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Trabajar con la diversidad, superar
la desigualdad: claves pedagógicas
XVIII Encuentro estatal de la
Confederación de MRP (Gandía 99)
CONCLUSIONES FINALES
Constatamos que, bajo un lenguaje presuntamente
progresista, los términos diversidad, atención a las necesidades especiales, etc.,
enmascaran situaciones de desigualdad y actuaciones segregadoras. Debemos atender y dar
respuestas a las diferencias y combatir las desigualdades.
La realidad diversa y plural es enriquecedora; la
desigualdad es excluyente. Si lo que reconocemos como problema es la desigualdad, contra
ella debe actuar la educación, aún sabiendo los límites que existen dentro de una
sociedad profundamente injusta y poco igualitaria.
- Consideramos un objetivo básico de los MRP, como movimientos
sociales que pretenden transformar la realidad, buscar líneas de intervención que
permitan evidenciar que la desigualdad es un problema de toda la comunidad educativa, de
toda la sociedad.
- Para conseguir este objetivo, debemos propiciar debates rigurosos en
la comunidad educativa y en la sociedad, habilitando los espacios y los tiempos
necesarios. Para ello nos parece necesario que cambie la cultura profesional del
profesorado y se promuevan las políticas de formación que lo hagan posible.
- Los MRP deben promover cambios en las estructuras de los centros
educativos para superar la jerarquización, fomentando la participación colectiva y el
reparto de responsabilidades. Consideramos que la organización debe ser flexible y
responder a las necesidades del proyecto del centro, permitiendo y potenciando la
coordinación horizontal del profesorado. Los equipos docentes constituirán los núcleos
centrales de la organización propuesta.
- Consideramos necesario retomar la idea de educación desde una
perspectiva global, evitando parcializaciones tecnocráticas.
- El objetivo básico de la escuela es la educación integral de las
personas, la formación para la participación democrática y el ejercicio de los derechos
de ciudadanía responsable y crítica en condiciones de igualdad.
- No podemos aceptar la actual función propedeútica o selectiva de la
educación obligatoria. Al contrario, potenciaremos una concepción de la evaluación como
proceso completo dentro de una cultura democrática, redefiniendo el fracaso escolar bajo
parámetros de socialización, identidad y participación, evitando su utilización como
elemento de exclusión social.
- Consideramos necesario recuperar el concepto de que la asistencia a
los centros educativos sea la satisfacción del derecho a la educación y no el
cumplimiento de un penoso deber.
- Los MRPs deben caracterizarse por ofrecer posibilidades de cambio;
por sus ganas de actuar para propiciar cambios en la realidad, con propuestas viables con
posibilidades de éxito. El optimismo pedagógico debe ser un valor entre nosotros y
nosotras.
- La cultura no-alienadora supone el reconocimiento individual y social
de la desigualdad, la reconstrucción de la propia identidad desde una perspectiva
liberadora. La escuela según su papel social debe contribuir a este fin, con actuaciones
transformadoras.
- Es necesario el ejercicio del análisis para la identificación de
los problemas y su resolución. Compartir los diagnóstico y corresponsabilizarse en la
toma de decisiones permite reconvertir los problemas en proyectos de trabajo
gratificantes.
- Cada centro debe construir un proyecto propio que dé respuesta a las
necesidades y problemas del centro. Los recursos externos deben estar al servicio del
mismo.
- La participación de especialistas en los centros para atender a la
diversidad debe servir para aumentar los recursos de los mismos en esta tarea, nunca para
sustituir el discurso pedagógico propio de la comunidad educativa. Las actuaciones de los
especialistas deben ayudar a la integración y la construcción del proyecto pedagógico
sin que, en ningún caso, pueda contribuir a acentuar las desigualdades.
- Constatamos que la sociedad no es igualitaria y la desigualdad es un
tema transversal y común en todos los ámbitos de la vida. Por ello consideramos que el
centro, por sí solo, no puede resolver todas las situaciones. Es necesario trabajar en
colaboración con en el entorno social a través de instituciones, personas implicadas y
otros sujetos sociales.
- Así mismo instaremos a la Administración para que asuma sus
responsabilidades en cuanto al tratamiento de la diversidad y, especialmente, a la
compensación de desigualdades. Consideramos denunciables las políticas de exclusión,
tales como la utilización de los criterios de matriculación o la creación de centros
específicos de integración, que tienen como resultado la segregación del alumnado en
función de sus diferencias o desigualdades.
- Consideramos que no todas las posibles líneas de actuación tienen
el mismo valor. Algunas de ellas necesitan matizarse, y otras son claramente rechazables:
- Denunciamos aquellas que, bajo el nombre de atención a la
diversidad, buscan en el fondo segregar a determinado alumnado e incluso a ciertos grupos
sociales de las agrupaciones ordinarias. Nos pronunciamos en contra de la formación de
grupos homogéneos (que, además, nunca pueden llegar a serlo): suponen una injusta
clasificación del alumnado y un empobrecimiento de los grupos humanos.
- Consideramos rechazables las vías de actuación que, bajo la
justificación de la adaptación al contexto, mutilan de antemano y rebajan las
expectativas educativas de las clases populares. Tampoco es admisible que para
determinados alumnos sea suficiente la resignación a su suerte y el bienestar afectivo.
- Entendemos que las actuaciones especiales deben restringirse y
realizarse siempre bajo determinadas condiciones (objetivos concretos, pretensiones
integradoras, limitación en el tiempo...).
- No deben utilizarse los apoyos individuales de forma generalizada
como la vía normal de atención a las diferencias: sus resultados suelen ser escasos,
pues parten de una concepción restringida y equivocada del aprendizaje. Su uso
indiscriminado suele constituir un motivo de segregación y un tratamiento inadecuado para
atender a la diversidad.
- Otras líneas de actuación pueden, en cambio, potenciar el
desarrollo educativo de la población escolar:
- Necesitamos potenciar la participación comunitaria (alumnado,
profesorado, familias, asociaciones,...) como forma de afrontar mediante la implicación
colectiva los problemas actuales de los centros y las aulas.
- Los proyectos y la organización de centro deben estar en función de
las necesidades de aprendizaje de todo su alumnado y en relación con el entorno social
para potenciarse mutuamente.
- Como siempre hemos defendido, enriquecer la actividad ordinaria
dentro de los agrupamientos habituales ha de ser la vía normal de atención a las
necesidades de todo el alumnado. Este enriquecimiento, que dé cabida y haga avanzar a
todos y todas, implica dar respuesta a las necesidades afectivas en los centros y
reorganizar los contenidos, la metodología, la utilización de recursos y la evaluación
en función de toda la población y no de la rutina académica. Consideramos una
alternativa el trabajo mediante proyectos con sentido personal y social (y con sentido de
presente y de futuro) en función del alumnado concreto con el que trabajamos, manteniendo
siempre que lo que han demostrado hacer es sin ninguna duda menos de lo que pueden llegar
a hacer.
- La posibilidad de elección por parte del alumnado (entre opciones de
igual valor), por un lado, y la debida compensación de recursos (superando cierta
concepción del "déficit cultural"), por otra, son también líneas de
actuación necesarias.
- Dentro del marco de las anteriores orientaciones, pueden tener
sentido determinadas actuaciones de atención individual e incluso agrupamientos
temporales distintos a los habituales (incluyendo aquellos que aprovechan las diferencias
como factor de aprendizaje).
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