Partido Comunista Revolucionario

Tesis de Reconstitución del Partido Comunista
 

Partido y vanguardia

 
 

Hasta aquí hemos visto las premisas históricas de la constitución orgánica del partido revolucionario del proletariado. En primer lugar, debe preexistir el proletariado como clase ya formada, cuya actividad sea una actividad política independiente, es decir, que actúe como partido. En segundo lugar, sobre esta base, tiene que ser aplicada la ideología revolucionaria por parte de una vanguardia que lo es, primeramente, porque porta la ideología de vanguardia y, en segundo lugar, porque tiende a formar parte íntegra de la clase para constituirse en su vanguardia real. En tercer lugar, cuando la vanguardia se ha integrado finalmente en la clase, transformándose en PC, el movimiento del proletariado experimenta un salto cualitativo que consiste en que se hace movimiento revolucionario. Este movimiento se define por que la clase busca elevarse hasta el programa y el ideario comunista de su Partido y, así, cumplir su misión como clase revolucionaria.

 

Pero estas premisas son históricas por cuanto que son logros ya conquistados por el proletariado internacional, logros que conserva relativamente. De hecho, el significado principal de estas conquistas es que el movimiento revolucionario del proletariado está en pleno proceso; no en el plano político, pues vivimos un período de estancamiento y de repliegue, sino en su sentido histórico. Octubre inauguró el movimiento revolucionario de la clase, es decir, su proceso de elevación hacia el Comunismo. De lo que se trata ahora es de definir las premisas políticas para que este movimiento tome nuevo impulso.

 

Desde el punto de vista histórico podemos definir al PC en su unidad con la Clase, una vez que su vanguardia revolucionaria imprime un carácter consciente a su movimiento hacia el Comunismo, es decir, como unidad dialéctica en la que la clase, una vez configurada como tal, se está transformando en PC. Pero, desde el punto de vista político, esto es insuficiente. Ciertamente, el punto de vista histórico sólo nos dice que la lucha entre esos dos contrarios, entre el PC y la Clase, se expresa como movimiento revolucionario, por lo que esta definición del PC es demasiado laxa y ambigua, pues no deja claro lo que es, en un momento dado de ese proceso revolucionario, en sí, PC, y lo que no lo es. En otras palabras no soluciona la cuestión política principal del Partido de cara a su Reconstitución, o sea, la cuestión de su organización.

 

Pues bien, si en el plano histórico la dialéctica entre el Partido y la Clase se manifiesta como movimiento revolucionario de elevación hacia el Comunismo, en el plano político concreto, el movimiento revolucionario se expresa a través de la dialéctica entre la vanguardia y las masas de la clase. Como ya se ha señalado, el PC, entendido como organización política específica, es, a la vez, atributo y sujeto de ese movimiento: es creado por él y, una vez creado, lo reproduce a una escala cada vez más amplia. Por lo tanto, el PC, como organización política, debe ser concebido como la relación entre la vanguardia y las masas . El PC, concebido así, es una relación social, dentro de la Clase, entre sus masas y su vanguardia, y esta relación social cristaliza en organización política no de una forma absoluta, sino en función del momento en el que se encuentre el desenvolvimiento de esa relación dialéctica.

 

El PC no es la vanguardia sin más, ni siquiera la vanguardia organizada, aunque los criterios para esta organización estén orientados por el marxismo-leninismo. Concebir así la organización del Partido es caer en el dogmatismo, pues, desde este planteamiento, sólo se contempla un aspecto de aquella "relación social", la vanguardia, independiente y separadamente del otro elemento consustancial a la clase, las masas, por lo que se cae en la idea de PC separado de la Clase, y en la de la Clase en su concepción exclusivamente económica, sin contenido político, no como unidad de movimiento y conciencia, y, por lo tanto, se niega la idea de clase que actúa como partido político; no sólo se niega la idea de que la clase pueda actuar "para sí misma", sino incluso que la clase tenga conciencia "en sí misma" y, en consecuencia, que el proletariado sea una clase socialmente madura y políticamente independiente - o sea, con un programa propio, con una misión histórica revolucionaria específica como clase - .

 

El PC definido como la relación entre la vanguardia y las masas es una formulación mucho más concreta que aquella que lo describe como el movimiento revolucionario de la Clase hacia el Comunismo, pero todavía no es completa. Hasta aquí, toma en cuenta sus elementos dialécticos, sus dos "contrarios", y establece un vínculo general entre ellos, una "relación social"; pero todavía no especifica nada sobre el carácter concreto de esa relación, sobre esta relación como "unidad de contrarios"; todavía no dice nada sobre el vínculo interno necesario para que esa relación se verifique como unidad dialéctica. Hasta aquí tenemos la vanguardia por una parte, que pugna por integrarse en la Clase, que todavía es vanguardia sólo porque porta la ideología de vanguardia, pero que todavía no es vanguardia política porque no forma un todo orgánico con la Clase, porque no es aún PC; por otra parte, están las masas cuyo movimiento busca saltar el límite que le impone su determinación económica, el límite de su conciencia espontánea, para alcanzar la autoconciencia de su misión histórica, pero que todavía no lo consigue porque la ideología revolucionaria no forma un todo orgánico con su movimiento. Estos dos elementos hallan su unidad cuando la vanguardia consigue formar parte de la clase, cuando la vanguardia se liga con las masas y consigue organizar el movimiento revolucionario, cuando la vanguardia deja de ser únicamente un círculo organizado en torno a la ideología y consigue traducir esta ideología en política para las masas y en organización de las masas revolucionarias. El PC surge, entonces, como unidad entre la vanguardia organizada y las masas, como ligazón de la vanguardia con las masas, como la vanguardia y sus correas de transmisión entre ellas, en resumen, como la vanguardia más su línea política de masas . La línea de masas de la vanguardia es, en definitiva, el elemento de unidad que configura al PC sobre los elementos constitutivos de la Clase - vanguardia y masas - .

 

En la historia del Movimiento Comunista Internacional, ha habido mucho dogmatismo en este punto relativo a la definición del PC. Se ha confundido, casi siempre, la organización de la vanguardia con la organización del Partido; no se ha visto que la vanguardia es sólo uno de sus elementos configurados, no el único. Esto ha provocado que, a la larga, la vanguardia se fuera divorciando paulatinamente de las masas y que el Partido, entendido sólo como organización, fuera liquidándose, quedando siempre como residuo de su anterior existencia un pesado aparato burocrático-administrativo, osamenta reseca de lo que fue un cuerpo vivo y sano que podemos hoy observar en organizaciones como el PCE o como los partidos llamados "ex-comunistas" de los países del este europeo, organizaciones que ya no son lo que dicen ser y que defienden los intereses de los enemigos de quienes dicen defender.

 

Naturalmente, ese dogmatismo, que aún hoy pervive entre quienes se declaran marxistas-leninistas y dicen haber roto con el revisionismo, tiene su explicación y una cierta lógica histórica. La mayoría de los partidos comunistas fueron creados al calor de la ofensiva revolucionaria que el proletariado internacional inició con la Revolución de Octubre, y su fundación fue patrocinada por la IC a través de actos constituyentes únicos que sobreentendían o sintetizaban los procesos necesarios para el cumplimiento de los requisitos objetivos para la existencia del Partido. Esto fue correcto en la medida en que era necesario para continuar y alimentar la ofensiva de la Revolución Proletaria Mundial que estaba en auge. Pero, una vez ralentizada ésta, no podían dejar de surtir efecto las consecuencias del deficiente cumplimiento de esos requisitos en el plano nacional. Primero, en la sorprendente facilidad con que caían los partidos comunistas en el oportunismo a la hora de enfrentarse a la conquista del poder; y, segundo, una vez liquidados definitivamente esos partidos comunistas por el oportunismo, en la sorprendente facilidad con que se reproduce en los cerebros de los elementos de vanguardia que quieren recuperar el Partido el primer modelo de constitución, pues no se ha abordado éste de forma crítica ni se han preocupado de comprender su verdadero trasfondo político.

 

Esto se manifiesta claramente cuando relacionamos la creación del Partido en la Revolución. Desde el punto de vista leninista, la Revolución es un proceso con sucesivas etapas: 1ª, constituir el PC; 2ª, ganar a las grandes masas para conquistar el poder; 3ª, conquistar el poder e instaurar la Dictadura del Proletariado para crear las relaciones sociales que abran el camino al Comunismo. Otro principio esencial del marxismo-leninismo es que "las masas hacen la historia" y, en consecuencia, deben ser las protagonistas de la Revolución en todas sus etapas.

 

¿Qué ocurre con la visión dogmática del Partido? Que, como trata de cumplir con la primera etapa de la Revolución a través de un acto político de organización, como concibe al PC única y exclusivamente como organización de la vanguardia, quiere, una vez que ha considerado efectuado y cumplido ese acto político, pasar a abordar inmediatamente la segunda etapa, la de preparar a las grandes masas para tomar el poder, o incluso, a tomarlo directamente. Esta visión de la Revolución acarrea dos errores fundamentales:

 

Primero. Se confunden las tareas de las dos primeras etapas de la Revolución y, por tanto, las dos etapas se entienden como una sola, cuando en realidad la Reconstitución exige cumplir con tareas políticas bien diferentes de las de la preparación de las masas para tomar el poder. La esencia política de la primera etapa de la Revolución consiste en "ganar la vanguardia" para el Comunismo, a diferencia de la segunda, cuando hay que "ganar a las masas" para el Comunismo. Pero formalizar aquella conquista a través de un acto constituyente, a través de la unificación de la vanguardia en una organización, significa presuponer como asumida la ideología, significa entender que la vanguardia está ya ganada para el Comunismo y, por lo tanto, negar la necesidad de la primera etapa de la Revolución. Entonces, si no es preciso un período en el que la ideología conquiste a la vanguardia, pues esta preexiste como vanguardia revolucionaria - con ideología comunista - , la liquidación del movimiento comunista se ve únicamente como dispersión organizativa de sus miembros no como liquidación ideológica y política de los partidos comunistas; y como la verdadera ideología revolucionaria pervive en la cabeza de los comunistas dispersos, el PC puede ser reconstituido a través de un nuevo acto constituyente. La ideología deja de ser entonces, el elemento agente de la Reconstitución del PC y deja paso al voluntarismo de esos sabios depositarios de la verdad revolucionaria.

 

Segundo. De lo anterior se deriva que si la vanguardia, entendida como el grupo de individuos que se autoproclaman marxistas-leninistas, puede reconstituir el PC a través de su organización como partido político pura y simplemente, se deja de lado la solución del problema de la integración de la vanguardia en la clase y, por lo tanto, la cuestión de su ligazón con las masas de la clase, la cuestión de la línea de masas de la vanguardia para con el resto de la clase. La vanguardia - el PC entendido como unidad de la vanguardia o exclusivamente como organización de la vanguardia - , entonces, aplica y sólo puede aplicar una línea política conspirativa, no una línea de masas. Línea política conspirativa en el sentido de que actúa desde fuera de la clase. Y si maniobra así en la primera etapa, si no tiene en cuenta para nada a las masas en la Reconstitución, no tenemos por qué pensar que lo hará en la segunda etapa de otra manera, con lo que inevitablemente caerá o bien en el parlamentarismo, o bien en el terrorismo. La aplicación de una línea conspirativa en lugar de una línea de masas para cumplir con las tareas y con las etapas de la Revolución puede comenzar honestamente como conspirativismo en favor de la clase, pero, a la larga, terminará desembocando, indefectiblemente, en conspirativismo contra la clase.