A Propósito del 14-N

Los verdaderos motivos del paro general

Desde hace cierto tiempo, en la medida en que ha ido agravándose la crisis económica y consiguientemente empeorando las condiciones de existencia de la clase obrera, han proliferando tanto las luchas, como diversificando sus formas. Una de estas, toma cuerpo cada cierto tiempo, convirtiéndose en la “estrella” del momento para los sindicatos convocantes: la Huelga General, como respuesta ante las políticas neo-liberales que está imponiendo la Troika (Unión Europea, BCE y FMI).

Atendiendo a la propuesta del comité ejecutivo de la CES (Confederación Europea de Sindicatos) de convocar una Euro huelga, CCOO y UGT llaman a una nueva huelga general para el próximo 14 de noviembre, a la que se han incorporado CGT, USO, Stes-Intersindical y otros. Una jornada de Acción y solidaridad que coincida con el paro en Portugal y Grecia y a la que se sumarían otros países europeos, con la intención principal de luchar contra el desmantelamiento del Estado del Bienestar, en oposición a las políticas de austeridad presupuestaria para controlar el gasto público de los distintos Estados socios de la Unión Europea.

Ante dicha convocatoria, nos llama la atención, en primer lugar, dos aspectos que consideramos necesario reflexionar sobre ello desde la posición de los intereses generales e históricos de la clase obrera.

El primer aspecto es el relacionado con el concepto de huelga general, que los convocantes, sobre todo los sindicatos CCOO y UGT, conciben como un mero instrumento de presión, un resorte que ellos manejan a su antojo e intereses, sirviéndose de la clase obrera para obligar a la patronal y al gobierno de turno a establecer una negociación y llegar a acuerdos que concilien los intereses de asalariados y empresarios, que se encuentran en estos momentos desajustados por la crisis económica. La alternativa económica radical que dichas organizaciones defienden es, como no  puede ser de otra forma, una oposición leal dentro del marco de la lucha económica y en la estructura del sistema capitalista a la política dominante de la Unión Europea.

A grandes rasgos, supone una línea de actuación económica impulsada desde el Estado y consensuada entre los trabajadores y empresarios para la reactivación económica, donde se combine tanto el control del gasto público con la contención de los costes de producción como vía para salir del atolladero en que se encuentra la economía nacional. Es decir, una política que no cuestione las condiciones de explotación del capital, sino a los efectos de dichas condiciones, ocultando el carácter reaccionario y explotador del capital, así como impedir la función histórica que tiene que jugar la clase obrera de revolucionar las relaciones capitalistas de producción, asignándole el papel de mera comparsa y colaborador necesario que sólo puede aspirar a mejorar sus condiciones de vida y de trabajo en épocas de bonanzas, en el contexto del sistema capitalista.

La huelga general ha sido tradicionalmente una de las formas de lucha más “potente” con la que cuenta el movimiento obrero, es una acción de lucha de gran envergadura, para lo cual es necesario preparar las condiciones políticas, ideológicas y organizativas precisas, en donde la clase obrera tiene que jugar un papel decisivo en la preparación, desarrollo y conclusión, pues es sobre sus espaldas donde va a recaer el éxito o el fracaso de dicha lucha, más relacionado a unos objetivos políticos que traten de modificar la situación política a sus intereses de clase. Debería contribuir a elevar el nivel de conciencia general de la clase obrera y la experiencia de lucha de los trabajadores en general, desvelándose el carácter reaccionario de los aparatos del Estado, la legalidad en que se cimenta el dominio de la burguesía y el papel consciente de los sindicatos colaboradores del sistema capitalista. Y esto no puede ocurrir tal como están planteados estos paros, pero sobre todo por la fuerza con que cuenta la línea revolucionaria en estos momentos. Por ello sería más exacto llamar esta movilización burocrática como Paro General de un día.

El segundo aspecto es el relativo a la realización y desarrollo del paro, concebido como un día de “presión” en torno a la salvaguardia del llamado Estado del Bienestar. Ello conlleva un control férreo de la lucha para que no se salga de los cauces “constitucionales” y del respeto a la legalidad burguesa, incluido la preservación de los servicios mínimos que garanticen el derecho de los ciudadanos a la “libre voluntad de trabajar y circular”. Con la convocatoria del paro general, se refuerza la creencia de que los sindicatos con sus políticas encarnan el remedio a los problemas que tiene planteada la clase obrera.

Ese remedio que se concreta en lo económico-ideológico en la defensa del Estado del Bienestar, y en lo político-jurídico en el del Estado Constitucional, no es más que una versión del apoyo al sistema de explotación y opresión capitalista bajo una fachada social y democrática que tiende a un mejor reparto de la riqueza creada, pero según el criterio de la legitimidad de los intereses del capital y del trabajo asalariado que permita ocultar la existencia de la lucha de clases. Ese Estado del Bienestar no es más que la cara amable en que se sintetiza la existencia de las relaciones capitalistas de explotación, en supuesta oposición al Estado omnipotente, al Estado que existe para contribuir a reproducir las condiciones de producción del capital por métodos “democráticos”, con buenas maneras, o bien dictatoriales, venido el caso. El Estado del Bienestar, como gusta de llamar los reformistas y revisionistas-oportunistas de medio pelo, es un escenario adecuado y transitorio a los requisitos del capitalismo desarrollado, que necesita de una fuerza de trabajo razonable, realista y formada, con cierto poder adquisitivo para contribuir a la formación de la plusvalía y su realización en capital para que no se entorpezca el ciclo de la reproducción a escala ampliada del capital. En los periodos de expansión del capital, ésta forma que adopta las relaciones capitalistas de producción es la más adecuada para los propósitos e intereses de la burguesía, que lo “aparca” en los periodos de crisis económica, sustituyéndolo su otra condición, la del Estado de los recortes y la austeridad.

El revisionismo, como siempre, al socaire del movimiento espontáneo de las masas

No menos importante es analizar el papel del revisionismo en la participación de dicho proceso, como ha ocurrido en otras ocasiones, actuando como muleta a las movilizaciones de los sindicatos integracionistas. El apoyo incondicional del revisionismo y el oportunismo al día de paro pone de manifiesto con una claridad meridiana, para el que lo quiera ver, la verdadera naturaleza política y el modo de ser de esta corriente desviacionista, que llegado el caso se pone de parte de la burguesía frente a los obreros en la lucha abierta por la resolución de sus contradicciones de clase, como así ha ido ocurriendo históricamente y en Nepal recientemente.

El revisionismo basa su actuación política en una concepción errónea de lo que es el socialismo (tanto en cuanto a su formulación teórica-histórica como en el proceso y la forma específica de la toma del poder político por el proletariado como condición necesaria para la construcción de las relaciones de producción socialista) que harto de revisarlo lo comprime a la única idea del desarrollo de las fuerzas productivas y al cambio jurídico de la propiedad de los medios de producción, otorgando al proletariado el papel de mero ejecutor de las directrices del partido como ente burocrático separado de la organización política de la clase.

Dicha concepción ideológica se proyecta sobre la realidad social en un doble sentido: como línea política y como línea de masas como aspectos separados y sin ninguna aparente articulación. En el primero, elaborando medidas y consignas políticas dependiendo de una realidad deformada y ajustada a la subjetividad de sus intereses políticos, marcado por el tiempo electoral, es decir, sujeto al nivel de conciencia de las masas y de su movimiento espontáneo. En el segundo aspecto, siguiendo literalmente el movimiento que le marca las masas con la pretendida finalidad de dirigirlas por decreto-ley del “partido revolucionario” representativo de la clase obrera. Estos dos condicionamientos actúan necesariamente interrelacionados, convirtiendo la práctica política revisionista en un círculo vicioso que no encuentra otra salida que la inserción en el propio movimiento ciego y sin control. Por eso, se agarran al movimiento espontáneo como si éste fuera el barómetro preciso que mide la intensidad del enfrentamiento de las clases en cuestión, sin percatarse que la tendencia de ese movimiento de las masas explotadas viene condicionado, fundamentalmente, por la influencia de los intereses económicos de la clase obrera, es decir, por la influencia de la tasa de ganancia que actúa como un mecanismo objetivo en las condiciones de existencia de las masas, empeorándose en los momentos que cae la cuota de plusvalía, y “relajándose” en los momentos que se mantiene estable o sube.

El comportamiento de la línea revolucionaria

El cometido de las organizaciones que se posicionan en el campo del marxismo tiene que ser el de denunciar las maniobras políticas de los convocantes del paro general, esclarecer las verdaderas razones del “día de lucha”, además de reflexionar sobre cómo intervenir para tener un fortalecimiento político de acuerdo a las fuerzas reales con que cuenta en la actual situación política. Lo primero ya lo hemos cumplido con este escrito, ahora nos queda abordar las condiciones políticas para cumplir con las tareas de la empresa más difícil.

Nuestra participación en este paro no debe estar situada en el apoyo a la convocatoria, pues ello implica el apoyo a la línea contrarrevolucionaria, a la línea colaboradora con la burguesía. Tampoco puede estar situada en el seno del movimiento de las masas, aunque ello no implica que no se pueda realizar acciones de propaganda situada en su nivel de conciencia. Para nosotros, la actividad de los comunistas debe estar situada en estos momentos en el debate ideológico de la vanguardia teórica, en el seno de los destacamentos de apoyo a la revolución proletaria. Esto es completamente necesario puesto que estamos librando una batalla en el terreno ideológico y político de cómo crear las condiciones para la construcción del partido que dirija la revolución proletaria. En concreto, tenemos que vencer las dudas que existen en algunos de estos destacamentos de apoyo al paro convocado y al movimiento espontáneo de las masas con una posición vacilante contra el reformismo y el revisionismo.

A nuestro compañeros de clase, los obreros, no le vamos a decir que no secunden el paro, pero si le vamos a decir que sepan de la mano de quién van y hacia qué meta se dirigen. A los reformistas le queremos decir que frente a los que critican la teoría marxista y la política revolucionaria por caduca e irrealizable, producto de la fantasía del pensamiento utópico, somos una amenaza a sus intereses económicos y a la forma parasitaria de vivir a costa del trabajo de la clase obrera, como sus amos capitalistas. A los revisionistas y oportunistas les decimos que no somos izquierdistas ni quiméricos, puesto que nuestra lucha va dirigida al corazón del sistema capitalista, a la construcción de una sociedad que no esté regida por la existencia de clases sociales antagónicas, ni a la explotación y opresión de una sobre la otra. A nuestros explotadores, le decimos que siempre nos encontraran enfrente preparando las condiciones de su extinción como clase.

A todos ellos les queremos manifestar que:

·         Frente a la democracia burguesa está la revolución proletaria de las masas explotadas.

·         Frente al Estado del Bienestar está el Estado Proletario como forma de construir el socialismo.

·         Frente al capitalismo está la sociedad socialista a través de la dictadura del proletariado.

UCCP

Noviembre 2012