Los
Anarcos Venezolanos Opinan Sobre lo que Pasa con Chavez
periodico el libertario
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Venezuela: los ciegos disputan por el país
de los tuertos
En lo que va de 2002, la farándula política venezolana
se ha esforzado por presentar lo mejor de sus gracias y por embelesar
a su auditorio con la promesa de novedades en sus rutinas tantas veces
vistas. Sin duda que ese esfuerzo no ha dejado de tener impacto en
sus clubes de admiradores, formados por esa fracción de la
población que aún les cree los cuentos y que ha hecho
su rol de comparsa en el espectáculo mediático que hemos
presenciado hasta las primeras semanas de febrero, cuyo principal
logro ha sido convencer a los protagonistas del show y a su crédula
minoría de fans que este burdo sainete de carpa es en verdad
una trascendental dramatización histórica.
De un lado, el Comandante vocifera que ahora
es cuando va con todo en su "revolución bolivariana",
como si estos tres años de gobierno no nos hubiesen enseñado
bastante sobre esa mezcolanza de verborrea torpe, mesianismo incompetente,
exaltación a la mediocridad militarista y nacionalista, autoritarismo
chabacano, asalto con saña de las arcas públicas y demás
prendas que adornan al proyecto chavista. Por tomar una de esas referencias
bíblicas tan citadas por el Presidente: "el que tenga
ojos, que vea", pues es fácil comprobar que en ningún
modo significativo hay divergencia con el modelo económico-social
de los gobiernos anteriores, como bien lo certifican el FMI, el Banco
Mundial y otros chupasangres transnacionales al dar sus bendiciones
al actual mandato.
Desde el gobierno se argumenta que los cambios
económico-sociales vendrán de ahora en adelante, pues
primero había que impulsar transformaciones políticas
y jurídicas que dieran sustento al "Proceso" (nombre
al gusto de Chávez y su combo), en especial la reconstrucción
del escenario político en el marco de una nueva Constitución.
Tuvimos el parto de los montes de una flamante Carta Magna y una estructura
institucional de estreno, pero poco tiempo pasó para que la
mayor parte de los venezolanos cayésemos en cuenta que tras
esa cosmética de nombres y fórmulas sacramentales se
repetían los males estructurales del sistema político
del país (corrupción, obediencia ciega al liderazgo,
sectarismo partidista, relación clientelista con las masas,
etc.), aquellos ante los cuales el actual gobernante prometió
con toda vehemencia ser una alternativa, agravados con los complementos
de soberbia autoritaria e incontinencia oral que son aportes del ex-paracaidista
llanero, y tal vez producto de algún aterrizaje de cabeza.
Los co-protagonistas de la parodia son una
variopinta tropa que reúne a los antiguos y disminuidos partidos
gobernantes (Acción Democrática y los democristianos
de COPEI), nuevas formaciones políticas como los yuppies liberales
de Primero Justicia, ex-seguidores enojados con Chávez por
razones diversas (pocos por diferencias ideológico-políticas,
los más por pleitos de pandilla), sindicaleros molestos por
la intención de sustituirlos por burócratas más
dóciles ante el gobierno, burgueses excluidos del selecto cónclave
de pocos civiles y muchos militares que ahora se reparten la renta
petrolera, la jerarquía eclesiástica recelosa ante la
pérdida de espacios de poder que conquistó en la década
pasada por el declive de los partidos tradicionales, y - como masa
de maniobras para hacer el rol de "ciudadanía decente
que protesta" en los videos de CNN - una amplia representación
de la pequeña burguesía de las principales ciudades,
que se ha creído tanto el discurso seudo-izquierdoso del Comandante
como las alarmistas versiones que corren los medios masivos de difusión,
que escandalizan contra el gobierno por el resentimiento de sus dueños
al ver reducidas sus tajadas del pastel petrolero.
Esta última razón es el fundamento
de la furiosa oposición de casi todos los "demócratas"
(como ellos se autodenominan) o "escuálidos" como
los bautizó el mediocre beisbolista de Miraflores en alguno
de sus interminables discursos (de obligatoria retransmisión
en las radios y televisoras del país). No se molestarían
mayor cosa con él y su populismo hablachento si hubiese mantenido
lo esencial de los anteriores procedimientos de reparto del botín,
pero ahora la piñata se hizo más restringida, lo cual
se suma a una mal disimulada tirria racista contra un morenito que
no reparte sino con sus panas y, por si fuera poco, fanfarronea con
tener el apoyo de los otros morenitos pobretones. Un resultado de
tal neurastenia reaccionaria de la oposición ha sido llevar
a que el apoyo popular a Chávez (aún cuantioso, pero
que venía desgastándose) tome un relativo segundo aire,
pues en reacción defensiva algunos de los de abajo consideran
que es obligado respaldar a quien es repudiado tan desaforadamente
por los que nunca han podido disimular su desprecio hacia la chusma
pobretona. De este modo, las élites opositoras parecen haber
propiciado un juego tan ventajoso para ellas como para el gobierno:
el este de Caracas - donde residen la clase media acomodada y la burguesía
- enfrentada al resto de la ciudad, en medio de resentimientos y temores
colectivos que son fomentados por los líderes de ambos bandos
en pro de consolidar el control sobre sus seguidores.
Pero hay aspectos fundamentales del cuadro
que convenientemente olvidan unos y otros: como dicen los "escuálidos",
sin duda que la gran mayoría es contraria a la gestión
actual, pero tienen razón los gobierneros al replicar que en
proporción igualmente elevada la gente rechaza la vuelta al
modelo político previo, que es lo único que pareciesen
ofrecer los nuevos aspirantes al título de "salvadores
de la patria"; esto en el caso de que ofrezcan algo, pues buena
parte del antichavismo ha demostrado con creces que su máximo
ideal es tener otro Chávez, pero de ellos, que reparta con
quienes se debe, que no se abrace con Fidel, que vaya a Disneyworld
y (¡por supuesto!) con pigmentación más alba.
Con la ilusión de levantar ese nuevo mesías, no ha dejado
de jugarse a la conspiración militar, pero de momento pareciese
que el menos el sector más grueso de la Fuerza Armada está
contento con su papel como soporte central del gobierno y beneficiario
principal de los negociados oficiales.
Ya la masiva desconfianza tanto frente al chavismo
como respecto a sus contrincantes se había manifestado contundentemente
en los distintos procesos electorales que hemos tenido desde 1998;
en ninguno de los tantos comicios de los últimos 4 años
se llegó siquiera al 55% de votantes entre los aptos para ello,
así que las victorias electorales del gobierno deben matizarse
con la salvedad de que nunca han representado a más allá
del 30% de la población, mientras la oposición parlamentaria
a duras penas ha superado el 20%. En las recientes manifestaciones
y contra-manifestaciones que han cundido en Caracas, nada indica que
esas proporciones se hayan modificado en esencia, pero respecto a
esa mayoría que no está ni con unos ni con otros debe
apuntarse un detalle importantísimo: lo animado y masivo del
debate que sobre estos temas hemos mantenido en nuestra cotidianeidad,
evidencia que la desconfianza para con el gobierno bocón y
sus opositores de reparto no obedece a desinterés, oportunismo
o temor sino a bien fundadas suposiciones respecto a que en el fondo
y en lo esencial poco o nada hay de distinto entre unos y otros.
Para
quienes desde posiciones libertarias queremos hacer llegar nuestro
mensaje a los que comparten el repudio al tinglado de chavistas versus
antichavistas - bandos diferentes sólo en lo secundario e iguales
en demagogia y ansias de poder -, se plantea la enorme tarea de movilizar
a esa gente desde el desencanto más o menos crítico
a la construcción de una opción que - basándose
en la libertad, la igualdad y la solidaridad - presente una alternativa
real que reúna voluntades y acciones para construir un futuro
distinto. Hasta ahora, el desencanto emana del rechazo a tales aspirantes
a representarlos, nuestro reto es hacerlos a la idea de que ni siquiera
son necesarios los representantes para que una colectividad decida
del mejor modo sobre sus propios asuntos.
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