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Compensar las desigualdades

(Revista Padres de Alumnos nº 59 - CEAPA)

 COMPENSAR LAS DESIGUALDADES

Llevamos demasiado tiempo hablando de educación en términos cuantitativos. Nos preocupan las pesetas, los ladrillos, el número de profesores o cuántos niños debe de haber en cada aula. Y está bien que lo material esté bien dispuesto y que sea suficiente, pero con todo eso en su debido sitio aún no ha empezado el acto educativo. El acto educativo es bastante ajeno a cantidades. Debe de saber mucho más de calidades. Hasta puede darse en un descampado, aunque sea bueno arroparlo de ladrillos. Es un acto de relación entre personas que debe ir acompañado de buenas miradas, para lo que es necesario un clima afectivo determinado y una buena entraña.

Últimamente me preocupan las miradas y entrañas de todos, de profesores y profesoras, de padres y madres y de políticos en ejercicio, ya que algunos alumnos y alumnas son mirados de reojo y no de forma entrañable precisamente. Hablo de los alumnos con necesidades educativas especiales derivadas de su raza y/o de condiciones sociales desfavorables.

La escuela va aprendiendo a incluir las diferencias que se derivan de atropellos genéticos, pero le cuesta admitir en su seno las diferencias socioculturales derivadas de la injusticia social, y nos cuesta a todos. Mucho más a aquellos que dicen: yo no tengo nada en contra de los..., yo no soy racista, PERO... Este "pero" es enorme, suele ser muy injusto y está lleno de prejuicios, desconocimiento y mala entraña.

El sistema educativo no puede concebirse como una cadena de montaje donde el que no se adapta a libros de texto y deberes debe ser separado.

En el mes de julio, mes de vacaciones escolares, pero que suele estar salpicado de sorpresas en forma de decretos, órdenes e instrucciones educativas que tienen a veces tufo de traidoras, de a ver si cuela, aprovechando que los ciudadanos andan con la tripa a remojo y la mente en las nubes, se ha publicado en el Boletín Oficial de Aragón, el día 23, una resolución que en su declaración de intenciones dice querer ayudar a los niños y adolescentes descarriados sociales a compensar sus desigualdades.

La solución apuntada habla más de cantidades que de calidades, de forma que por cada 20 chicos y chicas difíciles, por decir algo, va a ir por esa escuela o instituto un profesor más y algún apoyo distinto, aunque algo difuso, en línea socio-psicopedagógica. Todo tiene visos de científico.

Lo no aceptable empieza en este momento, ya que estos profesores y profesoras van a actuar con estos chicos y chicas fuera del aula, fuera del resto de sus habituales compañeros, un determinado número de horas, e incluso puede haber, a juicio del equipo directivo, clases específicas con alumnos de estas características. En resumen, el PP en un alarde pedagógico, esperemos que no aplaudido por nadie, se acaba de inventar el pelotón de los torpes bien señalado del resto. Dicen que en educación infantil esto se hará siempre dentro del aula. Menos mal que aún les queda sensibilidad en esa etapa.

El PP dice llevar a cabo la medida anterior amparándose en la LOGSE, ley que han avalado suficientemente..., ya que dicha ley proclama que con los diferentes hay que hacer cosas diferentes.

Estamos ante una medida de mala entraña educativa con visos de salvación, ya que la LOGSE abogaba por una educación socializada al extremo, comprensiva, admitiendo un componente importante de personalismo, al indicar que cada ser humano es distinto y, por tanto, hay que atenderlo en esa diferencia, pero sin separarlo, sin hacer grupo con él y otros distintos.

Para tratar estos casos, la LOGSE habla de diversificación curricular, de autonomía pedagógica, de nueva técnicas de investigación educativa dentro del aula, medidas que todas juntas pueden dar como resultado la recuperación de todo el mundo sin ninguna marca en la frente ¿Qué culpa tiene un niño escolarizado tardíamente o con un absentismo escolar derivado de la peculiar cultura de sus padres? Los derechos de esos niños deben de salvaguardarse sin estigmatizarlos.

Ibamos por buen camino con todos los programas de integración, pero al llegar a lo social, abdicamos de ellos por parecernos que tienen un tratamiento distinto. Niños y niñas con síndrome de Down están siendo escolarizados con el resto, con buenos resultados, fruto de una investigación pedagógica rigurosa y una buena entraña de la que se benefician ellos y sus familias.

El sistema educativo no puede concebirse como una cadena de montaje donde el que no se adapta a libros de texto y deberes debe ser separado. Es preciso concebirlo como un taller de alfarero donde todos hacen pucheros, aunque sean formas muy distintas y donde se investiga con multitud de materiales y formas.

En la escuela pública, no podemos mimetizar la actitud secular de la privada, que trabaja con la selección de la raza y que expulsa sistemática y estructuralmente de su red a los desheredados de la tierra, a los que debiera de acoger por consecuencia inherente a su ideología y religión.

Las desigualdades deben de compensarse en un plano de igualdad, de acogimiento, de calor. Todas las horas que se den fuera del aula, representan un estigma tanto para los alumnos como para los profesores que las imparten, que de hecho están considerados como el séptimo de caballería reciclado para salvar a los indios de los rostros pálidos.

Esta medida, aunque sea por un tiempo parcial, no parece la que se debiera derivar de un sistema educativo moderno, solidario, que desarrolla una tarea de investigación pedagógica en el calor diario del aula. La única segregación que se puede admitir es la que llevan a cabo los mejores genes de nuestro cerebro en la línea contraria a la apuntada.

Estos chicos y chicas deben de permanecer en el aula y ser tratados con todo el rigor del mundo y con la diversificación necesaria. Con ellos es preferible un rigor cercano que una permisibilidad lejana. Muchos de los que avalan esta medida no tienen el suficiente coraje pedagógico de enfrentarse con una tarea hermosa y difícil, y prefieren que se los quiten de encima. Hay padres y madres que también los prefieren lejos de sus bien amados hijos. Padres y madres que hasta se proclaman progresistas y que toda la línea de progreso sólo la quieren para sus cercanos, para su camada.

Al menos, en la escuela pública, no podemos mimetizar la actitud secular de la privada, que trabaja con la selección de la raza y que expulsa sistemática y estructuralmente de su red a los desheredados de la tierra, a los que debiera de acoger por consecuencia inherente a su ideología y religión. La escuela pública debe de trabajar con todos, en beneficio de todos, sin hacer ningún gueto. Éste es el reto y el sueño de la LOGSE, que creo posible si no tiramos la toalla ante lo difícil y más necesario.

Jacinto Lasheras
Ex vicepresidente de CEAPA

 

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El Congreso Construir la escuela desde la diversidad y para la igualdad (ámbito estatal) se celebró en Madrid los días 26, 27 y 28 de enero de 2001, y fue organizado por la Conf. de MRPs, CEAPA, CCOO, FETE-UGT, STEs, CGT y MCEP.

 www.nodo50.org/igualdadydiversidad          Actualización: 12/26/01