POST SCRIPTUM

Los maoístas nepalíes se decantan por el
abandono de la vía revolucionaria

SE CONFIRMA LA DERIVA DERECHISTA Y REFORMISTA DEL PCN(M)


El Partido Comunista de Nepal (maoísta) [PCN(m)] ha perdido la iniciativa política y estratégica en el país. Pero, ¿la ha perdido en realidad? Claramente, no. Ha renunciado a ella. Cuando firmó el Acuerdo de Delhi con el grupo de los siete partidos parlamentarios de la oposición constitucional, el 21 de noviembre del año pasado, renunció, de hecho, a su liderazgo en el proceso de transformación revolucionaria del país, lo que supone efectivamente abandonar el camino de la revolución de nueva democracia y ceder la iniciativa a los siete partidos. El acuerdo de 12 puntos, que alcanzó para iniciar un proceso de paz que abriese el camino a la convocatoria de unas elecciones para elegir una Asamblea Constituyente que nombrase un nuevo gobierno y una nueva Constitución parlamentaria pluripartidista, fue rechazado en un primer momento por la monarquía. Sin embargo, que la monarquía cediese y se incorporase al acuerdo era lo que se quería conseguir. Posteriormente, y para enfrentar este rechazo, en abril se acordó con la oposición forzar la situación movilizando al pueblo. La lucha duró 19 días. Esta movilización se pactó con los siete partidos estableciendo las áreas de la dirección de la lucha por áreas de influencia: los partidos en las ciudades y el PCN(m) en el campo. Como ya sabemos, el rey cedió, se restituyó el parlamento que aboliera unos años antes y el grupo de partidos constituyó un nuevo gobierno déjà vu . A pesar de las reticencias iniciales manifestadas por el PCN(m) en el sentido de que no se estaba cumpliendo la hoja de ruta pactada, el pasado 26 de mayo se iniciaron las negociaciones para la paz y la integración de la guerrilla maoísta en la vía democrática .

Una renuncia anunciada

En nuestro documento La encrucijada de la revolución en Nepal, ya vaticinábamos el desenlace que ahora desgraciadamente se confirma. El viraje ideológico y político del partido, efectuado a principios del 2005, trae consigo importantes y dramáticos cambios en el proceso revolucionario en el país. Supone poner fin a las perspectivas de transformación revolucionaria de la estructura social y política de Nepal de acuerdo con lo establecido al inicio de la guerra popular en 1996, posponiéndola indefinidamente. Además, de cara a la tarea de la Reconstitución del movimiento comunista internacional y del liderazgo para la reactivación de la revolución proletaria mundial, el PCN(m) abandona la vía inicial y se atribuye la dirección de una novedosa vanguardia revolucionaria, dinámica y creadora, frente a un supuesto maoísmo mecánico y ortodoxo que sería el que habrían desempeñado los comunistas durante el siglo XX 1 . Esta catalogación implica el reconocimiento tácito de que la línea ideológica y política con la que se inicia la guerra popular en 1996 no era la correcta - por “mecánica y ortodoxa” - y que, por ello, ha tenido que variarse. Este dictamen crítico, además, abre la posibilidad de efectuar, en el mismo sentido, una extrapolación a toda la aplicación ideológica y política que el movimiento comunista desplegó durante el siglo pasado. La realidad de los hechos nos demuestra que los nepalíes apuestan por una supuesta e inevitable etapa de conciliación de clases, como ya pusimos de manifiesto en nuestro documento. Eso sí, siempre en nombre de nuestra ideología y de la revolución. Ya nos lo recordaba Chang Chun-chiao en su escrito Acerca de la dictadura omnímoda sobre la burguesía, el revisionismo siempre ataca al socialismo en nombre del socialismo.

Las causas de este cambio de estrategia enraízan en el desarrollo de la lucha de dos líneas que ha tenido lugar en el seno del propio partido. Desgraciadamente, existe muy poca información sobre esta lucha proveniente del interior de la organización maoísta. Este ocultismo de las discrepancias internas y el esfuerzo por mantenerlas encorsetadas en el seno de las estructuras organizativas expresan una evidente desconfianza en las masas y en el resto del movimiento comunista. No es precisamente, sin ir mucho más lejos, la enseñanza que puede extraerse del proceder de los maoístas en las luchas entre las dos líneas durante la revolución cultural china. La necesidad de realizar una amplia labor de propaganda y agitación sobre las discrepancias con los sectores revisionistas y liquidadores del partido siempre fue característica de los enfrentamientos en los que intervinieron Marx, Engels y Lenin. Es, obviamente, la única manera de que las masas participen, entiendan y asimilen la importancia de la lucha de dos líneas y puedan educarse políticamente para poder, así, discernir entre la línea correcta y la revisionista. Sin embargo, el PCN(m) ha optado por la opacidad - sinónimo de desconfianza en sus propias fuerzas y razones y de debilidad ante las masas y el enemigo exterior - en aras de aparentar una unidad, integridad y firmeza interiores que no son tales. Por otra parte, representa un estilo de trabajo burgués, en el que las discrepancias se dirimen y resuelven entre bastidores, a espaldas del pueblo y de la clase obrera. Por ello, nuestras posibilidades de profundizar en la crisis del partido, que desemboca en el pacto interno entre las dos tendencias en abril del 2005, son, lamentablemente, insuficientes; pero, por el contrario, este estilo de trabajo del partido que criticamos nos es útil como indicador político para caracterizar la línea dominante que lo avala.

Así pues, desde el año 2000 se estarían configurando en el partido dos líneas cuya principal característica diferenciadora residiría en la identificación del enemigo principal de la revolución nepalí. Para el secretario general, Prachanda, el enemigo principal sería el expansionismo de la India, siendo la monarquía su instrumento interno. En cambio, para Baburam Bhattarai, segundo en el partido y considerado el ideólogo del mismo, el enemigo principal sería la propia monarquía. Pero esta descripción es en exceso superficial. Ya en diciembre del 2002, en una entrevista a la BBC, Bhattarai decía que el PCN(m) había resuelto descartar algunas de las experiencias negativas y perjudiciales del movimiento comunista internacional, especialmente las de la época de Stalin. Esta necesidad de revisar ciertas partes de la historia del movimiento comunista desembocaría en las reflexiones y propuestas revisionistas que analizamos en nuestro escrito La encrucijada de la revolución en Nepal sobre el documento del PCN(m) de 2003. Podríamos interpretar que Bhattrai representaría una línea oportunista y revisionista frente a Prachanda, acusado a veces de seguir una línea demasiado personalista y dogmática desde el punto de vista maoísta. Sin embargo, la solución final al debate y a la lucha interna concluyó, de momento, con un acuerdo alcanzado por unanimidad por el Comité Central del partido en abril del 2005, en el que se aceptaba la línea definida por Bhattarai.

Este aparente punto final del conflicto interno nos induce a pensar que, en el fondo, las dos líneas no son en realidad más que dos tendencias de la misma línea oportunista y revisionista. Por un lado, el resultado ha sido la liquidación de la revolución de nueva democracia y el sistemático viraje global de la línea originaria establecida en 1996, en el inicio de la guerra popular, variando por completo los objetivos estratégicos y, por otro lado, el modo subrepticio de resolverla, negando, por una parte, el evidente viraje y, por otra, evitando la intervención de las masas en la lucha ideológica y política.

Desde un punto de vista marxista revolucionario, puede concederse la necesidad de un pacto entre las distintas líneas en lucha en aras de la unidad y de la defensa del partido en una situación determinada, comprometida y delicada. Es posible que en pleno desarrollo de la guerra popular y habiendo anunciado en el verano del 2004 el paso a la etapa de ofensiva estratégica, la situación se haya enquistado, al no poderse asaltar las ciudades desde el campo, y con ello haya habido que buscar una solución de desbloqueo con el fin de evitar un desgaste inútil. Puede incluso ocurrir que la línea revolucionaria, minoritaria –supongámoslo así–, tenga que ceder para no verse expuesta a la represión interna de la propia organización, también en un momento dado - aunque todo marxista-leninista sabe que la escisión es una de las opciones más apropiadas y eficaces para el desarrollo de la línea proletaria dentro del movimiento de masas y poder así expresarse y desplegarse libremente. Pero aún teniendo en cuenta todas estas consideraciones, la línea ideológica correcta no puede, bajo ningún concepto, autolimitarse renunciando a exponer sus discrepancias ante las masas revolucionarias para recabar su apoyo, pues es su única garantía para consolidar sus bases políticas de cara a poder tomar de nuevo la dirección del partido y de todo el movimiento revolucionario.

Este modo de actuar del PCN(m) no le sitúa precisamente en la vanguardia. Además, la movilización de masas pactada con los partidos parlamentarios, dejándoles el liderazgo de las luchas en los núcleos urbanos, verdaderos centros del poder político y económico del país, cubriendo por su parte, con el control en las montañas, la cuota de movilización que tenía asignada, expresa el reconocimiento por parte de la guerrilla de su incapacidad para lograr la derrota del régimen monárquico y ocupar el poder también en las ciudades, que es desde donde se ejerce el control efectivo del país.

Claudicación política y estancamiento ideológico

En el frente internacional, el PCN(m) también ha renunciado claramente a la Reconstitución ideológica y política del comunismo y a forjar el liderazgo internacional que guíe al movimiento comunista por esta senda. En el boletín ocasional del Partido Comunista de Nepal (maoísta), de enero de este año, el Comité Central hace público el documento S obre el imperialismo y la revolución proletaria , adoptado en su última sesión plenaria. En dicho texto se expone claramente el carácter de las posiciones que ha adoptado el partido nepalí. Reconoce explícitamente la existencia histórica y el fin del ciclo revolucionario de Octubre y el establecimiento, como resultado, de un nuevo orden mundial liderado por el imperialismo americano.

“Debido a la derrota de los Estados socialistas y de nueva democracia que se desarrollaron en el curso de la primera ola de la revolución proletaria mundial en la lucha por el poder contra el capitalismo burocrático de Estado, al establecimiento de la superioridad económica sin paralelo y principalmente a la superioridad militar del imperialismo estadounidense sobre los demás países imperialistas grandes, al control del capital financiero multinacional sobre el capital y economías nacionales de los países del tercer mundo y a la intensificación de intervención cultural mundial por medio del monopolio de la tecnología de la informática, etc., se ha fortalecido esta hegemonía.”

Establece además que las condiciones objetivas para la revolución mundial nunca han sido tan favorables como en el presente:

“En ningún momento de la historia ha estado tan madura la situación objetiva en tantas partes como hoy para la aplicación práctica del gran principio proletario del internacionalismo.”

“La citada situación objetiva evidencia la maduración del ambiente material en que se puede establecer un nuevo orden mundial socialista de los pueblos destruyendo completamente el orden mundial imperialista.”

Y, en consecuencia, identifica la tarea principal de los comunistas ante esta situación en forjar las condiciones subjetivas, estando esta labor subordinada a la resolución de la cuestión ideológica:

“Pero, en la presente situación de transición, en que se terminó la primera ola de la revolución proletaria mundial en el siglo 20 y una nueva ola se perfila en el horizonte, el movimiento proletario tiene el reto de desarrollar su ideología. El problema de la dirección del movimiento proletario mundial está vinculado indesligablemente a este reto.”

Hasta aquí, y sin entrar en una mayor profundización analítica, estaríamos básicamente de acuerdo con los camaradas nepalíes. Sin embargo, el camino que el PCN(m) nos conmina a seguir para responder a la tarea principal del movimiento comunista es una vía de vuelta hacia atrás, de viraje completo, de retorno a fórmulas y procedimientos que el marxismo-leninismo ya refutó en su día, de opción, en definitiva, por la renuncia al legado del Ciclo de Octubre en lugar de recuperarlo para partir de él, para apoyarse en él para hacer frente a eso que denominan “reto ideológico”:

“Los revolucionarios internacionalistas del siglo 21 deben estar muy conscientes de que ya no bastan los análisis que hicieron Lenin y Mao acerca del imperialismo y varios conceptos que desarrollaron sobre esa base acerca de la estrategia proletaria. Tras la Segunda Guerra Mundial, la rivalidad entre los imperialistas y el análisis de Lenin acerca de la naturaleza de la guerra que continúa entre ellos para repartir y repartir de nuevo una parte del mundo y la estrategia proletaria construida sobre esa base; y después de la guerra fría, el análisis de la situación que Mao hizo acerca de los tres mundos (si bien sólo en un sentido táctico), en líneas generales ya no se aplican hoy. La situación del imperialismo estadounidense, que avanza como Estado globalizado, implica que ya no son suficientes los análisis de Lenin y Mao, al igual que el desarrollo del imperialismo en el tiempo de Lenin hizo que no fueran suficientes el análisis y estrategia de Marx, basados en su análisis del capitalismo, de que la revolución se diera primero y simultáneamente en los países desarrollados europeos. Éste es el principal deslinde para desarrollar el marxismo-leninismo-maoísmo [MLM] en el siglo 21 y para determinar la nueva estrategia proletaria. Sin prestar atención a este problema, no es posible abordar los retos de la revolución mundial de hoy.”

“No obstante, eso no quiere decir que ya no existe la contradicción entre las potencias imperialistas y las camarillas reaccionarias. Esta contradicción definitivamente existe y existirá, y el proletariado debe prestarle atención. Sin embargo, la contradicción que determina lo que pasa en el mundo de hoy no es ésta sino el imperialismo estadounidense, de un lado, y la lucha mundial en su contra, del otro.”

“Después de la muerte del camarada Mao y de la restauración del capitalismo en China, el movimiento comunista internacional, de un lado, principalmente cayó presa de diversas formas de revisionismo de derecha y, del otro, del dogmatismo mecánico, que alababa con palabras huecas cosas y experiencias del pasado. Aun hoy es necesario luchar contra estas tendencias en el movimiento comunista internacional e impulsar el desarrollo global del MLM. Es claro que sólo es posible desarrollarlo aplicando el arma científica del materialismo dialéctico. Es necesario captar que el materialismo dialéctico es un medio con que desarrollar constantemente la ideología proletaria contra el pluralismo burgués y el dogmato-revisionismo.”

“Al captar firmemente la realidad de que son mayores la necesidad, posibilidad e importancia del movimiento internacional en la situación específica del actual imperialismo mundial, nuestro glorioso partido, el PCN (Maoísta), como partido que ha dirigido con éxito diez años la guerra popular, tiene un gran deber de desarrollar la ideología y el movimiento comunista internacional. Al aceptar la realidad de que anteriormente el papel internacional de nuestro partido ha sido débil en comparación con la necesidad, hoy es necesario aumentar nuestra iniciativa en esa dirección. Al captar la realidad de que no se puede desligar el futuro de la revolución nepalesa del desarrollo del movimiento internacional, el partido debe desarrollar un plan concreto de trabajo.”

Estos cuatros párrafos revelan sucintamente la línea por la que se decanta el PCN(m). Los dos primeros pretenden expresar la interpretación analítica sobre el pasado del movimiento revolucionario y su relación con la situación objetiva pasada y presente de la lucha de clases mundial. Los dos últimos indican las tareas inmediatas que se deducen de las interpretaciones apuntadas anteriormente y la posición que debe tomar el partido con respecto a ellas.

De los cuatro apuntes, el primero es el esencial. Nos congratulamos enormemente de que un destacamento del movimiento comunista indique la necesidad de analizar el pasado para poder avanzar. Sin embargo, el PCN(m) sólo indaga en el pasado en los aspectos concretos que le interesan para justificar su proceder presente. Los casos que nos traen a colación, la aplicación internacional de la línea proletaria o la forma en que debe de instaurarse el nuevo poder para construir el socialismo (expuesto en el texto del año 2003 criticado por nosotros en el documento ya enunciado), son sólo dos ejemplos de ello. Finalizado el Ciclo de Octubre, es imprescindible realizar el balance integral, y no sólo parcial, de toda la experiencia del movimiento comunista revolucionario. El PCN(m) no habla de balance de todo el periodo porque sólo lo reconoce formalmente, en el plano histórico superestructural (caída de los Estados de Dictadura del Proletariado), pero el resto de los componentes ideológico-políticos los da por asumidos al reivindicarse globalmente del marxismo-leninismo-maoísmo. Sin embargo, en los hechos, la asunción de la ideología es ficticia e interesada. El problema no es criticar los hechos del pasado de nuestro movimiento, analizar sus errores y aciertos y sacar las conclusiones necesarias, sino que lo principal es saber por qué debe hacerse, y hacerlo de una manera integral, objetiva, desde el marxismo, sin apriorismos ni concesiones a intereses de grupo o de coyuntura. El PCN(m), en cambio, intenta adecuar, obviando toda profundización teórica, varios periodos concretos del pasado de la revolución mundial para equipararlos a los momentos actuales y justificar la necesidad de realizar saltos teóricos hacia atrás que, en los ejemplos empleados anteriormente, no fueron tales. En el Estado español, la escuela de Carrillo fue maestra en este arte de sacar de contexto, manipular y apelar a experiencias históricas determinadas, siempre de manera superficial, buscando apuntalar giros oportunistas de inmenso calado revisionista, intentando establecer paralelismos silogísticos que en nada contribuyeron precisamente al porvenir del comunismo, sino a todo lo contrario.

Brevemente, y basándonos en los mismos ejemplos a los que recurren los propios nepalíes, no es la insuficiencia de los análisis de Marx, sino el paso a la época del imperialismo, que Marx sólo pudo apuntar sin llegar a vivirla, lo que permite a Lenin dar un salto en la teoría de la revolución proletaria, frente a la exégesis dogmática y ecléctica que la II Internacional realizaba del marxismo, y no frente a Marx, como pretende hacernos suponer el PCN(m). Enunciar la teoría maoísta de los tres mundos, teoría geopolítica que prescinde completamente del análisis de la lucha de clases, para declarar que ya no sería de aplicación hoy - cuando en realidad no debía ni de haberse planteado entonces, pues era ajena por completo al marxismo y, por consiguiente, nació muerta a pesar de los intentos revitalizadores de Mao - tiene mucho de búsqueda desesperada de una argumentación que sirva para apuntalar la nueva propuesta de línea revolucionaria. El PCN(m), sin embargo, refunda la teoría de los tres mundos cuando establece, en el segundo párrafo, que la contradicción principal en el mundo radica en el enfrentamiento entre el imperialismo estadounidense y los que están en su contra. ¿Quién compone ese frente anti EE.UU.? Desde los imperialistas europeos, que buscan el fortalecimiento de la Unión Europea para disputarle la hegemonía mundial, hasta los integristas islámicos, que luchan por liberar a sus pueblos de la ocupación sionista-occidental y someterlos a las leyes más reaccionarias aún vigentes en este mundo, pasando por un abigarrado ejército de grupos con intereses contrapuestos y que, sin vinculación alguna entre sí la mayoría de ellos, apenas coinciden en su oposición a los EE.UU. Es rotundamente una reedición de la teoría de los tres mundos en que, mientras en los años setenta las potencias de segundo orden, los países dependientes y los EE.UU. debían aliarse para combatir al socialimperialismo soviético, considerado, dentro del primer mundo, el enemigo más pernicioso, ahora el enemigo a batir ya sólo sería el único representante que quedaría del primer mundo, los EE.UU., contra el que lucharían el resto.

Por el contrario, la contradicción principal en el mundo sigue siendo hoy, más que nunca, precisamente por el arrinconamiento que ha sufrido la lucha revolucionaria de clases después del fin del primer ciclo revolucionario, entre países imperialistas y pueblos oprimidos.

¿Por qué se produce esta inversión de la teoría revolucionaria en un partido como el nepalí, que había llegado con éxito y relativa rapidez al inicio de la ofensiva estratégica antes de haber cumplido diez años de guerra popular?

Las razones son internas, relacionadas con el propio partido y el desarrollo de la guerra popular, por supuesto, aunque se enmascaren con condicionantes concretos de origen externo, como ya demostramos en nuestro documento de análisis.

La dirección del PCN(m) dice defender la necesidad de superar planteamientos y errores del pasado del movimiento comunista, pero, para ello, utiliza parámetros antiguos, los mismos que predominaron en el ciclo terminado y que contribuyeron profundamente a su dramático desenlace. Tanto es así que no consiguen superarlos, cayendo en variaciones con repetición de recetas argumentales del viejo pragmatismo oportunista.

El proceso de la guerra popular les ha obligado a reconocer en la práctica que no pueden liberar todo el país, que no pueden asaltar las ciudades. De ahí que el pueblo sea utilizado como comodín. En 1996, justificaba el camino de la revolución armada por una dilatada historia popular de levantamientos violentos, mientras hoy, ese mismo pueblo, parece que anhela la paz más que la justicia social y los cambios revolucionarios, entrando además en contradicción con la construcción del nuevo poder en las zonas liberadas, si hemos de dar crédito a las informaciones que sobre ello el propio PCN(m) publica. La búsqueda de acuerdos con el enemigo, odiado no hace tanto, se justifica para terminar con la guerra civil en lugar de propiciar las diferencias entre la clase dominante. El movimiento antiestadounidense mundial, como es en su inmensa mayoría anticomunista, no puede acudir en el apoyo internacional tan demandado y sin el cual, como ya argumentaban en el 2003, no puede conseguirse triunfo de revolución alguna. Lógicamente, ante esto, sólo puede cederse el protagonismo a las fuerzas parlamentarias que sólo exigen a la monarquía un cambio democrático de tipo burgués. Es normal, entonces, que reediten alianzas interclasistas basadas en la refundación de la teoría de los tres mundos. Así, el viraje ideológico del 2005 ha derivado en una práctica política que les lleva a convocar la huelga general de febrero pasado haciendo un llamamiento “a las personas de toda casta, fe, género, región y grupo, a entrar a la lucha por ponerle fin a la autocracia corrupta.” 2 ¿Dónde quedó el análisis de clase del 96? ¿Dónde están las clases y la lucha entre ellas?

En los hechos, los nepalíes ya están suplantando la revolución en Nepal y se han propuesto que los mismos principios, que ya están sustituyendo en la práctica en su país, sean eliminados del ideario marxista-leninista a nivel internacional.

Tal vez, el único mérito del nuevo análisis del PCN(m) sea su punto de partida, el reconocimiento del final de un ciclo histórico para la Revolución Proletaria Mundial –el que nosotros denominamos Ciclo de Octubre – y del hecho de que las bases, presupuestos y requisitos políticos del movimiento revolucionario han cambiado. Igualmente, es positivo el reconocimiento tácito de la necesidad del balance de ese ciclo como condición para la puesta al día del marxismo como teoría de vanguardia, aunque la consumación precipitada y a la carta de esta tarea por parte de los maoístas nepalíes más bien parezca una burla que un trabajo serio de análisis marxista. Sin embargo, si bien los nepalíes han realizado un auténtico ejercicio de oportunismo político en este asunto, pues han sacrificado sin el menor rubor los intereses a largo plazo de la Reconstitución del movimiento comunista internacional en beneficio de una maniobra táctica, olvidando –como dijera Engels al definir el oportunismo– los grandes problemas esenciales ante los intereses pasajeros del momento, es preciso recalcar el hecho de que importantes sectores de vanguardia se están viendo obligados por su experiencia a reconocer la existencia de la problemática del final del ciclo revolucionario y a sensibilizarse ante las novedosas cuestiones teóricas y prácticas que plantea. No nos cabe la menor duda de que esta evidencia, que nuestra organización viene exponiendo y explicando desde hace tiempo, se irá abriendo paso en la conciencia de los auténticos revolucionarios hasta que caiga el velo de los prejuicios, los iconos y los dogmas que hoy les impide comprender la verdadera naturaleza de las tendencias del momento y de las necesidades del movimiento revolucionario. Por lo que se refiere al PCN(m), en este ámbito se reconoce el fin del ciclo revolucionario anterior, pero no han realizado ningún balance real del mismo, ni plantean la importancia de hacerlo. Se dice que ciertos planteamientos de principio del marxismo-leninismo ya no valdrían ahora, pero continúan sin profundizar en este análisis, al igual que hacían en sus documentos de 2003. Sólo debe aceptarse como una antinomia necesaria la supuesta nueva adecuación de la teoría al análisis que esbozan del momento actual. Obviamente sólo plantean una operación de maquillaje de aspectos parciales del primer ciclo en función de que les sea útil para justificar el viraje presente. No hay nada más alejado del análisis concreto de la realidad concreta. Es la completa renuncia a los principios en nombre del desarrollo de los mismos para adecuarlos a los cambios oportunistas que realizan en su práctica política. Renuncian a la guerra civil y a su transformación en guerra revolucionaria, pretendiendo entregar a su ejercito guerrillero a un organismo internacional imperialista como es la ONU, y lo hacen corresponder a nivel mundial con la imposibilidad de la guerra interimperialista, liquidando la teoría leninista del imperialismo y la posibilidad de la ruptura de la cadena imperialista por el eslabón más débil, ya que, si Nepal era uno de esos eslabones, se han negado a romperlo. Niegan las clases y, por consiguiente, el análisis marxista basado en la lucha de clases y, lógicamente, acuerdan un pacto que establece las reglas del juego burguesas bajo la forma de una democracia parlamentaria pluripartidista, acabando con el doble poder que representan los comités populares, y lo hacen corresponder en el plano internacional con una alianza interclasista contra el único imperialismo existente para ellos, el estadounidense.

En resumen, este proceder oportunista y superficial en las cuestiones de fondo teóricas revela la principal y básica discrepancia entre nosotros y el PCN(m), la necesidad imperiosa de la Reconstitución ideológica y política del comunismo, tarea imprescindible y previa a la apertura de una nueva ola revolucionaria en el planeta. Esta tarea es la que está ausente en la labor que se le encomienda al movimiento comunista en el tercer párrafo. Impulsar el desarrollo global del marxismo requiere el análisis teórico previo e integral de la ideología proletaria y de la experiencia histórica del Ciclo de Octubre. Requiere, además, hacerlo a la luz de la dialéctica materialista, lo que implica reconocer correctamente el significado de que también al marxismo es aplicable el principio de uno se divide en dos , y que precisamente, el fin del ciclo se produce porque los sucesivos intentos de proseguir el desarrollo del marxismo se transforman en su contrario, sea este en forma de revisionismo de derecha o sea en forma de dogmatismo mecanicista, que son, en realidad, las dos corrientes de la misma línea que dividen actualmente al PCN(m). En la lucha de dos líneas que se libraba en el interior del marxismo, la línea correcta ha sido claramente derrotada al final por su contraria y, por eso, se produce el asalto contrarrevolucionario tanto en China como en el resto del movimiento comunista y, después de ello, sólo han quedado dos fracciones de la misma línea oportunista y revisionista que bregan por apropiarse de la identidad marxista, una con preeminencia disolvente y otra con predominio esclerotizante, pero ambas con idéntico objetivo, impedir el rebrote de la línea correcta, línea que ha de brotar a partir de la realización de una nueva síntesis ideológica después de la integración cabal de toda la experiencia del ciclo concluido.

Este periodo entre dos ciclos revolucionarios, por su esencia histórica, es de cuestionamiento, estudio, comprensión, búsqueda de soluciones y construcción de un movimiento de vanguardia en torno a ellas. La indefinición propia del periodo hace caer al PCN(m) en un oportunismo pragmático que le impide comprender lo ocurrido, asimilarlo y así superar el viejo paradigma revolucionario que rigió el Ciclo de Octubre y que caducó con él, y, por ello, tropieza al aplicar de nuevo viejas recetas que no funcionan y sólo contribuyen a retrasar la recuperación de la línea revolucionaria.

Además, no viendo el desatino en el que incurre, el PCN(m) se dispone a liderar este camino de no retorno hacia la charca del liquidacionismo revisionista. En el cuarto párrafo de la cita así lo manifiesta. Debemos combatir esta línea que, en nombre de lo nuevo frente a lo caduco, pretende enterrar aún más profundamente las enseñanzas del primer gran ciclo revolucionario de la revolución proletaria, sin ni tan siquiera esforzarse en conocerlas. Aceptamos el reto de los nepalíes y esperamos que la lucha de dos líneas a nivel internacional redunde en beneficio de la Reconstitución ideológica y política del comunismo. Esperamos que el revulsivo del abandono del campo de la revolución propicie la reacción y el enfrentamiento de la línea roja, y que por medio de esta lucha se reactive la revolución. Ésta sería la gran contribución del PCN(m) a la Reconstitución del comunismo.

Junio 2006.

1 Baburam Bhattarai, “¿Por qué terminó el cese de fuego?”. Boletín Ocasional del PCN(m ), nº11, enero 2006.

2 “Convocatoria del bandh nacional (paro general) del 5 al 11 de febrero”. Boletín Ocasional del PCN(m) , nº11, enero 2006.