacidad para recuperarse, generar dirección y proseguir Guerra Popular en ausencia de Gonzalo), su doctrina de la jefatura, propuesta que, por supuesto, fue rechazada pues, como se nos informó, ese Congreso no se propone rectificar ni concebir una nueva línea, sino consolidar orgánicamente al partido, principalmente en cuanto a su dirección, y reafirmar el pensamiento gonzalo y su jefatura.

El MAI se congratula por su contribución al éxito de la Conferencia Internacional de Madrid y felicita al MPP por generar un marco internacional para el desarrollo de la lucha de dos líneas, vía de reforzamiento de la izquierda del movimiento comunista internacional y de denuncia y aplastamiento de la línea negra revisionista que hoy impera en él. Asimismo, manifiesta sus mejores deseos para que se cumplan cuanto antes los objetivos que promovieron esta Conferencia y que pronto se celebre con éxito rotundo el II Congreso del PCP que lleve hacia su triunfo final la Guerra Popular en Perú, primera base de apoyo de la Revolución Proletaria Mundial.

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