LA CRISIS Y LA BANCARROTA DEL REVISIONISMO

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Segundo año de crisis, más de cuatro millones de parados y la cifra sigue aumentando. Este panorama, que de por sí ya sería desolador, viene acompañado de un paroxismo que debería hacer enrojecer a cualquiera que se haga llamar a sí mismo comunista y esté en su sano juicio. Y es que es así señores, aquellos a los que se les llena la boca hablando del trabajo práctico en los frentes amplios de masas han sido, como vaticinábamos en los comienzos de estas crisis, incapaces de organizar una mísera huelga.

¿Dónde está la respuesta tan esperada por parte de las grandes masas? ¿Dónde están las huelgas y dónde está su vanguardia dotando esas hipotéticas movilizaciones de contenido revolucionario? La respuesta es clara, puesto que se han visto superados por la fuerza de los acontecimientos, han decidido esconderse debajo de la cama. Y que no nos parezca tan extraño, porque aquellos que siempre respondían, cuando oían hablar de revolución, con la manida excusa de: “la imposibilidad de la revolución, si no es sustancialmente favorecida por las condiciones objetivas de la profunda crisis económica”. Pues estos señores seguramente jamás pensaron, ni en la peor de sus predicciones, que tendrían que rendir cuentas por las responsabilidades que implicaban sus afirmaciones, puesto que ahora mismo estamos en una profunda crisis económica.

Llegados a este punto, no sabemos si reír o llorar. Porque estos ciudadanos, evidentemente, son incapaces de realizar una actividad tan típica entre los comunistas como es la de la autocrítica. Y es que siguen igual, a pesar de haberse dado las “condiciones objetivas” tan esperadas para la revolución, y no haber generado los frutos que ellos esperaban, no han variado para nada los presupuestos ideológicos en los que se fundamenta su práctica economicista, más aún cuando su línea política se supone que dependía de la previsibilidad del ascenso del movimiento de masas. Pues estos sindicalistas siguen con la misma prédica del trabajo tradicional de masas, “codo con codo con la clase”, trabajo práctico que haría reír a los mismísimos mencheviques, organizando sus “luchas de resistencia” para mejorar sus condiciones salariales, algo que hemos criticado mil veces, la lucha sindicalista, por sí misma, no puede construir movimiento revolucionario, porque no es capaz de superar la relación obrero-patrón en la que se desenvuelve.

Y es que es así, nuestros revisionistas, a pesar de haber hecho el ridículo más espantoso ¡defienden las mismas posturas! Y ellos siempre han defendido la teoría economicista, tan arraigada en el movimiento comunista, de que la crisis económica, pone en marcha los mecanismos de la crisis social, y éstos, a su vez, los de la revolución. Esta conocida teoría plantea el derrumbe capitalista desde la agudización de las contradicciones de clase, como consecuencia de las crisis de superproducción del capital. Es aquí, donde el proyecto revisionista debería haber sido consecuente en la práctica, con su propia teoría de construcción del movimiento revolucionario, y una vez dadas las “condiciones objetivas”, cuya espera les ha permitido durante tanto tiempo evitar el tener que abordar la problemática de la revolución, ponerse al frente de los movimientos de masas y dirigir sus reivindicaciones para así poder construir el partido y el frente de masas revolucionario. Como sabemos, esto lo único que ha demostrado es la verdadera naturaleza de cortafuegos del revisionismo, no sólo gracias a su incapacidad para construir un movimiento revolucionario desde las luchas inmediatas del proletariado, sino porque su única respuesta a la crisis, y esto sí que es mezquino, ha sido toda una batería de propuestas para salir de ella ¡para que el capital salga de ella! cuyo tufo reformista más que destruir el sistema capitalista de dominación lo que pretende es sostenerlo.

En cambio, los que siempre hemos creído que es posible hacer la revolución, siempre hemos denunciado esta forma falaz de construir el movimiento revolucionario desde estas posiciones economicistas y espontaneístas. Las crisis económicas no generan por sí mismas movimiento revolucionario, pueden ser una ayuda, ya que tensionan las contradicciones de clase entre proletariado y burguesía, pero no puede haber revolución si no existen condiciones subjetivas, y esto es la ideología revolucionaria, único sujeto desde el que se puede construir movimiento revolucionario, es decir, desde donde se puede construir el Partido Comunista. El revisionismo, al considerar las crisis de superproducción como condición necesaria para la revolución, ha hecho depender a ésta de factores externos, negando el papel activo del sujeto en la historia. Han sustituido al sujeto revolucionario (el Partido Comunista) por la crisis económica. Cuando es justamente lo contrario, la crisis no genera revolución por sí misma, ya que el capitalismo, con el imperialismo, ya ha entrado en su crisis objetiva general e histórica, sino que es el Partido Comunista sobre esta base, “era de la revolución proletaria”, el que genera la crisis del sistema con su actividad revolucionaria. Esta actividad no puede ser otra que la violencia revolucionaria contra el Estado de dominación, y dirigida por el Partido Comunista toma la forma de Guerra Popular, masas armadas dirigidas por su vanguardia, que, como nosotros planteamos, coincida con la concepción leninista del Partido de vanguardia como fusión de las masas revolucionarias con su vanguardia.

Y aquí llegamos al problema del Partido como único dirigente de todo el proceso revolucionario. Una vez demostrada la incapacidad de nuestros revisionistas para construir movimiento revolucionario desde la dirección de las luchas inmediatas de la clase obrera, que, no nos engañemos, ni siquiera han dirigido nada porque hace tiempo que no están a la cabeza de ninguna lucha. Se nos plantea como tarea prioritaria la reconstitución del Partido de la Clase, reconstitución que, después de la derrota sufrida por el movimiento comunista en el Ciclo de Octubre, sólo puede ser abordada desde el Balance de este Ciclo y desde la lucha de dos líneas.

Nosotros consideramos que la derrota sufrida por el Comunismo en el Ciclo de Octubre no puede haber dejado inmaculada la teoría sobre la que se construye toda la práctica de un ciclo revolucionario. Por tanto, saldar este problema con la continuidad de los mismos presupuestos ideológicos que han sufrido tan duro revés, como defienden nuestros revisionistas, no siendo consecuentes con la correcta relación entre teoría y práctica, nos incapacitará para sentar las bases ideológicas y políticas para abordar el nuevo ciclo. Algo que sólo puede ser resuelto con el Balance de nuestra rica experiencia revolucionaria entre las diferentes organizaciones que conforman el movimiento comunista.


¡Contra la crisis, Revolución!
¡Por la Reconstitución ideológica y política del Comunismo!
¡Guerra Popular hasta el Comunismo!


Movimiento Anti-Imperialista
Abril-Mayo 2010