NEPAL

13 DE FEBRERO
ONCE AÑOS DE GUERRA POPULAR


   
Hace 11 años, el 13 de febrero de 1996, el pueblo de Nepal comenzó a escribir uno de los capítulos más importantes de toda su historia. De la mano del Partido Comunista de Nepal (maoísta) miles de obreros, campesinos e intelectuales se lanzaron a desarrollar la Guerra Popular; la forma más elevada de lucha política que pueden alcanzar las masas y que las pone ante la perspectiva de hacer una verdadera revolución. Hoy, 11 años después, y luego de una dura pero gratificante y satisfactoria década de ininterrumpida guerra del pueblo, tenemos que registrar una horrenda traición. Los 11 años de guerra popular que el proletariado y las masas del mundo debiéramos estar celebrando alborozadas de júbilo, se han trocado en lamentable traición de una parte de quienes hace 11 años juraron no cejar en su compromiso de dirigir a las masas nepalesas en una imparable guerra popular hasta la victoria. Por ello, los revolucionarios y las masas de todo el mundo, hoy en su once aniversario, debemos condenar la traición de los dirigentes, y refrendar el compromiso con el pueblo de Nepal, con su Guerra Popular y con su revolución.
11 años de avance de la Guerra Popular

Haciendo alusión a la historia de Nepal, el Partido Comunista de Nepal (maoísta) llamaba la atención frente a que, desde mediados del siglo XX la lucha reformista adelantada por los partidos parlamentarios solo había llevado a nuevas y más profundas crisis para el pueblo y en general para todo el país. Decía en su declaración: “A través de este proceso de luchas, el pueblo ha sido víctima no solo de la represión repetida, e intrigas de los reaccionarios, sino también de la traición y engaños de los reformistas. Hoy en día los más grandes traidores del pueblo son los llamados comunistas (revisionistas) que han ido tras las migajas del poder del Estado reaccionario lamiendo las botas del feudalismo y del imperialismo. El pueblo de Nepal y su historia nunca olvidarán a esos traidores que se sientan ante la misma mesa con los reaccionarios, traicionado la fe del pueblo en un cambio radical y en el Partido Comunista, pisando la sangre de miles de mártires. De nuevo si alguien insiste en que se actúe dentro de los estrechos límites de la lucha reformista en un Estado reaccionario, tarde o temprano se caerá meramente en otra traición. Esta verdad la ha demostrado la historia irrefutablemente”. Declaración del 13 de febrero de 1996 PCN(m).

Con este compromiso de llevar adelante la Guerra Popular, el pueblo de Nepal se lanzó sin titubeos a aceptar la dirección de ésta, su organización política y en poco tiempo Nepal cambió de rostro. Los montes Himalayas se convirtieron en el corazón palpitante de la guerra popular; las mujeres esclavizadas durante siglos bajo el dominio oscurantista feudal ahora veían el mundo de otra forma, ante sus ojos se abría la posibilidad real de conquistar una completa y total liberación; Nepal pasó de ser un infierno para su pueblo y vacacionadero para los grandes burgueses, a convertirse en un territorio donde las propias masas de obreros y campesinos comenzaron a escribir su propia historia; miles de kilómetros pasaron a ser controlados por el pueblo en armas a través de la formación de órganos de poder popular; el Ejército Popular de Liberación creció y se fortaleció gracias a su profundo amor y entrega a las masas; cada rincón de Nepal era un punto de enconada lucha contra el poder reaccionario del monarca y a pesar del apoyo de los imperialistas al régimen, la lucha armada logró avanzar hasta la ofensiva estratégica. La destrucción del Estado reaccionario y la construcción de un nuevo tipo de Estado en todo el país era una posibilidad en el futuro inmediato, y el pueblo estaba listo para lanzarse a la lucha decisiva, el coraje y arrojo del pueblo de Nepal estaba floreciente y poderoso.

En medio de la Guerra se fraguó la traición

Los acontecimientos ocurridos a finales del 2006, fueron la concreción de una preparada renuncia a la revolución. En medio del vertiginoso avance, y mientras el pueblo de Nepal se preparaba para dar un impulso gigantesco a la construcción de la nueva sociedad, el 2006 fue el año de la traición de los dirigentes del Partido. Ya desde comienzos de la década, en el 2001, y con mucha intensidad en el 2003, la dirección del Partido Comunista de Nepal fue presa de las teorías socialdemócratas y revisionistas, que desconfiando de las masas ven imposible el triunfo sobre la burguesía. Aprovechando el prestigio ganado como dirigentes del proletariado revolucionario, y con el respaldo de un Partido como el de Nepal, se dedicaron a configurar una sustentación teórica para, a nombre del marxismo, renunciar a la revolución.

Con Prachanda a la cabeza, una parte de la dirección traicionó los principios enarbolados hace 11 años y dedicaron sus energías a "demostrar" que hay un nuevo tipo de socialismo, que en las actuales condiciones no es posible el triunfo revolucionario, que el marxismo leninismo maoísmo es insuficiente, que la experiencia de las revoluciones de Rusia y China hay que reevaluarlas, y que poco de ellas es aplicable ahora; sin titubeos declararon equívoco el análisis hecho por Lenin en su obra cumbre sobre el imperialismo como la antesala de la revolución proletaria, y se dedicaron a hacer pasar de contrabando las teorías de Kautsky sobre el ultraimperialismo. Su teoría de la "democracia del siglo XXI" se convirtió en la justificación para marchar a la cola de la burguesía e incluso de sectores más atrasados, y como si fuera poco, salieron a defender una organización imperialista como la ONU colocándola como imparcial.

Hoy en el 2007 y a 11 años de iniciarse la Guerra Popular, las fuerzas prachandistas borran de un plumazo la condena que ellas mismas hicieran aquel 13 de febrero de 1996 contra los revisionistas y como si la historia se repitiera, ahora es a ellas a quienes hay que condenar por traidoras a la revolución y al pueblo.

No hay término medio: o se defiende el prachandismo, o se defiende la Guerra Popular

Ante la actual realidad, no puede haber términos medios, hay una situación objetiva y es la pugna que se presenta entre las condiciones propicias para la revolución y la renuncia de los dirigentes del Partido Comunista de Nepal (maoísta). Que el mundo está maduro para la revolución, es una verdad de apuño que los auténticos comunistas revolucionarios defendemos, toda vez que está demostrado que el imperialismo es un sistema moribundo y en completa decadencia, al cual no se le puede abonar o adobar para perpetuarlo, sino por el contrario hay que acelerar su acabose.

Por 11 años los avances de la Guerra en Nepal llevaron agua al molino de la revolución, pero hoy los dirigentes han renunciado y se han entregado de pies y manos a la democracia burguesa; han cambiado la lucha por destruir el Estado por la pugna parlamentaria para arreglarlo, por hacerlo, según ellos, más democrático, entiéndase más burgués. Han dado la orden de desarmar el Ejército Popular y se han unido a los partidos burgueses, pequeñoburgueses e incluso feudales, en una "democracia multipartidaria". Han renegado de la necesidad de la dictadura del proletariado y en lugar de haber conquistado las fuerzas democráticas y progresistas para el programa de la revolución, han renunciado a éste, y se han apelmazado en una masa informe para salvarle la vida al capital.

El movimiento comunista auténtico, todos los verdaderos revolucionarios y las masas honestas, no pueden menos que denunciar y combatir el prachandismo, de la misma manera que deben llamar al orden a quienes con su silencio cómplice han permitido que cojan vuelo esas teorías, cuya consecuencia práctica es la traición a la revolución mundial.

En esta pugna no hay términos medios y no se puede dar crédito a las idioteces de quienes andan pregonando que todo no es más que una jugarreta táctica de la dirección del Partido, que no es cierto que se piense entregar ni negociar, que el pueblo sigue bajo la dirección de Prachanda armado y combatiendo y que el poder popular no se está desarticulando. A estos bufones de la revolución, que por falta de una posición de clase claramente proletaria y la ausencia de criterio político propio, a esos señores, hay que compulsarlos a que tomen posición; ó están con los prachandistas, ó están con la guerra popular y las masas.

Nuestra posición es clara, el prachandismo es la claudicación y la renuncia; nuestros vivas son para la Guerra Popular y por la revolución. Y hoy en su once aniversario, con firmeza levantamos la roja bandera de la revolución proletaria, la bandera que enarbolaran Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse Tung, la bandera que ha ondeado durante estos once años en las elevadas cumbres himalayas, y por las que el pueblo de Nepal ha ofrendado miles de vidas. En este once aniversario, los pueblos del mundo deben saber, que a pesar de los reveses y la traición de los prachandistas , la lucha continúa, y de entre las fuerzas honestas de Nepal y el mundo, saldrá la nueva vanguardia que pondrá en su lugar a los traidores y continuará en su camino hacia la revolución.

 
Revolución Obrera Nº 210
12 - 18 de febrero de 2007