Contra las falsas ilusiones del revisionismo:
¡Avanzar en la reconstitución comunista!
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La creación y divulgación de una teoría revolucionaria desempeña el papel principal y decisivo en determinados momentos, refiriéndose a los cuales dijo Lenin: "Sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento revolucionario." Mao Tse-tung

Han transcurrido siete años de crisis económica, en los que se ha venido asentando la reestructuración del bloque dominante del Estado, donde la aristocracia obrera y parcialmente la pequeña burguesía son las capas más perjudicadas en el nuevo reparto del pastel político, que el proletariado siempre ha estado privado de degustar. Sin embargo, ello no significa que la clase que no tiene nada que perder más que sus cadenas no haya retrocedido aún más en la de por sí complicada situación en la que tenía que sobrevivir cada día para volver (con cierta e irónica suerte) a ser explotado a la mañana siguiente. La pujanza a la baja del coste de la reproducción de la fuerza de trabajo tiene unas consecuencias harto conocidas: paro endémico para familias enteras, desahucios que conducen al suicidio, salarios de hambre...

Ante esta situación, la mayoría del movimiento comunista tanto en el Estado español como a nivel internacional, haciendo gala de un nefasto determinismo económico y su colofón consecuente, sintetizado en la vieja tesis revisionista del derrumbe inevitable del sistema capitalista, se frotaba las manos esperando por fin tener la posibilidad de guiar a las masas, aprovechando esa crisis económica que, ansiaban, fuese una situación más propicia, y que abriría por fin y como por arte de magia los ojos a los explotados; que de una vez podrían visibilizar cuál debe de ser su vanguardia, comprendida como la organización determinada a abanderar sus luchas económicas y a entronarlas en la maquinaria estatal de la burguesía.

Pero nada ha cambiado en el estado de la clase obrera, que sigue atrapada en las redes de la conciencia en sí, es decir, en aquella que surge naturalmente de la posición del obrero como engranaje del mecanismo del capital, y que es la que más se adecua a la reproducción de esta posición. Recordándonos con ello que las luchas espontáneas no generan revolución y que la ideología revolucionaria solo se puede introducir desde fuera del movimiento económico espontáneo.

La realidad enseña que en ausencia de Partido Comunista, entendido como instrumento de la Revolución Socialista que fusiona en un único movimiento social organizado a la vanguardia con su clase, no se puede transformar la realidad en un sentido revolucionario. Esto es reconocido superficialmente por quienes hegemonizan el movimiento comunista, pero sin atender a las profundas implicaciones que ello conlleva. Máxime cuando lo que caracteriza a la época política que vivimos es la necesidad de reconstituir el Partido Comunista, cuya verdadera naturaleza como depositario de la experiencia histórica de la lucha de los oprimidos contra sus cadenas queda degradada a mero coordinador de las diversas luchas parciales de las masas, que precisamente tienden a reproducir la posición subordinada de nuestra clase.

Así ocurre que los destacamentos revisionistas caminan absortos en su táctica-proceso, en la que llevan décadas encerrados, expresada en esa práctica identificable con el economicismo, el cretinismo parlamentario y el practicismo más estrecho, que se ha mostrado invariablemente incapaz de construir movimiento político, no ya revolucionario, sino ni tan siquiera de defensa inmediata de las condiciones de nuestra clase. Así, en estos años de crisis, todas las plataformas por la unidad obrera o por la unidad comunista, todos los intentos de estructurar un movimiento desde las luchas inmediatas y las reformas, se han visto ahogados y sustituidos por otros “nuevos”, organizados por los mismos elementos y tan aciagos como los anteriores. Ninguna lucha de masas ha sido ni iniciada ni protagonizada por el revisionismo, cuya única realidad es la de servir de complemento a la verdadera vanguardia de la aristocracia obrera, los grandes sindicatos integrados en el régimen imperialista. Nuestros revisionistas se niegan a ver lo que el simple y limitado empirismo muestra.

Sin embargo la reconfiguración de la correlación de fuerzas entre las clases dominantes ha tenido efectos en el movimiento comunista. El revisionismo, como representante de los intereses de la aristocracia obrera radicalizada y en declive, se ha visto obligado a realizar adaptaciones tácticas, en lucha por un espacio político saturado. Los destacamentos revisionistas se unifican, se disuelven o reaparecen bajo nuevos matices, que no sobrepasan ese alfoz de construcción política basada en agregar horizontalmente las diversas reivindicaciones parciales e inmediatas de la clase para denominarlas “Programa”.

Formalmente incluso, el revisionismo estatal ha renegado, ante las particularidades de la crisis, de las “etapas intermedias” entre capitalismo y socialismo, aunque en realidad su programa en torno al Estado sigue siendo el mismo: a las diversas organizaciones de resistencia de la clase las pasan a denominar “órganos de poder” y pretenden que éstos, unidos a la gestión del viejo Estado burgués, se conviertan en una especie de “socialismo” al que se llegará mediante una confusa serie de procesos previos, que vendrán determinados por el propio devenir de las cosas y en los que se coaligarán huelgas, elecciones y quién sabe si alguna insurrección.

Por supuesto, en esta entelequia que rompe con la realidad material y con la planificación consciente del proceso revolucionario, se difuminan los organismos desde los cuales nuestra clase ejercerá su dictadura revolucionaria y cómo éstos estarán ligados al Partido Comunista, así como los medios políticos y militares desde los que se encumbrará y desarrollará el Nuevo Poder a través de la Guerra Popular.

El revisionismo ha apostado con todas sus fuerzas en esta crisis, considerándola un punto de inflexión que relanzaría su nivel de “fusión” con las masas, de la manera que mejor sabe proceder: buscando una solución externa a los problemas del comunismo, delegando en las luchas parciales de masas la resolución de las cuestiones específicas que son responsabilidad de la vanguardia. Su línea, tanto estratégica como táctica, ha quedado en la más absoluta de las vacuidades. De forma inevitable esto ha supuesto un golpe de realidad a nuestros teóricos de la práctica sindical y del trabajo de masas, que casi siempre circunscriben a la aristocracia obrera, que, por su parte, sin embargo visualiza como sus mejores representantes políticos a Izquierda Unida o a la nueva marca electoral de moda: Podemos.

Estas tareas específicas a las que nos referimos y que compete resolver a la vanguardia, pasan, en primer lugar, por la reconstitución ideológica del comunismo, en tanto la gran derrota temporal sufrida por la Revolución Proletaria Mundial a finales del pasado siglo ha conllevado que el marxismo, como cosmovisión de la realidad que alimenta la praxis revolucionaria de la clase proletaria, se haya desgastado, perdiendo su lugar de referencia. Esta tarea particular y concreta solo puede resolverse mediante la lucha de dos líneas, expresión ideológica de la lucha de clases en el seno de la vanguardia, en torno al estudio y análisis de la experiencia histórica, en lo que hemos denominado Balance del Ciclo de Octubre, que nos permitirá sintetizar todo el bagaje de la lucha de clases, y que a su vez será en la que se cimenten los principios sobre los que habrá de reconstituirse políticamente el comunismo, al tener la vanguardia los elementos necesarios para, entonces sí, fusionarse con las masas de la clase en un movimiento político.

Este movimiento no será otro que el Partido Comunista, destinado a construir los organismos de Nuevo Poder desde los cuales las masas ejecuten la Dictadura del Proletariado y que, en coherencia con la construcción consciente del proceso revolucionario, solo puede desenvolverse mediante la Guerra Popular.




¡Por la reconstitución ideológica y política del comunismo!
 ¡Contra el capital y sus crisis, por la Revolución Socialista!




Movimiento Anti-imperialista
1º de Mayo de 2014
Apd.: nº 6.018/50.007 Zaragoza
mai@nodo50.org
http://www.nodo50.org/mai