El Martinete - Número 19

Septiembre de 2006

 
La Gran Revolución Cultural Proletaria en China
 


Introducción

A mediados de la década de los sesenta la experiencia de la Dictadura del Proletariado en el mundo había fracasado. El movimiento comunista internacional se había dividido, quedando mayoritariamente encuadrado bajo el liderazgo del revisionismo que había ocupado el poder en la URSS en los tres años que median entre la muerte de Stalin y el XX Congreso del PCUS. La nueva clase dominante en los países socialistas , con la colaboración más o menos firme de la mayoría de las direcciones de los partidos del movimiento comunista internacional, dirigía un ataque sin precedentes contra todas las reticencias a este giro que surgían por doquier en todos los partidos hermanos. Las causas de todo ello eran debilidades y carencias internas al propio comunismo que entrañaban un erróneo desarrollo de la lucha de clases en el periodo de transición al comunismo, el socialismo, bajo el régimen de Dictadura Proletaria.

La República Popular China se ve confrontada con este frente en el interior del Estado y del propio partido chino y en el frente internacional dentro del movimiento comunista. La disyuntiva es la misma, seguir la vía revisionista soviética o desarrollar la revolución venciendo las resistencias internas y desarrollando la Dictadura del Proletariado, lo cual implica lucha.

Desde el nacimiento de la Republica Popular en 1949, el intento de importar el modelo de planificación soviético en la construcción del socialismo tropieza con dificultades propias y añadidas que encaminan al país por los mismos derroteros revisionistas de los países hermanos. Mao y una parte del Partido Comunista Chino (PCC) enfrentan esta tendencia desde un principio. La propia experiencia de creación del PCC y su propia historia les capacitan para percibir el problema e intentar poner los medios que sirvan para corregir la desviación ideológica que estaba engullendo a todo el movimiento comunista.

La importancia de la ideología y de la política como dirección es una constante en Mao a lo largo de toda su vida revolucionaria y esta importancia requiere del partido una mayor asunción del marxismo-leninismo que permita establecer la ideología correcta para avanzar. Sobre la base del planteamiento teórico, el problema principal radica en la asunción de la continuación de la lucha de clases bajo la Dictadura del Proletariado. Para ello debe de intervenirse directamente en la superestructura para dotarse de unos órganos de poder acordes con un proletariado elevado a la categoría de sujeto revolucionario.

Los problemas para establecer las bases materiales del socialismo, descritas en 1956 y enunciadas como las diez grandes relaciones a resolver, topaban con la dificultad para construir una superestructura que, siguiendo caminos ya conocidos, se iba enrocando paulatinamente, separándose de las masas y sus problemas e irguiéndose como estructura de una nueva clase dominante. La campaña de las cien flores para desenmascarar al enemigo interno y el Gran Salto Adelante de 1957 hacia la colectivización y el establecimiento de las comunas populares son emprendidos por los maoístas para separar a China del camino soviético. El resultado fue débil y no alcanzó, en tiempo y de la manera esperada, la mayoría de objetivos, lo que dejó a Mao y los suyos con escasa posibilidad de maniobra en el Comité Central. La situación de equilibrio entre las dos líneas implicó su sustitución por Liu Shao-chi en el puesto de Presidente de la República y reforzó la línea derechista en el partido, lo que no hará más que aumentar la preocupación por el problema principal anteriormente apuntado, la continuación de la lucha de clases bajo la Dictadura del Proletariado para resolver la imperiosa necesidad de derrotar al revisionismo.

La inquietud por resolver este objetivo principal permitirá atesorar un considerable bagaje, previo al inicio de la revolución cultural, gracias a la experiencia aportada por las cinco importantes campañas y movimientos emprendidos anteriormente para enfrentar el problema:

a) La campaña iniciada en 1960 bajo la iniciativa de Lin Piao para el adoctrinamiento del Ejercito Popular de Liberación (EPL), que supuso descartar el modelo establecido en grandes unidades de ejércitos modernos preparados para la guerra convencional, para volver a la concepción guerrillera de la defensa estratégica basada en la guerra popular frente a una posible invasión imperialista, haciendo frente al aislamiento que supuso la ruptura con la URSS. Esto implicaba una reorganización y una relación y estructuración más estrecha con la población y un nivel ideológico mucho más elevado del combatiente, de lo cual ya se tuvo abundante experiencia en la guerra de liberación contra el Japón y en la lucha contra el Kuomintang, pero que había sido olvidada por el asesoramiento soviético y descartada en la Guerra de Corea. Con diferencia, ésta fue, por el propio carácter del EPL, la que más éxito alcanzó y la que contribuyó decisivamente en el lanzamiento de la revolución cultural.

b) La Gran Revolución Cultural Socialista, cuyo centro era el Movimiento de Educación Socialista iniciado en 1963 y dirigido originariamente a los campesinos para fomentar la colectivización y enfrentar la apatía en los cuadros rurales. Ahora, además, promovía la renovación del trabajo político y trataba de desarrollar la lucha de clases contra algunos cuadros que se inclinaban por el retorno al capitalismo. Liu Shao-chi ejercerá su influencia para frenar en lo posible esta embestida del movimiento pero sin oponérsele directamente.

c) Las cuatro limpiezas , movimiento primariamente rural dirigido contra los cuadros ineficaces, corruptos y ociosos, sobre todo en el campo.

d) La campaña de mediados de 1964 aprender del ejército popular , centrada en el estudio del pensamiento de Mao, y dirigido sobre todo a la milicia y a los jóvenes futuros cuadros del mañana. Para esta campaña se efectuará la recopilación de citas del Presidente Mao que serán masivamente distribuidas en el popularizado Libro Rojo.

e) Otros cambios educativos que se habían ido abandonando desde la progresiva extinción de las comunas y que el mismo aparato del partido contribuyó a frenar.

Todas estas campañas van esclareciendo la necesidad y el modo de desarrollar la lucha de clases bajo el socialismo e identifican la nueva clase dominante en las posiciones burocráticas y elitistas dentro del partido y de la estructura del Estado. Se pretende con ellas despejar el camino a todos los impedimentos que habían entorpecido el desarrollo de las comunas populares. Sin embargo existen muchas resistencias en la administración y dentro del aparato y de las organizaciones ligadas al partido que hacen que se avance muy lentamente. La campaña en el EPL contribuirá grandemente a doblegar estas resistencias.

Así pues, en el partido y en los distintos órganos de poder se ha ido creando sigilosa y sórdidamente una élite tradicional que se enquista y defiende sus privilegios frente a las grandes masas. Esto santifica la división del trabajo, refuerza lo individual frente a lo colectivo y extiende las relaciones burguesas y el clientelismo. Siendo un problema que principalmente responde a la situación de la vanguardia dirigente y a su relación y vínculos con las masas, está directamente relacionado con los aspectos ideológicos, políticos y culturales de dicha vanguardia y a la superación de las tradiciones en la gestión de los asuntos públicos y administrativos heredados del pasado. De ahí que las primeras críticas se dirijan, desde el EPL, hacía autores y artistas de los campos de la literatura y las artes escénicas que son los encargados de popularizar entre las masas los principios tradicionales, y que están en buenas relaciones y reciben el plácet de altas estancias del poder a distintos niveles. Esto expone la necesidad de replantearse el papel del intelectual como correa de transmisión y la oportunidad de crear una nueva intelectualidad de carácter proletario para combatirla. De ahí la revolución cultural como necesidad de reactivar el papel dirigente de la vanguardia revolucionaria, política y social del PCC. Existe un peligro serio de que la burocratización lleve a China por el camino del revisionismo soviético.

Los problemas ideológico-culturales serán pues el desencadenante de la crisis, a lo que se sumó el sucesivo freno de las cinco campañas y movimientos descritos, que llevaba tiempo provocando insatisfacción e inquietud y conectaba directamente con la principal preocupación de los maoístas, el avance de la revolución bajo la Dictadura del Proletariado.

El trasfondo ideológico de las críticas está referido a la necesidad de purgar la ideología burguesa de los cuadros dirigentes y de los transmisores de la cultura. Se trata de reafirmar una visión proletaria de la vida y de la relación de los cuadros con las masas. La revolución cultural busca liberar a la mayoría pobre de las trabas institucionales a la libre expresión y pone el énfasis en una renovada colectivización con la implicación activa de las masas. Los maoístas, en débil equilibrio siempre dentro del partido, usarán los métodos de la guerrilla para combatir, desenmascarar y derrotar a los seguidores de la línea derechista y recurrirán a la intervención de las masas como sus mejores aliados.

Etapas de la revolución cultural

1. El desencadenante.
El primer embate que en noviembre de 1965 desencadenará la Gran Revolución Cultural Proletaria (GRCP) es la crítica a la ópera escrita por Wu Han, La destitución de Hai Jui , que trataba la cuestión del buen funcionario . A este ataque le seguirán otros dirigidos a otros blancos, también en la literatura y el arte. Este ataque se encuadraba en un movimiento más amplio de crítica de la ideología burguesa y de las reminiscencias supervivientes de la tradición. Se empezaba a hablar de revolución cultural pero no de un modo sistemático y definido. Todas las personalidades atacadas eran figuras intelectuales importantes en Pekín donde el partido estaba dirigido por el carismático y popular Peng Chen –conocido como cabeza visible de la llamada banda negra de seguidores de la vía capitalista–, también alcalde de la ciudad. En el ataque se emplea a fondo el EPL a través de su aparato de propaganda desde Shangai. El descontento no hará más que crecer en el partido en Pekín hasta junio del 66. A principios de este año el partido en Pekín crea un grupo de 5 miembros encargado de la revolución cultural desde el que Peng intentará contener el debate en el interior del partido y situarlo a un nivel puramente académico; además, dará la posibilidad a los derechistas de realizar el contraataque. Su intento de evitar a las masas y su liberalismo le valdrán la desaprobación por parte del Comité Central en una circular de mayo y provocarán su destitución, a la que seguirán otras. También en mayo la crítica a la vía capitalista se desata por primera vez públicamente en la universidad con el primer dazibao . Los maoístas se esforzarán en extender la lucha a las masas más amplias. El nuevo Comité de Pekín creará Grupos Encargados de la Revolución Cultural (GERC) que se desplazarán a los distintos lugares en que se producen los debates de crítica pública para ejercer la dirección y control sobre ellos. Este proceso de creación de GERC se irá extendiendo por todo el país, promovidos desde los distintos niveles de la administración y del partido.

2. Intento de control por el partido de los GERC.
Después de la destitución de Peng Chen en junio de 1966, la revolución cultural se convierte en crisis política. La lucha en el frente cultural se generaliza entre las masas y se extiende rápidamente adquiriendo el carácter de lucha política, siempre fomentada por la dirección central controlada por Mao y los suyos. La revolución cultural se transforma en movimiento revolucionario general en busca de un cambio global del estado de cosas. Las destituciones que se han iniciado en Pekín se extienden a toda China, en los ámbitos de la educación y propaganda sobre todo, pero sin alcanzar las proporciones de la capital. Las denuncias se refieren a cuestiones culturales y por oponerse a distintos aspectos del maoísmo, como las críticas al Gran Salto Adelante, o por anteponer lo individual a lo colectivo y por pretender seguir la vía capitalista. En un principio los blancos de la crítica debían circunscribirse a los “escasos cuadros que han escogido la vía capitalista” .

Peng Chen defendía que los GERC estuvieran sometidos al control del comité del partido directamente superior. La revolución cultural estaría, así, bajo el control del aparato del partido. Sin embargo para los maoístas los GERC sólo debían de servir de enlace pero no decidir sobre las críticas. Liu Shao-chi, presidente de la República y Teng Tsiao-ping secretario general del partido, se posicionan a favor del control jerárquico del aparato y ejercerán su influencia, durante los 50 días en que Mao está ausente de Pekín, intentando frenar, con la intervención de los GERC, el alud de críticas contra los cuadros dirigentes del partido y el Estado. Para ello, la concreción de los blancos que estaban en el punto de mira de las críticas de las masas, es sustituida por un ataque indiscriminado a todo tipo de cuadros de dirección y a todos los niveles, con lo que se consigue un efecto caótico, de todos contra todos, que suele resolverse descargando responsabilidades sobre los cuadros inferiores y más débiles, permitiendo escabullirse a los blancos acusados originalmente de seguir el camino capitalista.

3. El triunfo maoísta de agosto del 66.
Entre junio y julio, Liu y Teng se esfuerzan en su procedimiento, por lo que empiezan a recibir acusaciones en ese sentido por parte de las masas y de la facción maoísta de la dirección. Lin Piao rodeará con el EPL Pekín antes de la vuelta de Mao, anticipándose a un posible movimiento para socorrer a Peng Chen por parte de las tropas bajo dirección del que era su aliado, el jefe del Estado mayor del ejército, que será inmediatamente destituido. Esto sería una prueba de que en el ejército también había diferencias de línea.

Mao regresa a Pekín a mediados de julio y durante los primeros días de agosto, en la XI sesión plenaria del VIII Comité Central, los maoístas derrotan los intentos de Liu y Teng y consiguen que el Central apruebe la potenciación del movimiento de masas encabezado por los Guardias Rojos, mediante la importante declaración del 8 de agosto, Decisión del Comité Central del PCC sobre la Gran Revolución Cultural Proletaria , conocida como los 16 puntos , y que supone el posicionamiento oficial del partido. En ella se analiza la situación y se exponen las razones de la revolución, se establecen los principales objetivos, los blancos contra los que va dirigida y los métodos adecuados para llevarlos a cabo. En esta declaración serán condenados con contundencia los GERC que han seguido las consignas de Liu. La crítica se centra contra los valores burgueses y los que los apoyan. Se establecen las fases sucesivas por las que ha de desarrollarse hasta la creación de los nuevos Comités Revolucionarios, que deberían ser elegidos y funcionar según los principios de la Comuna de París. En esta reunión del Comité Central Mao recibe el apoyo de Lin Piao y de Chu En-lai, mientras Liu y Teng perderán poder en la escala jerárquica del partido. Sin embargo, la preponderancia maoísta es exigua y no está consolidada, lo que traerá consecuencias más adelante.

El 18 de agosto se produce la gran concentración de Guardias Rojos en Tiananmen que marcará el inicio de la extensión masiva de la GRCP.

Los Guardias Rojos son organizaciones de jóvenes estudiantes que se han desarrollado a partir de organizaciones escolares de la revolución cultural. Los Guardias Rojos pueden situarse a la vanguardia del desarrollo de la revolución cultural primeramente porque son potenciados por los maoístas como aliados en la lucha contra la derecha. Además, hay otras justificaciones por las que son escogidos como punta de lanza de la GRCP. Existe en China una posición e historia tradicional de intervención de la juventud estudiantil en la vanguardia de los conflictos políticos y sociales. No son analfabetos y están más instruidos y poseen más cultura que el resto de la mayoría de la población. Están en posesión, por ello de ideas nuevas que les han de permitir arrastrar a los obreros y campesinos. Además, hay que tener en cuenta que más de la mitad de la población china es menor de 18 años, por lo que los nuevos órganos de poder revolucionario han de tirar de ellos para ocupar cargos de decisión, para lo que están siendo educados desde el triunfo de la revolución en la ideología y la política comunista. Los viejos cuadros dirigentes deben de forjar su relevo y en este problema están de acuerdo todas las facciones del partido que lucharán por atraerse a la juventud. La diferencia principal entre las facciones estriba en hacer que la dirección la ejerzan los tradicionalmente miembros de las clases medias más instruidas pero que arrastran las viejas tradiciones o que pueda extenderse a la mayoría de la juventud de origen humilde que está accediendo a la formación gracias a la revolución y está siendo educada en los principios del comunismo. Está en juego qué clase dirigirá el país y el partido. Mao tiene claro que no puede contar como es debido con la militancia del partido para establecer un cambio en la situación por lo que se apoyará en la iniciativa de los Guardias Rojos para recibir el empuje que sirva de apoyo a la tendencia maoísta dentro del aparato.

Las funciones de los Guardias Rojos serían las de dirigir a los obreros y campesinos y comunicarles las ideas de la revolución cultural, criticar al aparato del partido y ser la osamenta de una nueva organización más democrática a la que darían cuerpo con su unión con las amplias masas a medida que consiguieran en ellas sus objetivos de transmisión de ideas y dirección. Sin embargo, la manera de relacionarse con las otras organizaciones de masas de obreros y campesinos no estaba definida y se fue definiendo en cada momento en la lucha. La principal tarea, la de la reforma de la educación, la cumplieron en agosto de 1966 en los centros escolares paralizando las clases durante 6 meses para elaborar el nuevo sistema educativo.

4. Extensión de la revolución, y asalto de enero del 67.
Durante toda la segunda mitad del año 66 la crisis se agudiza. Los Guardias Rojos son los encargados de recorrer todo el país para difundir las ideas nuevas a través de la transmisión y explicación de la declaración de los 16 puntos , atacando al revisionismo que defiende la vuelta al camino capitalista. La resistencia, a todos los niveles, a la aplicación de la declaración del Central también va en aumento, lo que indica que la derecha se reorganizaba para frenar la ofensiva maoísta. El suceso más importante de este momento ocurre cuando la clase obrera entra en la revolución a partir de octubre a instigación de los grupos de Guardias Rojos. Hasta entonces, se había mantenido al margen y no había sido espoleada, al contrario que los estudiantes, sobre todo por el peligro de caos que podía conllevar para la producción el abandono de los centros de trabajo por la entrega abierta a la lucha contra el revisionismo. Sin embargo, la debilidad de los maoístas en el aparato del partido, a pesar de la mayoría frágilmente mantenida por la personalidad de Mao, favorece el recurso a correr el riesgo de propiciar su entrada en la GRCP. El partido establecerá medidas para “hacer la revolución y estimular la producción” que eviten un abandono masivo de los centros de trabajo como antes había ocurrido en los centros educativos, pero esto sólo se conseguirá en parte.

A partir de octubre, también empieza por primera vez el ataque abierto contra la línea de derecha representada por Liu y Teng, aunque oficialmente aún no se les nombra. Hasta entonces, los ataques habían sido velados y abstractos, centrados únicamente en la banda negra . Durante estos meses, la línea reaccionaria derechista crea y se apoya en grupos de Guardias Rojos buscando la división para atacar a otros grupos y a la línea maoísta, al igual que hicieran antes con los GERC. Lo mismo ocurre en las organizaciones rebeldes , constituidas por obreros –pues estos nunca entraron a formar parte de los Guardias Rojos–, sino que constituyeron sus propias organizaciones. El caos se extiende y a raíz del intento por parte de la línea conservadora de sustraer al proletariado de la lucha con una contraofensiva de carácter economicista que, basándose en los incentivos materiales y las reivindicaciones económicas, pretendía distraer y empantanar la acción de los comités rebeldes y separarlos de los Guardias Rojos, provocando paros y huelgas. El Cuartel General de la Revolución, centro de dirección de los rebeldes en Shangai, que había desplazado en ese momento a Pekín como escenario central de la crisis, contraataca desde el cinco de enero del 67 forzando la intervención a su favor de los órganos de dirección central del partido. Los líderes opositores derechistas, aislados, serán sustituidos por miembros revolucionarios extraídos de las organizaciones revolucionarias. El 5 de febrero será constituida la Comuna de Shangai. Procesos equivalentes de enfrentamientos entre las dos líneas se producirán en muchas otras localidades de China

A partir de la revolución de enero del 67 se procede al empleo de las masas populares no sólo para purgar la administración del Estado y el aparato del partido, sino para tomar China para el maoísmo. El ataque contra Liu y Teng, principales dirigentes de la línea conservadora, empieza abiertamente en la concentración del 4 de enero del 67. Sin nombrarles, se pasaba de atacar las ideas a realizar una “advertencia a personas en el poder que han emprendido la vía capitalista” .

5. El pacto de triple alianza y la creación de los Comités Revolucionarios.
Entre febrero y marzo, el problema principal reside en la transmisión del poder. Se trata de sustituir los cuadros denunciados por conservadores y derechistas por nuevos cuadros revolucionarios. Las masas actúan libremente desde sus diferentes organizaciones criticando, denunciando y proponiendo nuevos órganos revolucionarios de poder. La derecha vuelve a defenderse “enarbolando la bandera roja en contra de la bandera roja” , aplicando una táctica, ya usada, que le permite una y otra vez mantener fuertes posiciones de influencia. Esta vez, los excesos cometidos por los Guardias Rojos y rebeldes , al producirse ataques espontaneístas a cuadros y a otras organizaciones revolucionarias, y las luchas intestinas entre Guardias de derechas y de izquierdas, favorecen una corriente de rectificación inclinada hacia el restablecimiento del orden y del control del aparato que a finales de febrero pone en riesgo el avance revolucionario y la transmisión de poder. Se busca restablecer el orden público ante la acentuación de la tendencia a un enfrentamiento civil generalizado por los ataques de los Guardias Rojos y los excesos espontaneístas, y se pretende hacer pasar por revolucionarios los cuadros que no lo son y denunciar los excesos y sus responsables como derechistas camuflados bajo ropaje izquierdista.

El EPL será utilizado para restablecer el orden en algunos sitios y mediante sus grupos de propaganda intervendrá directamente en apoyo y asesoramiento de los Guardias y rebeldes y frenar el espontaneísmo. El Comité Central se posiciona de nuevo, pero débilmente una vez más, del lado maoísta, para hacer frente al contraataque derechista. Chu En-lai, de acuerdo con Mao, es quien lleva el principal papel en la tarea de reconducir la revolución cultural. Se pone fin a los ataques contra los antiguos GERC, se frenan los excesos de los Guardias Rojos y se pretende limitar y controlar sus movimientos. Chu conseguirá limitar los blancos de los ataques en Pekín y centrará la reforma de la jerarquía del partido en provincias. Mao se avendrá a aceptar que la comuna no es el único modelo posible de construcción socialista. Se crea una nueva Comisión Central para la Revolución Cultural. Son suprimidas organizaciones revolucionarias extremistas y todas las consideradas derechistas. Se establece el control del partido sobre las masas y se limita su poder de decisión a la hora de la transferencia del poder. Se protegen los cuadros rurales frentes a los ataques indiscriminados.

A estas alturas de la confrontación, ya no son útiles los órganos de gestión antiguos, pero no en todos los lugares puede establecerse un nuevo poder siguiendo el modelo de la comuna, por lo que se decide crear los previstos Comités Revolucionarios en la declaración de los 16 puntos , pero variando la idea original basada en la Comuna de París. En marzo del 67, se pactan los nuevos Comités llamados de la triple alianza , que representa el compromiso entre las distintas fracciones en pugna para resolver, al menos de momento, la relación entre la dirección y las masas, entre centralismo y democracia. Los Comités Revolucionarios estarán formados por miembros del EPL, que se elijen dentro del estamento militar, de las organizaciones revolucionarias de masas, que se eligen entre ellas mismas y de los cuadros revolucionarios, que en teoría son cuadros y técnicos del partido que asumen el maoísmo o que han rectificado posiciones anteriores y que son elegidos por el propio partido. Se establece que es reaccionario sospechar de todo el mundo para poder, así, frenar el alud de críticas, y se declara que las comunas son prematuras, poniéndose freno a sus experiencias, sobre todo en Shangai, Taigun y Pekín. Se procede a la unificación de los Guardias Rojos, que se encontraban divididos en diferentes cuarteles generales, y se les sitúa bajo el mandato único del partido, con lo que su potencial transformador es reconducido, al buscar poner orden en el caos de enfrentamientos de todo tipo, incluso violentos, entre grupos y contra las instituciones partidarias y estatales que venían sucediéndose en los últimos meses. Chu, cabeza visible de todo este proceso, será por ello criticado por la izquierda. Esta izquierda, cuyo objetivo es avanzar en el maoísmo lo máximo posible, pasará a representar la ultraizquierda.

6. Relanzamiento de la GRCP.
En abril del 67 empieza la llamada gran crítica revolucionaria de masas contra la línea derechista y tradicionalista encarnada en Liu Chao-chi. En esta nueva batalla se emplea a fondo el aparato de propaganda del partido, controlado desde el principio por los maoístas, superando así la fase callejera llevada a cabo hasta la fecha a través de los dazibaos de los Guardias Rojos y rebeldes . La Comisión Central para la Revolución Cultural es la encargada de dirigir esta campaña. Está mayoritariamente compuesta por miembros ultraizquierdistas que ven con este nuevo movimiento la posibilidad de llevar hasta el final la lucha para derrotar a la derecha. Al pretender reactivar de nuevo el acoso contra los sectores derechistas, incluyendo entre ellos a varios ministros, se desatan de nuevo ataques y disturbios entre las organizaciones de masas y entre ellas y el aparato. La estrategia izquierdista es dejar que las organizaciones revolucionarias, que serían las más adecuadas para derrotar a las tendencias conservadoras, ejercieran libremente su papel. Por el contrario, Chu En-lai, siempre situado en medio de la pugna entre fracciones, entiende que el peso debe recaer en la reeducación y rectificación de los cuadros y evitar recurrir a destituciones que llevarían a vacíos de poder. La izquierda entiende esto como un freno y desata la crítica contra Chu. En definitiva, la disyuntiva así planteada estriba en si son las masas revolucionarias o es el partido el que hace la revolución. Se producirán enfrentamientos que se extenderán, incluso, en el seno del ejército, que ya había entrado oficialmente en la GRCP desde finales de enero para reconducir la lucha contra la derecha.

En septiembre, Mao intervendrá directamente en la polémica y apoyará a Chu y la necesidad de restablecer el centralismo frente a la izquierda y la corriente espontaneísta que se desarrollaba bajo su empuje. Sostendrá a su vez el proceder del EPL durante la GRCP y, de resultas de su posicionamiento, varios miembros izquierdistas de la Comisión Central para la Revolución Cultural serán destituidos. A la vez, se anuncia oficialmente que la línea revisionista de Liu ha sido derrotada en la última campaña de verano.

7. Consolidación de las conquistas de la GRCP.
Hasta febrero de 1968 se desarrolla un proceso de reordenación y afianzamiento de la situación. Se redobla el esfuerzo del estudio del maoísmo a través de las obras de Mao, se crean nuevos Comités Revolucionarios y se refuerzan los que ya existían. La propaganda se centra en la necesidad de fomentar la Gran Alianza a todos los niveles. En esta fase se tiende a restablecer la unidad y a denunciar las disputas y el fraccionalismo en el seno de las organizaciones de masas y en el partido. Se suceden las autocríticas de muchos cuadros, que habían sido denunciados por las organizaciones revolucionarias, que serán progresivamente rehabilitados.

8. De nuevo lucha y de nuevo consolidación.
Pero esta etapa de consolidación, que se había implementado sobre todo en contra de la línea más izquierdista, propicia el renacimiento de la línea derechista, al igual que había ocurrido durante el mismo mes de febrero en los dos años anteriores. Con el pretexto de combatir a los izquierdistas para poner fin a los disturbios espontaneístas, la línea de derecha consigue reforzarse y pretende aprovecharlo para blanquear y rehabilitar cuadros claramente revisionistas. Sin embargo, esta nueva disputa queda circunscrita casi exclusivamente a la capital, Pekín, y sólo se extiende entre los medios estudiantiles y los intelectuales y de la administración, esto es, la pequeña burguesía urbana. La clase obrera permanecerá tranquila y no intervendrá, lo que denotaría que la línea de derecha ya no estaba en condiciones de influenciarla y que se había alcanzado en ella cierta estabilidad después de la ebullición producida por su contacto con los Guardias Rojos un año antes.

Entre los medios universitarios y pequeño burgueses, la creación de los Comités de la triple alianza aún era escasa, seguramente por mantener ciertas reticencias, lo que contrastaba con la capacidad de creación de organismos nuevos y más dinámicos en los centros de trabajo por parte del proletariado, siguiendo las directrices del pacto. Por ello, en julio se crearán equipos de control obrero que serán enviados a las universidades y a los centros administrativos con el objetivo de que, a través de la dirección de la clase obrera, se extienda el nuevo modo de organización y pensamiento y se separe a los estudiantes de la influencia que por condición de trabajo y funcionamiento recibe de la pequeña burguesía. La consigna del momento es “la clase obrera debe dirigirlo todo” .

Durante todo el verano se van formando y reforzando Comités Revolucionarios por todas las provincias. A principios de septiembre se afirma oficialmente que “toda China era ya roja” . Ya no queda más que realizar el balance de la revolución cultural y de la derrota de la línea derechista encarnada en Liu Shao-chi. Para ello tiene lugar en octubre la XII sesión plenaria del VIII Comité Central, que decidirá expulsar a Liu y a sus acólitos del partido y de todos los cargos de responsabilidad que habían detentado hasta entonces. En la reunión se aplaudirá el desarrollo que había tenido la revolución cultural y se dará orden a la transformación de los órganos dirigentes y a la sustitución de sus miembros por otros que hayan destacado en su compromiso revolucionario. Al incluir en ello al propio Comité Central y sus órganos de dirección, se procederá desde entonces a preparar el IX Congreso del partido para cumplir con las nuevas directrices.

El IX Congreso se reúne en abril de 1969. Tres aspectos destacan en sus acuerdos. Se realiza un completo balance de la revolución cultural y se detalla la línea de continuación de la revolución bajo la Dictadura del Proletariado. Se redactan unos nuevos Estatutos del partido que aportan la característica de reforzar la democracia y relajar la rigidez orgánica de la estructura partidaria para debilitar un posible resurgimiento de la línea derechista, que tradicionalmente se ampara en un organicismo inflexible y en una disciplina jerárquica estricta, estableciéndose incluso el derecho a la disidencia. Otro importante artículo destaca la necesidad de educarse permanentemente en la lucha de dos líneas y en la revolución ininterrumpida para dirigir resueltamente la lucha contra el enemigo de clase, allí dónde se encuentre. Y por último, son sustituidos todos los miembros reconocidos de la fracción liushista por maoístas probados.

Epílogo

La primera Gran Revolución Cultural Proletaria ha finalizado, pero no es más que la primera de las muchas revoluciones culturales que deberán sucederse, como el propio Mao indicó en varias ocasiones, hasta la victoria completa sobre el enemigo y la eliminación de los primitivos vestigios de la tradición conservadora. La revolución cultural es el desarrollo inevitable de la lucha de clases bajo la dirección del proletariado.

Hasta la muerte de Mao, en 1976, se sucederán los conflictos entre las dos líneas. Las diferencias principales desde el IX congreso radicarán, sobre todo, en el modo de aplicar el modelo de desarrollo de la Dictadura del Proletariado.

En agosto de 1970, empezará una nueva lucha de líneas entre la tendencia maoísta y la nueva línea cuyo principal exponente será Lin Piao. Por otra parte, la ultraizquierda, debilitada desde el 68 y que bregaba por dotar de más protagonismo y autonomía a las organizaciones de masas, como los Guardias Rojos, quedará de nuevo en minoría, siendo su más destacado dirigente Chen Po-ta, que será destituido de la Comisión Central para la Revolución Cultural, suavizándose las posturas de muchos otros de sus partidarios y aceptándose en general la nueva consigna propuesta por Mao de favorecer la unidad frente a la división. Con respecto a Lin, éste tiende a sacralizar la revolución cultural, optando por la vía idealista. Es acusado de pretender quitar protagonismo a las masas, cuya esencia revolucionaria se les supone, centrando toda posibilidad de lucha y transformación en la dirección, personificada en Mao. Lin, jefe del ejército, recibía el apoyo de los mandos del EPL. Esta situación requería dejar claro que era el partido el que controlaba al fusil y no al revés. Después de una gira de Mao para limitar dichos apoyos, Lin caerá en desgracia en 1971.
En cuanto a la lucha de clases a escala mundial, China pasa a considerar como principal enemigo al socialimperialismo soviético y rompe su aislamiento internacional ingresando en la ONU (1971) y estableciendo relaciones con los Estados Unidos (1972). Esta nueva actitud implica la sustitución de la lucha de clases a nivel mundial por la estrategia geopolítica.

El X Congreso, en 1973, volverá a representar una ofensiva de izquierdas contra el confucianismo, al que serán asociadas las recientes críticas vertidas contra Lin Piao, desarrollándose un amplio movimiento de ataques, que durará hasta principios de 1975 pero que, a diferencia de la GRCP, tenía unos objetivos no excesivamente claros. Paradójicamente, Teng Tsiao-ping, el que fuera número dos de la línea liushista, que había sido rehabilitado un tiempo antes de este Congreso después de realizar una supuesta autocrítica, pasa a encabezar una línea que pretende, de nuevo, frenar las conquistas de la revolución cultural. Su reeducación, claramente, no surtió efecto. En la IV Asamblea Popular, un año después, pasará a ser Vicepresidente de la República, junto con un miembro destacado y sólido de la línea maoísta, Chang Chun-chiao, habiéndose suprimido el cargo de Presidente para reducir el personalismo en los órganos dirigentes y aplicar el método colectivo de dirección. Esta bicefalia representa un intento de buscar de nuevo el equilibro en la dirección entre la derecha que obviamente se ha reforzado otra vez y la izquierda maoísta. Después de esta IV Asamblea (enero de 1975) que pasa por haber encarnado la asunción plena de la revolución cultural, se lanzan nuevas consignas de izquierdas para luchar contra los “estigmas” de la vieja sociedad, y se lanza una nueva campaña de estudio de la ideología maoísta sobre la Dictadura del Proletariado.

Curiosamente, durante todo el año 1975, los miembros de la línea derechista, como Teng y Hua Kuo Feng, copan los principales puestos de dirección. Cuando, en 1976, la izquierda desata un ataque más contundente contra esta expansión de la derecha, sólo es destituido, nuevamente, Teng de todos los cargos que había ido acumulando el año anterior. Sin embargo, durante el mismo año morirán Chu En-lai primero y, el 9 de septiembre, Mao, con lo que, con los dos principales pesos del partido ausentes, que representaban, el primero la conciliación diplomática entre fracciones y, el segundo, el liderazgo histórico e indiscutible de la revolución china, la derecha tiene vía libre para dar un golpe de mano y arrestar, esta vez sí, a la manera burguesa, a los máximos dirigentes de la izquierda maoísta. Se producen tímidas reacciones de las masas en distintos lugares en su apoyo, pero son claramente insuficientes y el terror blanco que se desata desbarata todo intento de resistencia. Así, se puso fin a la última y más importante experiencia de continuación de la lucha de clases bajo la Dictadura del Proletariado.