ANTE LAS ELECCIONES EUROPEAS DEL 7 DE JUNIO
¡Boicot!
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El próximo 7 de junio los señores de la libertad, libertad para encadenarnos o desencadenarnos alternativamente a un salario y para elegir de entre ellos a los gestores políticos de tan amplio abanico de opciones vitales, vuelven a citarnos para el noble ejercicio de legitimar su dominación. Esta vez toca el Parlamento Europeo, ese lugar donde las facciones del imperialismo europeo acuden a solventar sus querellas intestinas y a decidir cómo y con quién hacer la guerra que asegure la libre circulación de sus capitales por todo el orbe; y también, por qué no, contra los propios europeos que de alguna manera se muestren díscolos con sus designios, a los que no dudan en regar desde el aire con las bendiciones europeístas de la libertad y los derechos humanos, en forma de explosivo de alta potencia, como les sucedió a los serbios no hace tantos años. Eso es básicamente lo que nos ofrece Europa a los proletarios.

Sin embargo, estas elecciones son importantes para la clase dominante, pues le permitirán pulsar la salud y la capacidad de movilización de su proyecto imperialista, al ser la primera vez que convocan a las masas tras la debacle de sus pretensiones constitucionales en 2005, recientemente reafirmada con el sonoro NO irlandés al refrito constitucional que pretendía ser el Tratado de Lisboa. De ahí que resulte especialmente importante para nuestros imperialistas obtener unos resultados de participación mínimamente presentables, aún dentro del marco electoral europeo, tradicionalmente de alta abstención. Esta necesidad se ve más agudizada por el contexto en el que nos encontramos, el de una crisis capitalista de una magnitud insospechada, hace tan solo un año, para los gurús y vacas sagradas del stablishment de la economía.

Parecería que la situación se ofrece en bandeja para potenciar la deslegitimación del sistema. Sin embargo, los adalides del realismo político y de la eternamente recurrente especificidad del presente, y desde luego no para nuestra sorpresa, han vuelto a obviar el análisis de la situación concreta y vuelven a la carga con sus estereotipadas recetas, el encumbramiento del parlamento y, a través de él, el conjunto del sistema.

Nuestros arrepublicanados vuelven a aparecer de nuevo a la cabeza del ranking de cretinos parlamentarios, y, de nuevo, sus argumentos sólo les ponen en evidencia, a ellos y a sus corifeos. Por supuesto, el buque insignia de toda esta corriente es el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE), sucursal española de toda esa internacional de revisionistas europeos que nuclean el Partido del Trabajo de Bélgica (PTB) y el Partido Comunista de Grecia (KKE), y lo son porque son los únicos que tienen capacidad para traducir su política oportunista en unos cuantos miles de votos, ante el balbuceo de otros revisionistas, entristecidos y quejumbrosos porque no haya candidaturas comunistas conjuntas, aún a pesar de enarbolar programas y políticas esencialmente idénticas, aunque, eso sí, con una menor clientela. Pero en cada circo electoral, además de la feria en curso, también se ventila la batalla por hegemonizar el comunismo republicanista, pugna en la que el PCPE parece ir abriéndose paso.

Como de Europa se trata en este caso, al PCPE le parece que el punto de deslinde es la denuncia del carácter imperialista y no reformable de la UE, y que eso les diferencia a ellos y a las otras veinte organizaciones europeas autoproclamadas comunistas, firmantes del “histórico” Comunicado conjunto, de otras organizaciones de izquierda, especialmente el Partido de la Izquierda Europea (PIE), lo cual es natural, pues uno de los ejes de la labor de todos los republicanistas es la captación de peceros desencantados. ¿Pero su oposición a la UE es tan frontal como ellos repiten machaconamente?

En el marxismo no hay lugar para ninguna clase de europeísmo, porsocial o tenue que se quiera presentar. Defiende y demuestra que el desarrollo de la Revolución Proletaria Mundial se realiza a través de la sucesiva fractura de los eslabones más débiles de la cadena imperialista, ruptura que no entiende de ámbitos geográficos o culturales. Ya Lenin dejó sentado que los Estados Unidos de Europa son imposibles o reaccionarios, y desde luego que su intento se ha mostrado muy reaccionario, pero desde 2005 también parece cada vez más imposible. De este modo, sostener el discurso de Europa como proyecto político, sea el que sea el cariz que se le quiera dar –y mueve a risa ver a los azotes marxistas-leninistas del trotskismo clamando por un remozado de los Estados Unidos de Europa­­ de Trotsky–, sólo supone repetir el esquema ideológico de la burguesía imperialista continental y apuntalar y legitimar su proyecto. Y eso es precisamente lo que hace el PCPE cuando en el “histórico” Comunicado conjunto conmina a luchar “por una Europa de prosperidad para el pueblo, de paz, de justicia social y derechos democráticos, de socialismo”, o cuando su secretario general, Carmelo Suárez, llama a “la construcción de otro proyecto regional distinto” y plantea “la construcción socialista en Europa como única salida posible al actual sistema de dominación”. Todos estos llamamientos no son más que la patética supeditación ideológica de los que se dicen representantes revolucionarios del proletariado a la concepción del mundo y las reglas políticas de la burguesía, sobre las que desvergonzadamente acoplan la palabra socialismo, y una prueba palmaria de la supeditación de nuestra clase, huérfana de su propia concepción del mundo y de su programa político. Porque todas las Europas,sociales,de los pueblos,de los trabajadores o incluso esa rimbombante Unión de Repúblicas Socialistas de Europa que alguno se sacó de la manga, no son más que la reproducción del mismo discurso chovinista eurocéntrico que esgrime la burguesía imperialista, en el que se amplia el mercado de sus adjetivaciones para dar cabida a otros sectores y clases sociales, deseosas de beneficiarse de la rapiña que tal proyecto promete: burguesías nacionales varias, pequeña burguesía, aristocracia obrera…

Por ello, por más que se empeñe, el discurso del PCPE no es menos reformista que el del PIE, aunque su fraseología se muestre mássocialista y en su cartelería predomine más el colorado, porque en el programa del proletariado revolucionario no puede tener cabida ni un ápice de chovinismo; nuestro marco de actuación es el proletariado internacional y su actividad revolucionaria, que se irá materializando en cada lugar en que la Guerra Popular rompa la cadena imperialista, independientemente del continente en que suceda. Frente al chovinismo eurocentrista, internacionalismo proletario; frente a las Europas, de todos los colores y pelajes, Federación de pueblos libres. He ahí un punto de deslinde antagónico con toda veleidad reformista en materia europea.

Por cierto, hemos de señalar que nuestros renegados de la autodenominada Unión Proletaria (UP) muestran un poco más de amplitud de miras en este aspecto, señalando que defienden la “unión del proletariado internacional de todos los continentes” frente al señuelo europeo y los que lo “refuerzan y maquillan”; pero luego, en una nueva muestra de su carácter cínico y ultraoportunista, llaman a votar al PCPE, cumpliendo su función de reforzadores y maquilladores de la Europa imperialista.

Respecto al parlamentarismo poco se puede añadir a lo que ya hemos dejado sentado en numerosas ocasiones: que, en general, no es útil al proletariado para generar contradicciones entre facciones de la burguesía que propicien la crisis revolucionaria, ni para conseguir reformas que coadyuven a la elevación de la conciencia de las masas, ni, por supuesto, para lograr la transformación revolucionaria a través de las urnas. Sólo puede ser útil como labor de propaganda en determinados momentos de la construcción partidaria, ni antes ni después, cuando se ha conseguido sentar las bases de la línea general y política revolucionarias, nucleando a un sector de la vanguardia en su torno; entonces sí puede ser útil como herramienta de acercamiento a aquellos sectores más consecuentes que están en contacto con la lucha de masas, pero de ningún modo para aproximarse a éstas de forma directa, pues sólo se logran difundir las ilusiones parlamentarias, que votar puede ser realmente la solución a algo, que es precisamente lo que consigue el PCPE cuando dice, justificando el porqué de su presentación a las elecciones europeas:

Esta ha sido nuestra opción: lanzar todas nuestras energías contra la oligarquía y ofrecer un espacio de lucha a todos los trabajadores, jóvenes, autónomos, campesinos… que estén dispuestos a enfrentar radical y organizadamente esta crisis que han provocado los oligarcas y que sólo estamos sufriéndola nosotros/as.”

Ésas son “todas las energías” y el “espacio de lucha” que ofrecen: ¡¡las elecciones y el voto!! ¡Bonito modo de elevar la conciencia de las masas! Pero es natural que cuando la actividad diaria, causa célebre de todas estas gentes, no escapa del marco burgués de la lucha económica y parcial, que reproduce en un eterno círculo vicioso la posición del obrero como esclavo asalariado, no se sea capaz de traducirla políticamente de otra manera que en la palestra burguesa de la política por excelencia: el parlamento y el sufragio.

Aunque nos hemos centrado a modo ejemplarizante en la candidatura comunista, pequeña mención merece la candidatura de Iniciativa Internacionalista (II-SP), la única de todo este espectro que tiene alguna posibilidad de obtener representación gracias al apoyo del Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV). Su defensa del marco europeo es más acusada y explícita aún si cabe, y lo que nos ofrecen a los proletarios no va más allá de “soberanía [¡¡faltaría más!!] y empleo”, como han encabezado alguno de sus mítines, todo ello, por supuesto, adornado con la bonita palabra socialismo. No nos extraña que esta formación recabe tantas simpatías entre la gente honestamente rebelde, pues son ya muchas décadas de loa y genuflexión al resistencialismo, mientras que el horizonte revolucionario se perdía y hundía hasta quedar reducido a bellas y abstractas palabras, sin conexión alguna con la práctica actual realizada. Y en esto de la resistencia hay que reconocer que en las tres últimas décadas el MLNV ha seguido la lucha en pos de sus objetivos mientras la mayoría arriaba sus banderas, rojas en su mayor parte. Además, el paso en falso dado por el Estado al pretender ilegalizar la lista de II-SP sólo ha conseguido generar más publicidad para la misma, cuando el Tribunal Constitucional, mostrando algo más de visión de Estado y parándole los pies a un Ejecutivo desbocado, le ha indicado que extender la confrontación entre naciones con la misma política represiva, más allá de las naciones periféricas, hacia el ámbito de todo el territorio estatal, podría no ser una buena idea de cara a la estabilidad a medio plazo del Estado español. Esto desde el punto de vista político, porque desde el social, como el resto de las organizaciones que confluyen a las elecciones, II-SP no toca en nada la relación esencial del capital y el trabajo asalariado, ni del Estado como la institucionalización política de esta relación, sino sólo la actual correlación de fuerzas entre las facciones de la burguesía en el seno del mismo, o la posibilidad de alguna de aquellas facciones para desligarse y formar su propio corral; algo, por supuesto, legítimo y justo, pero lejos de satisfacer las necesidades revolucionarias del proletariado. ¡Pero qué puede esperarse de unas elecciones!

Así pues, no nos extraña que las masas muestren simpatía por la resistencia, lo que no deja de sorprendernos es que tantos autodenominados comunistas (y algunos que nosotros situamos entre los más avanzado de la vanguardia revolucionaria del Estado español) se dejen hipnotizar y obvien las tareas universales que afronta hoy el proletariado internacional, y que de no acometerse, convertirán a nuestra clase, in aeternum, en apéndice de otras: burguesías nacionales, pequeñas burguesías… por muy resistentes y rebeldes que éstas se muestren en algún periodo histórico en la lucha por sus intereses.

Así, no es la tarea del proletariado consciente la de asistir al circo electoral; nada nos puede aportar en las condiciones actuales, cuando se ha demostrado que carecemos de la independencia política para aparecer con una personalidad propia sobre el cuadrilátero de la pugna entre clases. Ahí precisamente están hoy las tareas revolucionarias de nuestra clase, en el plano interno, en la recuperación y fundamentación del horizonte revolucionario sobre la base de toda la riquísima experiencia que nos ha legado la historia de la revolución proletaria, y con ello, mediante la lucha de líneas en el seno de la vanguardia, la forja y el encumbramiento de la línea política revolucionaria. De este modo, la participación electoral hoy sólo puede suponer el desviar las exiguas fuerzas de la vanguardia y reverdecer entre unas masas cada vez más desencantadas las ilusiones legalistas y educarlas en el cretinismo parlamentario, como efectivamente consiguen las organizaciones que participan.

¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!
¡Boicot a la farsa electoral!

Movimiento Anti-Imperialista
Junio 2009