LA
CUC
: UN
PACTO ENTRE CABALLEROS CONTRA
LA LUCHA DE
CLASES
La
división del movimiento comunista en el Estado español es una realidad nada
nueva. Los objetivos por los que luchar, la estrategia y la táctica adecuada
para alcanzarlos, el marco de actuación sobre el que trabajar y, cómo no, el
clientelismo sectario generado por las
camarillas de cada organización, son algunos de los elementos a través de los
cuales cristaliza esa división política y orgánica que cada vez preocupa más a
las distintas fracciones de nuestro movimiento.
Estas
diversas formas de afrontar la realidad material que tiene cada destacamento
comunista en el Estado español, tienen
su origen en la concepción de esa realidad social de cada organización, que está determinada por la aprehensión o no
del marxismo como síntesis revolucionaria de todo el conocimiento humano puesto
a disposición de la clase revolucionaria de nuestra época, el proletariado, que
desarrolla su lucha de clase contra la burguesía en lo económico, en lo
político y en lo ideológico.
Por
esto la justa solución a la división del
movimiento comunista, que no deja de ser un concreto
más dentro del todo social, no puede escapar
a esa lucha entre las diversas concepciones que existen sobre el movimiento
social, la marxista proletaria frente a las burguesas, y la división de nuestro
movimiento se reproduce una vez más a la hora de abordar la cuestión de su reestructuración en este país, surgiendo
dos modos totalmente opuestos de enfrentar el problema: de un lado la Unidad Comunista
que se aleja de la dialéctica marxista y abraza el oportunismo más
rancio. De otra parte, la
Reconstitución del Comunismo como única estrategia
válida para el proletariado revolucionario del Estado español en el actual
período en que las necesidades del proceso revolucionario nos imponen el
estudio del marxismo para poner la ideología al mando y poder así observar la
realidad conforme a nuestras aspiraciones como clase revolucionaria.
En
este contexto de lucha entre concepciones, de lucha ideológica en el seno de
nuestro movimiento, de lucha de dos líneas como representación de la lucha de
clases entre el proletariado y la burguesía, nace la Coordinación de Unidad Comunista –CUC- como última
representante de la línea de Unidad.
La
CUC formada en marzo de 2010 por la Unión Proletaria, por el Colectivo Comunista 27 de Septiembre y por el Partido de los Trabajadores de España (PTE-ORT) tiene por objetivo
la “Unidad de los Comunistas en un solo
partido” y por ello se establece como “un
organismo que coordine los esfuerzos y el trabajo práctico de cuantas
Organizaciones Comunistas estén dispuestas a trabajar, en la práctica y no solo
en la teoría, por la UNIDAD
DE LOS COMUNISTAS”. [1]
La CUC se desentiende de la experiencia
práctica del proletariado revolucionario a la hora de constituir sus organismos
de clase. Se estriba en la repetición punto por punto de esa línea de Unidad
Comunista que ya ha fracasado en multitud de ocasiones como modelo de
construcción partidaria. Los oportunistas se muestran una vez más impacientes
por crear un partido de masas que lejos
de llevar el marxismo a “la práctica”, se aparta por completo de la ideología
para ponerse a la cola del movimiento de resistencia de la clase obrera, entre
el cual deambulan nuestros unificadores
repartiendo sus panfletos con la venia de las organizaciones mayoritarias de la
aristocracia obrera con las que pretenden confluir en la “unidad sindical y de izquierdas” por la que hacen propaganda desde
sus distintos órganos de expresión.
Unidad
vs Reconstitución; Pacto vs Lucha de clases
La
línea de Unidad Comunista sienta su base en la premisa de que el
marxismo-leninismo ya ha sido asumido por la mayoría de organizaciones que se
proclaman comunistas. La unidad pasa entonces por un acto administrativo, un Congreso de Unificación, en el cual la
simple admisión de unos compromisos generales basta para establecer la línea
divisoria entre comunismo y revisionismo.
Nosotros
siempre hemos defendido que la ideología revolucionaria es el punto de partida
para la construcción de todos los instrumentos de la Revolución Proletaria,
los cuales se crean al calor de las necesidades de la propia Revolución. Que
esta ideología debe estar al mando del proceso revolucionario pues es la que
nos permite conocer y comprender las leyes objetivas de la realidad social que
pretendemos transformar. Una realidad en constante movimiento y que, por tanto,
necesita un estudio continuado que nos facilite el ir añadiendo de forma
sintetizada las experiencias del proletariado en su lucha de clases contra la
burguesía. Esto es algo que desde el MAI estamos desarrollando ya como una de
las tareas objetivas del proceso revolucionario encaminado a la reconstitución
del Partido Comunista.
Sin embargo para los integrantes
de la CUC la
cuestión de la ideología está ya resuelta en el seno de la vanguardia comunista
del estado español. Afirmación que choca con una testaruda realidad que muestra
a multitud de organizaciones que se reclaman del marxismo-leninismo pero que
están disgregadas y divididas. ¿Cómo explicar esto eludiendo la cuestión de
partida, el problema de la ideología? Los jefes de la UP se remiten al carrillismo [2]
como el agente fraccionalista que sembró la división y el desconcierto en el
viejo PCE. Un escueto análisis, el del fraccionalismo,
que unido a la repetición machacona y constante de la palabra “Unidad” esconde
la verdad: que el PCE fue liquidado
por el revisionismo como acabó sucediendo con todos los partidos de la III Internacional,
mucho antes de que entrase en acción el eurocomunismo carrillista. Que la ideología proletaria fue derrotada en el seno
de ese Partido como paso previo para su liquidación como organización de
vanguardia del proletariado en el estado español. Y que por ello es necesaria
la reconstitución de la ideología para delimitar los principios del proletario
revolucionario y ponerlos en guardia contra toda influencia burguesa que limite
nuestra actividad social como sujeto revolucionario organizado.
Según el plan de Unidad Comunista para crear el “nuevo” PCE, ese Partido Unificado, basta con la simple unión de las distintas
familias del marxismo-leninismo que hoy se hayan separadas, lo que provocará un
genial “efecto multiplicador” que llevará a los comunistas a estar en todos
los frentes espontáneos de la clase obrera para poder ser más papistas que el papa y ser los más republicanos, los más
feministas, los más antinucleares…
“La unidad de
los comunistas en España nos permitirá alcanzar una cantidad importante
de militantes en una sola organización, lo que posibilitará el desarrollo
de las propuestas comunistas entre la clase obrera y el pueblo trabajador, en
todos los territorios y en todos los frentes parciales de lucha. Lograremos así
un efecto multiplicador, tanto en la acción de masas, como en la propaganda y
en la labor de organización de nuestra clase. En un solo Partido Comunista, se
unirán cuadros que hoy pertenecen a diversos destacamentos
marxistas-leninistas, a diferentes sindicatos, a sectores distintos de la clase
obrera, al movimiento republicano, al movimiento antifascista, al movimiento
estudiantil, etc., y todos ellos, colaborando en una acción coordinada y más
racional, bajo una única dirección, unas únicas propuestas y una única bandera.
La unidad de los comunistas también tendrá un efecto multiplicador de calidad.
La unidad de las experiencias de las diversas organizaciones, de su crítica y
autocrítica, de sus elaboraciones teórico-políticas, de sus programas, de
su propaganda y de su trabajo de masas, multiplicará la calidad del Partido
Comunista unificado.” [3]
Gracias
al milagro multiplicador de los panes y los peces ya no es necesario conquistar
la independencia ideológica, condición de la política, del proletariado, a
pesar de su liquidación política, orgánica e ideológica. Una conquista que durante el Ciclo de Octubre realizó primero el
bolchevismo y luego
la Comintern
en lucha contra el revisionismo de
la II
Internacional.
Lucha que provocó
la división política internacional del movimiento obrero y la diferenciación de
los comunistas revolucionarios respecto del resto de tendencias existentes en
el seno de la clase obrera, evidenciando el salto cualitativo producido entre
la vieja socialdemocracia (como representante del movimiento de resistencia de
la clase), anclada en la reforma del estado burgués y los frentes parciales, y
los comunistas (vanguardia revolucionaria de la clase) que luchaban por el
derrocamiento de la burguesía y se
organizaban para alcanzar ese objetivo innegociable. Hoy, según
la CUC
, solo hace falta proclamarse
comunista y aceptar unos cuantos puntos en común lo suficientemente
heterogéneos como para que permitan la tan preciada Unidad que nos lleve inmediatamente
a las “amplias masas” que quedan al margen del proceso en que los comunistas deciden unificarse por
decreto. Y es que el Partido Comunista no es para los señores de
la CUC
la unidad objetiva de vanguardia y masas, de
ser y conciencia, sino la unidad intersubjetiva y voluntariosa de todos los que
trabajan por
la Unidad
de todos los comunistas, máxime en
estos tiempos de crisis en que “la unidad de
los comunistas se ha vuelto una necesidad urgente por la ofensiva de la
burguesía contra los trabajadores” [4] pues al parecer la construcción de los organismos revolucionarios depende
de la política implementada por la burguesía y no de la vanguardia revolucionaria,
que deberá ir a remolque de los acontecimientos. Es decir, que para
la CUC
el devenir del movimiento
revolucionario depende en primera instancia de factores externos al mismo
movimiento. ¡Toda una lección de
marxismo! adaptado a las necesidades del oportunismo más rastrero.
A
pesar de su palabrería y su parafernalia, los revisionistas unificadores
reniegan de los principios que pregonan haber asumido y defender pues se desentienden de las tareas objetivas
que nos impone la reconstitución del Partido Comunista: la reconstitución
ideológica del comunismo como conditio
sine qua non para transformar el mundo mediante la praxis revolucionaria, entendida como
fusión del socialismo científico y el movimiento obrero. Fusión que convierta
la teoría general del comunismo en Línea Revolucionaria, en Programa Político Revolucionario aplicado a
una sociedad determinada, el cual no será ya ni los principios como tales ni la
realidad en sí misma, sino su negación dialéctica (la revolucionarización de
ambos contrarios). Porque el marxismo-leninismo fusiona el conocimiento y
el saber de la humanidad con la posición objetiva del proletariado bajo el
régimen social productivo existente y permite
que su actividad práctica se convierta en actividad revolucionaria
emancipatoria, relacionando la actividad consciente del sujeto con las
leyes objetivas del desarrollo de la materia. De aquí la necesidad de haber
aprehendido la ideología como tarea previa para transformar la realidad en el
proceso revolucionario en que el proletariado se transforma a sí mismo.
Obviamente la traición a la
ideología proletaria no puede presentarse como tal, sino que la CUC lo hace desde la
conciliación ideológica de sus distintas organizaciones. “¡Si ya compartimos análisis!” brama la UP, “compartimos nuestra filosofía” repite el PTE-ORT (más abajo comprobaremos
con detalle cuáles son las conclusiones a las que llegan estos grupos
utilizando “nuestra filosofía”). Y se
conforman con estas proclamas para dejar los problemas ideológicos en un
segundo plano a pesar de ser fundamental pues sobre él se cimenta el movimiento
revolucionario. Y para el debate proponen cuestiones tácticas y de Programa
político, que como buenos revisionistas utilizan, en vez de como plasmación de
los principios generales del proletariado en la realidad concreta, como oferta
electoral con la que trapichear con otros grupos políticos en aras de
repartirse la representación de la
clase obrera dentro del maremágnum republicano
y popular.
Vanguardia y masas; sus
contradicciones y la reconstitución del P.C.
La
Unidad Comunista
como forma de construcción partidaria separa a la vanguardia proletaria de sus
masas. El Partido se construye alejándose de las masas mediante la unidad de
los que ya son comunistas. Se denota
en este modo de actuar el dogmatismo y cerrazón con que son observados los
conceptos de vanguardia y masas: para el revisionismo la masa siempre será la
parte de la clase que no está organizada en partido, las masas profundas de la
clase obrera. Y por eso las dejan fuera de su proceso de unidad. Pero el concepto de masas está relacionado
directamente con el estado de la vanguardia, con la situación política e
ideológica en que se halle el sector más avanzado de la clase. No es el aspecto
cuantitativo el que determina que es la masa, sino lo cualitativo, la correlación
de fuerzas de clase respecto de la vanguardia revolucionaria, su posición
respecto a todas las clases que se relacionan en una sociedad. Así las masas no pueden ser hoy los obreros
que simplemente luchan por la mejora de sus condiciones de vida. Las masas para
la vanguardia revolucionaria deben ser hoy quienes están predispuestos a la
asunción colectiva de la ideología proletaria. Por ello el Partido no puede
construirse de espaldas a las masas, porque es precisamente la relación de
éstas con su vanguardia, su movimiento y elevación hacia las posiciones de lo
más avanzado de la conciencia proletaria la que determina la existencia o no de
Partido Comunista, si se concibe este al modo leninista y no al viejo modo
burgués como máquina burocrática de representatividad de las masas ante el
parlamento y el resto de instituciones burguesas, que es en definitiva como lo
contemplan los de la CUC.
La
línea de unidad comunista proyecta graves deficiencia de construcción
política que poco tienen que ver
con lo que nos enseña el
marxismo-leninismo en cuanto a la relación entre vanguardia y masas. El
revisionismo representado por la
CUC no logra separarse de la visión burguesa de las
organizaciones de clase. De una parte, la CUC, como fiel defensora de la Unidad Comunista, separa a vanguardia y masas a
la hora de “unificarse en un solo
partido” y de otro proclama que la táctica comunista tiene el deber de “ganarse a las masas de la clase obrera, de
unir la lucha económica a la lucha política, de elevar a la clase obrera en
conciencia y organización”. [5]
Es decir que primero muestran a la vanguardia y a las masas de la clase como
elementos ajenos entre sí, sin relación y luego de pronto aparecen unidos y en
armonía, produciéndose un salto inexplicable que provoca que la unidad
organizativa de los comunistas realizada de espaldas a las masas se traduzca en un supuesto programa político
revolucionario que fusiona ya a vanguardia y masas y permite “unir
la lucha económica a la política”. Con este punto de vista certifican que el revisionismo encarnado en la CUC ha renegado del
materialismo dialéctico para pasarse, siendo generosos, a las filas del
mecanicismo más vulgar. Porque se desentienden, primero, de la relación
dialéctica entre vanguardia y masas como aspectos contradictorios que son pues
los separan y unen a su antojo sin señalar el salto cualitativo que se produce
cuando la vanguardia se fusiona con las masas y logra transformar a ambos, que se sintetizan en Partido Comunista. Y
segundo y más importante, se olvidan de todo el sistema de contradicciones que
rodean a las relaciones entre la vanguardia (que no es algo monolítico y que
encierra numerosas contradicciones internas) y las masas (que como hemos dicho
son variables y dependen de la posición de la vanguardia). Un sistema de contradicciones que la
vanguardia debe ir resolviendo sucesivamente, no por devaneos voluntaristas,
sino porque la dialéctica marxista nos muestra que solo a través de su
revolucionarización constante la vanguardia obrera puede avanzar. Y obviar esto
es obviar las leyes fundamentales de la dialéctica que rigen el devenir de la
materia social y de las que no puede escaparse la organización política del
proletariado por muchas vueltas que quieran darle los revisionistas unificadores.
El
sistema de contradicciones en el que se halla inmerso la vanguardia obrera,
plantea en estos momentos la lucha de contrarios como lucha ideológica entre
vanguardia teórica marxista-leninista y vanguardia teórica no
marxista-leninista. Para desarrollar correctamente esta contradicción los
comunistas debemos crear los vínculos
políticos y organizativos que permitan la unidad de esos elementos
contradictorios (solo posible a través de su revolucionarización) en forma de
proceso revolucionario para lo cual la
lucha de clases se desenvuelve como lucha
de dos líneas en el seno de la vanguardia teórica de la clase obrera. Entre
la línea revolucionaria coherente con los principios del marxismo-leninismo y
la línea revisionista y oportunista que bajo una verborrea pseudo
revolucionaria esconde el programa reformista (la III República) y
economicista (el sindicalismo) propios de la pequeña burguesía y la
aristocracia obrera.
Esta Lucha en la que nos hallamos inmersos se
resuelve como Reconstitución Ideológica del Comunismo que devuelva al
marxismo-leninismo a la posición de teoría de vanguardia del proletariado como
paso previo a la conquista de la vanguardia práctica del movimiento obrero la
cual se convertirá, una vez reconstituida la Ideología, en la masa a la cual debe dirigirse la
vanguardia comunista. Es en este sentido como se desarrollan las
contradicciones, como avanza el movimiento comunista y como se demuestra que la
vanguardia debe organizarse en base a tareas establecidas desde el estudio de
la realidad material (en la que se incluye nuestro movimiento) y ante las
cuales, a medida que se van resolviendo, se debe readaptar la organización
política obrera. Pues cuando la vanguardia teórica se dirija a la vanguardia
práctica, a esos obreros que son vanguardia del movimiento de resistencia de la
clase, se habrá operado ese salto cualitativo en las tareas del movimiento
revolucionario que estará ya en condiciones de transformarse en Partido
Comunista al poder fusionar a ser y conciencia en un todo indisoluble. Por
tanto la vanguardia siempre tiene una Línea de Masas, dirigida a ese sector de
la clase, que no siempre es el mismo, al
que ha de elevar a sus posiciones ideológicas y políticas. Es así, en
las condiciones que ha instaurado la finalización del Ciclo de Octubre, cómo se
plasma concretamente esa profunda imagen leniniana del “eslabón de la cadena”
al que es preciso asirse para que el movimiento pueda seguir desarrollándose
(imagen que por sí misma debería contribuir a desterrar entre los
autoproclamados leninistas esa concepción holística –la posibilidad de
desarrollar una labor multifacética, sindical, política, ideológica, etc.,
espontánea e inmediatamente- sobre las tareas que afronta la vanguardia).
Es
pues un error compartimentar a “vanguardia” y a “masas” como elementos
inconexos antes de la constitución del Partido Comunista, como hacen los
defensores de la línea de Unidad Comunista. Vanguardia y masas siempre deben tener vínculos políticos determinados
por el desarrollo de la lucha de clases. Hoy esos vínculos, esa Línea de
Masas de los comunistas revolucionarios, se muestran a través de la lucha de
dos líneas contra el revisionismo, encaminada a la conquista de la vanguardia
teórica de la clase para el movimiento revolucionario en su proceso de
desarrollo hacia Partido Comunista. Cuando el Partido esté reconstituido esos
vínculos de la vanguardia con las masas
se mostrarán a través del movimiento revolucionario, cuando la aportación de la
ideología proletaria al movimiento se concrete en movimiento organizado, en suma de organizaciones, en Partido
Comunista, que aúne a la vanguardia y el movimiento de las masas hacia ésta (es
decir, hacia el marxismo-leninismo) desarrollando Guerra Popular y generando
Nuevo Poder.
Y
esta ligazón, esta unidad, se traduce en política a través de los distintos
organismos que genera el movimiento a medida que se desarrolla. Organismos que
pueden coincidir en algún momento con los ya creados espontáneamente por las
masas en sus luchas económicas, pero que en general van contra el viejo modelo
político y organizativo del movimiento
espontáneo que apuntala la posición objetiva del proletariado en la sociedad y
le niega su conciencia revolucionaria.
Esto,
que no lo quiere comprender el revisionismo, se muestra en su concepto de
ligazón con las masas: para el revisionismo su unidad como vanguardia con las
amplias masas no viene determinada por la generación de organismos revolucionarios
de masas en su lucha contra el Estado burgués, sino que su unidad es
observada desde la concepción burguesa de la unidad: como apoyo electoral de las masas
a “su” partido, como apoyo en las
elecciones sindicales y en las huelgas pacíficas a “su” sindicato… convirtiendo la representatividad
burguesa en el baremo para medir su relación con las masas ya que enajenan a
estas su papel en la historia de ser ejecutoras de su dictadura revolucionaria
de clase (siendo objeto y sujeto de la transformación revolucionaria de la
sociedad) para convertirlas en meras masas delegantes ante un aparato
burocrático externo a ellas (el Partido de viejo cuño o partido/sindicato).
Es
necesario hacer Balance del Ciclo de Octubre
La
conquista de la vanguardia teórica es imposible sin hacer un Balance del Ciclo de Octubre para poder
asumir desde una perspectiva materialista e histórica toda la experiencia
práctica acumulada por el proletariado para así avanzar en el proceso del nuevo
Ciclo de la
Revolución Proletaria Mundial. Porque aquí no vale el borrón
y cuenta nueva. El legado de Octubre no puede ser retomado sin más, porque ha
acabado en una dura derrota para el proletariado revolucionario y en un
repliegue en todos los frentes desconocido hasta el momento. Reconocerlo no es derrotismo, sino la base de partida para
lograr las victorias del futuro. El aquí
no ha pasado nada al que se adhieren todos los que niegan la autocrítica
comunista como la otra cara de esa moneda que niega la crítica científica de la
sociedad capitalista. Porque crítica y autocrítica mantienen una relación
dialéctica que en el caso del movimiento comunista le permiten avanzar como unidad de contrarios, como
crítica de la realidad existente y como autocrítica del movimiento práctico
encaminado a transformar esa realidad. La autocrítica es pues esencia del
materialismo dialéctico pero esto puede ser poco entendible para los que han
renegado de la dialéctica. Por ello camuflados en los nuevos tiempos, los
revisionistas que tildan de dogmático cualquier intento por retomar la
ideología comunista, son en realidad los verdaderos feligreses del dogma que se
oponen a la autocrítica empleándose a fondo para que nadie toque a sus iconos políticos, convirtiéndose con
ello en obstáculos en el camino de la reconstitución de la ideología y el
Partido de la clase obrera.
El
estudio heterodoxo de la realidad basado en nuestros principios ideológicos, la
crítica y la autocrítica como banderas de combate, no deberían ser tomadas por
extrañas por los comunistas pues es lo que Marx y Engels hicieron con las
revoluciones de su tiempo. Estudiarlas desde la dialéctica y analizarlas para
poder desarrollar los principios políticos de la clase obrera en una situación
concreta. Y lo mismo se puede decir de V.I. Lenin, de José Stalin o de Mao Tse-Tung. Pero con todo la CUC, como fiel representante
del revisionismo, reniega de esta tarea, la esconden bajo la alfombra del
oportunismo y llaman a la clase obrera a enfrascarse en sus luchas espontáneas para alejarla de la ideología y ahogarla aun
más en ese pantano economicista en que sus predecesores revisionistas, desde Bernstein
y Kautsky hasta Togliatti y Ludo
Martens, metieron al comunismo y al proletariado durante el pasado Ciclo mientras
convertían en símbolos sin contenido
revolucionario, en auténticos iconos
de culto, a Marx, Engels, Lenin…
Las contradicciones
entre vanguardia y masas las soluciona el revisionismo poniéndose a la cola del
movimiento de resistencia de masas, ocultando su relación dialéctica y
presentando a ser (movimiento) y conciencia (socialismo científico) como
elementos armónicos. Esto solo puede producir un retroceso para el movimiento
revolucionario puesto que impide que los contrarios se desarrollen para llegar
a su síntesis, el Partido Comunista, devolviéndonos a las viejas concepciones socialdemócratas
del partido político como partido de
masas, como representante de la conciencia en sí de la clase obrera
. Esa concepción
del Partido en la época del imperialismo es la concepción partidaria propia del
revisionismo, propia de la burguesía. Una visión rebasada ya por el bolchevismo
hace un siglo. Por eso es indispensable reconstituir la ideología para entender
qué es el Partido de Nuevo Tipo, pues si la ideología no ha sido asumida es
imposible que esta pueda tornarse en programa revolucionario.
La
necesidad de la resolución teórica de todas las contradicciones existentes, premisa
indispensable, como nos enseñan Marx y Lenin, para su resolución práctica en la
marcha de la lucha de clase proletaria, ya sea como lucha de dos líneas o como
lucha por conquistar a lo más profundo de la clase, nos lleva a sistematizar, en la medida de lo
posible, las tareas de la vanguardia
revolucionaria desde el análisis científico de la realidad que pretendemos
transformar. Una sistematización que nos permita definir la estrategia y
las tácticas necesarias para construir el Socialismo desde las condiciones
actuales de la clase obrera. Sin embargo ante los revisionistas esta tarea,
fundamental para relacionar nuestra actividad actual con el futuro que
pretendemos conquistar, y que Lenin denominó táctica-plan, solo levanta dolores
de cabeza. No quieren saber nada del Poder Revolucionario pues prefieren
mendigar ante la burguesía un puesto parlamentario en su futura República para seguir jugando al sindicalismo y dedicarse a emitir
comunicados de apoyo en solidaridad con tal o cual lucha obrera que nunca
dirigirán. No pretenden la creación de
cuadros comunistas entendidos al estilo bolchevique, como revolucionarios
profesionales. Para estas gentes el comunista
tipo es aquel afiliado a CCOO que pretende entrar en un Comité de Empresa para
estar cara a cara con la patronal y
para el que la cuestión ideológica no es
más que una pérdida de tiempo que le impide centrarse en las próximas
elecciones municipales.
Ante
esta situación, los comunistas revolucionarios debemos poner las cosas en su
sitio y no transigir con el sindicalismo de salón que los revisionistas
pretenden hacer pasar por comunismo. Para entender la importancia de la ideología
y la sistematización de deberes a la hora de constituir los instrumentos de la Revolución Proletaria
Socialista volveremos sobre el ejemplo del Partido Comunista del Perú, de cuya
constitución ya hemos hablado en más ocasiones y de cuyo análisis huyen
despavoridos todos los revisionistas de
la vieja Europa que reniegan igualmente de la necesidad del Balance del Ciclo
de Octubre. Porque la reconstitución del PCP es toda una lección para el
proletariado internacional pues desde que la vanguardia teórica del
proletariado peruano se planteó la toma del poder empezó a organizarse en base
a ello y sistematizó las tareas de la vanguardia revolucionaria desde la Lucha de dos líneas iniciada
en los años 50 hasta la fase de equilibrio estratégico alcanzado durante la Guerra Popular a
inicios de los 90. El Partido Comunista del Perú se construyó previa
elaboración de la ideología de vanguardia (lucha contra el revisionismo y,
desde allí, aplicación de lo mejor del marxismo del Ciclo a la realidad
peruana) desde fuera del movimiento inmediato, como ya
explicó Lenin en ¿Qué Hacer?, llegando
a poner contra las cuerdas al Estado reaccionario peruano:
“Hemos
dicho
que los obreros no
podían tener conciencia socialdemócrata. Esta sólo podía ser traída desde
fuera. La historia de todos los países
demuestra que la clase obrera está en condiciones de elaborar exclusivamente
con sus propias fuerzas solo una conciencia tradeunionista, es decir, la
convicción de que es necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos,
reclamar al gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para
los obreros, etc. En cambio, la doctrina del socialismo ha surgido de teorías
filosóficas, históricas y económicas elaboradas por intelectuales, por hombres
instruidos de las clases poseedoras. Por su posición social, los propios
fundadores del socialismo científico moderno, Marx y Engels, pertenecían a la
intelectualidad burguesa. De igual modo, la doctrina teórica de la
socialdemocracia ha surgido en Rusia independiente por completo del crecimiento
espontáneo del movimiento obrero, ha surgido como resultado natural e
ineludible del desarrollo del pensamiento entre los intelectuales
revolucionarios socialistas. Hacia la época de que tratamos, es decir, a
mediados de los años 90, esta doctrina no sólo era ya el programa, cristalizado
por completo, del grupo Emancipación del Trabajo, sino que incluso se había
ganado a la mayoría de la juventud revolucionaria de Rusia” [6]
A
mediados de los años 50 el PCP estaba desestructurado debido a los diversos
golpes recibidos por el Estado. En esos años en el PCP se inicia la lucha de
dos líneas entre el marxismo y el revisionismo reproduciéndose la lucha
ideológica que a nivel internacional se daba entre los revisionistas soviéticos
y los comunistas chinos. Así comienza en Perú la Línea de Reconstitución del Partido,
implementada por la
Fracción Roja del PCP.
En
1962 en el IV Congreso del PCP la Fracción Roja plantea que solo mediante la vía
armada es posible la toma del Poder en Perú. Los revisionistas, mayoría en ese
Congreso, adoptan la ambigüedad, tan
propia de los oportunistas, reconociendo teóricamente las “dos vías”, la
pacífica y la violenta, pero en los hechos siguen la vía pacífica y el
electoralismo mediante la coalición con la burguesía en el Frente de Liberación
Nacional. El oportunismo reconoce de palabra la lucha armada, pero en los
hechos aplica las tesis revisionistas del socialismo pacífico: elecciones y
frentismo interclasista para reformar el Estado y sindicalismo para acumular fuerzas. Los comunistas del
Perú no cesan en su combate contra el revisionismo y en 1967 se inicia el “Plan estratégico de Reconstituir el Partido
para la Guerra Popular”.
Esto marca un verdadero hito histórico en la experiencia universal proletaria puesto
que desde la lucha de dos líneas la
vanguardia revolucionaria preparó la reconstitución del Partido Comunista desde
el principio marxista de derrocar mediante la violencia el orden social burgués.
Para implantar la dictadura del proletariado la línea revolucionaria,
encabezada por Abimael Guzmán, “Presidente Gonzalo”, pone en el debate
los 4 problemas de la
Revolución, que se tornarán en el sistema de contradicciones a resolver por parte de la vanguardia
proletaria del Perú: el problema de la
guía ideológica, el problema del Partido Comunista como dirigente del proceso
revolucionario, el problema de la especificación concreta de la Guerra Popular y el
problema de la construcción de las Bases de Apoyo o Nuevo Poder.
A
partir de este momento se recrudece la lucha ideológica “Desarrollar a fondo la lucha interna” ,“Profundizar e intensificar la lucha interna en la práctica
revolucionaria”, etc. Se trabaja por “armar
a las masas para la
Guerra Popular orientada por el marxismo-leninismo
pensamiento Mao”. Durante los años 70 se especifica que el Partido sea el
dirigente único de la
Revolución, es decir, que el P.C. sea suma de organizaciones como preconizaron Lenin y Stalin: se prepara
la construcción concéntrica de los instrumentos de la Revolución. El
Partido crea el Ejército y desde este los Frentes (bases de apoyo de la guerra
popular). El Partido sobre el fusil y la ideología proletaria atravesando todas
las organizaciones del Partido, tal es la forma de construcción revolucionaria.
A finales de 1979 se acuerda el inicio
de la Guerra Popular.
El revisionismo negó la validez de la lucha armada basándose en que no había
condiciones objetivas para desarrollarla. Se desentendió de la labor de estudio
científico de la realidad y se limitó a actuar como un partido burgués, como
los viejos partidos obreros. En 1980 se
inicia la Guerra
Popular que conoció una década de éxitos hasta que la
dirección del PCP cayó en 1992. Desde los años 50 hasta 1980 la vanguardia
revolucionaria de Perú trabajó para que se diesen las condiciones subjetivas de
la Revolución
que pasan por la existencia del Partido de Nuevo Tipo:
“En síntesis,
todo el proceso de la
Reconstitución nos deja un Partido de nuevo tipo preparado
para iniciar la guerra popular y dirigirla hasta la conquista del Poder en todo
el país, proceso en el cual se forjó el contingente histórico que con la
ideología del proletariado y bajo la dirección del Presidente Gonzalo estaba
presto a asumir la conquista del Poder a través de la guerra popular.” [7]
Lo
que nos demuestra la reconstitución del PCP y la Guerra Popular del
Perú, dejando ahora de lado cuestiones polémicas, como la teoría de la Jefatura, es que la vanguardia ideológica marxista-leninista
es el motor de la Revolución. La
ideología ha de fusionarse con el movimiento obrero para dirigirlo conscientemente, desarrollando
correctamente el sistema de contradicciones al que ha de enfrentarse, y del que forma parte, la vanguardia
revolucionaria desde la lucha de dos líneas dentro del
movimiento comunista hasta el derrocamiento del estado burgués y la
construcción del Poder de nuevo tipo.
Oportunistas sin
complejos
Buenas intenciones… para enterrar
al comunismo
Hasta
aquí hemos realizado una crítica desde el punto de vista teórico del plan de
Unidad Comunista que defienden los miembros de la CUC contraponiéndolo con el
Plan de Reconstitución que defendemos y aplicamos desde el MAI. Ahora vamos a
interesarnos por como llevan estos señores a la práctica sus planes, como los defienden y como hacen propaganda de
ello.
Ya
en el 2007 UP y PCE (m-l) dieron a conocer lo que llamaron “Diez Compromisos de los Comunistas Españoles” con el fin de sentar la base de la futura
unidad de los comunistas españoles. Toda una declaración de buenas intenciones:
“Lucharemos contra el revisionismo de
derecha, que es un serio freno a la unidad del proletariado abocándole al
espontaneísmo y a la inmediatez del reformismo. A la vez, lucharemos contra el
revisionismo "izquierdista", que es un serio freno para la unidad del
proletariado por su sectarismo y radicalismo, abandonando a la mayoría de las
masas y haciéndole el juego al reformismo. Tanto el espontaneísmo y el
reformismo, como el sectarismo y el radicalismo, son atentados contra los
intereses objetivos del proletariado, contra su unidad en pos de objetivos
revolucionarios. Por todo ello, nuestro compromiso común de lucha contra el
revisionismo de todo pelaje lo desarrollaremos en la disputa por una política
revolucionaria, dentro del mismo movimiento de las masas, desenmascarándolo
ante ellas en la misma lucha cotidiana.” [8]
Plantean
la lucha de dos líneas “dentro del mismo
movimiento de las masas” (refiriéndose al movimiento espontáneo de la
clase) algo que desde sus postulados, esos que se olvidan de las relaciones dialécticas
existentes entre vanguardia y masas, es bastante coherente. No obstante esto
significa reconocer la importancia de la ideología para el movimiento
revolucionario pero, eso sí, mezclando churras y merinas pues a la
vez que se habla de “desenmascarar al
revisionismo” se nos espeta la
siempre bien sonante “Unidad de Acción”.
Y esto choca con el reconocimiento de la lucha de dos líneas, aunque este se
haga de forma timorata. Porque la unidad
de acción de los revolucionarios se presupone como aplicación práctica de los principios ideológicos,
políticos y organizativos del
proletariado, para lo cual se debe haber llegado previamente a una cohesión
ideológica que transforme esa Unidad de
fracciones en un solo cuerpo orgánico, o mejor expresado, en una suma de organizaciones desde la
perspectiva leninista de actuar bajo una sola dirección centralizada,
excluyendo de este modo cualquier concesión al fraccionalismo propio de esas
“uniones” orgánicas que carecen de cohesión ideológica y que no son más que una
coordinación de elementos diversos y sin una base sólida. Pero esto es lo que
tiene fundamentar la constitución del Partido Comunista en la unificación de
fracciones en vez de cimentar esa Unidad sobre la base científica del
marxismo-leninismo, pues esta unidad que
proponen los revisionistas es la que hace desfilar al movimiento por el
barranco del oportunismo hasta encontrarse más tarde o más temprano con ese espíritu de grupo que acabará haciendo antes o después
propaganda por la “libertad de crítica” dentro del “Partido Unificado” (que es
lo que plantean, como veremos, algunos fundadores de la CUC).
El PCE
(m-l) y la UP
siguieron su idílica relación para
unificar a los comunistas españoles emitiendo un comunicado conjunto en julio
de 2008 en el que expresaban que:
“Los
marxistas-leninistas, al tiempo que combatimos la influencia burguesa sobre el
proletariado y sus organizaciones, apoyamos sin reservas a todas las fuerzas
que luchan por el socialismo, la democracia, la paz y la soberanía nacional
frente al imperialismo y a la reacción.”
Y
más adelante: “Frente a la oligarquía y su régimen, es necesaria la unidad política
de la izquierda sobre bases consecuentemente democráticas y antioligárquicas,
para impulsar la lucha en torno a un programa mínimo de carácter popular, de defensa de los derechos sociales,
laborales y políticos de la mayoría trabajadora, hacia la conquista de un nuevo
marco político más favorable para el desarrollo del combate general por el
socialismo: la III
República.” [9]
Siguen
los popes de la unidad dejando caer
ante el resto de la vanguardia la idea de que hay que combatir las influencias
burguesas dentro del movimiento obrero y esto mientras ese movimiento se
fusiona con la burguesía en torno a un programa mínimo de carácter popular y de
bases “consecuentemente democráticas”.
Es complicado combatir a la burguesía enarbolando su bandera. Y es más difícil
lograr la unidad comunista en base a la unidad popular, porque ¿con quién
quieren unirse estos señores, con el proletariado revolucionario o con la burguesía antioligárquica? Por el programa pacifista y
democrático-burgués que plantean está bastante claro. Son los más acérrimos
defensores del interclasismo, de la reforma bajo el régimen burgués y son por
ello enemigos del proletariado al que quieren condenar a ser eterna comparsa de
la burguesía. (Más adelante, a propósito del 29-S, ellos mismos se van a
desenmascarar)
La
UP
como una de las máximas abanderadas de la táctica oportunista de unificación comunista, que pasa por la
inmediata unidad “práctica” de los distintos destacamentos “comunistas”, es
lógicamente la primera en renegar de la lucha ideológica en cuanto se le
presenta oportuna ocasión. Por si a
alguien le quedaba alguna duda sobre el oportunismo de estos elementos, veamos
lo que dicen sobre la lucha de dos líneas cuando su plan de Unidad empieza a tomar tierra:
“Debemos
unirnos para reclamar la preparación de
la Huelga General.
No
debemos seguir dividiendo nuestras fuerzas en manifestaciones confrontadas que
reflejan la debilidad actual del movimiento obrero y que, además, producen un
efecto muy negativo sobre la mayoría de la clase obrera que no alcanza a
entender los motivos de tal dispersión, contribuyendo a su desmovilización” [10]
Pero ¿no
iban a desarrollar la lucha contra las influencias burguesas en el mismo
movimiento de las masas? He aquí la lucha de estos señores, he aquí toda su
palabrería hecha realidad. A la clase obrera, a la que adulan por sí misma, la
tratan ahora como estúpida porque “no
alcanzan a entender los motivos de tal dispersión”. Pues si ustedes son
vanguardia, suyo es el deber de hacer que esas masas alcancen a entender los
motivos de la división del movimiento comunista. Pero ni siquiera se plantean esta
tarea porque entonces esas masas verían
que el mensaje de la unidad comunista
de
la CUC
, de
la UP
y cía. es la versión “roja”
de la refundación de la izquierda que
propone esa coordinadora de burócratas electos que es Izquierda Unida. Porque
para estos señores el ejemplo de Partido Comunista revolucionario es el del KKE
y el del PC de Portugal. El espejo en el que mirarse para
la CUC
es del revisionismo que
pretende la reforma del Estado imperialista, el del oportunismo que se dedica a
encauzar la rabia del proletariado por vía electoral ocultando el carácter de
clase del Estado burgués y sus instituciones.
Algunas lecciones políticas de la CUC.
Y es que
los postulados ideológicos y políticos de
la CUC
parecen sacados de una película de Berlanga.
Tras unas cuantas frases sobre la lucha ideológica, luego la niegan porque,
como recogíamos más arriba, dicen que “compartimos
nuestra filosofía”. Pues bien,
veamos cual es el resultado programático de lo que “compartimos” para el
resurgido PTE-ORT:
“Qué duda cabe
que el planteamiento, de cómo llegar al Comunismo, que en su día tenían tanto
Lenin como Mao, no tendría el respaldo del pueblo en el momento que vivimos,
por las diferencias sociales que había entonces y las que hay ahora. El pueblo
hoy, está inmerso en opciones de mejora social y disfrute que la sociedad
capitalista le da y está más alejado de los deseos de lucha revolucionaria y de
militancias en organizaciones y partidos políticos, de lo que estaba entonces,
lo que hace necesaria una estrategia muy diferente de la que en aquellos tiempos
de movimientos sociales repartidos por el mundo, inspiraron las tesis
comunistas tal como las conocíamos de la mano de Lenin y de Mao Tsetung
principalmente, ya que los fundamentos del marxismo-leninismo, siguen estando
vigentes hoy en día, y son necesarios para una mejora real de las clases
trabajadoras, pero no así, el camino para llegar a ellos.
Hablar hoy en
día a la mayor parte de la sociedad de luchar por ejemplo, por la “dictadura
del proletariado”, solo haría alejarnos de las masas, que mayoritariamente
están acomodadas y más aún si les decimos que la alternativa para llegar a
ello, sería la lucha armada.” (…) “Es necesario,
que de ese Encuentro Estatal de Organizaciones Comunistas, salga la creación de
un Movimiento político común de la vanguardia comunista, que conduzca nuestro
trabajo Al Socialismo, adaptado a la nueva situación social que vivimos, que
reconociendo los logros y beneficios con los que cuenta la mayoría de la
sociedad, defienda y coordine, por un lado la solidaridad y la acción entre los
partidos comunistas involucrados en este movimiento y por otro lado prepare la
condiciones oportunas para que ese futuro Congreso Constituyente de Unificación
de todos los Comunistas pueda celebrarse, promulgando ante la sociedad actual,
la defensa de la transformación de la sociedad capitalista, en una sociedad
socialista, por el propio convencimiento de las masas y no por el “fusil”, como
preconizaban Lenin y Mao Tse-tung y como recogen, aún hoy en día, algunos “manifiestos
comunistas actuales” (…) “Por todo
esto, se hace cada día más necesario, la creación en España de un nuevo
“Partido Comunista” adaptado a los
cambios vividos en el siglo XX, con un funcionamiento interno alejado del
rígido “centralismo democrático”, de otros tiempos, y que bajo la Democracia Participativa
Interna, se fundamente principalmente en las bases comunes a la mayoría de los
comunistas, del Marxismo- Leninismo, que nos guíe al socialismo, como paso
previo al comunismo y la sociedad sin clases, pero modificando “el modo y forma”
de cómo conseguirlo.” [11]
¡Nos
hemos vuelto locos y hemos tirado la casa por la ventana! ¡Fuera fusiles y dictadura del proletariado! ¡Abajo la lucha ideológica
y el centralismo democrático! Las lumbreras del nuevo PTE tienen la poca vergüenza de autoproclamarse
comunistas cuando son el mayor atajo de voceros anti-marxistas que hemos padecido
dentro de nuestro movimiento desde que salieron a la palestra los socialfascistas
de
la UCE
, ahora
socios de la ultra Rosa Díez. La amplia
cita traída hasta aquí, ejemplifica a la perfección quiénes son los promotores
de
la Unidad Comunista.
Según el
PTE-ORT “el pueblo” está inmerso hoy día en opciones de mejora social y
disfrute que le ofrece la sociedad capitalista. Pero ¿qué entienden por “el pueblo” en el PTE? ¿Les suena, aunque
solo sea de oídas, el concepto de imperialismo? Con razón estos señores, socios
de honor de
la
Coordinación
de Unidad Comunista, han convertido en su
caballo de batalla la reforma del Estado imperialista.
Vivimos
en la época del imperialismo, fase superior del capitalismo. La división social
del trabajo se ha desarrollado hasta tal punto que el mundo se ha unificado
como mercado único y dividido conforme a la división internacional del trabajo que
reproduce a las clases sociales en una escala global. Así han surgido unos
cuantos países opresores y una mayoría de países oprimidos. La posición de los
países opresores en este entramado mundial de relaciones capitalistas permite
que en ellos surjan capas de la población que se benefician del expolio que
comete su burguesía. Ya no hace falta
ser explotador de trabajo ajeno ni tan siquiera ser propietario de los medios
de producción, para gozar y “disfrutar” en la sociedad parasitaria capitalista. Pero incluir alegremente a todo “el
pueblo” en este saco de clases privilegiadas es pura y dura propaganda
burguesa. Es obvio que en el concepto de “pueblo” que tiene el PTE-ORT lo que se
incluye es la pequeña burguesía, la aristocracia obrera, la guardia civil o los
futbolistas de la liga BBVA. Porque el
pueblo que trabaja y está sometido, el proletariado, no está inmerso en
ninguna bondadosa mejora social. Millones de trabajadores sin trabajo, millones
de masas excluidas por el sistema,
millones de obreros inmigrantes, dan fe en las oficinas del INEM, en los
extrarradios de las ciudades o en los campos de Andalucía del rostro verdadero
del capitalismo: el de la miseria creciente de las masas explotadas que ven en
los programas anti-crisis del comunismo republicano, véanse las 20 medidas anti-crisis elaboradas por
la CUC
[12],
otra forma de perpetuar su subordinación económica y social al sistema
imperialista. Algo que por otra parte, no debe preocupar mucho a quienes hacen
propaganda del imperialismo chino. [13]
En cuanto
a la dictadura del proletariado y la lucha armada, para el PTE son un pasado
que debemos ocultar so pena de “alejarnos de las masas”. ¡Menudos cantamañanas! Según el PTE-ORT la dictadura del
proletariado, y por ende el marxismo-leninismo en su conjunto, son producto de
las inspiraciones infundadas por los movimientos sociales de otros tiempos a
Lenin y Mao. Esto significa relegar a la vanguardia a la categoría de retaguardia. Para estos
revisionistas de
la CUC
la conciencia revolucionaria del proletariado es tan solo un subproducto de su
movimiento espontáneo. Que es como decir que el “descubrimiento” de la
dictadura del proletariado como organización de la violencia revolucionaria del
proletariado convertido en clase dominante no se debe al estudio de las formas
de Estado habidas hasta el momento, , ni parte de una concepción científica de
la sociedad de clases que le dé validez universal. Para los socios de la unidad comunista la dictadura del
proletariado es solo una consigna más de esas que caen del cielo y que ahora ya
no sirve, como lo puede ser su consigna, hoy muy “revolucionaria”, de pedir al
Estado imperialista ayudas para las sufridas PYMES. ¡Pues adelante señores!
pero no mezclen
la
Revolución Proletaria
Mundial con sus patrañas de retaguardia
del movimiento de la aristocracia obrera.
Los
revisionistas reniegan de la dictadura del proletariado porque reniegan del
marxismo y del concepto de Estado como instrumento de la clase dominante que
ejerce su control y violencia contra las clases dominadas. No son marxistas y
por ello no quieren resaltar que el aspecto principal de todo Estado es su
aspecto dictatorial por cuanto que es la organización política de la clase
dominante imponiendo unos intereses determinados. Por eso los
marxistas-leninistas, como vanguardia de la clase obrera, hablamos sin ningún
temor de la dictadura del proletariado, porque nuestro objetivo como clase es
imponer nuestra dictadura para acabar extinguiendo toda forma de Estado, mientras
que los oportunistas no quieren acabar con el Estado, y como se destila de sus
programas reformistas tan solo aspiran a defender ad
eternum el podrido Estado del bienestar.
Y de aquí que odien la violencia
revolucionaria representada en los fusiles portados por las masas explotadas ejerciendo
su papel en la historia. Porque los revisionistas son los más abnegados
defensores de la paz bajo las bayonetas del imperialismo. Pero nada nuevo bajo
el sol, pues contra este tipo de
elementos, enemigos confesos de
nuestra clase, ya apuntó firmemente Lenin en numerosas ocasiones:
“La dictadura es un Poder que se apoya directamente en
la violencia y no está sometido a ley alguna. La dictadura revolucionaria del
proletariado es un Poder conquistado y mantenido mediante la violencia ejercida
por el proletariado sobre la burguesía, un Poder no sujeto a ley alguna. (…)
Que la dictadura supone y significa una “situación” de violencia revolucionaria
de una clase sobre otra, cosa desagradable para los renegados, es algo
imposible de ocultar. (…) La revolución proletaria es imposible sin destruir
violentamente la máquina del Estado burgués y sin sustituirla por otra nueva, que según palabras de Engels, “no
es ya un Estado en el sentido propio de la palabra”. Kautsky tiene que encubrir y tergiversar todo esto, lo
exige su posición de renegado.” [14]
“Esencia de la
dictadura del proletariado y poder soviético. La victoria del socialismo
(como primera fase del comunismo) sobre el capitalismo exige que el
proletariado, en su calidad de única clase verdaderamente revolucionaria,
cumpla las tres tareas siguientes. Primera: derrocar a los explotadores y, ante
todo, a la burguesía, como principal representante económico y político de
aquéllos; derrotarlos en toda la línea; sofocar su resistencia; hacer
imposibles sus intentos de restaurar el yugo del capital y la esclavitud
asalariada. Segunda: atraer y llevar tras la vanguardia revolucionaria del
proletariado, tras su Partido Comunista, no sólo a todo el proletariado o a la
inmensa y aplastante mayoría del mismo, sino a todas las masas de trabajadores
y explotados por el capital; instruirlos, organizarlos, educarlos y
disciplinarlos en el curso de una lucha irreductible, audaz, firme y despiadada
contra los explotadores; arrancar de la dependencia de la burguesía a esta
mayoría abrumadora de la población de todos los países capitalistas e
infundirle, a través de la experiencia práctica, confianza en el papel
dirigente del proletariado y de su vanguardia revolucionaria. Tercera:
neutralizar o hacer inocuas las inevitables vacilaciones entre la burguesía y
el proletariado, entre la democracia burguesa y el Poder soviético, por parte
de la clase de los pequeños propietarios en la agricultura, la industria y el
comercio –todavía bastante numerosas en casi todos los países avanzados, pero
que constituye una minoría de la población- y por parte del sector de
intelectuales, empleados, etc., que corresponde a dicha clase.” [15]
Kautsky
como buen revisionista del marxismo, relegó el concepto de “dictadura del
proletariado” a palabreja empleada por Marx que había sido “sacada de contexto” por
el bolchevismo. Kautsky hablaba de la democracia en general cuando se refería a
la dictadura de la burguesía. Kautsky planteaba como objetivo del socialismo la democracia pura, y por ello se hacía
necesario para él y los suyos ocultar el carácter clasista de toda forma de
Estado. Hoy para los que siguen sus pasos, los comunistas unificadores de
la CUC
, también se hace necesario ocultar que
cualquier Estado es una dictadura de una clase sobre otra. A ellos, como al revisionista
germano, se lo exige su posición de renegados anti-comunistas.
Con su filosofía, que dicen compartir con el resto de comunistas (léase arrepublicanados), es normal que en el PTE, parte integrante de
la CUC
, defiendan sandeces idealistas como esta:
“… promulgando ante la sociedad actual, la
defensa de la transformación de la sociedad capitalista, en una sociedad
socialista, por el propio convencimiento de las masas y no por el “fusil”, como
preconizaban Lenin y Mao Tse-tung y como recogen, aún hoy en día, algunos
“manifiestos comunistas actuales”
Al negar la dictadura del proletariado, los
revisionistas unificadores, han
liquidado el movimiento práctico del proletariado revolucionario encaminado
a transformar la materia social, las relaciones y fuerzas productivas, elevando a las posiciones
de su vanguardia a toda la clase obrera. Un trabajo en que se ven
implicados millones de trabajadores y el cual es imposible realizar solo con
las ideas como armas, pues las ideas per
se no pueden transformar la materia.
Es un absurdo idealista propagar la idea de que bajo las condiciones de la
dictadura burguesa todo el proletariado puede adquirir la conciencia de que debe
transformar la sociedad y máxime cuando se hace apología, como hacen desde el
PTE-ORT y
la CUC
,
del sistema capitalista. En palabras de
Marx:
“[...]
para engendrar en masa esta conciencia comunista como para llevar adelante la
cosa misma, es necesaria una transformación en masa de los hombres, que sólo
podrá conseguirse mediante un movimiento práctico, mediante una revolución.” * [16]
Y expresado más claramente
por Lenin:
"Bajo la dictadura
del proletariado, habrá que reeducar a millones de campesinos y de pequeños
propietarios, a centenares de miles de emplea dos, de funcionarios, de
intelectuales burgueses, subordinándolos a todos al Estado proletario y a la
dirección proletaria; habrá que vencer en ellos los hábitos burgueses y las
tradiciones burguesas"; habrá también que ". . . reeducar . . . en
lucha prolongada, sobre la base de la dictadura del proletariado, a los
proletarios mismos, que no se desembarazan de sus prejuicios pequeñoburgueses
de golpe, por un milagro, por obra y gracia del Espíritu Santo o por el efecto
mágico de una consigna, de una resolución o un decreto, sino únicamente en una
lucha de masas prolongada y difícil contra la influencia de las ideas
pequeñoburguesas entre las masas" [17]
Estas
concesiones al idealismo que realizan los revisionistas de
la CUC
, tienen mucha miga porque dejan entrever lo que
será
la III República
española, popular, democrática, laica,
anti-oligárquica… pues todo el comunismo republicano defiende la
necesidad de una III república en el Estado español como etapa intermedia de
acumulación de fuerzas para llegar al Socialismo. Dan por sentado que en un
Estado republicano (aunque eso sí con tintes anti-monopolistas) el proletariado estará capacitado para adquirir
conciencia de la necesidad que tiene de
tomar el Poder. El proletariado podrá cogestionar con otras clases ese
Estado anti-oligárquico en aras de la
armonía social y democrática, pero no ejercerá aún su dictadura política en la
futurible república intermedia. En
otras palabras, será la burguesía quien siga imponiendo su dictadura. Entonces ¿Cómo
va adquirir para nuestros arrepublicanados
conciencia revolucionaria el
proletariado si está implicado en la gestión
republicana del aparato estatal de la burguesía? Pues necesariamente, tras
su renuncia a la violencia revolucionaria y la dictadura del proletariado, a
través de la propaganda y de las ideas que su vanguardia emitirá en un ambiente
de libertad “infinitamente superior” al que concede la burguesía bajo la
fachada monárquica. ¿En qué se
diferencia entonces el proyecto idealista del PTE-ORT del resto de
organizaciones del comunismo republicano?
En nada, pues todos sustentan que a través de la propaganda las amplias masas
se convencerán de que el socialismo es mejor que el capitalismo.
Sin
embargo la experiencia de la lucha de clases no demuestra nada de esto. En
Rusia las masas hondas y profundas se adhirieron a la dictadura del
proletariado tras experimentar por sí mismas qué era ejercer el Poder
revolucionario. Los Soviets en cuanto eran controlados por bolcheviques, puesto
que estos organismos sin dirección bolchevique no tenían nada de
revolucionarios, actuaban como doble
poder, como Poder proletario contra el Poder
burgués que estaban ya destruyendo mediante la violencia revolucionaria
de la clase obrera erigida en clase dominante, desde esos mismos Soviets. E
incluso en el campo fue necesaria la alternancia de ambos poderes hasta que
finalmente los campesinos optaron definitivamente por apoyar la dictadura del
proletariado.
En Perú
las masas campesinas se convertían en Bases de Apoyo de
la Revolución
cuando la
vanguardia, desarrollando Guerra Popular, realizaba acciones armadas contra la
estructura política y económica de la burguesía, generando vacíos de Poder que
eran ocupados por esas masas armadas con fusiles y con la ideología revolucionaria
de la mano de su Partido. Es decir, que las
amplias masas oprimidas entran, como forma general, en el movimiento revolucionario
cuando este ya ha dado un salto cualitativo y desarrolla praxis revolucionaria
(como unidad de esas masas con el comunismo a través de
la Guerra Popular
). Por
lo que mientras que el socialismo científico no logre fusionarse con el
movimiento para convertir nuestra actividad subjetiva en praxis revolucionaria; mediante la propaganda y los postulados
teóricos a cerca de la transformación social,
solo algunos sectores de la clase, la vanguardia, pueden “convencerse” de la necesidad del
Socialismo y la dictadura del proletariado. Y es solo desde la actividad
consciente de esa vanguardia revolucionaria desde donde se puede generar un
movimiento político de las masas hacia el socialismo, cuando este toma cuerpo
en programa político de transformación real y material (es decir creando vacíos
de Poder destruyendo el orden social
burgués y construyendo esas Bases de Apoyo o Soviets como forma del Nuevo Poder del Proletariado) y no como
programa parlamentario de reformas (Republicano-popular, etc.) que no atentan
contra la estructura clasista de la sociedad.
Como
colofón, y justo correlato a todo lo anterior, estos militantes de
la CUC
reniegan del organigrama
básico de todo Partido Comunista alegando que el Centralismo Democrático es
rigidez de otros tiempos y ha de dar paso a la “Democracia Participativa
Interna”. Como no son comunistas no
quieren un Partido de disciplina férrea y una sola dirección. Como han renegado
de
la Revolución
Proletaria
les es imposible comprender que el Partido
Comunista es el instrumento del que se dota la clase obrera para aniquilar a su
antagonista, la clase capitalista, que cuenta con numerosos organismos,
empezando por el Estado, para defenderse de cualquier agresión y eliminar a
cuantos quieran poner fin a su régimen social. No son más que un grupo de
republicanos y por tanto les basta con publicitar un “frente popular” interclasista,
en el que quepan todas las ideas, en donde nadie pierda su identidad, etc., muy
al estilo de los movimientos nacionales y populares de Latinoamérica que están
reformando los Estados burgueses bajo la consigna de “democracia participativa”
o “socialismo del s. XXI”. Si en nuestro caso los comunistas republicanos del PTE-ORT han optado por llamar Partido a
su ente interclasista (aunque dejan caer el nombre de Movimiento al Socialismo en el documento ya citado) debe ser más por
cuestiones de oportunidad (al fin y
al cabo no quedan hoy comunistas
republicanos que no breguen porque su propio chiringuito interclasista se
haga un hueco entre las masas) que por convicciones ideológicas. No
obstante esto está en plena coherencia con su visión del Partido como unidad de
fracciones que han de mantener la libertad de crítica dentro de la “unidad de
acción”. Pero para no restarles meritos las notas contradictorias, la
ambigüedad y el espacio de confusión que dejan estos oportunistas entre el
Partido y el Frente Interclasista mejor las dejamos para que las expliquen, si
es que saben, o bien a quienes estuvieron en la fiesta de cumpleaños de reconstrucción del PTE o a quienes son sus
aliados y camaradas en
la Coordinación
de Unidad
Comunista.
El caso
de la tercera pata de
la CUC
,
el Colectivo Comunista 27 de Septiembre, no es muy distinto al de sus
compañeros de viaje. A pesar de proclamar a los cuatro vientos el Socialismo,
este colectivo es fiel defensor del reformismo burgués. Y como tal se ha
adscrito a un programa electoralista para las elecciones municipales del 2011
firmado por la “Plataforma de Ciudadanos
por
la República
”
que presenta unos cuantos cambios administrativos en el Estado imperialista como
un gran paso en el camino al Socialismo.
El cómo defienden esta estrategia es de lo más coherente con los ideales
republicanos:
“…el movimiento popular que se había fortalecido en la
lucha contra el franquismo, quedó anulado: innumerables experiencias de
cooperación y unidad antifascista, de cultura popular y trabajo colectivo,
fueron arrinconadas; se separó la vida en los barrios, pueblos y ciudades, de
la lucha política, quedando limitada la participación de los ciudadanos a la
elección de representantes en base a un sistema electoral perverso que ha terminado
por colocar a los aparatos de los principales partidos bajo el control de
camarillas internas, cuando no de grupos mafiosos y de especuladores.”(…)
“Llegados a este punto, va quedando claro que la protesta no basta, pues
cualquier manifestación de oposición se convierte en un simple desahogo si no
se lucha por llevarla allí donde se deciden las cuestiones que afectan a los
ciudadanos; va quedando claro que cada vez es más necesario expresar
políticamente nuestras reivindicaciones. Por separado, las luchas son muy
limitadas o están abocadas al fracaso; por separado no queda más que
institucionalizar la protesta. Lo que
nos reclama ahora la ciudadanía, es redoblar los esfuerzos para llevar las
reclamaciones populares a los foros e instituciones donde se deciden las
grandes cuestiones que nos afectan como ciudadanos. Y para hacerlo es precisa
la unidad. La unidad nos hace fuertes.” [18]
Parece que
es la maldad intrínseca del actual sistema electoral burgués el que convierte a
los principales partidos de la burguesía en aparatos al servicio de la
burguesía. ¡Qué cosas más raras pasan en este país! La democracia atenazada por
grupos de mafiosos y las pobrecitas bases de los partidos políticos, como las
de CIU, PSOE, ERC, PP, PNV, IU… sometidas a los designios de sus malvadas camarillas internas. Es como si estos
republicanos, con los que van de la mano el comunismo arrepublicanado (CUC, PCE M-L…) intentasen ocultar los límites de
la democracia burguesa tras su denuncia a estos perniciosos grupos de especuladores
que desde la oscuridad confabulan contra la democracia. Pero es que esta es la
verdadera democracia que ofrece el régimen social capitalista. Los límites
democráticos de este régimen no vienen determinados por cuatro leyes más o menos condesciendes con
los trabajadores o con los que de mayores quieren ser diputados del
parlamento. Los límites de esta democracia están en su carácter de clase. Y
frente a ella los comunistas no podemos
plantear más que la dictadura del proletariado. Pero sigan ustedes, los
arrepublicanados, hablando de “la ciudadanía”, sigan haciendo propaganda de la democracia en
general, sigan hurtando al proletariado los conceptos científicos que cuando haga
suyos lo elevarán al Poder. La burguesía les estará agradecida por muchos años
y tal vez más de uno vea sus esfuerzos recompensados siendo nombrado concejal
en algún ayuntamiento de la
III República Española. Y será desde esa institución burguesa
desde donde nos traerán estos concejales la revolución, pues como el
“movimiento popular” fue confinado a las instituciones durante la transición
del corporativismo fascista al parlamentarismo imperialista lo que hay que
hacer ahora es institucionalizar aquella parte del “movimiento popular” que
todavía no esté institucionalizado. Porque para esta gente el lugar en donde se
unen las luchas parciales de ¿la clase obrera? (realmente no sabemos de que
clase social hablan, como la ciudadanía
lo abarca “todo”) es en las instituciones de poder creadas por la burguesía. Que
esto lo defiendan los seguidores de Manuel Azaña nos parece comprensible. Que
lo hagan quienes dicen seguir la estela de Lenin y Stalin ya se torna en un
grave problema porque reproduce la ideología burguesa dentro del maltrecho movimiento
obrero. Aunque al menos pone de relieve,
una vez más, que el marxismo-leninismo fue liquidado como teoría de vanguardia y
es necesaria su reconstitución.
Estos son
los ingredientes para el cóctel de la unidad
comunista: la negación de la ideología proletaria a las masas, el
cretinismo parlamentario, el reformismo y el seguidismo a las luchas
espontáneas de la clase obrera operando como retaguardia del movimiento y como
base de apoyo de la cada vez más burocratizada aristocracia obrera.
Frente al
oportunismo, reconstituir el Comunismo.
Unidos todos
estos grupos en la CUC
han enderezado el rumbo, pero hacia el oportunismo sin complejos. Siguen
ahondando en todos los males del reformismo burgués ya que su fin no es unir a
los comunistas sino agrupar a todos los revisionistas del Estado español para
que hagan lo que hacen hoy día por separado pero juntos y de buen rollo. El mejor ejemplo de lo que criticamos ha sido la
puesta en escena del revisionismo ante la huelga general del 29-S convocada por
la aristocracia obrera en un contexto de lucha interna entre las clases
dominantes, en donde la clase obrera, al estar desprovista de sus organismos de
clase para sí, es tan solo carne
cañón para engrosar las filas de las procesiones convocadas por CCOO-UGT y demás mafias sindicales o para depositar una
papeleta en una urna en favor del PSOE, de IU o del último chiringuito electoral montado a su izquierda.
Ante la
huelga de funcionarios del 8 de junio en la CUC tuvieron la valentía de plantear sus
reclamaciones a un sector del Estado burgués:
“… exigimos
a las cúpulas de CCOO y UGT, principalmente, que convoquen lo antes posible la HUELGA GENERAL y
movilizaciones continuadas hasta la derogación de las medidas de recorte y como
freno a la reforma laboral.” [19]
Sin duda debieron asustar a los sindicatos vendeobreros porque para
finales de septiembre se convocó la tan ansiada Huelga General (2 años llevaban
reclamándola los revisionistas). La fecha del 29-S se tornaba así en la
perfecta oportunidad de estrechar lazos con los sindicatos verticales, algo que
la CUC no podía desaprovechar.
Por ello lanzaban este aviso a navegantes ¡dos meses antes de la huelga!, quienes hace
un par de años se iban a comer el mundo desarrollando la lucha contra el revisionismo “dentro
del mismo movimiento de las masas”:
“La unidad sindical nos hará
fuertes. En el momento actual, la crítica destructiva hacia los sindicatos
mayoritarios y la renuncia a la participación en las movilizaciones planteadas,
con la honrada pretensión de dar más profundidad a dichas movilizaciones, puede
causar el efecto contrario, puede provocar la desmovilización, la desunión y la
desorganización de los trabajadores, haciendo sin quererlo un trabajo paralelo
a los medios de comunicación del capital que buscan el fracaso de la huelga
general y la destrucción de todo sindicalismo reivindicativo. [20]
Es decir que
para no confluir con el gran capital lo que tiene que hacer el proletariado es
confluir con la aristocracia obrera. ¡Genial
ofensiva táctica!, la planteada por la CUC.
Como el proletariado está más que capacitado para
hegemonizar la lucha sindical (que sea
la aristocracia obrera la única con capacidad de movilización y
convocatoria es poco más que una anécdota
sin importancia). Como está
comprobado que el proletariado tiene ya un firme programa revolucionario
anclado en los principios del marxismo-leninismo (lo de tomar el reformismo por
bandera es algo puntual) puede
permitirse el lujo de desfilar codo con
codo con un sector de la democracia imperialista, los Toxo, Méndez… e incluso puede ampliar su alianza democrática y anti-monopolista, sin miedo a perder un ápice
de su “carácter revolucionario”, a capas más altas de las clases dirigentes.
Pasen y vean:
“Los
intereses de las PYMES están objetivamente enfrentados a los de los bancos de
cuyos préstamos dependen, a los del Estado a quien deben tributar y a los de
las grandes empresas que les imponen sus condiciones y las explotan. A pesar de
que los obreros asalariados sufrimos la explotación laboral de estos
empresarios y hemos de defendernos contra ella, nuestras organizaciones
sindicales y políticas deben desarrollar la contradicción entre ellos y el gran
capital, deben defenderlos frente a éstos, deben ofrecerles una alianza
antimonopolista y antioligárquica. Debemos conseguir que las próximas huelgas
generales sean apoyadas efectivamente por un número creciente de pequeños y
medianos empresarios: deben cerrar sus negocios en las jornadas de huelga para
escenificar el aislamiento de la oligarquía financiera y la hostilidad del
pueblo hacia ella. Son ejemplos que debemos divulgar y extender los apoyos a la
pasada Huelga General por parte de las asociaciones de comerciantes chinos, de
varios sindicatos policiales y de la guardia civil, de intelectuales y
artistas, de asociaciones de vecinos, culturales, etc. Y debemos seguir
luchando por convertir al movimiento republicano en la expresión política más
elevada de esta alianza democrática de lucha de las clases populares contra la
oligarquía financiera.” [21]
Las PYMES,
los comerciantes chinos, los Bardem, la guardia civil, la policía nacional… si
los camaradas de los sindicatos se
hubiesen dignado a convocar un par de huelgas generales más hasta el Ejército español
obligado trágicamente y contra su voluntad democrática a tomar los aeropuertos,
garantizar la unidad de la patria y bombardear a la insurgencia afgana, todo
por los exclusivistas intereses del gran
capital español y la clase terrateniente,
se habría adscrito a la alianza democrática del movimiento republicano. Tan
solo faltaría algún Sanjurjo moderno
que pudiese ser nombrado director general de la guardia civil republicana. Quizás
el coronel Martínez Inglés, buen republicano, patriota y con reconocida
experiencia de guerra en las viejas colonias de Sidi Ifni y Sáhara, esté presto
a ocupar ese cargo.
Volviendo a
los revisionistas, y dejando de lado su querida e interesante política ficción, se puede decir que han
abandonado cualquier tipo de complejo. Y han perdido la poca vergüenza que les
pudiese quedar. Ya no les importa absolutamente nada. Les da igual una Bandera
Roja con la Hoz y
el Martillo que una blanca adornada con las iniciales del Sindicato Unificado
de Policía. En toda su propaganda ocultan qué es el imperialismo y cuáles son
las relaciones de poder que ha generado en el Estado español. El pequeño
comerciante, el liberado sindical, el picoleto
o el txakurra, el dueño de una PYME…
¿qué opresión sufren bajo la actual composición clasista del Estado? Todos
ellos están representados de uno u otro modo en la democracia burguesa: En el
diálogo social, en los parlamentos y ayuntamientos, en la estructura
jurídico-policial del Estado, en las Cajas de Ahorro, en las Cámaras de
Comercio, etc. Se benefician de la actual situación como lo hacen los
accionistas del IBEX-35, pues son sus socios en la gestión de la dictadura
burguesa contra el proletariado y las masas trabajadoras. Es el imperialismo,
del que forman parte, el que les permite tener una posición privilegiada
respecto a los proletarios asalariados y harán, y hacen, todo lo posible por
perpetuar el mundo en que viven porque para todos estos que hoy ejercen su
dictadura contra los obreros, este es en verdad el mejor de los mundos posibles, como parece también lo es para la CUC.
Caracterizando
a toda clase social que no sea la de los banqueros y los terratenientes como aliada del proletariado en una potencia
imperialista como es el Estado español, demuestran que la III República de unidad comunista, de unidad sindical y de unidad popular no es más que maquillaje
para el imperialismo y el Estado burgués. Para la democracia de la policía, de
los sindicatos, de los empresarios y de los banqueros.
El
revisionismo implementa la línea oportunista a la hora de reconstituir el
Partido Comunista. Se relega la ideología comunista a mero anecdotario del
pasado con la excusa de estar pegados a la realidad concreta. Se aplazan las
cuestiones referentes al objetivo del Poder proletario y se convierte cada
lucha espontánea en un frente de vital importancia en el camino al Socialismo en el que cada vez hay más y más estaciones
interclasistas. Pero lo que ocurre es que el revisionismo se desliga por
completo de la realidad material. Por arte de magia desaparecen las tareas
objetivas a resolver por la vanguardia para reconstituir el P.C., no hay
contradicciones en el seno mismo de la vanguardia (entre la m-l y la no m-l;
entre la teórica y la práctica…) y acaban por esfumarse hasta las relaciones objetivas existentes
entre las clases sociales. Se obvia que en la democracia burguesa las
contradicciones de las clases dominantes se dirimen democráticamente en el
Parlamento y en los órganos de poder, de viejo poder, generados para ello. Y se
representa una república idealizada en que libres de los malvados banqueros,
los obreros junto a la pequeña y no tan pequeña
burguesía y sus policías, vivirán en perfecta armonía y adquirirán, no
se sabe cómo, conciencia revolucionaria. El oportunismo y el idealismo son el
precio a pagar por olvidar que los principios proletarios son objetivos y
radican en la ciencia de la materia social. Éste es el impuesto político que
los revisionistas pagan por haber abandonado el marxismo-leninismo.
El
revisionismo moderno, el del comunismo
republicano, ha apostado todo por la unidad directa de los comunistas,
renegando del combate ideológico y tomando la reconstitución del Partido como
un bonito pacto entre caballeros, que
desemboque en la inserción de los comunistas en todas las luchas espontáneas
y reformistas que se dan en la sociedad imperialista. Y con esta apuesta han
certificando su bancarrota.
Porque para poder converger con el movimiento
espontáneo de las masas y transformarlo en movimiento revolucionario se torna
indispensable haber reconstituido el Partido Comunista, sobre las bases
científicas del marxismo-leninismo que le permitan ser el organismo social de
vanguardia que enlace con el movimiento social práctico de la clase obrera de un modo revolucionario.
Porque la vanguardia no puede limitarse a adaptarse al movimiento y formas del
espontaneísmo popular que se dirigen al Estado como fuerza de presión, como
grupo reivindicativo tendente a la reforma del Estado, que espera que la clase dirigente conceda algún derecho o
lleve a cabo tal acción. Clamoroso ejemplo es que toda la “Izquierda”, desde
los más ortodoxos marxistas-leninistas arrepublicanados
hasta los neotrotskistas postmodernos,
lleva más de dos años mendigando ante los sindicatos, aliados de la burguesía
monopolista, la convocatoria de una huelga general. Más siguiendo el ejemplo
del pope ortodoxo que encabezó a la
muchedumbre para mendigar al zar en enero de 1905, que el del bolchevismo, del
que todos dicen ser fieles seguidores,
que derribó en Octubre, y sin pedir permiso, el Estado de los republicanos
rusos.
El P.C. una
vez que se ha reconstituido debe transformar y elevar las reivindicaciones espontáneas
de las masas a praxis revolucionaria, a violencia revolucionaria que destruya,
y no reforme, el viejo orden de las cosas en función de la Guerra Popular que
la historia ha certificado como estrategia universal de la Revolución Proletaria
Mundial. Porque la
Guerra Popular es el máximo exponente de cómo las masas
explotadas son convertidas por su vanguardia en masas armadas revolucionarias.
Entregándoles el poder para que adquieran experiencia propia y puedan valorar
por sí mismas que dictadura política es mejor, si la suya o la de los
burgueses.
La Guerra
Popular como Praxis
Revolucionaria es la plasmación en la vida real de cómo la vanguardia debe elevar
a las masas y como estas se transforman a sí mismas, transcienden su posición objetiva en la sociedad y se
convierten de forma efectiva en sujeto y objeto de la transformación social, en
masas revolucionarias, en las parteras
de esa nueva sociedad que la clase obrera lleva dentro pero que es imposible
que salga a la luz si la vanguardia no aporta al resto de la clase la
conciencia necesaria, la conciencia de que hay que destruir para construir.
Pero para
que la Guerra Popular
transforme a las masas en masas
revolucionarias armadas, el movimiento social exige que la ideología
comunista dirija el proceso revolucionario, pues sin marxismo la revolución es
imposible pero con marxismo todo es posible. Por eso es imprescindible
reconstituir al comunismo como ideología de vanguardia. Por eso la lucha de dos líneas
debe ser hoy la base de la reconstitución para conquistar una Unidad cimentada
en el marxismo-leninismo y en la lucha de clases frente a los enemigos que
predican y prometen la falsa y oportunista unidad agarrada con pinzas a un pacto entre caballeros.
Movimiento Anti-Imperialista
Junio 2011
Notas
[1] C.U.C, Comunicado sobre la unidad de los comunistas,
29 de marzo de 2010.
[2] Ver “Boletín de Unidad
Comunista”, nº 1, pg. 3, abril 2009. Unión Proletaria.
[3] Unión Proletaria, “Boletín
de Unidad Comunista”, nº 1, pg. 3, abril 2009.
[4] C.U.C., “Comunicado sobre la unidad de los
comunistas”, 29 de marzo de 2010.
[5] C.U.C., “Comunicado
sobre la Unidad
de los Comunistas”, 29 de marzo de 2010.
[6] V.I. Lenin. “¿Qué Hacer?” Capítulo II, La espontaneidad de las masas y la conciencia socialdemócrata, Ed.
Progreso, Moscú, pg. 31.
[7] Partido Comunista de Perú, “Línea
Militar”, Ed. Bandera Roja, 1988.
[8] PCE (m-l) y U.P, “Diez
Compromisos de los comunistas españoles”.
[9] “Comunicado conjunto del Partido
Comunista de España (marxista-leninista) y de Unión Proletaria ¡Por la unidad
de los marxistas-leninistas, por el Partido Comunista!”, Madrid 22 Julio de
2008.
[10] Unión Proletaria, “Boletín de Unidad Comunista” nº
1, abril 2009.
[11] Secretaría política del PTE, “La Unidad de los comunistas en
el s.XXI”, 1 de Junio de 2009.
[12] ”Contra el des-ajuste del plan del gobierno” es un panfleto firmado
por PTE-ORT y UP, en junio de 2010, en
el que además de dar ideas al ejecutivo del PSOE de cómo ahorrar en sus
presupuestos, se recogen las “20 medidas
para salir de la Crisis” que estos
señores de la CUC
exponen ante la sociedad capitalista para sacarla del embrollo económico en que
se ha metido. Estas medidas no pasan de
ser un homenaje a J. M. Keynes. Por
citar algunas de ellas: “1.Nacionalización
de la Banca,
Financieras y Empresas estratégicas: Telecomunicaciones, energéticas,
astilleros, altos hornos, autopistas, etc. (…) 8. Recuperación del Impuesto de Sucesiones para
fortunas medias y grandes fortunas a partir de 300.000 € (…) 11. Eliminación de
ayudas y financiación a la
Iglesia católica (…) 12. Apoyo a la pequeña y mediana
empresa. 13. Créditos blandos personales y mejora de los créditos ICO. (…)
19. Ayudas a la inversión I+D. tecnológica y medio ambiental.” Tras el
recital de reformas proteccionistas del régimen, los firmantes afirman que esto
solo es viable “Mediante la proclamación
de la III República,
que haga posible el control y desarrollo de todas estas medidas, que desarrolle
la concienciación política, de democracia popular”. Este es el programa de
acción de la CUC. Diseñado
para los que cotizan a la seguridad social por el RETA o para el sufrido
empresario dueño de una PYME. Pero no para la emancipación del proletariado.
[13] En Noviembre de 2010 la
Unión Proletaria se alineó descaradamente con el imperialismo
chino publicando un artículo titulado “Cómo China ayuda al movimiento obrero”.
En esta obra, que el día se conozca en Pekín seguro será recompensada, se
refieren a China como un país dirigido por un Partido m-l, que trabaja por el
avance del movimiento comunista internacional, cuyas relaciones económicas con
los países oprimidos carecen de expolio. Comparan la política de Deng Xiaoping,
implementada 27 años después del triunfo
de la Revolución y 10 después del inicio de la Gran Revolución Cultural
Proletaria, con la NEP
de la URSS. Y
hasta aplauden la restauración total de las relaciones capitalistas porque estas,
dicen, facilitarán el paso a las relaciones socialistas. Por supuesto no faltan
referencias a Marx y a Lenin.
[14] V.I. Lenin, “La
Revolución Proletaria y el renegado Kautsky”. Obras
escogidas, Tomo IX, p. 5, Progreso, Moscú 1973.
[15] V. I. Lenin, “Tesis para el II Congreso de la Internacional Comunista”.
Obras escogidas, Tomo XI, p. 61-62, Progreso, Moscú 1973.
[16] C. Marx, “La cuestión judía (y otros escritos)”. p. 214, Barcelona, 1992.
[17] V.I. Lenin, citado por J. Stalin en “Los fundamentos del leninismo”, págs.
46, 47; Ed. Lenguas Extranjeras Pekín, 1972.
[18] “Llamamiento de la
Plataforma de ciudadanos por la República a la
participación unitaria en las elecciones municipales del 2011”, 5 de septiembre de
2009.
[19] PTE-ORT y UP, “Contra el Des-ajuste del plan del
Gobierno”, 4 junio de 2010.
[20] C.U.C. “Por la unidad de los trabajadores,
preparemos la Huelga
General”, junio de 2010.
[21] Unión Proletaria, “Desarrollar el movimiento
obrero a partir de la
Huelga General del 29-S”, 28 de Octubre de 2010.