«Enemigo a las puertas»; ¿Qué enemigo?

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No pretendemos aquí criticar esta película desde un punto de vista artístico o estético, sino ceñirnos a su mensaje político-ideológico. La conclusión evidente para el espectador es que el "Enemigo a las puertas" al que se enfrentan los responsables de la misma -director, guionista, productor, etc.- no es otro que el comunismo y, de paso, cualquier ideal alternativo al vigente estado de cosas. Después de tanta insistencia en que el comunismo había muerto, nos satisface que nuestro enemigo de clase confirme a las masas con este panfleto que nuestra causa sigue tan viva y atormentando sus sueños de explotación. Todavía no estamos "a sus puertas" y, si alguna vez lo estuvimos, hoy hemos retrocedido bastante en la práctica; esto es cierto. Sin embargo, en !a teoría -si somos capaces de desarrollarla a la luz de toda la práctica revolucionaria acumulada- estamos mucho más fuertes y capacitados para vencer definitivamente al capital. Y él, que no carece precisamente de conocimientos teóricos, lo intuye y lo teme. Por eso, el actual discurso dominante y, en particular, esta película.

Se trata de una producción de elevado presupuesto y, por lo mismo, de refinada elaboración de contenidos. Es una de la rarísimas ocasiones en que el cine occidental aborda desde la IIª Guerra Mundial en el frente germano-soviético y, más aun, ese episodio crucial que fue la Batalla de Stalingrado. Además, así lo presenta la promoción comercial de la propia película como cebo para el público comunista, de izquierdas o simplemente demócrata antifascista. Sin embargo, tal evento histórico sólo sirve de referencia para situar formalmente un típico melodrama de amor, heroísmo individual, duelos amorosos y bélicos entre personajes, ... al más puro estilo del Hollywood actual. El que desee descubrir cómo fue realmente la Batalla de Stalingrado, que no busque en esta película, pues casi nada encontrará. Ciertamente, un relato histórico hubiera resultado difícilmente objetivo, pero habríase visto obligado a reconocer un cierto número de hechos interesantes y aleccionadores para el público progresista. Sin embargo, el formato de "Enemigo a las puertas", al tomar la historia como mero contexto y pretexto, puede prescindir de aquellos hechos y pintar un cuadro totalmente sesgado contra el comunismo soviético e indiferente no ya frente al capitalismo sino incluso frente al hijo bastardo de éste: el nazifascismo. Así, la película se recrea con hiperrealismo sensacionalista sobre el carácter forzado de la guerra y de la vida bajo la "dictadura estalinista" (con ese apelativo peyorativo suelen reemplazar los "progres", sin dejar de serlo, a la rancia fijación reaccionaria contra la «dictadura comunista»). Civiles obligados a desalojar trenes para dar cabida a la tropa que viaja al frente hacinada y encerrada en vagones de mercancías; ejecución sumarísima, a punta de pistola o de ametralladora de los desertores e incluso de aquellos que retrocedían ante la apisonadora nazi; disposición de los mandos soviéticos a sacrificar a batallones enteros en asaltos suicidas de infantería; hasta se puede ver cómo el líder del PCUS en la ciudad (Jruschov) ofrece un arma a un general incapaz de contener el avance alemán, invitándole a suicidarse para "evitar el papeleo"; lujo y arrogancia en el cuartel general rojo contrastan con la miseria, el miedo y la ingenuidad patriótico-socialista en el pueblo; un francotirador narra cómo fue salvajemente torturado hasta quedarse sin dientes, considerado espía a su regreso de una academia militar alemana adonde había sido enviado por las propias autoridades de la URSS, en los años en Stalin "se llevaba bien" con Hitler; etc.

En cambio, en el bando nazi, sólo se aprecia austeridad y profesionalidad hasta en los mandos (incluyendo un "saludable crítica" de éstos al empecinamiento del Führer por tomar Stalingrado). El francotirador alemán es todo un caballero aristócrata de gesto estoico en contraste con el soviético, pastor de ovejas semi-inculto, inseguro y asustado en su papel de héroe manipulado por la máquina propagandística comunista. El alemán es un oficial sensible que baja la persiana de su compartimento cuando el tren en que viaja cruza a otro que regresa del frente repleto de heridos; muestra el mayor de los respetos hacia su antagonista; es capaz de sentir aprecio por un niño espía soviético al que no tiene "más remedio" que ahorcar porque "escogió su bando" y "no se quedó en casa", como le había pedido el teutón (eso sí, mientras el director se recrea mostrándonos los detalles de las fechorías de los rojos, sobre el ahorcamiento sólo nos suministra una recatada escena del hecho ya consumado, y desde la lejanía).

Lo cierto es que la actividad de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial, y en la Batalla de Stalingrado en particular, abarcó desde impresionantes muestras de heroísmo hasta los más graves errores que habrá que analizar concienzudamente. Sin embargo, ni este artículo es el lugar, ni "Enemigo a las puertas" lo pretende. La película debe servirnos a los comunistas -convirtiéndola en su contrario-para recordar la inmensa perfidia del enemigo al que nos enfrentamos, adoptar sin falta una actitud partidista y militante ante los hechos y, a pesar de la dureza del combate, no caer jamás en la trampa de la burguesía: renegar de la historia del comunismo o defenderla dogmáticamente son sólo dos caras de la misma moneda con la que el capital pretende comprar nuestra alma revolucionaria.

Por último y para concluir este muestrario, al joven comisario político promotor del francotirador Vasili Zaichev, lo presenta como un ingenuo idealista del que se aprovecha la malvada burocracia comunista. Será su derrota en el duelo que mantiene con su protegido por el amor de una chica guerrillera lo que le liberará de los dogmas marxistas: "siempre ha habido y habrá ricos y pobres ...también en amor". Con esta sentencia, se destapa toda la intencionalidad reaccionaria de los responsables de esta película: no es sólo un panfleto anticomunista, sino un anatema contra cualquier ideal emancipatorio e incluso progresista.


Movimiento Anti-Imperialista
Septiembre 2001